La Primera Guerra Carlista: Conflicto por el Absolutismo y la Tradición
La Primera Guerra Carlista se inició cuando los insurrectos proclamaron rey a Carlos María Isidro en defensa del absolutismo y la sociedad tradicional. Se desató así una guerra civil entre los defensores del Antiguo Régimen y los partidarios de las reformas liberales. El carlismo, como ideología tradicional y antiliberal, tenía como lema: Dios, Patria y Fueros. Los grupos que apoyaban al carlismo eran el clero, la pequeña nobleza agraria y los campesinos de zonas rurales, quienes se identificaban con los valores de la Iglesia y la defensa de la sociedad tradicional.
La causa isabelina, por su parte, contó con el apoyo de la alta nobleza, funcionarios y la jerarquía eclesiástica. La Regente, obligada a buscar la adhesión de los liberales, accedió a las demandas que exigían el fin del absolutismo y del Antiguo Régimen. Las primeras partidas carlistas surgieron en 1833 en una amplia zona del territorio español. Don Carlos recibió el apoyo de potencias absolutistas como Prusia, Rusia y Austria, mientras que Isabel II fue apoyada por Gran Bretaña, Francia y Portugal.
El conflicto tuvo dos fases:
- 1ª fase: Estabilización de la guerra en el norte y triunfo carlista.
- 2ª fase: La guerra se decantó hacia el bando liberal.
La debilidad del carlismo se debió a las discrepancias internas entre transaccionistas e intransigentes. El jefe de los transaccionistas firmó el Convenio de Vergara con Espartero, que garantizaba el mantenimiento de los fueros y la integración de la oficialidad carlista en el ejército.
Descomposición del Sistema Isabelino (1856-1868)
Durante el periodo de 1856 a 1868, un nuevo gobierno, liderado por O’Donnell, intentó un equilibrio político combinando un proyecto moderado con propuestas progresistas. Consiguió estabilidad política interior acompañada de prosperidad económica. Se intentó revitalizar el parlamentarismo bajo la tutela del Estado, aunque las elecciones estaban amañadas para asegurarse la mayoría y la minoría en el Congreso.
En 1863, se produjo la descomposición interna de la coalición gubernamental y una sucesión de gobiernos inestables. O’Donnell dimitió y la Reina entregó el poder a los moderados. Retornó Narváez al poder y se repuso el moderantismo. La forma autoritaria de gobierno, al margen de las Cortes y los grupos políticos, ejerció represión sobre los opositores. Se produjo la sublevación de los sargentos del Cuartel de San Gil, con la adhesión de progresistas y demócratas.
La situación empeoró con la crisis de subsistencia de 1866. Amplios sectores de la sociedad vieron la necesidad de un pronunciamiento que diera un giro radical.
Causas de la Revolución de 1868: La Gloriosa
En 1866 se inició una triple crisis: económica, financiera e industrial, junto a una grave crisis de subsistencia.
Crisis Económica y Financiera
- La crisis financiera fue provocada por los ferrocarriles: el escaso desarrollo industrial español no fue suficiente para el transporte de mercancías y viajeros con gran demanda, y el valor de las acciones se desplomó.
- Los inversores exigieron subvenciones al gobierno, que carecía de fondos y no podía recurrir a préstamos.
- Esto llevó a la crisis de las entidades financieras, que cancelaron créditos.
Crisis Industrial y de Subsistencia
- La crisis industrial afectó a la industria textil, que se abastecía de algodón de EE. UU., pero la Guerra de Secesión lo encareció.
- El sector algodonero no pudo afrontar los precios, y el aumento de los precios de los alimentos fue provocado por la crisis de subsistencia.
O’Donnell fue apartado del gobierno por la Reina, pero los gabinetes moderados continuaron gobernando por decreto. El Partido Progresista, liderado por Prim, se negó a participar y defendió la conspiración como único medio para gobernar. Firmaron con el Partido Demócrata el Pacto de Ostende, que proponía el fin de la monarquía y la decisión sobre la forma del nuevo gobierno en manos de Cortes Constituyentes elegidas por sufragio universal. Al pacto se adhirieron los unionistas, que aportaron la cúpula del ejército y un carácter conservador opuesto al cambio social, lo que contrarrestó el peso democrático.
El Reinado de Amadeo I de Saboya (1871-1873)
Prim sondeó y negoció para lograr un consenso internacional sobre el candidato idóneo para el trono español. Se impuso Amadeo de Saboya, con una concepción democrática de la monarquía y miembro de la dinastía que unificó Italia. Fue nombrado rey de España por las Cortes en 1870, tres días antes del asesinato del General Prim.
La nueva dinastía tuvo escasos apoyos y una fuerte oposición aristocrática, del clero y de las camarillas cortesanas. Amadeo I redujo el boato de la corte y se mostró como un monarca neutro en política. Parte del ejército mostró resistencia a la fidelidad al nuevo monarca, y no obtuvo el favor popular debido al arraigo del republicanismo. Enfrentó problemas económicos, luchas políticas, el conflicto carlista, la guerra de Cuba e insurrecciones republicanas. No contó con el apoyo de la Iglesia, que respaldaba a los moderados.
Los carlistas iniciaron una rebelión en el País Vasco, Navarra y zonas de Cataluña, creando un foco de inestabilidad. Sectores republicanos y grupos populares no apoyaron a Amadeo I. Las insurrecciones de carácter federalista combinaban la acción republicana con el apoyo popular. Ante la desintegración de la coalición gubernamental, Amadeo renunció al trono y abandonó España, dejando la impresión de un país ingobernable y contrario a una monarquía democrática.
Auge del Republicanismo y Fuerzas Políticas
En este periodo, el panorama político español se configuraba de la siguiente manera:
La Derecha
- Carlistas: Se presentaban a elecciones, defendiendo la preeminencia del catolicismo y la monarquía tradicional.
- Moderados: Fieles a Isabel II, reclamaron su vuelta al trono. Contaban con el apoyo de la burguesía agraria latifundista y su líder era Cánovas del Castillo.
El Centro
- Monárquicos-Demócratas: (Progresistas y monárquicos-demócratas) Defendían un gobierno monárquico, la soberanía nacional y las libertades públicas. Contaban con el apoyo de la burguesía financiera e industrial, las clases medias urbanas, sectores del ejército, intelectuales y profesionales liberales.
La Izquierda: El Partido Republicano Federal
Liderado por Pi y Margall y Figueras, defendía un sistema de pactos libres entre pueblos y regiones como forma de articular el Estado. Propugnaba una república de gobierno, la separación Iglesia-Estado y el laicismo.
Tendencias dentro del Republicanismo Federal:
- Benévolos: Controlaban la dirección del partido (con Pi y Margall) y eran partidarios de la legalidad.
- Intransigentes: Apoyaban la insurrección popular para proclamar la república federal y que los territorios pudieran ser independientes para pactar libremente después.
Los republicanos unitarios discrepaban del modelo federal de Estado y defendían una república unitaria. El republicanismo federal contó con el apoyo de la pequeña burguesía, las clases populares urbanas y el sector obrero-campesino. Parecía preocuparse por la mejora de las condiciones de las clases obreras, buscando solucionar problemas de condiciones de trabajo, salarios o reparto de tierras. Impulsaron movilizaciones populares. En 1869, constituyeron en Madrid un Consejo Federal Provisional. Prim utilizó el ejército para contener los levantamientos.
El Bienio Progresista (1854-1856)
El autoritarismo del gobierno moderado provocó un levantamiento de progresistas, demócratas y moderados. Esta unión dio lugar al Pronunciamiento de Vicálvaro, al mando de O’Donnell. Se fundó la Unión Liberal para cubrir el espacio entre moderados y progresistas. Elaboraron el Manifiesto de Manzanares para el cumplimiento de la Constitución de 1845.
La presidencia recayó en el General Espartero. Se convocaron elecciones en 1837, con un censo electoral amplio y mayoría progresista. El nuevo gobierno restauró los principios progresistas, la Milicia Nacional y la Ley Municipal. Se implementó un plan de reformas económicas en defensa de los intereses de la burguesía urbana y las clases medias.
Reformas Clave del Bienio Progresista:
- Ley Desamortizadora de 1855 (Madoz): Afectó a bienes de la Iglesia, el Estado, las Órdenes Militares, instituciones benéficas y bienes propios y comunes de los ayuntamientos. Pretendía obtener recursos para la Hacienda y la modernización económica de España, destinando los ingresos a los ferrocarriles.
- Ley de Ferrocarriles: Facilitó su ejecución y ofrecía incentivos a las empresas que intervenían.
- Legislación complementaria: Para favorecer la reforestación, el telégrafo, las carreteras, las sociedades por acciones, la banca y la minería.
Durante este periodo, se produjeron la huelga obrera de Cataluña en 1855, levantamientos campesinos en tierras castellanas y motines populares. Se propuso una Ley de Trabajo para mejoras y asociaciones obreras. Espartero dimitió y la Reina entregó el gobierno a O’Donnell, quien reprimió las propuestas.