El Sexenio Democrático en España: Republicanismo, Monarquía y Primera República

El Republicanismo Federal

Las primeras preocupaciones por la cuestión social nacieron en el republicanismo, donde se crearon las primeras leyes protectoras de los trabajadores. El republicanismo federal contó con el apoyo de la pequeña burguesía y, sobre todo, de las masas populares, descontentas porque las reformas prometidas por progresistas y demócratas no se llevaban a cabo. Los primeros levantamientos republicanos se produjeron en Cádiz (1868), pero, más tarde, se extendieron a otros puntos del país. Se proclamaba la república, se expresaban las reivindicaciones sociales y la oposición a la vuelta de la monarquía y al sistema de sorteo de las quintas. En 1869, republicanos federales de casi toda España acordaron provocar levantamientos y constituyeron en Madrid un Consejo Federal. Prim tuvo que recurrir al ejército para frenar estos levantamientos, que, sin embargo, siguieron produciéndose en los años siguientes.

El Reinado de Amadeo de Saboya

Un Monarca para un Régimen Democrático

Para ocupar el trono español, se eligió al candidato Amadeo de Saboya, quien tenía una concepción democrática de la monarquía y pertenecía a la dinastía que había llevado a cabo la unificación de Italia. El nuevo monarca fue elegido rey por las Cortes (1870) y, tres días antes de que llegara al país, el general Prim fue asesinado, dejando al monarca sin su consejero más fiel.

Las Dificultades de la Nueva Dinastía

Amadeo de Saboya contó con escasos apoyos. A él se oponían la aristocracia, el clero, una parte del ejército y las clases populares, que apoyaban el republicanismo. Los dos años de su reinado se vieron marcados por constantes dificultades: el Estado enfrentaba graves problemas económicos, los grupos políticos luchaban entre sí, y la lucha carlista, la guerra de Cuba y los levantamientos republicanos empeoraban la situación.

Una Permanente Inestabilidad

Amadeo contó con la oposición de los moderados, fieles a los Borbones, quienes, al ser muy impopulares, comenzaron a organizar la restauración borbónica. Esta opción fue apoyada por la Iglesia y por la élite económica. Los carlistas, gracias al clima de libertad introducido por la «Gloriosa«, se reorganizaron como fuerza política e intentaron de nuevo movimientos de insurrección. Estas revueltas no supusieron un gran peligro, pero fueron un foco constante de problemas. El rey tampoco contaba con el respaldo de los sectores republicanos ni de los grupos populares; en 1872 se produjeron varios levantamientos de influencia republicana y carácter anarquista. Además, en 1868 se inició un conflicto en la isla de Cuba (Guerra de los Diez Años). La insurrección, dirigida por propietarios criollos, contó con el apoyo popular al prometer la abolición de la esclavitud. Pero la crisis final de su reinado fue la desintegración de la coalición gubernamental: en dos años se formaron seis gobiernos y se convocaron elecciones tres veces. Finalmente, Amadeo de Saboya renunció al trono y abandonó España.

La Primera República Española (1873-1874)

La Proclamación de la República

Tras la abdicación del rey, las Cortes sometieron a votación la proclamación de una república, que se aprobó el 11 de febrero de 1873. Para presidir el gobierno se eligió al republicano Estanislao Figueras. La República nació con gran entusiasmo popular, siendo recibida con movilizaciones en varias ciudades, destacando las del movimiento obrero. Una vez calmadas las revueltas populares, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, que ganaron los republicanos.

El Intento de Instaurar una República Federal

El 7 de junio de 1873 se proclamó la República Democrática Federal con Estanislao Figueras como presidente, quien, sin embargo, dimitió, pasando la presidencia a Francisco Pi y Margall. Este proponía grandes reformas, como la separación de la Iglesia y el Estado. Pero, dado que la República fue muy corta, no permitió el desarrollo de ninguna de ellas.

La Sublevación Cantonal

El cantonalismo era un sistema político que aspiraba a dividir el Estado en cantones casi independientes. La proclamación de cantones independientes fue el resultado de aplicar la estructura federal, impulsada por las nuevas reformas sociales. Los protagonistas de los levantamientos cantonalistas fueron artesanos, pequeños comerciantes y asalariados, dirigidos por federales descontentos con la República. Pi y Margall dimitió, dejando la presidencia a Nicolás Salmerón, quien inició una acción militar contra el movimiento cantonalista. Excepto en Cartagena, el resto de insurrecciones fueron rápidamente aplastadas, lo que otorgó al ejército el papel de único garante del orden contra la revolución social. Salmerón dimitió y en su lugar llegó a la presidencia Emilio Castelar, desplazando la República hacia la derecha.

El Fin de la Experiencia Republicana

Con Castelar, la República dio un vuelco conservador y, al no tener la mayoría en las Cortes, suspendió las sesiones parlamentarias. El 3 de enero de 1874 se reabrieron y el gobierno de Castelar fue derrotado, por lo que Manuel Pavía exigió la disolución de las Cortes republicanas. El poder pasó a manos de unionistas y progresistas, liderados por el general Serrano. El 29 de diciembre de 1874, un pronunciamiento militar de Arsenio Martínez Campos en Sagunto proclamó rey de España a Alfonso XII. Este había firmado el Manifiesto de Sandhurst, en el que sintetizaba el programa de la nueva monarquía.

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