El Alzamiento de 1936 y las Fases de la Contienda

La Sublevación Militar y el Desarrollo de la Contienda

La Guerra Civil española constituye el acontecimiento más dramático de nuestra historia. Puso fin a un proceso de apertura y modernización que buscaba equiparar al país con las democracias occidentales, siendo a la vez el colofón a un proceso de agudización de la lucha de clases. La guerra española fue un acontecimiento mundial en torno al cual se polarizó la opinión pública y la actitud de las potencias. En un contexto de consolidación de las dictaduras fascistas, la guerra se convirtió en un pulso internacional entre el modelo democrático y el autoritario.

Causas y Estallido de la Sublevación

La oposición de los conservadores a la democratización política y al reformismo social de la Segunda República se tradujo en una acción golpista el 17 de julio de 1936. El clima de confrontación social generado por el Frente Popular les sirvió de coartada para justificar su decisión.

El triunfo electoral del Frente Popular precipitó en los cuarteles los preparativos de la insurrección armada antirrepublicana planificada por el general Mola. La participación de los elementos civiles fue limitada y poco significativa; el objetivo era derribar el régimen republicano democrático mediante un golpe de fuerza. El levantamiento comenzó con la sublevación de la guarnición de Melilla al mando del general Yagüe. Desde Marruecos, Franco se había asegurado el triunfo de la sublevación en Canarias. Queipo de Llano se incorporó al golpe en Sevilla y Mola en Pamplona. Posteriormente, el golpe se generalizó y triunfó en la España interior y las zonas agrarias donde predominaba la gran propiedad o los pequeños propietarios conservadores.

Casares Quiroga no comprendió la importancia de la rebelión de Melilla y no tomó ninguna medida. Fue sustituido por José Giral, quien decidió entregar armas a las milicias de los sindicatos y de los partidos del Frente Popular.

El pronunciamiento fracasó en la zona más republicana (Aragón, Asturias, Cataluña…). El fracaso del golpe de Estado y la incapacidad del gobierno republicano de sofocar la rebelión abocaron al país a una larga y sangrienta Guerra Civil de tres años. El golpe triunfó por la rapidez, coordinación y grado de decisión de sus protagonistas, así como por la capacidad de reacción de las clases populares.

Los Bandos Enfrentados

A favor de la sublevación se posicionaron falangistas, carlistas, monárquicos alfonsinos, la mayoría de la CEDA y parte de la Liga Catalana. Los grandes latifundistas y la alta burguesía impulsaron y financiaron el golpe militar. No había unanimidad sobre las acciones a emprender tras el triunfo del golpe de Estado:

  • Los militares defendían “restablecer el orden” a través de una dictadura militar.
  • Los monárquicos y los seguidores de la CEDA deseaban la vuelta de la monarquía alfonsina.
  • Los falangistas pretendían imponer un régimen fascista.
  • Los carlistas buscaban la instauración de la monarquía carlista.

Se defendían como nacionales por su defensa de la unidad de España.

El proletariado urbano, los jornaleros, la pequeña burguesía progresista, clases medias vinculadas a los partidos republicanos e intelectuales y artistas integraron la resistencia popular a la sublevación. Defendían la legitimidad republicana y encarnaban el conjunto de fuerzas sociales, políticas y sindicales que habían apoyado las reformas republicanas del bienio de izquierdas y el Frente Popular. El gobierno entregó armas a las organizaciones sindicales y a los partidos proletarios que formaron “milicias”, con las que se frenó la insurrección militar. La relación de fuerzas era bastante equilibrada, a excepción de las fuerzas militares.

La Intervención Internacional

La duración y el resultado del conflicto dependieron de la intervención de las potencias extranjeras. La “guerra de España” apasionó y dividió a la opinión pública. Las fuerzas democráticas progresistas, los partidos obreros y la URSS se manifestaron a favor de la República. Las fuerzas conservadoras, los gobiernos fascistas y el Papado se pronunciaron a favor de Franco. En 1936, se alcanzó un compromiso internacional para aislar el conflicto, impedir su expansión, evitar la participación de otros países y prohibir la venta de material bélico, creando así un Comité de No Intervención.

Los sublevados recibieron la ayuda de Italia, Alemania y Portugal. Hitler envió material bélico y aviones; los alemanes mandaron un cuerpo de tropas de combate, denominado la “Legión Cóndor”. Los motivos que impulsaron a Hitler a intervenir fueron económicos y estratégicos. La Italia fascista de Mussolini también colaboró debido a la simpatía ideológica y la posibilidad de ganar un aliado en el Mediterráneo.

El bando republicano solicitó ayuda a Francia y Gran Bretaña. El gobierno conservador británico se negó a exportar armamento por temor al triunfo de una revolución comunista en España y para evitar tensiones con Hitler y Mussolini. El gobierno francés suspendió las entregas presionado por Gran Bretaña y por temor a enfrentamientos con alemanes e italianos. El gobierno republicano intentó comprar armas a la URSS, y Stalin le envió ayuda, ya que estaba en contra del sistema democrático y el fascismo.

Consecuentemente, el gobierno republicano pagó con las reservas de oro y plata. La ayuda soviética evitó el hundimiento del ejército republicano y reforzó la posición de poder e influencia de los comunistas en el gobierno republicano. Los soviéticos impulsaron la creación de las Brigadas Internacionales, una fuerza militar compuesta por voluntarios para luchar a favor de la República.

Fases del Desarrollo de la Contienda

En el desarrollo del conflicto diferenciamos tres fases:

Primera Fase (17 de julio de 1936 – mediados de 1937)

Franco se trasladó a Marruecos para ponerse al frente del ejército de África y se unió a los sublevados de Andalucía. El objetivo principal fue la toma de Madrid. El bando rebelde tuvo que vencer dificultades como la escasez de recursos de Mola en el Norte. El desvío desde Talavera a Toledo para liberar el Alcázar permitió a los republicanos reorganizarse. Las fuerzas sublevadas fueron detenidas en los alrededores de la capital, concluyendo así la fase denominada “guerra de columnas”.

Segunda Fase (febrero de 1937 – verano de 1938)

La contienda crece en envergadura por la ayuda exterior a ambos bandos. De los movimientos de pequeñas columnas se pasa a las grandes ofensivas y contraofensivas, llegando a la “guerra total”, y se intensificó la “guerra psicológica”. Fracasado el intento de entrar en la capital, se dieron las batallas del Jarama y de Guadalajara, en la que las fuerzas italianas sufrieron un grave descalabro a manos de los brigadistas internacionales. Después de esto, Franco abandonó la idea de tomar Madrid y concentró los efectivos militares en el Norte para hacerse con sus recursos. El 26 de abril se destruyó Guernica. La República, para aliviar la presión en el norte, desencadenó el ataque a Brunete y a Belchite, pero no logró evitar que las tropas de Franco entrasen en Santander y Asturias. Los dos bandos trataron de imponer su iniciativa; el Ejército Popular lanzó un ataque en el frente de Aragón, la batalla de Teruel, que se convirtió en una nueva derrota republicana. Se produjo la marcha hacia el Mediterráneo, con el fin de partir la zona republicana en dos y aislar Cataluña.

Tercera Fase (julio de 1938 – abril de 1939)

Para contrarrestar la ofensiva, la República inicia la Batalla del Ebro. El ejército enemigo consigue vencer a los republicanos en enero de 1939 (los «nacionales» toman Barcelona). El fracaso de la ofensiva planeada por Vicente Rojo dejó a la República derrotada. Tras la toma de Cataluña, la España republicana quedaba reducida a Madrid capital, con una parte de la meseta sur y la zona costera levantina hasta Almería. Ante esta realidad, en Madrid se formó una Junta de Defensa para gestionar una rendición honrosa. Las tropas de Franco entraron en Madrid el 28 de marzo, y el 1 de abril anunciaba que «la guerra había terminado».

Conclusión

En conclusión, la Guerra Civil española constituye el enfrentamiento entre los viejos grupos dominantes de la Restauración y los grupos emergentes obreros y burgueses que querían establecer un sistema político democrático y un orden social progresista. Las reformas eran imprescindibles para la modernización de la sociedad, pero atentaban contra los seculares privilegios de las clases dominantes. Por ello, esos grupos creyeron que se acercaba una revolución y optaron por el abandono de la vía legal y parlamentaria, decantándose por el golpe de Estado.

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