Con el golpe de Estado del general Martínez Campos en 1874, se cerró el Sexenio Revolucionario y se inició la Restauración Borbónica, trayendo al trono a Alfonso XII, hijo de Isabel II. Este nuevo periodo fue impulsado por Antonio Cánovas del Castillo, quien diseñó el llamado *Sistema Canovista*. Dicho sistema, de carácter conservador, se estructuró en torno a la Constitución de 1876, que otorgaba gran protagonismo al monarca.
El sistema político se basaba en el *turnismo* entre dos partidos principales —el Conservador y el Liberal— que se alternaban en el poder mediante elecciones manipuladas. Esto excluía a muchas otras fuerzas políticas, lo que generó descontento, protestas y atentados. Durante este periodo se produjeron varios asesinatos políticos, incluido el del propio Cánovas del Castillo en 1897, a manos del anarquista Michele Angiolillo. En total, fueron asesinados tres presidentes del gobierno.
Finalmente, en 1923, el general Miguel Primo de Rivera dio un golpe de Estado con el apoyo del rey Alfonso XIII, quien lo consideró como la opción «menos mala» ante la situación crítica del país, marcando así el fin del régimen de la Restauración.
La Implantación del Régimen de la Restauración y Características del Sistema Canovista
Tras la inestabilidad política del Sexenio Democrático, Antonio Cánovas del Castillo impulsó la Restauración Borbónica mediante la proclamación de Alfonso de Borbón (hijo de Isabel II) como rey. Aunque Cánovas preparaba un regreso controlado y legal, el pronunciamiento militar del general Martínez Campos en Sagunto en diciembre de 1874 precipitó los acontecimientos. Alfonso XII fue proclamado rey sin resistencia del gobierno, y Cánovas, aunque incómodo con el método, asumió el liderazgo político.
Cánovas estableció un régimen basado en la estabilidad política, la pacificación del país y una Constitución moderada que recogiera elementos tanto del liberalismo como del conservadurismo. Este nuevo sistema pretendía integrar a todas las fuerzas políticas posibles mediante el llamado *posibilismo canovista* y el bipartidismo moderado, conformando un pacto político de convivencia.
En 1875, con Alfonso XII ya en España, Cánovas impulsó tres ejes principales: reformar el régimen, redactar una nueva Constitución y resolver los conflictos armados (la Tercera Guerra Carlista y la Guerra de Independencia de Cuba). Ambas guerras terminaron en 1876 y 1878, respectivamente, destacando la victoria militar de Martínez Campos y la Paz de Zanjón.
La Constitución de 1876
Redactada tras lograr la pacificación, esta Constitución fue una síntesis entre la conservadora de 1845 y la progresista de 1869. Reconocía la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes y establecía una monarquía parlamentaria. Se reconocían derechos individuales (seguridad, libertad de expresión, reunión, asociación, etc.), aunque limitados por leyes ordinarias. Además, se proclamaba la confesionalidad del Estado, tolerando otras religiones pero sin permitir manifestaciones públicas.
Las Cortes se componían del Senado (cargos vitalicios por designación real o altos contribuyentes) y del Congreso de los Diputados (elegido por sufragio masculino). El sufragio pasó de censitario con Cánovas (Ley de 1878) a universal masculino con Sagasta (Ley de 1890). Aun así, la participación ciudadana era muy limitada y el sistema estaba controlado por las élites.
Funcionamiento Político: El Sistema Bipartidista
El sistema canovista se basaba en el *turnismo*, es decir, la alternancia pactada entre el Partido Conservador (liderado por Cánovas) y el Partido Liberal-Fusionista (liderado por Sagasta). Ambos partidos, defensores de la monarquía, la Constitución y la propiedad privada, compartían una base social elitista y excluían a otras fuerzas del poder.
El turno no se producía por la voluntad popular sino por acuerdos previos entre las élites. Cuando un gobierno caía, el monarca encargaba formar gobierno al partido contrario, que luego ganaba unas elecciones previamente amañadas. Este proceso implicaba:
- El «encasillado»: asignación previa de escaños.
- La intervención de caciques, gobernadores civiles y alcaldes, que manipulaban el voto.
- El “pucherazo”: falsificación de votos, incluyendo el voto de muertos (los “lázaros”).
Oposición al Sistema
Diversas fuerzas quedaban al margen del sistema:
- *Carlismo*, en declive, optó por conspiraciones.
- *Republicanismo*, fragmentado entre progresistas, federales y unionistas, ganó fuerza parlamentaria en 1886.
- *Movimiento obrero y socialista*, con el PSOE fundado por Pablo Iglesias en 1879, apoyado por el sindicato UGT.
- *Nacionalismos periféricos*, con el catalanismo (*Renaixença*), el nacionalismo vasco (PNV), el galleguismo (*Rexurdimento*) y el andalucismo de Blas Infante.