El Absolutismo y la Ilustración en Europa

El Absolutismo y sus Límites

El sistema político propio del Antiguo Régimen era la monarquía absoluta de derecho divino. El rey concentraba todos los poderes, gobernaba el reino, dirigía la política exterior, dictaba las leyes y administraba justicia o nombraba los magistrados que la ejercían en su nombre.

No estaba sometido a ningún control y encarnaba al Estado y a todos sus habitantes, que eran sus súbditos. Su autoridad era incontestable porque emanaba de Dios y la ejercía en su nombre. El principal órgano de gobierno era el Consejo de Estado, cuyos miembros eran designados por el rey. Además, estaba asesorado por ministros y secretarios, y los funcionarios colaboraban en la administración, en la recaudación de los impuestos y en hacer cumplir las órdenes.

La arbitrariedad era la norma y ninguna ley protegía a los súbditos del despotismo. Cualquier desobediencia era sofocada por el ejército. El ejemplo más significativo de absolutismo fue la monarquía francesa de los Borbones y, sobre todo, Luis XIV, conocido como el ‘rey Sol’.

La Ilustración, una Crítica al Absolutismo

El filósofo inglés John Locke hizo una primera formulación teórica de lo que sería el liberalismo. Defendía que el Estado había de garantizar los derechos del individuo y daba entidad a un poder legislativo separado del ejecutivo, con el cometido de hacer las leyes y controlar al Gobierno. Por otra parte, propugnó que el conocimiento debía basarse en la experiencia práctica y no en creencias: era el empirismo, que contrastaba con el conocimiento religioso basado en la fe.

Los planteamientos de Locke adquirieron un nuevo relieve con la ilustración, el movimiento cultural que tomó fuerza en Europa, en la segunda mitad del siglo XVIII, y que alimentó intelectualmente la Revolución en Francia. Entre sus pensadores, destacaron Montesquieu, Diderot, Voltaire o Rousseau, que defendían que la libertad y la igualdad de todos los hombres ante la ley eran los principios sobre los que debía reposar la nueva organización de la sociedad, con lo que se enfrentaron abiertamente al absolutismo y al Antiguo Régimen.

También sostenían que la razón era el único medio para entender el mundo, rechazaban la religión o la tradición y defendían la libertad de conciencia y de pensamiento, así como la tolerancia frente al fanatismo y el dogmatismo.

En el siglo XVII proliferaron los Salones, unos foros públicos y tertulias literarias que reunían a ilustrados de la época para intercambiar cultura y opiniones. Muchos de estos salones estaban promovidos y regidos por mujeres.

¿Qué Proponían los Ilustrados?

Barón de Montesquieu (1689-1755)

Argumentó la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) en el Estado; puso especial énfasis en la necesidad de la independencia del poder judicial respecto a los otros poderes.

Jean-Jacques Rousseau (1712-1778)

Profundizó la soberanía nacional como un acuerdo (contrato social) indispensable entre gobernados y gobernantes, en función del cual el poder emana del libre consentimiento de los ciudadanos y se expresa mediante el voto.

Francois-Marie Arouet, llamado Voltaire (1694-1778)

Defendió la tolerancia religiosa y la libertad de conciencia como principios básicos de convivencia. Propuso que el parlamento limitase el poder del rey y que los impuestos no recayeran solo sobre el Tercer Estado.

Sobre estos fundamentos, los ilustrados criticaron la ordenación estamental de la sociedad, los privilegios y el absolutismo monárquico. Defendieron la igualdad de los ciudadanos ante la ley y en base al derecho natural, que hace a todos los hombres iguales por nacimiento. También consideraron que había de ser el mérito, el esfuerzo y la capacidad de cada uno lo que permitiese la movilidad social y el éxito individual.

Dos pensadores ilustrados, Diderot y D’Alembert, pusieron en marcha un ambicioso proyecto cultural: la Enciclopedia. Su objetivo era publicar una gran obra que reuniera todos los conocimientos de la época, de cualquier ámbito del saber, basados en la razón y en el estudio de la naturaleza. Empezó a publicarse en 1751, y comprende 35 volúmenes, en los que colaboraron los principales pensadores de la Ilustración.

El Despotismo Ilustrado

El pensamiento ilustrado llegó a influir en algunas monarquías europeas (Austria, Rusia, Suecia, España o Portugal) que, sin dejar el absolutismo, vieron la necesidad de introducir cambios en el sistema para hacerlo más operativo y garantizar su continuidad: fue el despotismo ilustrado.

Los déspotas ilustrados (Federico II en Prusia, María Teresa I en Austria, Catalina II en Rusia, Gustavo II en Suecia y Carlos III en España) propusieron reformas administrativas para conseguir una mayor eficacia y racionalidad en la gestión del Estado y reformas económicas que facilitasen el crecimiento. Todo ello se llevaba a cabo sin modificar las bases del Antiguo Régimen, lo que suponía que no se alteraban sustancialmente los privilegios nobiliarios ni se renunciaba al absolutismo. En consecuencia, su alcance fue muy limitado.

El Fin del Absolutismo

Desde la Edad Media, el poder real en Inglaterra estaba limitado por las dos cámaras del Parlamento: la de los nobles y los clérigos (Lores) y la de los burgueses, representantes de las ciudades (Comunes). Los monarcas necesitaban su autorización para la aprobación de nuevos impuestos o para declarar la guerra.

Este funcionamiento se vio alterado en el siglo XVII, cuando una nueva dinastía, la de los Estuardo, pretendió gobernar sin el control del Parlamento y procedió a detener o ajusticiar a quienes se le opusieron. Estos hechos provocaron un movimiento revolucionario que precipitó una serie de cambios que pusieron fin al absolutismo. Primero, se implantó una república (1649-1660) y, si bien después se restauró la monarquía, el nuevo rey Carlos II se vio obligado a aceptar algunos límites de su poder frente al Parlamento.

La Consolidación del Parlamentarismo

Carlos II tuvo que reconocer el Habeas Corpus de 1679, una ley que garantizaba que nadie podía ser detenido ni inculpado sin ser puesto a disposición de un juez al cabo de 72 horas de la retención. Se acababa con las detenciones arbitrarias y se institucionalizaba una justicia que debía actuar de forma independiente y tenía que proporcionar un abogado al detenido.

Sin embargo, la deriva absolutista del nuevo monarca Jacobo II y su fe católica provocaron una segunda revolución que, en 1689, acabó definitivamente con los Estuardo.

El Parlamento ofreció la Corona al príncipe holandés Guillermo de Orange, yerno del rey, de fe protestante y dispuesto a jurar la Declaración de Derechos (The Bill of Rights). Esta limitaba de forma sustantiva los poderes del monarca y sometía algunas de sus decisiones al Parlamento.

Inglaterra fue el primer país con una monarquía de poder limitado: el soberano estaba condicionado por el Parlamento, que además elegía al primer ministro de entre sus miembros.

Los poderes ejecutivo y legislativo estaban separados y se creó un tercer poder, independiente, la justicia. Asimismo, los ciudadanos tenían garantizada la defensa de sus libertades individuales.

La monarquía parlamentaria británica no representaba a toda la población: tan solo una minoría (grandes propietarios, nobles, burgueses…) tenía derecho a voto, los habitantes de las colonias no estaban representados y se aceptaba la esclavitud. Pero significaba un avance en la lucha contra el absolutismo y se convirtió en ejemplo para los filósofos franceses de la Ilustración.

La Guerra de la Independencia Americana

Las trece colonias inglesas de América del Norte protagonizaron, en el siglo XVIII, la primera insurrección colonial contra una metrópolis, y constituyeron el primer ejemplo de gobierno fundado sobre los principios de igualdad y libertad.

Los colonos, conocedores del proceso político de Gran Bretaña y animados por las ideas ilustradas que les llegaban de Europa, decidieron enfrentarse a su metrópolis. Se oponían a las tasas e impuestos (especialmente sobre el té) y al monopolio comercial que Gran Bretaña ejercía sobre su territorio.

Como la ley no les otorgaba ninguna representación en el Parlamento de Londres, declararon su intención de no obedecer a unas leyes que no habían sido votadas por sus representantes.

El 4 de julio de 1776, delegados de las trece colonias, reunidos en la ciudad de Filadelfia (Pennsylvania), redactaron la Declaración de Independencia de Estados Unidos de América, que expresa los principios que impulsaron la revuelta americana: el derecho de todas las personas a la libertad y la búsqueda de la felicidad, y el deber de los gobernantes de respetar los derechos inalienables del pueblo.

La Formación de Estados Unidos

Los insurgentes americanos contaron con la ayuda de voluntarios europeos, entusiasmados por sus ideas de libertad. Tras una larga guerra, en 1783, Gran Bretaña reconoció la independencia del territorio americano.

El nuevo Estado, que agrupaba a las trece colonias, adoptó el nombre de Estados Unidos de América y George Washington, un general del ejército insurgente, fue proclamado primer presidente.

En 1787, el nuevo Estado americano redactó la primera Constitución escrita de la Historia. El texto aseguraba la separación de poderes, establecía una república con amplios poderes para el presidente y un Parlamento bicameral (Congreso y Senado). El Estado se organizaba de una forma federal, en la que los trece Estados tenían amplia capacidad de autogobierno. Por encima de los Estados se situaba el Gobierno federal, responsable de los asuntos exteriores, la defensa, las finanzas y la moneda del nuevo país.

La Constitución se completaba con una Declaración de Derechos que garantizaba la libertad de religión, de prensa, de expresión y de reunión y el derecho a ser juzgado por un jurado. Asimismo, nadie podía ser privado de su vida, de su libertad o de su propiedad sin un procedimiento judicial.

Derechos del Hombre y del Ciudadano 1789

1. Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales solo pueden estar fundadas en la utilidad común.

2. El fin de toda asociación política es la conservación de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión.

3. El principio de toda soberanía reside en la nación. Ningún cuerpo o individuo puede ejercer autoridad que no emane expresamente de ella.

4. La ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a participar (…) en su elaboración. La ley debe ser la misma para todos (…).

5. Ningún hombre puede ser acusado, arrestado ni detenido sino en los casos establecidos por la ley y según las formas que ella ha prescrito. (…)

11. La libre comunicación de pensamiento es uno de los derechos más preciados. (…)

Constitución Francesa

Tras largos debates, en 1791, se aprobó la Constitución, que representaba un pacto entre la nación y el rey, y definía una monarquía constitucional asentada en la división de poderes: el ejecutivo en manos del rey, el legislativo para la Asamblea, y el judicial, gratuito y con jueces electivos. Se establecían la soberanía nacional y el sufragio censitario e indirecto, que limitaba la participación a los ciudadanos activos (unos 4,5 millones) con una determinada renta.

Los antiguos privilegiados se opusieron a las reformas. Muchos huyeron a Austria para refugiarse y obtener el apoyo del emperador (cuñado de Luis XVI) con el fin de organizar una intervención militar contra la Revolución. El mismo Luis XVI pretendía unirse a ella cuando, con su familia, huyó de París hacia la frontera austriaca (junio de 1791). La familia real fue detenida en Varennes y retornada a la capital, lo que deterioró la relación del rey con la Asamblea Nacional, a pesar de la posterior aceptación formal de la Constitución por parte del monarca.

Revolución Francesa 2 La República

Una nueva asamblea constituyente (Convención Nacional) se reunió el 20 de septiembre, el mismo día en que el nuevo ejército de voluntarios venció a la coalición absolutista en la batalla de Valmy. Al día siguiente, se abolió la monarquía y se proclamó la república.

La nueva Convención republicana estaba dividida en grupos que se diferenciaban no tanto por su procedencia social sino por las medidas a adoptar frente a la crisis económica y la reacción. Se pueden distinguir:

* Los girondinos, más moderados y encabezados por Brissot, consideraban que la Revolución había acabado con la República. En consecuencia, había que estabilizar las instituciones liberales, frenar la invasión extranjera y extender la Revolución en Europa.

* Los jacobinos de la Montaña tenían en Robespierre, Danton y Marat sus principales líderes y estaban estrechamente vinculados a los sansculottes. Su prioridad era atender con medidas extraordinarias a las demandas populares, avanzar hacia la igualdad social y luchar contra la contrarrevolución en el interior.

* En el centro (la Llanura) se situaba una mayoría de diputados cuya adscripción ideológica era menos definida y oscilaba entre los dos grupos anteriores.

La República Conservadora 1794-1799

Solo la guerra en el exterior parecía dar triunfos. Las clases acomodadas vieron en Napoleón Bonaparte a un general victorioso, que podía garantizar la revolución liberal y evitar los excesos igualitaristas de los sectores populares. Con el apoyo de la burguesía y del ejército, Napoleón protagonizó, el 9 de noviembre (18 Brumario) de 1799, un golpe de Estado y concentró todo el poder en sus manos. Según su propia afirmación: ‘La Revolución ha sido restaurada sobre los principios que la originaron. La Revolución ha terminado’.

Napoleón Bonaparte 1799-1814

Napoleón: del Consulado al Imperio

Tras el golpe de Estado de Brumario, se estableció un Gobierno, conocido como el Consulado, formado por tres cónsules, entre los que se encontraba Napoleón Bonaparte. Una nueva Constitución (1799) afirmó el poder personal de Napoleón como primer cónsul, con atribuciones para hacer leyes, dirigir la política exterior y designar a los jueces y los altos cargos.

Para asegurar la concentración del poder en su persona, Napoleón consiguió ser nombrado cónsul vitalicio en 1802 y se proclamó emperador en 180

4. Eliminó la división de poderes y el principio de soberanía nacional, y restringió en gran medida las libertades personales y colectivas. También limitó las libertades públicas y firmó un Concordato con el Papa (1801) que restablecía el catolicismo pero no como religión de Estado, y la Iglesia renunció a las propiedades incautadas durante la Revolución.

Napoleón no significó una vuelta al Antiguo Régimen, sino que consolidó las conquistas revolucionarias moderadas (abo-lición del feudalismo, libertad económica, igualdad ante la ley, supresión de los privilegios, etc.) a la vez que creaba un Estado sólido y centralizado. Reformó la administración, promulgó un nuevo Código Civil y desarrolló un sistema educativo nacional y más igualitario. Por otro lado, asentó los grandes principios de la Revolución (derecho de propiedad, igualdad ante la ley y supresión de los privilegios).
La época napoleónica consolidó unas nuevas élites sociales en base a la riqueza (industriales, banqueros, grandes propietarios agrarios, etc.), a los conocimientos (hombres de leyes, científicos) y a sus servicios al Estado (oficiales del ejército y altos funcionarios). También garantizó, en el interior y en los territorios conquistados, las oportunidades de negocio para la burguesía y consolidó una clase de medianos y pequeños propietarios rurales nacidos con la Revolución, al confirmar las expropiaciones de tierras entregadas a los campesinos.
Producto de esta doble orientación fue la constitución de una nueva nobleza en Francia, formada por los servidores más fieles y las grandes fortunas burguesas. Frente a la antigua nobleza de nacimiento, no poseía privilegios legales ni económicos, pero encarnaba el nuevo prestigio social basado en la riqueza personal.

UNA NUEVA FUENTE DE ENERGÍA:El VAPOR

La gran revolución fue la máquina de vapor, patentada por James Watt en 1769 y accionada mediante la combustión de carbón. Este ingenio permitió poner en marcha todo tipo de máquinas industriales y agrícolas y también se aplicó a los medios de transporte.

Esto provocó un aumento de la producción, la mejora de la calidad de los productos y el comercio a distancia. El incremento de la productividad redujo los costes de producción y los precios de venta, aumentando el número de consumidores. Este sistema provocó la ruina de muchos artesanos, el fin del trabajo a domicilio y el inicio de la producción en serie.

LA REVOLUCIÓN DE LOS TRANSPORTES

A mediados del siglo XVIII en Gran Bretaña, las mejoras en los caminos y la construcción de canales para la navegación fluvial revolucionaron el transporte de materias primas y mercancías. Sin embargo, la verdadera revolución fue el ferrocarril, gracias a la invención de la locomotora en 1829, que ofreció mayor rapidez, capacidad de carga, menor coste y más seguridad. Además, la aplicación de la máquina de vapor a la navegación por Robert Fulton acortó la duración de los viajes transoceánicos. Ambos, el ferrocarril y el barco de vapor, facilitaron los intercambios entre los centros de producción y consumo, así como una mayor movilidad de la población.


EL IMPULSO DEL MERCADO

Las mejoras en infraestructuras y transporte permitieron la consolidación de una economía de mercado en la que se producía para la venta, no para el autoconsumo. La expansión comercial británica se orientó inicialmente hacia el mercado exterior, pero la mayor transformación fue el desarrollo de un mercado interior. Este proceso, más lento, se benefició del crecimiento de la población, el aumento de su capacidad adquisitiva, la especialización de la producción y la mejora de los transportes.

FUENTES HISTÓRICAS

El paso excesivamente rápido de un clima a otro producirá un efecto mortal sobre las vías respiratorias. El movimiento de trepidación suscitará enfermedades nerviosas, mientras que la rápida sucesión de imágenes provocará inflamaciones en la retina. El polvo y el humo ocasionarán bronquitis. Además, el temor a los peligros mantendrá a los viajeros del ferrocarril en una ansiedad perpetua que será el origen de enfermedades cerebrales. Para una mujer embarazada, el viaje puede comportarle un aborto prematuro. Informe de los miembros de la Academia de Medicina de Lyon, 1835.

Por la mañana temprano, puede verse en Londres la llegada de todo tipo de proveedores que abastecen la ciudad de productos frescos y que han realizado su viaje en tren durante la noche: pescado y verdura fresca, leche recién ordeñada, mantequilla, carnes de todo tipo en intervalos de 10 minutos llegan a la ciudad trenes procedentes de la campiña.

Pero eso no es todo, también llegan paquetes y balas de algodón procedentes de Manchester, provisiones llegadas de América desde Liverpool seguidos de otros trenes con materiales pesados: piedras, ladrillos, vigas de hierro, cañerías de acero… Railways News, 1864.

LAS PRIMERAS ORGANIZACIONES OBRERAS

Los socialistas utópicos

Durante la primera mitad del siglo XIX, varios pensadores criticaron la propiedad privada, la explotación laboral y la concentración de riqueza en la sociedad industrial. Propusieron sociedades ideales basadas en la igualdad social y la dignidad individual. Charles Fourier abogó por falansterios con propiedad colectiva y tareas compartidas; Étienne Cabet diseñó Icaria, un país de igualdad social completa; y Robert Owen promovió cooperativas sin explotación y con educación básica garantizada, principios que aplicó en su fábrica textil en New Lanark, Escocia.

El ludismo

El desempleo, los bajos salarios y las largas jornadas laborales generaron conflictos sociales en el siglo XIX, llevando a los trabajadores a organizarse para mejorar sus condiciones laborales. La destrucción de máquinas (ludismo) fue la primera reacción obrera contra el maquinismo, con el objetivo de forzar a los empleadores a negociar mejores condiciones de trabajo.

EL RETORNO AL VIEJO ORDEN

La restauración y el congreso de Viena

El Congreso de Viena de 1815, liderado por las grandes potencias vencedoras, buscaba rechazar los principios de la Revolución francesa y defender el legitimismo. En algunos países, se hicieron concesiones, como en Francia, donde Luis XVIII promulgó una Carta que reconocía ciertos derechos políticos. Sin embargo, en el Imperio austriaco, Rusia y España, la Restauración supuso el pleno restablecimiento del Antiguo Régimen. El Congreso remodeló las fronteras de Europa y estableció dos principios para la política internacional: la celebración de congresos periódicos y el derecho de intervención en países amenazados por una revolución liberal.

Las primeras oleadas revolucionarias (1820-1830)

Las ideas de la Revolución francesa y el dominio napoleónico despertaron el sentimiento nacional en Europa, llevando a oleadas revolucionarias en la década de 1820 y 1830. Aunque inicialmente reprimidos, estos movimientos resultaron en la independencia de Grecia y Bélgica, y la instauración de gobiernos liberales moderados en la mayoría de los países de Europa occidental, marcados por el sufragio censitario, libertades limitadas y el predominio social de la alta burguesía.


La monarquía constitucional (1790-1792)

La Asamblea abolió el feudalismo y los privilegios, aprobó los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y emprendió reformas para poner fin al Antiguo Régimen, incluyendo la supresión de impuestos indirectos, la creación de impuestos directos, la expropiación y venta de bienes de la Iglesia, y la unificación de la justicia. En 1791, se aprobó una Constitución que establecía una monarquía constitucional con división de poderes, soberanía nacional y sufragio censitario e indirecto. Sin embargo, los antiguos privilegiados se opusieron a las reformas y buscaron apoyo militar contra la Revolución.

1. Soberanía Nacional:

   – La soberanía nacional se refiere al principio político que sostiene que la autoridad y el poder supremo reside en la totalidad de los ciudadanos de una nación. En otras palabras, el pueblo tiene el derecho exclusivo de tomar decisiones políticas y determinar la forma de gobierno.

2. Monarquía Constitucional:

   – Una monarquía constitucional es un sistema de gobierno en el cual un monarca hereditario actúa como jefe de Estado dentro de los límites establecidos por una constitución. La constitución suele limitar los poderes del monarca y establecer un marco legal para la toma de decisiones gubernamentales.

3. República:

   – Una república es una forma de gobierno en la cual el jefe de Estado no es un monarca y generalmente es elegido por los ciudadanos. La autoridad se ejerce en nombre del pueblo y de acuerdo con las leyes establecidas. La república puede adoptar diversas formas, como la república presidencial, la parlamentaria o la semipresidencial.

4. Libertad de Prensa:

   – La libertad de prensa es el derecho fundamental que garantiza la libertad de expresión a través de los medios de comunicación. Implica que los periodistas y los medios de comunicación tienen el derecho de informar y expresar opiniones sin restricciones excesivas por parte del gobierno u otras autoridades.

5. Democracia:

   – La democracia es un sistema de gobierno en el cual el poder político es ejercido por el pueblo a través de mecanismos de participación ciudadana, como elecciones periódicas. Los principios fundamentales incluyen la igualdad de derechos y la protección de las libertades individuales.

6. Sufragio Censitario:

   – El sufragio censitario es un sistema electoral en el cual el derecho a votar está condicionado por ciertos criterios, como la propiedad, la educación o la riqueza. En este sistema, solo aquellos que cumplen con ciertos requisitos pueden participar en las elecciones.

7. Clubs Políticos:

   – Los clubs políticos fueron asociaciones organizadas durante diversos periodos históricos, como la Revolución Francesa. Estos clubs eran grupos de personas con intereses políticos comunes que se reunían para discutir y promover sus ideas. Ejemplos famosos incluyen el Club de Jacobinos durante la Revolución Francesa. Estos clubs a menudo desempeñaron un papel importante en la formación de opiniones políticas y en la movilización social.

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