El Sistema Canovista y la Restauración Borbónica en España

El Sistema Canovista y la Constitución de 1.876

El pronunciamiento del general Martinez Campos en diciembre de 1.874 dio lugar a la restauración de los borbones, en la persona de Alfonso XII. Con la restauración borbónica, se produjo la vuelta al poder político del liberalismo moderado. La figura política más destacada en este nuevo periodo fue Antonio Cánovas del Castillo, líder de los alfonsinos durante el Sexenio, y jefe de gobierno a partir de 1.875.

Sistema Político de la Restauración

Cánovas fue el creador del Sistema Político de la Restauración o «Sistema Canovista», vigente desde 1.875 a 1.923, cuyas principales bases fueron las siguientes:

1) La Constitución de 1.876

Conservadora y la más duradera de la historia de España. De su contenido destaca:

  • Reforzamiento del poder del monarca a través de la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes.
  • Cortes Bicamerales: Congreso elegido por sufragio restringido y Senado no elegido por sufragio.
  • Confesionalidad católica del Estado, pero se permitía el culto privado.
  • Centralismo: diputaciones y ayuntamientos bajo control del Gobierno.
  • Amplia declaración de derechos individuales que, como en la constitución de 1.845, se concretarían en leyes posteriores que tendieron a restringirlos.

2) El Bipartidismo

Cánovas era partidario de dos grandes partidos políticos que debían turnarse pacíficamente en el poder, renunciando a los pronunciamientos militares, lo que supondría el alejamiento del ejército y el establecimiento de un sistema político.

Partidos Políticos

Los dos grandes partidos que debían alternarse en el gobierno fueron:

  • Partido Conservador, fundado por Cánovas del Castillo.
  • Partido Liberal-Fusionista, fundado por el antiguo progresista Sagasta.

Ambos partidos coincidían en lo esencial: defensa de la monarquía borbónica, defensa de la Constitución de 1.876, propiedad privada y modelo de Estado unitario y centralista.

3) El Fraude Electoral

El turno de partidos o alternancia en el gobierno de conservadores y liberales no dependía de la voluntad de los electores, sino de fraude electoral y caciquismo.

Los gobiernos del turno en el reinado de Alfonso XII y en la regencia de María Cristina

De 1.875 a 1.881 gobernó el Partido Conservador de Cánovas del Castillo. Cánovas logró estabilizar el nuevo régimen poniendo fin a los conflictos armados pendientes: la tercera guerra carlista y la guerra de Cuba o de los Diez Años. En 1.876 los carlistas eran definitivamente derrotados y el gobierno de Cánovas decidía suprimir los fueros vasco-navarros, que concluyó en 1.878 con la Paz de Zanjón, en la que el gobierno español se comprometía a abolir la esclavitud y a otorgar una amplia autonomía a Cuba.

En 1.885 falleció el rey Alfonso XII, quedando como regente su segunda esposa María Cristina de Habsburgo.

Esta situación comprometida obligó a los líderes de los dos partidos dinásticos, Cánovas y Sagasta, a reunirse y acordar el llamado Pacto de El Pardo (1885), en el que se comprometían a apoyar la regencia de María Cristina, a respetar el turno de partidos, y a conservar las leyes aprobadas por los respectivos gobiernos.

Cánovas y Sagasta cumplieron todos los términos del pacto, y durante la larga regencia de María Cristina de Habsburgo, desde 1.885 hasta 1.902, conservadores y liberales se turnaron en el gobierno. El llamado gobierno largo de Sagasta, entre 1.885-1.890, se caracterizó por sus Reformas: leyes de libertad de cátedra, de prensa, de asociaciones y sufragio universal masculino pero, al mantenerse el caciquismo y la manipulación, siguió predominando la abstención.

Entre 1890-1892 gobernaron los conservadores (ley de aranceles: proteccionismo económico).

Sagasta y los liberales volvieron a gobernar desde 1.892 a 1.895. Lo más destacado fue el proyecto de reforma de la administración de Cuba que fracasó.

En 1.895 volvió a gobernar Cánovas, que fue asesinado por un anarquista. Tal hecho aceleró el turno y fue Sagasta quien tuvo que afrontar el Desastre de 1898. En 1.902, al llegar a la mayoría de edad, Alfonso XI, hijo póstumo de Alfonso XII, fue proclamado rey de España, dando fin a la regencia de su madre, María Cristina de Habsburgo.

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