Conquista de América y el Declive del Imperio Español en el Siglo XVII

Conquista, colonización y explotación de América

Colón y el dominio del Caribe

Desde la conquista de las Islas Canarias, los castellanos habían abierto rutas en el Atlántico, pero eran los portugueses los que dominaban las rutas marítimas. Cristóbal Colón presentó una propuesta, basada en la esfericidad de la Tierra, que consistía en abrir una nueva ruta al oeste para alcanzar las tierras asiáticas. El 3 de agosto de 1492 salieron de Palos tres pequeñas naves que alcanzaron tierra el 12 de octubre del mismo año. Colón realizó una tercera y una cuarta expedición, alcanzando ya las costas del continente americano. En 1511 había concluido prácticamente la conquista de las grandes islas y el conjunto de las Antillas.

La conquista de América

La colonización del continente americano avanzó hacia el oeste y abarcó su práctica totalidad, con la excepción del actual Brasil, en manos de Portugal como consecuencia del Tratado de Tordesillas.

  • Primera etapa: Fue capitaneada por Hernán Cortés, uno de los conquistadores más controvertidos y a quien la corte acabó desposeyendo del gobierno de las tierras conquistadas. Su expedición salió de la isla de Cuba.
  • Segunda etapa: Fue liderada por Francisco Pizarro. Partió de Panamá y se dirigió hacia las costas de Ecuador para iniciar la conquista del Imperio inca, que abarcaba el actual Perú.

Organización colonial y explotación de las Indias

Las tierras conquistadas fueron incorporadas a la Corona de Castilla, que financió la empresa y controló su colonización mediante el establecimiento de un monopolio sobre la inmigración y el comercio. Las Indias copiaron la organización institucional castellana. Se fundaron dos virreinatos: el de Nueva España y el del Perú, que se extendía por América del Sur hasta la Patagonia. Los nuevos territorios supusieron una importante fuente de ingresos para Castilla. El oro y la plata resultaron las mayores riquezas que se extrajeron de América. Los colonizadores buscaban fuentes de recursos en la explotación de la tierra y de las minas. Las tierras fueron repartidas y, aunque en teoría los indígenas eran libres y súbditos de la Corona, en la práctica acabaron sometidos mediante formas semifeudales de explotación. Las disposiciones de la Corona para evitar los abusos sobre la población, como las Leyes Nuevas de Indias, fueron incumplidas de forma sistemática a pesar de las denuncias, como las realizadas por el padre Bartolomé de las Casas.

El impacto en la economía y la sociedad

A partir del siglo XVI, las Indias fueron una gran fuente de intercambios comerciales. Castilla suministraba trigo, vid, aceite, etc., y de América llegaban, fundamentalmente, oro y plata. En 1503, la Corona creó la Casa de Contratación de Sevilla para controlar el tráfico de personas y mercancías y asegurarse la recaudación de los tributos reales. Sin ninguna duda, el oro y, sobre todo, la plata fueron las mercancías que dominaron el comercio americano. El elevado endeudamiento de la Corona española para financiar primero la expansión y después el mantenimiento del imperio hizo que gran parte de este tesoro se gastara con tanta rapidez como había sido adquirido.

¿Qué significó la conquista para los pueblos indígenas?

La conquista y la colonización del Nuevo Mundo tuvieron consecuencias demográficas desastrosas para la población indígena. En las Antillas, sus habitantes quedaron prácticamente aniquilados, lo que obligó a impulsar el tráfico de esclavos negros desde África, primero bajo control portugués y más tarde holandés. Las principales causas de este desastre demográfico fueron la ausencia de defensas en los nativos contra las enfermedades aportadas por los españoles y, muy especialmente, las duras condiciones de trabajo impuestas por los conquistadores, así como la presión tributaria y la desposesión de tierras a las que fueron sometidos.

El siglo XVII: El declive del Imperio

Felipe III, Felipe IV y Carlos II: La época de los validos

Tras la muerte de Felipe II, se sucedieron tres reinados cuyos monarcas renunciaron expresamente a ejercer personalmente las tareas de gobierno, que pasaron a manos de ministros: los validos o privados. La parte central del siglo XVII estuvo ocupada por Felipe IV, en cuya época se sucedieron las mayores dificultades para el mantenimiento del imperio. Su intento fracasó y originó enfrentamientos y graves revueltas internas. La dinastía concluyó con el reinado de Carlos II, un monarca enfermizo e incapaz conocido con el sobrenombre de «el Hechizado», que murió sin descendencia. En su largo y complicado reinado se sucedieron los validos: en su minoría de edad, siendo regente su madre, la reina Mariana, ejerció el cargo el padre jesuita Nithard, que fue sustituido por Francisco de Valenzuela y, posteriormente, por Juan José de Austria, hijo natural del anterior rey Felipe IV.

La Guerra de los Treinta Años

La Guerra de los Treinta Años (1618-1648) fue un conflicto de signo religioso, al enfrentar a protestantes y católicos, pero también significó una pugna política contra el dominio en Europa de los Habsburgo austriacos y españoles. Se inició con la rebelión protestante de Bohemia. Los contendientes, agotados por la larga guerra, pactaron la Paz de Westfalia, donde se aceptó el principio de que los intereses de los estados y su propia religión prevalecieran sobre el Imperio Romano Germánico.

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