Chuletas de historia de españa


Isabel II (1843-1868): El reinado efectivo


Características generales del reinado efectivo de Isabel II (1843-1868). La década

Moderada (1844-1854). El bienio progresista (1854-1856). La vuelta al moderantismo

(1856-1868)


Características generales del reinado efectivo de Isabel II (1843-1868)


Los 25 años de reinado efectivo de Isabel II (1843-1868) estuvieron marcados por la
alternancia en el poder los partidos liberales burgueses, llamados dinásticos. Eran, más que
partidos de masas, agrupaciones de notables, encabezadas por milotares.

– Partido Moderado: liderado por Narváez

Defendía la soberanía compartida, un
sufragio muy restringido, la confesionalidad del Estado y la limitación de los derechos
individuales.

Partido Progresista: liderado por Espartero

Era defensor de la soberanía nacional,
un sufragio menos restrictivo, libertad religiosa y derechos individuales más amplios.
Debido a las preferencias de Isabel II por los moderados hubo predominio de gobiernos
moderados durante todo su reinado. Los progresistas sólo pudieron acceder al poder mediante
revueltas.
A lo largo del siglo surgieron otros partidos, de entre los que cabe destacar la Unión
Liberal, ideológicamente situada entre moderados y progresistas, y el Partido Demócrata,
escindido del Progresista.

La Década Moderada (1844-1854)


Desde el nombramiento de Narváez como Presidente, los moderados gobernaron
ininterrumpidamente desde 1844 hasta 1854. Narváez presidió la mayoría de estos gobiernos e
inspiró su legislación. Durante su mandato se elaboró la Constitución de 1845, que suprimió
los aspectos progresistas de la anterior.
Sus principales características eran:
La soberanía no es nacional, sino compartida entre la Corona y las Cortes.
Confesionalidad del Estado.
Reconocimiento de un amplio número de derechos individuales, pero la Constitución
permitía regular la limitación de su ejercicio mediante leyes ordinarias posteriores.
Facultades de la Corona: convocatoria y disolución del Parlamento, así como derecho
a vetar las leyes.
Poder Legislativo: Parlamento bicameral, compuesto por el Congreso, elegido por
sufragio muy restrictivo y el Senado, cuyos miembros elige de por vida la Corona.

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Esta Década Moderada se caracterizó por la elaboración de multitud de leyes para
establecer un sistema político liberal de carácter conservador y garantizar el orden público.
Sus principales medidas legislativas fueron:
Limitación de los derechos individuales. La Ley Electoral limitó el derecho de voto al
uno por ciento de la población. La Ley de Imprenta, además de incorporar una amplia censura,
exigía a los editores hacer un depósito económico, previo a la publicación, para hacer frente a
posibles delitos.
Salvaguarda del orden público. En 1844 se creó la Guardia Civil para garantizar el
orden público y la seguridad de la propiedad en el medio rural.
Mantenimiento de la influencia de la iglesia. Las relaciones entre la iglesia y el Estado
se habían deteriorado a causa de las desamortizaciones, pero la reconciliación llegó con la firma
del Concordato de 1851, por el que la Santa Sede reconocía el régimen liberal español. A
cambio, el Estado aseguraba el sostenimiento económico de la iglesia y su influencia social –
control de la enseñanza, censura de las obras que atentaran contra la moral o la religión, y
garantías de que no se establecería la libertad religiosa-.
El Partido Moderado también llevó a cabo una profunda labor de centralización y

Unificación del sistema legal español


Las principales actuaciones fueron:
Control gubernativo sobre la Administración provincial y local. La Corona nombraba
al gobernador provincial, quien dirigía la capital provincial y elegía a los alcaldes de las
poblaciones de más de dos mil vecinos. Así se eliminó la democracia provincial y municipal, lo
que permitió al gobierno controlar el proceso electoral.
Reforma de la Hacienda. Se creó un sistema único de impuestos. Las contribuciones
directas gravaban las fincas rústicas cultivadas y las actividades industriales y comerciales. Las
indirectas, conocidas como consumos, gravaban productos de primera necesidad como el aceite
o el jabón.
Unificación jurídica. Se aprobó el Código Civil y el Código Penal, que unificaban la
legislación en todo el país en ambas materias.
Estas medidas centralizadoras, que atentaban contra los privilegios forales, así como el
fracaso en las negociaciones para casar a Carlos VI con Isabel II, dieron lugar a la segunda

Guerra carlista (1849-1860)


No fue un conflicto armado convencional entre dos ejércitos, sino
la insurrección de partidas guerrilleras, especialmente activas en Cataluña. El ejército isabelino
obtuvo la victoria, pero a pesar de ello algunas medidas centralizadoras no se aplicaron en los
territorios forales.
Con los años, el modelo político moderado dio síntomas de agotamiento. Así, en 1849,
los miembros más radicales del Partido Progresista se escindieron formando el Partido
Demócrata, que defendía el sufragio universal. Al mismo tiempo se organizó también el
Partido Republicano, de ideología federalista y socialista.

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El autoritarismo del Presidente de gobierno Bravo Murillo, la mala situación económica
y el enriquecimiento de la camarilla política que rodeaba a la reina, encabezada por el Conde de
San Luis, provocaron un enorme malestar que supuso el fin de la Década Moderada.

El Bienio Progresista (1854-1856)


Durante la Década Moderada (1844-1854), la manipulación electoral impedía gobernar
a los progresistas, que vieron en la insurrección la única manera de hacerse cn el poder. Sin
embargo, fueron algunos moderados enfrentados a la camarilla de Isabel II quienes en julio de
1854 se sublevaron. El general O´Donnell dio un golpe militar con las tropas acuarteladas en
Vicálvaro (Vicalvarada
), seguido por el general Serrano, firmando ambos el Manifiesto de
Manzanares, cuyo texto fue redactado por el moderado Cánovas del Castillo. Sus promesas de
reforma política les proporcionaron el apoyo de los progresistas y los demócratas. La
sublevación triunfó, e Isabel II se deshizo de su camarilla y nombró Jefe de gobierno a
Espartero, quien designó a O´Donnell como ministro de la Guerra.
Durante el Bienio Progresista se llevaron a cabo reformas legales, sobre todo
económicas, como: la desamortización civil de Madoz, la aprobación de la Ley de Ferrocariles
y la creación del Banco de España. Se redactó una Constitución, pero el Parlamento no tuvo
tiempo de aprobarla antes del fin del Bienio, fue la Constitución non nata de 1856.
En 1856 la situación era muy difícil para el Gobierno de Espartero por:
Conflictividad social por el alza de precios y el nacimiento del movimiento obrero.
Hostilidad política. El Gobierno se vio acosado por el Partido Demócrata al no
cumplir la promesa del sufragio universal. Además, la Corona mostró abiertamente su deseo de
prescindir de los progresistas y llamar al poder a O´Donnell.
Diferencias internas en la coalición gobernante. Se ahondaron las diferencias entre
Espartero y O´Donnell, quien fundó la Unión Liberal. Ideológicamente se situaba entre los dos
partidos dinásticos tradicionales, captando muchos miembros del Partido Moderado.
En 1856 la reina nombró a O´Donnell Jefe de gobierno, quien prescindió de los
progresistas. Fue el fin del Bienio Progresista.

La vuelta al moderantismo (1856-1868)


O´Donnell encabezó el Gobierno Largo (1856-1863), que se caracterizó por la
estabilidad social y el crecimiento económico. Para aumentar la cohesión social y el prestigio
internacional se entabló una guerra con Marruecos –en la que destacó el general Prim,
progresista
Y se enviaron expediciones militares a Méjico y Cochinchina (actual Vietnam).
Entre 1863 y 1868 se sucedieron gobiernos moderados y unionistas, pero ni Narváez ni
O´Donnell fueron capaces de solucionar los problemas de España:
Crisis política. Descrédito de la Corona: su conservadurismo sólo contaba con
moderados y unionistas e impedía gobernar a progresistas y demócratas.

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Crisis económica. Comenzó como una crisis bursátil tras la quiebra de varias
compañías ferroviarias y se agudizó con una crisis agraria que provocó un alza de los precios de
los alimentos y los artículos básicos.
Crisis social. Se incrementaron las protestas urbanas por la carestía económica y la
penetración de las ideas del Partido Demócrata –sufragio universal y extensión de los derechos
individuales- y del movimiento obrero entre las masas.
La situación política se deterioró. Ante la imposibilidad de gobernar por medios legales,
los progresistas intentan acceder al poder mediante el pronunciamiento encabezado por el
general Prim, que fracasó. En el exilio, Prim firmó con los demócratas el Pacto de Ostende

(1866)


con el objeto de destronar a Isabel II. A la muerte de O´Donnell, en 1867, el general
Serrano, su sucesor al frente de la Unión Liberal, se adhirió al Pacto. En septiembre de 1868 un
grupo de generales desembarcó en Cádiz pronunciándose contra el régimen, comenzaba la
revolución


El sexenio democrático (1868-1874): Intentos democratizadores. La revolución. El

Reinado de Amadeo I. La Primera República


El sexenio democrático (1868-1874): Intentos democratizadores

En 1868, Isabel II se vio privada de apoyos a su política por los siguientes motivos:
– La exclusión del poder de los progresistas y la muerte de Narváez y O´Donnell
– La crisis económica y los continuos escándalos financieros de su camarilla
Todo ello motivó varias protestas de ideología progresistas, como la revuelta de la
Noche de San Daniel (1865) y la Sublevación de los Sargentos del Cuartel de San Gil (1866).
En 1867 murió O´Donnell y fue sustituido al frente de la Unión Liberal por el general
Serrano, quien se adhirió al Pacto de Ostende en contra de Isabel II.

La revolución

La Revolución Gloriosa comenzó en septiembre de 1868 con el pronunciamiento de
la flota al mando del almirante Topete en Cádiz, secundado por Prim y Serrano, para derrocar a
Isabel II. En el manifiesto conocido como “España con honra” se animaba a las masas a que se
organizasen en juntas locales contra el Gobierno. De esta forma, el pronunciamiento militar se

Convirtió en una revolución de carácter popular


Isabel II se exilió en Francia tras la derrota
realista en Alcolea. Comenzaba entonces el Sexenio Democrático (1868-1874).
Tras la huida de Isabel II se constituyó un Gobierno provisional de coalición formado
por progresistas, unionistas y demócratas, presidido por Serrano. Su primera medida fue
disolver las juntas locales para controlar la revolución, lo que fue criticado por el Partido
Demócrata. A cambio, se convocaron elecciones a Cortes constituyentes mediante sufragio
universal masculino, que ganó la coalición gobernante. Los republicanos –escindidos de los
demócratas- obtuvieron un número considerable de representantes. Las Cortes elaboraron la
Constitución de 1869, primera en la historia de España que estableció un régimen totalmente
democrático:
Soberanía nacional. La soberanía reside en la nación y no en el rey.
Aconfesionalidad del Estado. Se reconoció la libertad de culto.
Amplio reconocimiento de derechos individuales: sufragio universal masculino,
derecho de libre asociación y reunión y libertad de enseñanza.
Monarquía parlamentaria. Se limitaron las facultades de la Corona, aunque por su
poder moderador se mantuvo la prerrogativa de convocar y disolver las Cortes y el derecho de
vetar las leyes.
El poder legislativo residía en unas Cortes bicamerales.

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El reinado de Amadeo I

Tras la aprobación de la Constitución, Serrano fue nombrado regente hasta que el
Gobierno de Prim encontrase un rey, bajo las condiciones siguientes: no ser Borbón, tener
voluntad democrática y ser aceptado por las potencias europeas. Tras más de un año de
negociaciones internacionales y con los partidos, Prim y los progresistas lograron que las
Cortes votaran a Amadeo de Saboya –perteneciente a la monarquía italiana-. Mientras, el
Gobierno tuvo que hacer frente en el interior a la agitación social y en el exterior a un
levantamiento armado independentista en Cuba.
Pocos días antes de que el rey jurase la Constitución como Amadeo I (enero 1871),
Prim, su principal valedor, fue asesinado- Durante sus dos años de reinado acató fielmente la
Constitucióm y asumió su papel como moderador entre los partidos. Sin embargo, el reinado de

Amadeo I fracasó por:


Falta de apoyos políticos. Los progresistas tenían que haber sido su principal apoyo,
pero el partido se dividió a la muerte de Prim entre los constitucionalistas de Sagasta y los
radicales de Ruiz Zorrilla.
Oposición política. Contó con el rechazo de alfonsinos, carlistas y republicanos. Los
alfonsinos, liderados por Cánovas del Castillo, querían la restauración de los Borbones en la
figura del príncipe Alfonso, hijo de Isabel II.
Enfrentamientos armados. A la guerra por la independencia de Cuba se sumaron los
partidos carlistas a favor de Carlos VII, que controlaron amplias regiones rurales en el País
Vasco, Cataluña y Valencia.
Frialdad de las clases dirigentes y populares. Debido a su condición de extranjero. Su
acatamiento de la Constitución –que reconocía la libertad de cultos y la aconfesionalidad del
Estado- lo enfrentó a la Iglesia.
El movimiento obrero. Alcanzó gran vitalidad gracias a la libertad de asociación y al
envío de líderes obreros por parte de la AIT.
Ante la falta de apoyos, Amadeo I abdicó y abandonó España en febrero de 1873.

La Primera República

La proclamación de la Primera República fue una solución de urgencia votada en

Las Cortes ante el vacío político dejado por la abdicación de Amadeo I


En las Cortes
votaron a favor de la República los republicanos y los radicales de Ruiz Zorrilla. Ambos eran
grupos minoritarios y sin experiencia de gobierno, teniendo que hacer frente a otras graves
dificultades:
División de los republicanos en federalistas (partidarios de la república federal) y
unitarios (partidarios de la república centralizada).
Oposición política. La República fue rechazada por los carlistas, los alfonsistas de
Cánovas del Castillo –que atrajo a conservadores y moderados- y los progresistas
constitucionalistas. También los progresistas radicales se fueron alejando de los republicanos.

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Enfrentamientos armados: tercera guerra carlista, guerra de independencia cubana y
movimiento federalista cantonal.
Desmesuradas expectativas de las clases populares. Pretendían llevar a cabo una
revolución social centrada en el reparto de tierras a campesinos, mejoras salariales y abolición
de quintas y consumos.
Falta de apoyo internacional. La Primera República sólo fue reconocida por Estados
Unidos y Suiza.
Durante el tiempo que duró la Primera República (apenas un año)

Se sucedieron cuatro

gobiernos presididos por:
Estanislao Figueras. Convocó elecciones a Cortes Constituyentes. La abstención de la
oposición (alfonsinos, carlistas y unitarios) dio la mayoría a los federales.
Francisco Pi y Margall. Durante su gobierno se redactó la Constitución de 1873, que
proponía una república federal pero no llegó a entrar en vigor. La Constitución dividió a los
republicanos federales en benévolos –partidarios de convertir España en una federación- e
intransigentes –que protagonizaron el movimiento insurreccional cantonal-. Incapaz de
controlar a sus propios seguidores, Pi y Margall dimitió.
Nicolás Salmerón. La insurrección cantonal se extendió por Levante y Andalucía
alentada por republicanos federales y anarquistas, que incorporaron reivindicaciones sociales.
Pese a su ideología federal, el Gobierno tuvo que enviar al Ejército, que sofocó la insurrección –
excepto en Cartagena-. Salmerón dimitió para no firmar las penas de muerte a los líderes
cantonalistas, facilitando la llegada al Gobierno de los republicanos unitarios.
Emilio Castelar. Trató de dar un giro conservador a la República para tranquilizar a la
burguesía: suspendió las Cortes, de mayoría federal, y reforzó el Ejército para acabar con las
guerras carlista y cubana y tomar Cartagena. Fue acusado de autoritarismo y cesado como
presidente. Durante la sesión parlamentaria en que se elegía a su sucesor, el general Pavía

Entró en las Cortes y las disolvió (enero 1874)


El golpe de Estado mantuvo la República. Se nombró un gobierno militar autoritario
presidido por el general Serrano, cuyo principal logro fue tomar Cartagena. Las
conspiraciones monárquicas, lideradas por Cánovas del Castillo, fueron tomando fuerza,
culminando con la restauración borbónica en la figura de Alfonso XII (diciembre 1874)


El reinado de Alfonso XII. El sistema canovista. La Constitución de 1876


El reinado de Alfonso XII
En 1874 el general Manuel Pavía dio un golpe de Estado contra el gobierno de la I
República. Debido a la crisis económica y a la inestabilidad política –Tercera Guerra Carlista y
Guerra de Cuba- el nuevo régimen militar, presidido por el general Francisco Serrano, no se
consolidó. De forma simultánea, Antonio Cánovas del Castillo conseguía la adhesión de las
élites, la clase media y el ejército hacia su propuesta de restauración de la monarquía
borbónica en el hijo de Isabel II, el futuro Alfonso XII.
El 1 de diciembre de 1874, el futuro Alfonso XII firmaba el Manifiesto de Sandhurst
escrito por Antonio Cánovas del Castillo, en el que se defendía el régimen político que se
pretendía restaurar:
– Monarquía liberal que incorporara los derechos individuales básicos: libertad,
propiedad e igualdad jurídica.
– España unida (centralizada)
– España tradicional (católica)
En el Manifiesto de Sandhurst Cánovas del Castillo proponía la restauración borbónica
de manera pacífica, sin intervención militar. Pero el general Martínez Campos se pronunció en
Sagunto el 29 de diciembre de 1874 y proclamó al príncipe Alfonso de Borbón rey de España.
El gobierno del general Francisco Serrano no opuso resistencia.
Las medidas iniciales de Cánovas del Castillo denotaban el carácter conservador del
nuevo régimen: aplicación del Concordato, así como la supresión de la libertad de expresión y
de cátedra.

El objetivo de Cánovas del Castillo era conseguir la estabilidad política


Para ello se
propuso:
– La pacificación de España. Puso fin a la Tercera Guerra Carlista (1876) y suprimió los
fueros vasco-navarros.
– El fin de la Guerra colonial en Cuba con la derrota de los insurgentes cubanos. En
1878 se firmó el Convenio de Zanjón por el que el gobierno se comprometía a abolir, de manera
escalonada, la esclavitud y a otorgar una amplia autonomía a Cuba.
– La integración política mediante la incorporación de liberales y demócratas del
Sexenio a través del Partido Liberal-Fusionista de Práxedes Mateo Sagasta, quien aceptó la
restauración borbónica.
– El alejamiento del ejército de la vida pública, limitando su actuación a las funciones
profesionales de defensa e integridad territorial.
– La elaboración de un nuevo ordenamiento jurídico-político: la Constitución de 1876.

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El sistema canovista

El creador del régimen de la Restauración fue Cánovas del Castillo, político
conservador admirador del modelo inglés de alternancia pacífica entre grandes partidos.
Después de promulgada la Constitución de 1876, pacificada España e integrados los
liberales en el nuevo régimen, Cánovas del Castillo ideó el turno de partidos como vía pacífica
para acceder al poder haciendo innecesario el pronunciamiento militar.
Los dos grandes partidos que debían alternarse en el gobierno eran:
– Partido Conservador de Cánovas del Castillo, que contaba con el apoyo de la clase alta
–oligarquía agraria, alto clero-.
– Partido Liberal de Práxedes Mateo Sagasta, contaba con el apoyo de la clase media.
El instrumento para hacer efectivo el turno de partidos era el falseamiento del proceso
electoral, basado en el reparto previo de las circunscripciones (encasillado), el fraude electoral
y el caciquismo.
La Restauración era un sistema político oligárquico en el que los resultados electorales
no obedecían a la voluntad popular sino a los intereses de los políticos del momento – Cánovas
del Castillo en 1878 y Mateo Sagasta en 1881.

La Constitución de 1876

El modelo político de Cánovas del Castillo se concretó en la Constitución de 1876. Era
una Constitución de carácter integrador, sin propuestas excluyentes para alguna parte de la
sociedad. Ello explica que la Constitución de 1876 haya sido la más duradera de la historia de
España. Estuvo vigente hasta 1923.
Del contenido de la Constitución de 1876 destaca:
Declaración de derechos individuales: propiedad, libertad de expresión y una fórmula
de consenso en la cuestión religiosa: reconocía la confesionalidad católica del Estado, pero
permitía el culto privado de las demás religiones.
Reforzamiento del poder del monarca a través de la soberanía compartida rey-Cortes;
poder para convocar y disolver las Cortes, así como sancionar las leyes y Jefatura del ejército
cuya finalidad era evitar pronunciamientos militares y la intromisión del ejército en asuntos
políticos.
Bicameralismo: Congreso, elegido por sufragio y Senado, compuesto por miembros
no electivos –senadores por derecho propio de tipo vitalicio o nombrados por el rey- y electivos
–miembros de las corporaciones del estado o dueños de grandes fortunas.
Centralismo: Se acentuó la centralización al quedar bajo control del Gobierno
ayuntamientos y diputaciones y al ser suprimidos los fueros vascos.
Conflictos como la ley electoral, de asociación o de imprenta no se incluyeron en la
Constitución sino que se desarrollaron posteriormente mediante leyes orgánicas, respondiendo a
la inclinación ideológica de los gobiernos


La regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) y el turno de partidos. La

Oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo


La regencia de María Cristina de Habsburgo (1885-1902) y el turno de partidos

En 1885 el sistema constitucional experimentaba una clara adulteración.
– El rey Alfonso XII enfermó cuando el sistema canovista aún no estaba consolidado,
haciendo temer por su continuidad. Carlistas y republicanos vieron en la posible muerte del
monarca una nueva oportunidad para impulsar sus reclamaciones.
– Cánovas del Castillo y Sagasta reaccionaron llegando a acuerdos en el llamado Pacto
de El Pardo (noviembre de 1885). Ambos se comprometían a respetar rigurosamente el turno de
partidos y a conservar las medidas legislativas aprobadas por los respectivos gobiernos, como
garantía de estabilidad política.
Tras la muerte de Alfonso XII, en 1886, Cánovas del Castillo dimitió y la regente María
Cristina de Habsburgo-Lorena, esposa de Alfonso XII, nombró presidente del Consejo a Mateo
Sagasta. La continuidad del régimen quedaba asegurada con el turnismo.
Durante los cinco años de gobierno de Sagasta (1885-1890), los liberales llevaron a
cabo una importante labor reformista: leyes de libertad de cátedra, de prensa, de asociación y
sufragio universal masculino.
La vuelta de los conservadores al poder en 1890 supuso el retorno a una política
económica proteccionista (ley de Aranceles, 1891), que satisfizo los intereses de los industriales
catalanes y vascos y de la burguesía agrícola castellana.
Sagasta y los liberales volvieron a gobernar desde julio de 1892 a marzo de 1895. Lo
más destacado de su mandato fue el proyecto de reforma de la administración de Cuba, que
fracasó por la oposición de la oligarquía criolla, dando lugar a la guerra de Cuba.
En marzo de 1895 vuelve a gobernar Cánovas del Castillo, que fue asesinado en 1897.
Tal hecho aceleró el turno y fue Sagasta quien tuvo que afrontar el Desastre del 98. En 1902, al
llegar a la mayoría de edad, Alfonso XIII, hijo de Alfonso XII, fue proclamado rey de España,
dando fin a la regencia de María Cristina de Habsburgo.
El sistema canovista y su aplicación, el turno de partidos, bajo la apariencia de
democracia y a cambio de garantizar la estabilidad política, institucionalizó un régimen
oligárquico en el cual los resultados electorales no obedecían a la voluntad popular y sí a los
intereses políticos del momento. Las elecciones se decidían de antemano mediante un sistema
de fraude electoral generalizado (pucherazo) a través de gobernadores (encasillado) y caciques.

La oposición al sistema

El régimen de la Restauración, basado en la alternancia de los dos grandes partidos,
marginó a amplios sectores políticos y sociales –carlismo, republicanismo, movimiento
obrero y nacionalismo-. Aunque las fuerzas de oposición al régimen eran numerosas, nunca
fueron una alternativa sólida al encontrarse divididas y en algunos casos enfrentadas.

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Carlismo

A pesar de ser derrotados en la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), el
carlismo no desapareció, convirtiéndose en un movimiento marginal, salvo en Navarra y el País
Vasco.

Republicanismo

El proyecto republicano –sufragio universal, laicismo, fe en el
progreso basado en la educación y la ciencia- mantuvo su influencia social entre sectores
ilustrados de la clase media y entre los obreros. Sin embargo, su peso político fue insignificante
debido a su división –centralistas y federalistas. La Unión Republicana, en 1896, hizo efectiva
la unión de estos.

Movimiento obrero

El movimiento obrero español se encontraba dividido en dos
tendencias:
Marxista, representada por PSOE, fundado en 1879.
Anarquista, representada por la Federación de Trabajadores de la Región
Española, fundada en 1881.
El movimiento obrero atravesó una fase de decadencia al principio de la Restauración,
del que se recuperó gracias a la legalización de las organizaciones obreras por la ley de
Asociaciones (1887).
Durante este período no hubo representantes de la clase obrera en las Cortes a causa del
falseamiento electoral, el abstencionismo político de los anarquistas y el radicalismo del PSOE,
que rechazó alianzas electorales con los republicanos a los que consideraba reformistas
burgueses.

Regionalismo y nacionalismo

Los movimientos nacionalistas periféricos, sobre todo en Cataluña y País Vasco,
surgieron como respuesta al proceso de centralización política y de uniformidad cultural
impulsado por la Restauración. Entre sus reivindicaciones políticas destacaban la petición de
autonomía del nacionalismo catalán y de independencia del nacionalismo vasco.
En un principio, los nacionalismos periféricos se apoyaron en las clases medias y
populares. Posteriormente las burguesías dirigentes periféricas lo utilizaron como instrumento
político para obtener ventajas económicas.

El catalanismo

Desde el principio fue un movimiento autonomista y democrático.
Sus ideólogos fueron Valentín Almirall y Enrique Prat de la Riba, fundadores de Unió
Catalanista en 1892. Su programa político se recogió en Las Bases de Manresa, que proponía
una Cataluña liberal y moderada con el Parlamento propio y el catalán como lengua oficial.

El nacionalismo vasco

Su ideología fue Sabino Arana, fundador del Partido
Nacionalista Vasco (PNV) en 1895. El nacionalismo vasco surgió en defensa de la etnia vasca,
en peligro, según Arana, por la supresión de los fueros de 1876 (centralismo) y la llegada
masiva de inmigrantes (maketos) por la industrialización. El PNV, en su origen, de ideología
antiliberal, de base racista y ultracatólica, proponçia una Euskadi independiente, católica y
tradicional, bajo el lema Dios y Leyes Viejas.
Mucho más débiles fueron los regionalismos andaluz, gallego y valenciano


Guerra colonial y crisis de 1898

Las guerras coloniales

Los gobiernos de la Restauración intentaron mantener intacto el imperio de ultramar.
Sin embargo, a finales del siglo XIX, las Guerras de Ultramar supusieron la pérdida de Cuba,
Puerto Rico y Filipinas.
La opinión pública se encontraba dividida acerca de las guerras coloniales. Los partidos
dinásticos las apoyaban, mientras que los anarquistas, nacionalistas y socialistas las rechazaban.
El apoyo popular fue disminuyendo por el alto coste humano y el sistema militar español de la
redención de quintas que permitía a los ricos evitar el servicio de armas.

La guerra de Cuba

La primera guerra de Cuba (1868-1878) terminó con el Convenio
de Zanjón.
El retraso en aplicar las medidas de este convenio provocó un nuevo levantamiento en
1895, dirigido por José Martí, quien contó con el apoyo masivo de la población negra y mulata.
El gobierno español envió 200.000 soldados al mando del general Valeriano Weyler y
empleó una durísima represión: las reconcentraciones. El triunfo final de los rebeldes en 1898
se debió a la intervención militar del ejército de Estados Unidos, que destruyó la armada
española, con la excusa del suspuesto hundimiento del acorazado estadounidense Maine, por
parte de España.
– La guerra de Filipinas. En 1896 se produjo la insurrección de Filipinas. La respuesta
española fue la represión – fusilamiento del líder independentista José Rizal-. Al igual que en
Cuba, los insurrectos consiguieron la independencia con ayuda de Estados Unidos, tras la
derrota española en Cavite.

La Paz de París


España firmó la Paz de París en 1898. Por ella España reconocía la
independencia de Cuba así como el protectorado estadounidense sobre Puerto Rico y Filipinas,
a la vez que entregaba Hawai a Estados Unidos. El acuerdo sobre Filipinas fue rechazado por
los filipinos, quienes comenzaron una nueva insurrección contra Estados Unidos. Un año más
tarde, en 1899, España vendía a Alemania las islas Carolinas y Marianas.

Causas de la pérdida del imperio español de ultramar:


– Tardía adopción de medidas autonomistas, rechazadas por la oligarquía colonial.
– Falta de apoyos internacionales, resultado de una política exterior aislacionista que
había dejado a España fuera del sistema europeo de alianzas.
– Intervención militar de Estados Unidos en apoyo de los independentistas.

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La crisis del 98

Las consecuencias de la crisis del 98 fueron ideológicas, económicas y políticas


Ideológicas

Las pérdidas territoriales del 98 provocaron un gran impacto en el mundo
intelectual y en la opinión pública que se expresó de tres maneras:
– Exaltación del sentimiento nacionalista que explicaba la decadencia de
España por el abandono de los valores tradicionales y que tuvo su expresión
intelectual en la Generación del 98, con ideólogos como Ramiro de Maeztu o
Miguel de Unamuno.
Nacimiento del regeneracionismo. Corriente de opinión a favor de la
regeneración de España, que encontró su propuesta de cambio político en la
persona de Joaquín Costa.
– Aparición del antiamericanismo. La opinión pública hacía responsable a
Estados Unidos del desastre del 98.

Económicas

– Pérdida de materias primas baratas, como el azúcar y el tabaco.
– Proteccionismo económico como salvaguarda de los intereses de la industria
textil catalana, que había perdido el monopolio del mercado americano.

Políticas

– Los nuevos líderes de los partidos dinásticos, Antonio Maura y José
Canalejas, terminaron asumiendo algunas propuestas regeneracionistas,
imprescindibles para el mantenimiento del sistema político de la Restauración.
– Pérdida del ya escaso peso internacional de España.
– Desgaste de la imagen del ejército.
– Comienzo del colonialismo en el norte de África, como compensación a la
pérdida del imperio de ultramar


Transformaciones económicas y cambios sociales en el siglo XIX

13.1. Transformaciones económicas: proceso de desamortización y cambios agrarios


Peculiaridades de la incorporación de España a la Revolución Industrial. Modernización

De las infraestructuras: el impacto de ferrocarril


Transformaciones económicas: proceso de desamortización y cambios agrarios


Las transformaciones económicas más importantes en España durante el siglo XIX
fueron:
– La desamortización
– La Revolución Industrial
– La construcción del ferrocarril.
Desamortización es la expropiación y venta de tierras vinculadas a la Iglesia
denominada “manos muertas”-
y a los concejos de propios: cedidos por el ayuntamiento a
particulares a cambio de una renta, y comunales: de aprovechamiento común por parte de los
vecinos del ayuntamiento.
El proceso desamortizador lo llevaron a cabo los gobiernos progresistas durante el
reinado de Isabel II (1833-1868).
Los motivos de la desamortización, expuestos por Mendizábal fueron tres:
– Reconocer el derecho a la propiedad libre y circulante
– Aumentar el número de medianos propietarios
– Disminuir la deuda pública del Estado

Fases del proceso desamortizador:


Desamortización de Mendizábal (1836). Afectó a los bienes del clero regular (Órdenes
Religiosas). Se cerraron los conventos que no tenían un número mínimo de monjes y se
nacionalizaron sus propiedades. Los bienes desamortizados se dividieron el lotes y se vendieron
en pública subasta, aceptándose el pago en metálico o con títulos de deuda pública.
Desamortización de Espartero (1841). Afectó a los bienes del clero secular
(Sacerdotes).
– Desamortización de Madoz (1854). Afectó a las propiedades que aún quedaban en
manos de la Iglesia y todos los bienes de propios y comunales. La recaudación fue muy
superior a la de Mendizábal.

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Consecuencias del proceso desamortizador:


– Disminución de la deuda del Estado.
– La mayoría de las tierras pasaron a manos de la oligarquía dirigente, ya que eran los
únicos que disponían de medios económicos para comprarlas, consolidándose los
latifundios.
– El campesinado resultó gravemente perjudicado, pues perdió el derecho a los usos
comunales y el usufructo permanente de tierras de cultivo.
– La agricultura siguió siendo tradicional, sin innovaciones técnicas significativas; la
desamortización no estimuló el desarrollo industrial ni la modernización de España-
– Hubo un leve crecimiento de la producción agraria debido al aumento de la superficie
cultivada.

Peculiaridades de la incorporación de España a la Revolución Industrial

Durante el siglo XIX España experimentó un proceso de aceleración industrial
localizado en el
sector textil de Barcelona y el metalúrgico de Bilbao y Oviedo-Gijón. El desarrollo industrial se
centró en estas zonas costeras por su fácil accesibilidad por mar y su cercanía a los países
europeos más avanzados económicamente (Francia y Reino Unido). El resto de España
permaneció sin industrializar.

La incorporación de España a la Revolución Industrial fue tardía, incompleta y

desequilibrada con respecto a países como Reino Unido, Francia o Bélgica.
Las causas del fracaso de la Revolución Industrial en España fueron:
– Inestabilidad política: guerra de la Independencia, pérdida de los territorios americanos
y guerras carlistas
– Carbón escaso, de mala calidad y difícil explotación
– Carencia de materias primas, por ejemplo el algodón, que debía importarse en su
totalidad
– Deficiente red de comunicaciones
– Atraso tecnológico
– Falta de capitales nacionales
– Dependencia técnica, financiera y energética del exterior
– Debilidad del mercado interior español, por la baja capacidad adquisitiva de gran parte
de la población

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– Escasa competitividad en el mercado internacional de los productos nacionales, más
caros y de menor calidad, debida al proteccionismo de los grupos industriales
– Estancamiento de la agricultura, que no proporcionó mano de obra a la industria ni
hizo aumentar el poder adquisitivo de los campesinos

Actividad industrial en España:



Industria textil del algodón

En 1855 la industria algodonera estaba totalmente
mecanizada. La modernización de Barcelona se vio impulsada por la industria textil, que
utilizaba mano de obra inmigrante de otras regiones españolas. La industria algodonera catalana
se vio favorecida por la política proteccionista practicada durante la mayor parte del siglo XIX.

Industria siderúrgica

Desde mediados del siglo XIX se desarrolló la siderurgia
asturiana con fábricas en Mieres y La Felguera. A finales de siglo, Vizcaya se convirtió en el
centro de la siderurgia española por la abundancia de hierro y la actividad de la empresa Altos
Hornos de Vizcaya. El retraso de la siderurgia española se debió a dos motivos: el atraso de la
agricultura, que no tenía una capacidad de demanda suficiente, y a la Ley de Ferrocarriles
(1855), que facilitó la importación de material extranjero.

Minería

Durante el Sexenio Democrático (1868-1874) se aprobó una legislación
minera para la desamortización del subsuelo español. Todos los yacimientos mineros
pertenecían al Estado, que los vendió en pública subasta, la mitad de ellos a compañías
extranjeras, debido al déficit de la Hacienda.

El comercio exterior creció durante el siglo XIX, pero se mantuvo deficitario


España exportaba materias primas e importaba productos elaborados, principalmente del Reino
Unido y Francia.
Los gobiernos españoles apostaron por el proteccionismo para proteger la
producción nacional elevando los aranceles sobre los productos extranjeros. Los grupos
económicos que reclamaron una política proteccionista fueron los industriales catalanes del
textil del algodón, los cerealistas castellanos y los siderúrgicos vascos.
Sólo durante el Sexenio Democrático hubo cierto aperturismo del mercado español

Tras la aprobación del Arancel Figuerola (1869)


, que rebajó los aranceles y no prohibió la
importación de artículos extranjeros.

Modernización de las infraestructuras: el impacto del ferrocarril

La construcción del ferrocarril en España estuvo regulada por la Ley de

Ferrocarriles (1855)


, que subvencionó las inversiones, eximió de aranceles a los materiales
importados y permitió la entrada de capitales extranjeros.
La construcción del ferrocarril alcanzó su máximo desarrollo entre 1855 y 1864,
con una media de 430 kilómetros anuales. Las primeras líneas ferroviarias fueron Barcelona-
Mataró (1848) y Madrid-Aranjuez (1851). Se creó una red radial en torno a Madrid con un
ancho de vía de 1´67 metros, mayor que el europeo, de 1´44 metros, porque se creía que las

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máquinas debían ser más potentes para salvar la difícil orografía española y no por el miedo a
una posible invasión.

Un ancho de vía distinto al europeo dificultó las comunicaciones

Ferroviarias con Europa


La construcción del ferrocarril se hizo con capital público y privado –sobre todo
francés-. El Estado subvencionó la construcción con la condición de que las líneas férreas
construidas pasaran a ser de propiedad estatal transcurridos 99 años. Como consecuencia de las
condiciones impuestas, las empresas utilizaron materiales de baja calidad que continuamente
debían ser reparados, motivo por elcual no se obtuvieron apenas beneficios. La industria
española no se benefició de la construcción del ferrocarril, ya que gran parte del material fue
comprado a empresas belgas, francesas e inglesas.

La expansión del ferrocarril contribuyó a la consolidación de un mercado

nacional, conectando los diferentes espacios económicos, uniendo los centros productores con
los centros de consumo y facilitando el traslado de alimentos, artículos industriales y materias
primas de unos lugares a otros.


Transformaciones sociales: crecimiento demográfico. De la sociedad estamental a la

Sociedad de clases. Génesis y desarrollo del movimiento obrero en España


Transformaciones sociales: crecimiento demográfico

La población española creció de manera constante durante el siglo XIX: en el año 1800
España tenía 11.500.000 habitantes aproximadamente y en 1900 la cifra aumentó a 18.600.000
habitantes.

Se mantuvo el régimen demográfico antiguo caracterizado por tasas de natalidad y

Mortalidad elevadas


La alta mortalidad se debió a la incidencia de las enfermedades
infecciosas y, puntualmente, la mortalidad se elevaba como consecuencia de las guerras y las
epidemias: especialmente grave fue la epidemia de cólera de 1885. La esperanza de vida, muy
baja, mejoró ligeramente hasta alcanzar los 34 años en 1900.

La estructura demográfica por sectores económicos era arcaica y desequilibrada,

con un importante predomino del sector primario (70%) frente al secundario (14%) y al
terciario (20%).
Se incrementó el éxodo rural debido a dos motivos: el estancamiento del
mundo agrario y las expectativas laborales que ofrecían las ciudades. Este movimiento de
población tuvo como consecuencia el crecimiento urbano, con mayor intensidad en Madrid,
Barcelona y Bilbao, ciudades que estaban en pleno crecimiento industrial. El aumento de la
población urbana supuso el desarrollo espacial de las ciudades:
– Por un lado, surgieron suburbios periféricos de barrios obreros, desordenados, sin
servicios ni infraestructuras.
– Por otro, se crearon áreas burguesas de urbanismo planificado, los denominados
ensanches, cuyos mejores ejemplos fueron el de Barcelona (1860), diseñado por Cerdá, y el de
Madrid (1861), planificado por Castro, y financiado en parte por el marqués de Salamanca.
Fueron importantes las migraciones de gallegos, asturianos, vascos y canarios a
Iberoamérica y de andaluces y murcianos a Argelia.

De la sociedad estamental a la sociedad de clases

Durante el siglo XIX, en España se desarrolló la sociedad de clases, que sustituyó a

La sociedad estamental del Antiguo Régimen


Los fundamentos de esta nueva sociedad eran la
libertad de todos los individuos y la igualdad ante la ley. En este tipo de sociedad era posible la
movilidad social de clase según el mérito de cada persona.

La clase alta era el nuevo bloque social dominante


Aunque minoritario en número,
acumuló grandes propiedades y controló el poder político. Estaba formado por:
– La antigua aristocracia terrateniente

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– La nueva burguesía de los negocios (industriales, financieros, banqueros). Muchos
burgueses invirtieron en la compra de fincas y se convirtieron en rentistas, abandonando las
inversiones industriales
– Altos cargos del Estado y mandos militares
– La Iglesia, que aunque tuvo grandes pérdidas económicas tras las desamortizaciones,
mantuvo su influencia
La clase media urbana fue escasa en número (5%). Estaba integrada por pequeños
comerciantes, funcionarios, profesionales liberales, propietarios rurales acomodados, artesanos
y pequeños fabricantes.

La inmensa mayoría de los españoles constituían las clases populares:


– Campesinos: era el grupo más numeroso, con dos tercios de la población total. No se
beneficiaron de la desamortización, ya que no pudieron comprar tierras por falta de recursos y
perdieron los comunales. Muchos emigraron y otros se convirtieron en jornaleros, sobre todo en
el centro y sur peninsular. Sus condiciones de vida eran muy precarias debido a los bajos
salarios, la mala alimentación y el paro estacional.
– Población urbana: era menos numerosa, pero muy importante. En ella se integraban
los criados, los trabajadores de los talleres artesanales, los mendigos, etc. El proletariado
industrial era aún escaso y se concentraba en Barcelona, Bilbao y Asturias. Vivían en
condiciones infrahumanas, en barrios de chabolas, degradados e insalubres, con largas jornadas
laborales y salarios ínfimos.
– Obreros y jornaleros: tenían una situación de pobreza similar, pero mientras que los
obreros industriales mejoraron sustancialmente sus condiciones gracias a la presión sindical
(CNT y UGT) y a la política reformista de algunos gobiernos de la Restauración, los jornaleros
apenan se beneficiaron de los cambios.

Génesis y desarrollo del movimiento obrero en España

Los antecedentes del movimiento obrero en España se encuentran en el reinado de

Isabel II


En torno a 1840 se crearon en Barcelona las primeras agrupaciones de trabajadores,
sociedades de auxilio mutuo, que ayudaban a los afiliados en paro, enfermos, inválidos o a sus
viudas. Estas sociedades, sin orientación política, tenían como principal objetivo impedir el
descenso de los salarios y conseguir el pleno derecho de asociación.
El proletariado urbano y rural sufría duras condiciones laborales y fueron la causa de los
conflictos de los jornaleros andaluces y de los obreros de las principales ciudades industriales.
El Partido Demócrata y los republicanos asumieron las reivindicaciones sociales de los
trabajadores hasta la creación de asociaciones con programas exclusivamente obreros.

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Los factores que propiciaron la expansión del movimiento obrero fueron:
– La fundación de la Primera Internacional (1864), que difundió las nuevas doctrinas
socialistas y anarquistas.
– El reconocimiento del derecho de asociación que recogía la Constitución de 1869.
– El clima de inestabilidad en el que se desarrolló la I República, que fomentó la
agitación revolucionaria.
El movimiento obrero, tras un período de decadencia al principio de la Restauración, se
recuperó durante el gobierno de Práxedes Mateo Sagasta por la Ley de Asociaciones (1887) que
legalizaba las organizaciones obreras.

El movimiento obrero español siguió dos tendencias:


– Tendencia marxista. Los pequeños núcleos marxistas fundaron en 1879 el Partido
Socialista Obrero Español (PSOE), en torno a la Agrupación de Tipógrafos, bajo el liderazgo de
Pablo Iglesias. En 1888 los socialistas impulsaron la creación del sindicato Unión General de
Trabajadores (UGT) a fin de mejorar las condiciones laborales de los trabajadores. La
implantación de la UGT fue lenta, debido a su radicalismo, logrando una mayor presencia en
Madrid, Bilbao y Asturias. Su primer diputado lo obtuvieron en las elecciones de 1910, después
de la Semana Trágica de Barcelona, elecciones a las que concurrieron junto a los republicanos.
– Tendencia anarquista. Ejerció su mayor influencia en Andalucía, Aragón, Cataluña y
Valencia. Desde el principio estuvo dividida en torno a dos tipos de organizaciones:
– Grupos de Acción Directa: eran pequeños núcleos clandestinos (Mano Negra) que
utilizaban la violencia para conseguir el cambio político. Sus objetivos eran los miembros de las
élites económicas y políticas: terratenientes en la década de los ochenta, políticos con el cambio
de siglo –asesinato de Antonio Cánovas del Castillo y varios atentados contra Alfonso XIII- y
empresarios a finales de la Restauración –pistolerismo obrero de Barcelona-.
– La Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE). Se fundó en 1881 y era
de tendencia anarco-sindicalista. Este grupo era pacífico y se proponía la huelga general
revolucionaria como instrumento de transformación social. La FTRE se disolvió por la
persecución a la que fue sometida tras los atentados terroristas de la Mano Negra. En 1910 se
creó la CNT (Confederación Nacional del Trabajo).

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