La sublevación popular y la geografía de la guerra en 1936
El levantamiento militar del 18 de Julio tuvo desigual fortuna y fracasó en su objetivo de apoderarse de España. En regiones donde la derecha era fuerte, como Castilla, León, Galicia, Baleares o Navarra, el golpe contra la República no supuso mayores inconvenientes para los sublevados. La República, una vez eliminados los focos de sublevados de Madrid, Barcelona y Donostia, consiguió mantener la porción más importante del territorio español.
Los recursos de los combatientes
En las semanas posteriores al 18 de Julio se estabilizó el frente de ambas zonas. 14 millones de habitantes poblaban el territorio republicano y 11 millones vivían en las tierras sublevadas. Desde la perspectiva económica, las posibilidades de solucionar el conflicto se inclinaban del lado de la República.
Movilización popular y guerra de columnas
El ejército quedó dividido en dos partes similares. Con la República, unos 7500 oficiales de un total de 34000 efectivos; mientras que los rebeldes contaron con algo más de 32000 militares, 7261 de los cuales eran oficiales y suboficiales.
Las milicias de los sublevados
Tanto los sublevados como quienes les hicieron frente eran movilizados por sus organizaciones políticas y sindicales. Durante esta primera fase de la guerra, las milicias constituyeron el grueso de la masa en armas. En el bando rebelde encontramos tres grupos: Falangistas, Tercios de Requetés y militantes de las Juventudes de Acción Popular.
Milicias leales al gobierno
En el bando republicano, las milicias de voluntarios también se agruparon según su adscripción partidista o sindical. En total se crearon 150 unidades de milicianos al servicio de la República, llegando a los 200.000 combatientes.
Marcha hacia Madrid
El gobierno republicano no supo aprovechar su ventaja inicial. Las fuerzas militares republicanas se debilitaban y no pudieron frenar el avance rebelde. Un puente aéreo transportó a la península 12000 hombres y abundante material de guerra; el Ejército de África sometió a toda Andalucía occidental y Badajoz. Franco conseguía el enlace con el Ejército del Norte dirigido por Mola. Las tropas de Mola se orientaron hacia la ocupación de Madrid.
La defensa de Madrid y la estabilización del frente
Las tropas franquistas que venían tras la liberación del Alcázar de Toledo se encontraron frente a Madrid con una defensa organizada y combativa. Bien defendida con la ayuda de las Brigadas Internacionales.
La represión y el exterminio del enemigo
Las ejecuciones sumarias fueron de los aspectos más atroces de la contienda civil. Los historiadores tienen dificultades para establecer el número real de víctimas. Uno de los episodios más trágicos de la Guerra fue las matanzas de Paracuellos del Jarama. Militares, religiosos, aristócratas y militantes de derechas fueron sacados de la cárcel o de sus domicilios para ser ejecutados. Bastaba con que alguien fuera identificado como miembro activo de la Iglesia para que se le ejecutara.
La guerra en el frente norte
Franco decidió buscar una victoria en el frente norte. En marzo de 1937 el general Mola inició la ofensiva definitiva contra Bizkaia. Aviones alemanes a las órdenes de Franco bombardearon Gernika-Lumo. El 19 de junio cayó Bilbao, y en pocos días Cantabria y las minas asturianas.
Ofensivas en Aragón
Tras la batalla de Teruel, los franquistas llegaron a Castellón, quedando dividido en dos el territorio republicano. Franco no se dio prisa en concluir la guerra, para terminar de modelar a su gusto los territorios conquistados. La Batalla del Ebro fue la más larga y sangrienta; durante 4 meses las dos fuerzas se masacraron mutuamente hasta quedar totalmente destrozadas las mejores tropas republicanas.
La caída de Cataluña y el fin de la guerra
Una muchedumbre de españoles fieles al ideario republicano marcharon al exilio. El coronel Segismundo Casado encabezó un golpe de Estado contra su gobierno y puso fin a la política de resistencia; entraron las tropas franquistas a Madrid el 28 de marzo. El día primero de abril de 1939 terminó la guerra.
Gobierno de Largo Caballero
El 5 de septiembre de 1936, F. Largo Caballero formó un amplio gabinete de amplísima coalición.
El ascenso del Partido Comunista
Vio aumentar su protagonismo por diversas causas: la disciplina, el control de suministros y la división entre fuerzas republicanas. Los enfrentamientos culminaron en mayo de 1937.
Medidas sociales e intentos revolucionarios
La movilización popular demandaba cambios en la organización económica y social. Pero el aspecto más llamativo radicó en las colectivizaciones de empresas y explotaciones agrarias.
El gobierno de Negrín
A partir de la crisis de mayo de 1937, el gobierno republicano pasó a estar dirigido por Juan Negrín, partidario de la máxima unidad de las fuerzas republicanas. La consigna del Gobierno de Negrín de resistir hasta que se desencadenara un conflicto europeo no fue comprendida por todos los combatientes. Una parte ya había decidido rendirse a Franco.
Ascenso de Franco
Franco lograría hacerse con la jefatura política y militar el 1 de octubre.
Protagonismo militar
Franco adoptó en agosto la bandera roja y el grito de ‘¡Viva España!’. A comienzos de 1937, toda España sublevada estaba disponible para el general Franco. Estableció como himno nacional la Marcha Real, y el ‘Generalísimo’ se constituyó jefe nacional del partido único.
Nuevo estado totalitario
En enero de 1938, el poder en todos sus aspectos estaba en manos del cuartel general de Franco. El episcopado español se dirigiría en julio de 1937 con una carta colectiva en la que explicaba la naturaleza religiosa de la guerra.