Estándar 83. El nacionalismo catalán y vasco.
1. ¿A qué movimientos hacen referencia los textos y en qué contexto surgen? (0,5p.)
Ambos textos pertenecen a los movimientos de carácter nacionalista y regionalista en España. El primer texto, cuyo autor es Prat de la Riba, hace referencia al nacionalismo catalán, mientras que el segundo, de Sabino Arana, se refiere al vasco.
Para el contexto histórico, debemos saber que durante el siglo XIX, uno de los fenómenos más importantes de la Restauración fueron los movimientos nacionalistas en España, que surgieron como reacción a las pretensiones centralistas del sistema político en lugares donde perduraban elementos culturales propios (como Cataluña y el País Vasco). Al mismo tiempo, se relaciona con el desarrollo del movimiento nacionalista europeo. Asimismo, debemos tener en cuenta cómo la expansión industrial tomó gran importancia en Cataluña con el sector algodonero y en el País Vasco con la siderurgia. Es por esto que las ideas nacionalistas se vieron reforzadas entre una burguesía que estaba protagonizando la revolución industrial.
2. ¿Qué similitudes y diferencias existen entre ellos? (1,5p.)
Los textos son regionalistas. En un principio, el nacionalismo catalán no tenía carácter separatista, pretendiendo una organización federal o “unión fraternal de las nacionalidades ibéricas”; en cambio, el nacionalismo vasco es más radical, tal como se deduce del texto, reclamando el autogobierno e incluso señalando a los inmigrantes llegados de otras provincias españolas como los culpables de la degeneración de la raza vasca.
Ambos pretenden que se reconozcan sus peculiaridades, tales como la lengua, instituciones, historia…
Los dos autores fueron líderes y fundadores de partidos políticos: Prat de la Riba de la Lliga Regionalista y Arana del Partido Nacionalista Vasco. Ambos son conservadores, pero el primero tuvo más difusión.
Los principales objetivos de estos movimientos nacionalistas, que pedían mayor autonomía de estas regiones, no obtuvieron respuesta por parte de la Restauración, salvo la Mancomunidad catalana, que entró en vigor en 1913 y que se trataba de un órgano político y administrativo que agrupaba a las diputaciones provinciales, reconociendo la personalidad de Cataluña. Fue un instrumento al servicio de la Lliga.
Estándar 84. Analiza las diferentes corrientes ideológicas del movimiento obrero y campesino español, así como su evolución, durante el último cuarto del siglo XIX.
El movimiento obrero español surge debido a las duras condiciones de trabajo, las desigualdades sociales y la ausencia de legislación laboral. Tuvo su origen en el Sexenio Democrático y estaba apoyado en la libertad de reunión y asociación establecida por la Constitución de 1869. Así, llegaron a España las ideas socialistas y anarquistas.
El movimiento socialista se desarrolló especialmente en Madrid, el País Vasco y Asturias. En 1879, nació el PSOE, fundado por Pablo Iglesias con la intención de dar representación a la clase obrera y defender los derechos del proletariado. En 1883, el PSOE combinó el ideario revolucionario marxista con la participación organizada en la vida política, la creación de sociedades de producción y consumo, o la Mutualidad Obrera de Madrid. En 1886 apareció el semanario El Socialista, como instrumento de expresión del nuevo partido. Los socialistas crearon varias organizaciones: en 1888 la UGT, un sindicato que respondía al modelo de sindicato de masas, y la Comisión de Reformas Sociales con la finalidad de informar sobre la condición obrera y promulgar una legislación que pretendía una regulación de las condiciones de trabajo. En 1890 se celebró por primera vez el 1 de mayo con pequeñas manifestaciones y se fundó la primera casa del pueblo. A principios del siglo XX, el socialismo experimentó un aumento en su afiliación y representatividad; como consecuencia, Pablo Iglesias logró un escaño en 1910 para el Congreso de los Diputados.
El anarquismo en España fue la ideología obrera más influyente en la Restauración. Fue introducido por Fanelli, discípulo de Bakunin, durante el Sexenio Revolucionario. Se difundió fundamentalmente en Andalucía y Cataluña, y se caracterizó por ser revolucionario, colectivista, apolítico y contrario al Estado. Durante la década de 1890, se caracterizó por el abandono progresivo de la corriente anarcosindicalista y el triunfo de las tesis más radicales, partidarias de las acciones terroristas. La organización La Mano Negra sembró el terror en 1880. La acción directa llevó al Gobierno a ejercer una dura represión, la cual derrumbó el movimiento libertario y, en 1911, se fundó la CNT, una organización anarcosindicalista.
En conclusión, el movimiento obrero, tanto socialista como anarquista, fue decisivo en la historia de España hasta la Guerra Civil de 1939.
Estándar 89. Especifica las consecuencias para España de la crisis del 98 en los ámbitos económico, político e ideológico.
La derrota en 1898 de España en la guerra con EE.UU. supuso una conmoción moral colectiva. El impacto conocido como «el desastre del 98» desenmascaró un imperio derrotado y un país en crisis. El Tratado de París se firmó en 1898 y en él, España cedió Cuba, Puerto Rico y Filipinas a Estados Unidos. Tras este desastre se dieron una serie de consecuencias:
- Consecuencias económicas: aunque se perdieron los mercados y las materias primas coloniales, no fue así en la metrópoli, donde tuvo incluso un efecto beneficioso a medio plazo. La vuelta a España de capitales cubanos fue el origen de nuevos bancos y permitió la recuperación económica de España. Asimismo, la necesidad de hacer frente a las deudas contraídas por la guerra cubana promovió una reforma de la Hacienda, para incrementar la recaudación a partir de un aumento fiscal. Esto, junto al desarrollo industrial, supuso una repatriación de capitales.
- Consecuencias ideológicas-políticas: la crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica. La necesidad de renovación del sistema político y de la sociedad española fue defendida por el regeneracionismo (Joaquín Costa, máximo representante), que denunció los defectos del sistema de Restauración. Asimismo, el desastre produjo un hondo pesimismo, plasmado en un grupo de literatos y pensadores, conocidos como la Generación del 98 (Pío Baroja, Unamuno, Machado…), quienes intentaron analizar «el problema de España» y argumentaron que había llegado el momento de una regeneración moral, social y cultural del país. La crisis también produjo una expansión de los movimientos nacionalistas, del republicanismo y del antimilitarismo. Todo este panorama no dejó inadvertidos a Maura y Canalejas (líderes en ese momento de los partidos turnistas), quienes intentaron renovar el sistema de turno de partidos, democratizando «desde arriba», desde el poder. Ambos fracasaron.
Estándar 94. Describe la evolución de la industria textil catalana, la siderurgia y la minería a lo largo del siglo XIX.
En España, durante el siglo XIX se inició en Cataluña la expansión de la industria moderna con el sector algodonero, el cual fue creciendo gracias a la introducción a principios del siglo XIX de máquinas movidas por ruedas hidráulicas o máquinas de vapor, a pesar de la escasez de carbón como fuente de energía y la debilidad del mercado español; esto causó que las industrias textiles exigieran constantemente al gobierno la promulgación de medidas proteccionistas para hacer frente a la competencia de los tejidos extranjeros. La evolución de esta industria estuvo marcada por el contexto histórico. Tras la parálisis producida por la guerra de la independencia y la pérdida de las colonias americanas, se recuperó y se expandió la fabricación de hilados entre 1830 y 1855. Entre 1870 y 1898 vivió otro periodo álgido debido al monopolio mercantil con Cuba y Puerto Rico.
La siderurgia fue el sector que acompañó al textil en el desarrollo de la industria moderna. Su producción debía realizarse en Altos Hornos (Málaga), que requerían de gran cantidad de carbón, localizado en España, concretamente en Asturias, aunque este era de bajo poder calorífico y de difícil extracción, por lo que se hizo necesaria la importación del carbón de coque. El problema de abastecimiento del carbón y del hierro dificultó la consolidación de la industria pesada. Fue muy importante la exportación a Inglaterra de hierro y la importación de carbón (Vizcaya).
Debido a la falta de inversiones nacionales, el estado acudió a inversiones extranjeras, por lo que se creó en 1868 la Ley de Minas, que permitió la liberalización del sector y la entrega de concesiones de explotación a numerosas compañías extranjeras (belgas, ingleses y franceses). Esto puso las minas españolas en manos extranjeras a cambio de grandes sumas de dinero, que engrosaron las arcas públicas.
Otras industrias de gran relevancia de este siglo fueron la industria metalúrgica y la industria química, que se desarrolló sobre todo para la agricultura, creando nuevos abonos, fertilizantes y pesticidas.
Estándar 95. Compara la revolución industrial española con la de los países más avanzados de Europa.
1. Compara la importancia de los distintos sectores de población activa en España y en otros países.
Nos encontramos ante un gráfico de barras que compara el porcentaje de población activa de EE.UU., Francia, Alemania, Holanda, Reino Unido y España en los tres sectores económicos, como observamos en la leyenda.
La población activa es aquellas personas que están en disposición legal de realizar un trabajo remunerado. Con respecto al Sector Primario (con líneas diagonales), observamos cómo España triplica en PA a Reino Unido, dobla a Holanda y supera con un 15% a los demás países. En cuanto al Sector Secundario (color blanco), España tiene la tercera parte de PA que Reino Unido y la mitad que EE.UU., Francia, Alemania y Holanda. Por último, con respecto al sector Servicios (color negro), las mayores diferencias de España se dan con Reino Unido y Holanda (16% menos que estos). Estos datos muestran a España como un país agrario, rural, con un sector servicios incipiente y con escaso nivel de desarrollo económico e industrial.
2. Señala las causas de estas diferencias. (1,5 p.)
En el siglo XIX, los países avanzados de Europa comenzaron una industrialización con instituciones liberales a nivel político y económico, mientras que España se refugiaba en el despotismo ilustrado. Con la instauración del liberalismo, hubo una cierta apuesta por la industrialización, pero insuficiente.
La inestabilidad política del siglo XIX, la invasión napoleónica y la elevada deuda pública dificultaron el desarrollo de una política industrial clara. Con la Restauración, las políticas proteccionistas y la corrupción institucional no impulsaban la innovación industrial.
Otras causas del retraso industrial español fueron:
- Geografía accidentada: dificultó las comunicaciones y los transportes, impidiendo el desarrollo de un mercado nacional.
- Pese a la riqueza de minerales (plomo, cobre, hierro…), España carecía de buenos yacimientos de carbón o cursos de agua caudalosos que aportasen energía a la industria.
- Lento crecimiento demográfico al no sobrar población para el trabajo en el campo; la mano de obra industrial es escasa.
- Dependencia del exterior: dependencia técnica, financiera (favorecida por el endeudamiento de la Hacienda Pública) y comercial, con importación de materias primas y maquinaria.
- La pérdida de las colonias: supuso la pérdida de mercados y materias primas.
Algunos de estos problemas se fueron resolviendo en el siglo XIX, pero de todos modos, la industrialización española fue lenta, débil y tardía.