El reino asturleones se originó gracias a que los musulmanes no ocuparon la zona de la cordillera cantábrica y se refugiaron nobles que huían de la conquista islámica, como Pelayo, quien derrotó a los musulmanes y sus sucesores crearon el reino de Asturias. Alfonso III aprovechó la debilidad y ocupó territorios entre el Duero y la costa cantábrica. Ordoño trasladó la capital a León, reino de León, y construyó castillos para fortificar. Los condados pirenaicos se crearon porque Carlomagno, al querer proteger su imperio, estableció una franja dividida en condados. Los navarros y aragoneses se independizaron, creando el condado de Aragón. El dominio carolingio duró mucho tiempo, con cargos hereditarios. La base económica de los reinos cristianos fue la agricultura y ganadería de subsistencia, utilizando métodos tradicionales. La sociedad era rural.
Gracias a la consolidación, los reinos pequeños crecieron y comenzó la expansión en la primera mitad del siglo XIII. Jaime de Aragón conquistó Mallorca, el reino de Valencia y Murcia. Fernando III de Castilla conquistó Córdoba, Jaén y Sevilla. Portugal conquistó el Algarve. Solo el reino nazarí de Granada mantenía presencia musulmana, y en el valle del Ebro se les permitió su estancia y práctica de su cultura y religión.
Tras la expansión económica y la llegada de la peste negra, se produjo una etapa catastrófica con crisis y enfrentamientos. La sucesión de malas cosechas, desnutrición y bajas defensas causaron la muerte de muchas personas al llegar la peste negra. Este impacto afectó a la Corona de Aragón y Castilla, disminuyendo la población y reduciendo la producción, lo que provocó el aumento de los precios. El malestar social llevó a levantamientos contra la nobleza, exigiendo la anulación del régimen señorial y destruyendo castillos. El malestar también llegó a las ciudades, donde se culpó a los judíos. La crisis provocó enfrentamientos entre los reinos y, tras la guerra civil, los nobles vencieron y proclamaron rey a Enrique II, iniciando la dinastía Trastámara y su introducción en la Corona de Aragón.
El imperio de Carlos V, también conocido como Carlos I de España, se formó por una gran herencia debido a una política matrimonial. Recibió Austria, Flandes, Franco Condado, la Corona de Aragón, la Corona de Castilla, Navarra y los dominios americanos. Conquistó Milán y fue coronado emperador del Sacro Imperio. La herencia motivó la creación del imperio universal cristiano, pero no logró su objetivo. Mantuvo cuatro guerras y su imperio se creó como una coalición antifrancesa. Carlos frenó la expansión turca que amenazaba Viena y fracasó al intentar tomar Túnez para solucionar el problema de los piratas berberiscos. El problema más grave fue el conflicto religioso en Alemania. Carlos intentó comprometerse con Lutero, pero el negocio fracasó y dio lugar a la guerra de la Liga de Esmalcalda, donde Carlos tuvo éxitos pero los gastos le obligaron a llegar a un acuerdo, la Paz de Augsburgo, que dividía el reino en la zona protestante y la católica. Uno de los conflictos internos más importantes fue la rebelión de las comunidades de Castilla, producida por el descontento hacia los gobernantes extranjeros, la importancia de la voz del pueblo y las cortes. Debido a este conflicto, se desarrolló la revuelta de las Germanías.
La monarquía de Felipe II se debe a que Felipe se centró en que el centro de su imperio fuera España y convertirlo en un estado hegemónico, renunciando al imperio universal pero no al catolicismo. Tras la abdicación de Carlos V, Felipe se convirtió en rey y enfrentó los compromisos políticos de su padre, una política heredada. El compromiso más importante fue el final de la guerra contra Francia, ya que derrotó a los franceses y forzó la paz entre los dos países. El conflicto más importante que tuvo fue el de los Países Bajos, que tuvo causas económicas, políticas y religiosas. Felipe luchó por la uniformidad religiosa, lo que desembocó en la guerra de Flandes, que fue una sangría. Inglaterra se sumó a los enemigos de Felipe II, ya que era protestante y ayudaba a los holandeses. El desafío de los holandeses hizo que Felipe creara la Armada Invencible, pero fracasó en su intento de invadir Inglaterra. Los años finales de su gobierno estuvieron marcados por su intervención en las guerras religiosas de Francia. En la península, se produjo la rebelión de los moriscos de las Alpujarras y Felipe los acusó de la expansión turca. Los moriscos se revelaron debido al acoso y fueron sometidos, expulsados y dispersados por España. En 1580 y 1581, Portugal se unió a la corona de Felipe, pero mantuvo sus instituciones. Felipe practicó una política absolutista.
El modelo político de los Austrias se caracterizó por una monarquía autoritaria e incluso un absolutismo monárquico, donde el poder del rey era predominante. Para gobernar el imperio, desarrollaron una administración que consistía en una extensión del sistema de consejos especializados, como el Consejo de Estado, el Consejo Territorial y el Consejo Técnico. El más importante fue el de Hacienda, debido a la subida de impuestos. Los virreyes gobernaban en nombre del rey y se extendieron por todos los reinos fuera de Castilla. Las audiencias siguieron siendo importantes y las cortes se convocaban solo para cuestiones de impuestos, aumentando la intervención del poder monárquico en los municipios. En cuanto a la economía, sociedad y cultura en España en el siglo XVI, la población aumentó en conexión con la fase de expansión económica de Europa. El fenómeno más importante fue la revolución de los precios, impulsada por la llegada de oro y plata desde América, lo que aumentó la masa monetaria y la demanda. Esta revolución perjudicó a la artesanía y la corona no invirtió productivamente, ya que sus gastos eran principalmente bélicos. Los Austrias defendieron los intereses de la nobleza y la iglesia, estableciendo estatutos de limpieza de sangre que requerían ser cristiano para ocupar puestos en el ejército. Los cristianos nuevos eran sospechosos ante la Inquisición, que adquirió más poder como instrumento de uniformidad religiosa. Además, la Inquisición persiguió a falsos moriscos y comenzó a perseguir a protestantes, además de censurar propaganda y libros.
En el siglo XVI se produjo la primera etapa del Siglo de Oro español, conocida como el Renacimiento español. Durante la época de Carlos V, el erasmismo tuvo importancia, pero la fundación de la Compañía de Jesús y el Concilio de Trento frenaron cualquier reforma religiosa. Entre los logros culturales destacan Francisco de Vitoria y obras literarias como El Lazarillo, el misticismo de San Juan de la Cruz y Santa Teresa, y la obra de Fray Luis. En las artes prácticas, destacan el plateresco y el herreriano, y en la pintura, «El Greco».