Contexto: Las Consecuencias de la Guerra Civil
La Guerra Civil dejó a España devastada, con una economía arruinada y una profunda miseria. Se estima que murieron alrededor de 500.000 personas, sin contar a las víctimas de malnutrición y enfermedades. La represión franquista fue sistemática, con ejecuciones sumarias y la persecución de republicanos, lo que provocó un gran número de exiliados, incluyendo intelectuales.
El conflicto fue percibido internacionalmente como parte de la lucha entre revolución y fascismo. Para la URSS, Alemania e Italia, España fue un campo de pruebas militares. Gran Bretaña y Francia lo vieron como una amenaza al equilibrio internacional, que se desmoronó con el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
El Franquismo Tardío: Economía, Sociedad y Política (Años 60 – Principios 70)
Inmovilismo Político y Represión
A pesar de los cambios económicos y sociales de los años 60, la política del régimen franquista se caracterizó por el inmovilismo. Surgieron algunos elementos de gran trascendencia:
- El Concilio Vaticano II, que distanció a la Iglesia del régimen.
- El resurgimiento del nacionalismo y la aparición de ETA en 1959.
- Un aumento de los conflictos laborales desde 1961, que pasaron de reivindicaciones laborales a demandas políticas.
El régimen respondió de manera represiva ante cualquier disidencia, como el Contubernio de Múnich de 1962, que pedía una España democrática. Se aprobaron leyes como la Ley de Prensa (1966) y la Ley Orgánica del Estado (1966), que no cambiaron la naturaleza dictatorial del régimen. Finalmente, en 1969, Franco designó a Juan Carlos de Borbón como sucesor «a título de Rey».
El Plan de Estabilización y el Desarrollo Económico
Diseñado por los tecnócratas del Opus Dei, que habían accedido al Gobierno en 1957, este plan económico fue elaborado siguiendo las indicaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Se trataba ante todo de liberalizar la economía, acabando con el período autárquico e intervencionista. Se recortó el gasto público y disminuyó el intervencionismo del Estado, a la vez que se abría la economía al exterior, devaluando la peseta y liberalizando las inversiones extranjeras.
Las consecuencias se apreciaron en poco tiempo. A partir de 1961, tras reducirse el déficit del Estado y recibir abundantes inversiones del exterior, España inició un acelerado crecimiento económico. El período 1961-1973 vino marcado por un rápido crecimiento industrial y del sector servicios. La apertura económica al exterior provocó un verdadero aluvión de inversiones extranjeras que llegaron atraídas por los bajos salarios. El desarrollo industrial desencadenó una intensa emigración de mano de obra campesina hacia las ciudades y hacia Europa. A la vez que la agricultura se modernizaba, amplias zonas del interior quedaban desertizadas.
En el terreno comercial, España alcanzó un superávit en su balanza de pagos. El tradicional déficit de la balanza comercial se vio compensado por los ingresos procedentes del espectacular desarrollo del turismo, las inversiones extranjeras y las remesas enviadas por los emigrantes en Europa.
Para tratar de encauzar el crecimiento económico, el Gobierno aprobó a partir de 1963 varios Planes de Desarrollo. Basados en los incentivos fiscales y en las ayudas estatales, tuvieron un resultado bastante inferior al previsto. La economía siguió creciendo, pero la planificación no funcionó. El mejor ejemplo fue el creciente desequilibrio entre las diferentes regiones del país.
Cambios Sociales y Demográficos
A consecuencia del desarrollismo, se dio un fuerte incremento de la población. A la vez que se reducía la tasa de mortalidad, la tasa de natalidad se mantuvo en valores muy altos e incluso aumentó. Para atender las necesidades de esta población creciente, el Gobierno no aumentó el gasto público, lo que llevó a que los servicios públicos fueran claramente insuficientes.
Vinculado a ese aumento, la emigración rural a las ciudades y a Europa occidental fue masiva. Más de un millón de españoles se desplazaron a Francia, Alemania, Suiza, Bélgica y otros países europeos para desempeñar los trabajos que no querían los nativos. La emigración trajo consecuencias positivas como la reducción del paro o el ingreso de las abundantes remesas enviadas por los emigrantes, pero trajo consigo el desarraigo humano que toda emigración implica y la agudización de las diferencias de riqueza entre las diversas regiones del país.
En el terreno educativo, el número de escuelas e institutos fue muy por detrás de las necesidades de una creciente población infantil y juvenil. Aunque se crearon algunos enormes hospitales y desde 1963 aumentaron las prestaciones sanitarias y los sistemas de pensiones, la cobertura sanitaria siguió estando muy alejada de lo que requería una sociedad moderna.
España entra en la denominada sociedad de consumo, caracterizada por el acceso a más información y por una mayor movilidad, trajo, especialmente entre los más jóvenes, una nueva mentalidad que chocaba con el tradicionalismo del régimen, consistente en una progresiva relajación de la importancia de la Iglesia, nuevos hábitos de relación social y nuevas pautas de relación entre ambos sexos, así como nuevas modas, costumbres e indumentarias que llegaron a través del turismo y que ya anticipaban cambios sociales futuros.
La Crisis Final del Franquismo (1973-1975)
Entre 1973 y 1975 se produjo la crisis del franquismo y el colapso de las estructuras del régimen por la división interna, la presión de la oposición y la movilización popular. Los propios partidarios del franquismo se dividieron entre aperturistas, partidarios de una progresiva democratización política, y ultras, defensores de una férrea dictadura. La elección del almirante Carrero Blanco como presidente del Gobierno en 1972, y cuando este fue asesinado (20 de diciembre de 1973), el nombramiento para el cargo de Carlos Arias Navarro, mostró que los sectores inmovilistas eran los más fuertes.
La Oposición al Régimen
Con el aumento de la conflictividad social, con protestas universitarias y huelgas, la oposición política logró reorganizarse. En julio de 1974 se constituyó en París la Junta Democrática, en la que estaban integrados el Partido Comunista, Comisiones Obreras, algunos liberales seguidores de don Juan de Borbón y sectores vinculados al socialismo y al carlismo progresista.
Exactamente un año después se creó la Plataforma de Convergencia Democrática, de la que formaron parte el Partido Socialista Obrero Español, los grupos cristianodemócratas, entre otros. La mayor diferencia entre ambas agrupaciones era que la Plataforma aceptaba la monarquía como solución política fundamental, mientras que la Junta proponía que la futura forma de Estado (monarquía o república) fuera decidida mediante consulta popular.