Análisis de la Constitución Española de 1931

CONSTITUCIÓN DE 1931

Nos encontramos ante la constitución española aprobada el 9 de diciembre de 1931 por las Cortes Constituyentes de la II República surgida el 14 de abril de ese mismo año. Es, por tanto, una fuente primaria de naturaleza jurídico-política y carácter público oficial destinada al conocimiento de la nación.

Origen de la Segunda República

La Segunda República nació tras la abdicación de la monarquía debido a la enorme pérdida de apoyo dentro de la ciudadanía al comprobar cómo en las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 las grandes ciudades, no controladas por el sistema caciquil, habían optado por partidos de marcado carácter republicano. El republicanismo, organizado desde 1930 por el «Pacto de San Sebastián», estaba preparado para la evolución del Estado, mientras que las fuerzas del orden y los apoyos tradicionales de la causa monárquica permanecían apáticos ante la proclamación espontánea de la república. Esto llevó a la formación de una asamblea constituyente a través de una nueva ley electoral con distritos electorales más amplios, más difíciles de controlar y con sufragio universal masculino, que desembocaría en la Constitución de 1931.

Características de la Constitución

El texto es un extracto de la citada constitución. Se han seleccionado varios artículos: el primero, parte del título preliminar, aporta la nueva visión republicana del Estado. Destaca el protagonismo otorgado a los «trabajadores», junto a la vocación democrática, de justicia y libertad, reservando la soberanía al pueblo que ahora se organiza respetando las peculiaridades regionales sin renunciar a la integridad del Estado. Esta intención claramente progresista la veremos en el resto del articulado; así, en el número 2 se preserva la igualdad legal y en el 36 se otorga por primera vez el sufragio a las mujeres. El aspecto anunciado en el artículo 1 de compartir competencias entre el Estado central y las regiones periféricas lo vemos reflejado en los artículos 8 y 12, mientras que los restantes por mencionar, 3 y 26, quedan dedicados a la cuestión religiosa, que marcará claramente la elección republicana por el laicismo, que romperá con la tradición católica del país y resultará enormemente controvertida.

Contexto Histórico

La República española será precedida en primera instancia por la dictadura, con rey, ejercida por Primo de Rivera y, en un plano mayor, por el sistema turnista de la Restauración. En ambos casos, las aspiraciones de buena parte de la sociedad quedaban limitadas, en un caso por el sistema de partido único de la Dictadura, en el otro por la alternancia artificial de los dos partidos hegemónicos articulada gracias al pucherazo y el caciquismo. La llegada de la República dará voz a esta parte del país partidaria de reformar España, atrasada económicamente y enormemente desequilibrada socialmente. La República vivirá la tensión entre grupos que buscan el avance y aquellos partidarios del inmovilismo, con fases sucesivas de reforma y reacción frente a estas (Bienio Reformista 1931-33, Bienio Conservador 33-36 y victoria del Frente Popular en 1936) que manifestarán la enorme diferencia entre ambos grupos sobre temas clave, tales como la estructura de la propiedad de la tierra y la condición de vida de campesinos y obreros, y las relaciones con la Iglesia y el sistema educativo.

Desafíos y Oposición

Los sectores reformadores republicanos se vieron obstaculizados por un clima internacional desfavorable (crisis económica mundial de 1929, ascenso de los fascismos y repliegue de las democracias) y por una decidida oposición interna formada por grupos conservadores como propietarios agrarios y parte del empresariado industrial, la Iglesia católica, ciertas facciones dentro del ejército y una no desdeñable porción de la sociedad civil disgustada con ciertos cambios, particularmente los que afectaban a la cuestión religiosa y la reestructuración administrativa del Estado, descentralizándose para dar mayor protagonismo a las instituciones autónomas periféricas. También habrá parte de la población que, por motivos alejados del apego a la tradición como en el caso anterior, dificultarán la labor republicana; en este caso serán sectores impacientes por las reformas o por su limitado alcance, caso de anarquistas o caballeristas del PSOE.

Polarización y Fin de la República

La polarización entre reformistas y reaccionarios irá creciendo a lo largo del periodo republicano, con momentos críticos como la Revolución de 1934 frente al gobierno conservador Radical-Cedista o el clima de tensión del año 36 tras la victoria del Frente Popular (reformistas), que acabará derivando hacia un golpe de mano de los sectores conservadores apoyados en el ejército, que dará fin a la experiencia republicana y, tras una guerra civil de tres años, consolidará una dictadura, teniendo que esperar la democracia casi cuarenta años para regresar en 1978.

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