La Restauración Borbónica (1874-1902): Nacionalismos y Movimiento Obrero
La oposición al sistema de la Restauración estuvo formada por los carlistas, los republicanos, los movimientos nacionalistas y el movimiento obrero y campesino.
Los nacionalismos catalán y vasco y el regionalismo gallego
Estos movimientos buscaban en algunos casos objetivos moderados, como la creación de instituciones propias o la consecución de la autonomía administrativa para las regiones; y en otros, más radicales: lograr la independencia de sus territorios, que consideraban auténticas naciones.
El nacionalismo catalán
Ya desde los años treinta, en el contexto del Romanticismo, se había iniciado en Cataluña el movimiento literario y cultural conocido como Renaixença, que trataba de recuperar la lengua y cultura catalanas.
El nacionalismo catalán apareció durante el Sexenio Democrático y era representado por el federalismo, que reivindicaba una Cataluña integrada en un conjunto de estados españoles federados. Ya durante la Restauración, el antiguo político republicano Valentí Almirall fundó el Centre Català, que presentó a Alfonso XII el Memorial de Greuges (Memorial de Agravios), una serie de reclamaciones.
En 1891 se fundó la Unió Catalanista que elaboró al año siguiente las Bases de Manresa, documento en el que se proponía la autonomía y el restablecimiento de las instituciones tradicionales catalanas como la Generalitat. En 1901 se fundó el primer gran partido catalanista, la Lliga Regionalista, liderado por Prat de la Riba y Francesc Cambó, de ideología conservadora y apoyado por la burguesía y clases medias catalanas.
El nacionalismo vasco
Surgió como reacción contra la abolición de los fueros en 1876, tras la tercera guerra carlista. De raíces rurales, rechazó el proceso de industrialización porque provocaba la llegada de inmigrantes (a los que denominaba maketos) y una profunda transformación de las viejas estructuras rurales del territorio, hechos que alteraban la identidad del país. El principal ideólogo del nacionalismo vasco fue Sabino Arana, fundador del Partido Nacionalista Vasco en 1895. A partir de este momento el nacionalismo osciló entre las posturas independentistas y las que pedían autonomía.
El regionalismo gallego
Apareció como una reacción frente al atraso y la marginación de la cultura tradicional gallega, siendo su principal teórico Alfredo Brañas. El regionalismo gallego se limitó a reivindicar la descentralización administrativa y el uso de la lengua gallega pero no llegó a constituir un partido político fuerte.
El movimiento obrero y campesino
El proletariado urbano y rural sufría duras condiciones laborales y de vida que fueron la causa de los conflictos de los jornaleros andaluces y de los obreros de las principales ciudades industriales. Este movimiento se expandió rápidamente en el último tercio del siglo XIX gracias a la fundación de la Primera Internacional (1864), que difundió las nuevas doctrinas socialistas y anarquistas; el reconocimiento del derecho de asociación que recogía la Constitución de 1869 y la fuerte inestabilidad política de la I República. El movimiento obrero, tras un período de decadencia al principio de la Restauración, se recuperó tras la creación de la Ley de Asociaciones de 1887 por el gobierno de Sagasta, que legalizaba las organizaciones obreras.
Dentro del movimiento obrero español se distinguieron dos grandes tendencias:
- Anarquismo: Alcanzó gran relevancia numérica y social, especialmente entre los trabajadores industriales de Cataluña y los jornaleros de Andalucía. En 1870 se creó la Federación Regional Española de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores), con una fuerte influencia del anarquismo de Bakunin, que propugnaba una sociedad sin autoridad política ni propiedad privada y defendía el colectivismo y la libertad individual, rechazando la participación política. Pronto se constituyeron federaciones locales, especialmente en Cataluña, Andalucía y Valencia.
- El anarquismo español se dividió en dos tendencias: la anarcosindicalista, partidaria de la creación de sindicatos, y a la que perteneció la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) fundada en 1881, y la partidaria del terrorismo para conseguir el cambio político. Dentro de los atentados terroristas destacaron los de la Mano Negra en Andalucía, el atentado del Liceo en Barcelona (1893) o el asesinato del propio Cánovas (1897). Ante este problema, el gobierno reaccionó con una durísima represión indiscriminada, generándose una espiral de violencia.
- Socialismo: En 1871 llegó a Madrid Paul Lafargue, yerno de Marx, que se consagró a difundir el criterio de Marx de creación de una sociedad comunista, sin clases ni propiedad privada y que para conseguir dicho objetivo era necesario acceder al poder político.
- En 1879 Pablo Iglesias fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), un partido con escasa influencia en sus primeras décadas y que a partir de 1888 se reorganizó y dotó de un sindicato: la Unión General de Trabajadores (UGT). Dicho sindicato empleó la negociación, las demandas al poder y la huelga con el fin de mejorar las condiciones de los trabajadores. En 1910 Pablo Iglesias logró el primer escaño del partido por Madrid.
Paralelamente a la difusión del movimiento obrero, la Iglesia promovió la creación de cooperativas y círculos de obreros de inspiración católica con el fin de hacer frente a los problemas sociales y frenar el acercamiento de los obreros a las doctrinas socialistas y anarquistas. Sin embargo, la implantación e influencia del sindicalismo católico, apolítico e interclasista, fue siempre menor que la de los sindicatos anarquistas y socialistas.
El Problema de Cuba y la Guerra Hispano-Estadounidense: La Crisis de 1898
La guerra que Cuba inició en 1868 por su independencia concluyó con la Paz de Zanjón de 1878, que concedía una amplia amnistía y mejoraba las condiciones políticas y administrativas de la isla. Poco después se abolió la esclavitud. Sin embargo, la insurrección siguió latente por las aspiraciones de los criollos y los intereses de EE. UU., que controlaba casi la mitad de las exportaciones de la isla.
En 1893, Antonio Maura, ministro de Ultramar, propuso la autonomía de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, pero este proyecto fue rechazado por el Parlamento. En 1895 se produjo en Cuba el Grito de Baire, que reinició la insurrección en Cuba, dirigida por José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo. Al año siguiente se inició la lucha por la independencia en Filipinas, dirigida por José Rizal y Emilio Aguinaldo.
Al principio, la guerra de Cuba se limitó al enfrentamiento entre las tropas españolas y la guerrilla independentista, pero la injerencia estadounidense fue en aumento bajo la excusa de traer la libertad a la isla, que escondía intereses económicos (compra de azúcar, apertura al mercado cubano de sus productos, etc.).
Para acabar con el problema cubano, el Gobierno español envió un negociador, el general Arsenio Martínez Campos, que fracasó. Después, al general Valeriano Weyler, que practicó una fuerte represión, lo que intensificó el conflicto. Tras el asesinato de Cánovas, Sagasta destituyó a Weyler y volvió a ofrecer la autonomía a la isla, pero los resultados fueron estériles.
Los estadounidenses, que apoyaban a la guerrilla cubana, ofrecieron comprar Cuba por 300 millones de dólares, pero el Gobierno español rechazó la propuesta. En febrero de 1898 se produjo la explosión del USS Maine, acorazado norteamericano fondeado en el puerto de La Habana. Estados Unidos culpó a España de la explosión, y aunque el gobierno de Sagasta propuso una comisión para investigarla, el incidente se convirtió en la excusa para declarar la guerra a España.
La prensa presentó el conflicto como una ocasión para demostrar la grandeza de España frente a Estados Unidos, menospreciados como nación joven. Pese a ello, la escuadra norteamericana destruyó a la española en Cavite (Filipinas) y en Santiago de Cuba, produciéndose la derrota española.
A finales de 1898 se firmó la Paz de París, por la que España perdió sus posesiones ultramarinas en América y el Pacífico. Cuba se convirtió en nación independiente, aunque bajo tutela estadounidense, y Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam, situada en el archipiélago de las Marianas, se convirtieron en colonias estadounidenses.
El Desastre del 98 y sus Consecuencias
La derrota y la pérdida de las colonias, conocida como el Desastre del 98, tuvo numerosas consecuencias para España:
- Consecuencias económicas: Se produjo la pérdida de los mercados coloniales y de materias primas baratas como el tabaco y el azúcar. Sin embargo, la industria nacional se recuperó pronto y se produjo la repatriación a España de los capitales situados en América, que dinamizarían la economía en los años posteriores.
- Consecuencias políticas: Se criticó severamente la torpeza de los gobernantes, pero el sistema político sobrevivió al desastre. Aumentó el resentimiento de los militares hacia los políticos, al sentirse utilizados, y creció el antimilitarismo popular, lo que provocó el enfrentamiento entre los militares con el pueblo y las organizaciones obreras. El peso internacional de España se redujo aún más y se intentó compensar con el inicio del colonialismo en Marruecos.
- Consecuencias ideológicas: Se produjo una auténtica crisis de la conciencia nacional, que se manifestó en la aparición del regeneracionismo y en la actitud pesimista de los intelectuales y escritores de la Generación del 98. El regeneracionismo fue una corriente de pensamiento que defendía realizar reformas con el fin de modernizar a España y acercarla a los países europeos. Su principal representante fue Joaquín Costa.
- Consecuencias demográficas: Se produjo un elevado número de muertos (alrededor de 60.000 muertos).