Aspectos Económicos: El «Milagro Español»
La década de los 60, conocida como el «milagro español», se caracterizó por una notable mejora del nivel de vida, impulsada por un significativo desarrollo económico. Este auge se inició con el Plan de Estabilización de 1959, cuyo objetivo principal era sustituir la política económica intervencionista y autárquica por una más liberal, aperturista y moderna. De este modo, se buscaba lograr un desarrollo económico equilibrado y una mayor integración con otros países.
Los factores clave de este crecimiento fueron:
- La liberalización económica.
- La emigración interior.
- El notable desarrollo de la industria y el turismo.
El número de turistas se multiplicó por cuatro, superando los 24 millones de visitantes, quienes se dirigieron principalmente a Baleares, Canarias, Cataluña y Andalucía. Este turismo de «sol y playa» impulsó la creación de puestos de trabajo, generó una importante entrada de divisas y, lamentablemente, propició la proliferación de un urbanismo de bloques de cemento en las costas.
Durante los años 60, se implementaron los Planes de Desarrollo Económico y Social, programas de planificación destinados a fomentar y organizar la economía. Se favoreció la industrialización del País Vasco y Cataluña, en un intento de reducir las tensiones nacionalistas. La industria, junto con el turismo, se consolidó como el motor del crecimiento. El desfase con respecto a los países europeos más desarrollados disminuyó significativamente en un corto período. Además, la población activa experimentó una transición del predominio del sector agrario a una diversificación propia de una sociedad moderna.
El desarrollo industrial y de servicios generó una creciente demanda de mano de obra, que se cubrió con el excedente de población del sector agrario. En etapas anteriores, la política de obras públicas se había centrado en gran medida en la ampliación de regadíos y en la construcción de pantanos, de gran utilidad para la producción hidroeléctrica.
Desde la creación de la CEE en 1959, hubo partidarios de la entrada de España, incluso entre militares y falangistas. Al finalizar el periodo, tras una década de transformaciones, España dejó de ser un país predominantemente agrario y subdesarrollado para convertirse en la décima potencia industrial del mundo, con una sociedad urbana, moderna y un alto grado de consumo.
Sin embargo, no todo fueron éxitos: se produjo una inflación y un déficit comercial elevado. Además, el desarrollo económico fue precipitado y desequilibrado, no exento de contradicciones y deficiencias en el ámbito urbanístico, de servicios y de infraestructuras.
Aspectos Sociales: Transformación y Modernización
La sociedad experimentó una profunda transformación, marcada por un espectacular crecimiento demográfico, conocido como «baby boom», debido a la notable reducción de la mortalidad y la elevada natalidad. La población escolarizada creció significativamente, acompañada de un aumento en las inversiones estatales en el sistema educativo. El analfabetismo disminuyó drásticamente y se intentó fomentar la igualdad de oportunidades en el acceso a la educación mediante la concesión de becas.
La estructura social se volvió más diversificada y dinámica, con un notable aumento del proletariado industrial y de las clases medias. La incorporación de la mujer al trabajo y la consiguiente modificación de la estructura familiar constituyeron otro de los cambios sociales relevantes.
El Plan de Estabilización implicó reformas y recortes de plantilla. Aproximadamente un millón de trabajadores abandonaron España durante los años 60, emigrando a los países industrializados de Europa. Por ello, una parte significativa del desarrollo económico español se financió con las divisas que los emigrantes enviaban a sus hogares.
Sociedad de Consumo y Liberalización Social
Se impusieron rápidamente los valores propios de este modelo social, lo que se tradujo en un incremento de la demanda de bienes de consumo. Aumentó el porcentaje de ingresos dedicado a la compra de viviendas, coches, electrodomésticos y ocio (fútbol, cine, restaurantes, vacaciones en la playa, etc.), siendo la clase media la gran protagonista de este cambio.
El consumismo fue fundamental en el cambio de mentalidad de la sociedad española, reflejándose en el ámbito de la moral (con cierta pérdida de valores religiosos), la familia y la juventud. En poco más de una década, la sociedad se volvió más moderna, secularizada, abierta y tolerante. En este sentido, el turismo jugó un papel decisivo: la presencia masiva de extranjeros con otro nivel de vida y otros valores confrontó a los españoles con formas de vida y modos de comportamiento diferentes, no solo en lo político, sino también en lo social.
Aspectos Políticos: Oposición y Transición
A partir de 1955, con la entrada de España en la ONU, la oposición al régimen se extendió rápidamente en la sociedad, impulsada por tres motores fundamentales:
- Los movimientos obreros.
- Los estudiantes universitarios.
- La Iglesia.
En junio de 1962, se reunieron por primera vez un centenar de personas de la oposición (republicanos, monárquicos, democristianos, socialistas), quedando excluido el Partido Comunista. El «Contubernio de Múnich» fue dirigido por Salvador de Madariaga (republicano) y José María Gil-Robles (monárquico), quienes preparaban un cambio democrático para España. Franco calificó este hecho como ‘contubernio comunista’ y llevó a cabo una represión muy dura contra las personas que salieron del país para asistir a dicha reunión, con duras condenas y procesos si regresaban a España.
En 1963 se estableció el Tribunal de Orden Público (TOP), un tribunal especial que juzgaba a las personas que difundían información que atentase contra el Estado. En 1966 se aprobó la Ley Orgánica del Estado, que definía al país como una ‘democracia orgánica’ en la que se separaban los cargos de Jefe de Estado y Presidente de Gobierno. También ese mismo año se aprobó la Ley de Prensa, impulsada por el ministro Manuel Fraga.
La gran reforma fue la Ley de Sucesión (1969), por la que Juan Carlos de Borbón fue designado sucesor, comprometiéndose a mantener el régimen y a formar una monarquía del Movimiento.
Debido a la enfermedad de Franco, Carrero Blanco tomó las riendas del poder en un momento en que el régimen se debatía entre el aperturismo y el inmovilismo, y en el que la oposición era cada vez mayor. Esto le llevó a frenar el asociacionismo mediante el TOP y a llevar a cabo el «Proceso 1001», por el que diez miembros de CCOO fueron sometidos a juicio.
El 20 de diciembre de 1973, el presidente del Gobierno, Carrero Blanco, fue asesinado por la organización terrorista ETA. Carlos Arias Navarro fue elegido nuevo presidente. Intentó llevar a cabo reformas (conocidas como «el espíritu del 12 de febrero»), pero un atentado de ETA en una cafetería de Madrid le obligó en 1974 a dar marcha atrás en sus promesas de apertura.
Finalmente, la debilidad del régimen y la enfermedad de Franco fueron aprovechadas para llevar a cabo la «Marcha Verde» (organizada por el rey de Marruecos para ocupar la última colonia española). Las huelgas y protestas obreras fueron abundantes. Los militares, influenciados por la Revolución de los Claveles en Portugal, crearon la Unión Militar Democrática (UMD).
Destaca la creación en julio de 1974 de la Junta Democrática, en la que coincidieron fuerzas políticas que abarcaban desde los monárquicos, pasando por algunos grupos socialistas, hasta el propio PCE. Su programa de doce puntos reflejaba el establecimiento de un régimen democrático similar a los de Europa occidental.