El Fin de la Restauración y la Llegada de la Segunda República
Después del Desastre de Annual (1921), la crisis del sistema de la Restauración se agudiza, tocada de muerte desde el llamado «Trienio Bolchevique». Existía la posibilidad de que el régimen de Alfonso XIII derivara a un sistema democrático o al autoritarismo. Este último fue el paso que se llegó a dar.
La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
En septiembre de 1923, el general Miguel Primo de Rivera da un golpe de Estado, con el apoyo del Rey. Inspirándose en el régimen fascista de Mussolini, instauró una dictadura con aspiraciones regeneracionistas. Otros apoyos vinieron del Ejército y el empresariado catalán, con deseos de poner fin a la inestabilidad social.
Establecimiento y Primeras Medidas
En principio, la dictadura sería un régimen «temporal» con el fin de instaurar el orden, con Primo de Rivera como presidente y todos sus ministros de la rama militar. Se prohibieron todos los partidos políticos, se cerraron las Cortes, y el único partido permitido era la Unión Patriótica, afín al dictador. Los alcaldes se nombraron a dedo y los gobernadores provinciales recaían en militares. La Constitución de 1876 se anuló. La resistencia popular y política al golpe fue prácticamente nula, salvo por la CNT, lo cual demostraba el desgaste social hacia el régimen liberal. El férreo centralismo militar anuló la Mancomunidad Catalana.
El Éxito en Marruecos
El primer gran éxito de la dictadura vino en Marruecos. Primo de Rivera era partidario de abandonar el protectorado norteafricano ante los gastos que ocasionaba su ocupación, así como la oposición popular. No obstante, un ataque rifeño le dio la excusa para intervenir. En el Desembarco de Alhucemas (1925), tras una operación conjunta hispano-francesa, los rebeldes marroquíes fueron derrotados y su cabecilla Abd el Krim capturado. La sangrienta guerra en el Norte de África daba así un respiro a la política española.
Institucionalización y Política Económica
En 1925, Primo de Rivera institucionaliza su gobierno (Directorio Civil 1925-1930), dando entrada a políticos en los ministerios, destacando Calvo Sotelo en Hacienda. Se crea una Asamblea Nacional Consultiva, para dar una apariencia democrática. Esta etapa se caracteriza por una política económica intervencionista por parte del gobierno, con un notable desarrollo económico influido por el buen contexto internacional («Felices Años Veinte»): se aumentaron los aranceles, creció la inversión en obras públicas (ferrocarriles, regadíos, viviendas, escuelas), así como la creación de empresas monopolísticas como Telefónica o Campsa. Con el fin de conciliar los conflictos laborales, se creó el Consejo Nacional del Trabajo con comités paritarios de trabajadores y empresarios, dirigido por el socialista Largo Caballero.
La Oposición a la Dictadura
Pese a los avances de la dictadura, la oposición al régimen fue creciendo:
- Los partidos del turnismo reclamaban elecciones.
- Los partidos republicanos Alianza Republicana de Manuel Azaña y Derecha Liberal Republicana de Alcalá Zamora, junto con la recién surgida y nacionalista ERC, así como partidos obreros como el PSOE y el PCE, pedían directamente el fin del régimen.
- Incluso el mismo ejército, agraviado con la política de ascensos y la disolución del cuerpo de Artillería, intentó un golpe de Estado fracasado en la célebre Sanjuanada (1926).
- Incluso desde las universidades, los estudiantes protestaban al dictador por el proyecto de homologación de los títulos de los colegios universitarios religiosos.
La Caída de la Dictadura y la «Dictablanda»
El dictador, enfermo y sin apoyos, dejó el gobierno en 1930. Alfonso XIII va a dejar paso a dos generales como transición a una restauración del sistema liberal de 1876, Dámaso Berenguer y el Almirante Aznar. Este periodo fue conocido como la «Dictablanda«, puesto que ambos oficiales pretendieron una vuelta a la «normalidad» liberal derogando los decretos de la antigua dictadura.
Sin embargo, la oposición se organizó en torno al llamado «Pacto de San Sebastián» (1930). Mediante un golpe de Estado pactado por partidos republicanos que expulsara a Alfonso XIII, el PSOE, el PCE y nacionalistas catalanes pretendían instaurar una República en España mediante unas elecciones constituyentes tras la marcha forzosa del monarca. El golpe, sin embargo, fue un auténtico fracaso. En Jaca (Huesca), los capitanes Galán y Hernández se pronunciaron sin éxito y fueron fusilados.
Pese al fracaso de la intentona golpista, la oposición al régimen Alfonsino siguió viva. Un grupo de intelectuales, entre los que destacaban Gregorio Marañón u Ortega y Gasset, crean la Asociación al Servicio de la República. Este último publicó una ácida crítica en el diario El Sol («El error Berenguer»), donde criticaba el pasado régimen dictatorial de Primo de Rivera y la complicidad del Rey en él.
Las Elecciones de 1931 y la Proclamación de la República
Y finalmente llegó la República, de la forma más inesperada. El Almirante Aznar convocó elecciones municipales para abril de 1931, las primeras desde el golpe de Estado de 1923, con el objetivo de volver a poner en marcha el sistema turnista. Pese a que las elecciones fueron ganadas por las candidaturas monárquicas, la victoria de los republicanos en las grandes ciudades del país (Madrid, Barcelona, Bilbao, Valencia…) fue aplastante. El Rey, aislado y sin apoyos, abdicó del trono. La Segunda República llegaba a España.