El Reino Visigodo en Hispania: Unificación y Legado
En el año 409, diversos pueblos bárbaros (suevos, vándalos y alanos) atravesaron la frontera del Imperio Romano y penetraron en la Península Ibérica sin encontrar mucha resistencia. Para frenar este avance, el debilitado Imperio Romano pactó un acuerdo con otro pueblo bárbaro ya romanizado: los visigodos. Al desaparecer el Imperio en el año 476 d. C., el reino visigodo se extendía desde el sur de la Galia hasta el río Tajo. En los años siguientes, el reino visigodo se fue consolidando y extendiéndose por Hispania.
En el año 507, los visigodos fueron derrotados por los francos en la Batalla de Vouillé, por lo que tuvieron que desplazarse desde la Galia hacia Hispania, donde establecieron un reino visigodo independiente, con capital en Toledo (576).
La Unificación Visigoda: Leovigildo y Recaredo
La monarquía visigoda realizó un proceso de unificación territorial, política, jurídica (o legal) y religiosa, llevado a cabo principalmente durante los reinados de Leovigildo y su hijo Recaredo (ambos en el siglo VI). Con ellos, se expande el dominio visigodo en el territorio peninsular, se establece la igualdad de derechos entre hispanorromanos y visigodos y se deroga la ley que prohibía los matrimonios mixtos (Código de Leovigildo); posteriormente, su hijo Recaredo abandonó el arrianismo y se convirtió al cristianismo. Asimismo, la monarquía visigoda, que era inicialmente electiva, pasó a ser hereditaria. El Rey se apoyaba en una serie de instituciones de gobierno entre las que destacan el Aula Regia y los Concilios de Toledo.
Legado Jurídico y Cultural
Tras la unidad religiosa, Recesvinto, a mediados del siglo VII, creó la igualdad legal entre visigodos e hispanorromanos tras la promulgación del Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo, que constituiría el principal legado visigodo a los futuros reinos peninsulares. También hallamos muestras de su orfebrería (fíbulas y coronas votivas) o de sus pequeñas iglesias con los característicos arcos de herradura (como la de Santa Lucía del Trampal en Alcúescar).
Los visigodos dominarían la Península hasta el 711, fecha en que serían derrotados por los musulmanes en la Batalla de Guadalete.
El Califato de Córdoba: Esplendor y Fragmentación
Al-Ándalus fue el nombre que le dieron los musulmanes a la zona de la Península Ibérica que controlaban y que fue variando con el tiempo (al comienzo, en el siglo VIII, ocupaba la mayor parte de la Península Ibérica y, al final, hacia el siglo XV, se redujo al Reino Nazarí de Granada).
Origen y Consolidación
El Califato de Córdoba fue un estado musulmán de Al-Ándalus, con capital en Córdoba. En el año 929, Abderramán III se proclamó califa, asumiendo el poder político y el religioso al mismo tiempo. Puso fin al emirato independiente instaurado por Abderramán I. El Califato ha sido la época de máximo esplendor político, cultural y comercial de Al-Ándalus.
Organización Política y Decadencia
En cuanto a la organización política, se estableció un gobierno centralizado y el territorio se dividió en coras o provincias. Con el hijo de Abderramán III, Al-Hakam II, continuó la época dorada del califato. Tras él, Almanzor se hizo con el poder político, relegando al califa Hisham II. Pero, a su muerte, comenzó la decadencia del califato, entrando en un periodo de descomposición que culminó en el año 1031 con la fragmentación del califato en pequeños reinos llamados taifas.
Economía, Sociedad y Cultura
En las ciudades existía una floreciente artesanía y una importante actividad comercial en los zocos (o mercados). También tuvo mucha importancia el comercio exterior con Europa, África y Oriente. En la sociedad de Al-Ándalus había diferentes culturas y religiones: musulmanes como los árabes, bereberes y muladíes (hispanos convertidos al Islam); y minorías no musulmanas que pagaban tributos: mozárabes (cristianos que vivían en Al-Ándalus) y judíos.
El mundo islámico tuvo un gran esplendor cultural y artístico. Destacaron en matemáticas, ciencias, medicina y astronomía. Y dentro de las artes predominó la arquitectura, caracterizada por el uso de materiales pobres, por utilizar diferentes tipos de arcos y cúpulas y por la gran decoración de los edificios. Ejemplos destacados son la Mezquita de Córdoba y el palacio de Medina Azahara.
La Semana Trágica de Barcelona (1909)
Se denomina así a los violentos acontecimientos sucedidos el 27 de julio de 1909 en Barcelona. Inicialmente se produjeron manifestaciones y luego se declaró la huelga general promovida por anarquistas, socialistas y radicales lerrouxistas, que degeneró en una violenta insurrección obrera espontánea. La ciudad quedó paralizada y las masas ocuparon las calles. Se levantaron barricadas, se volcaron tranvías, quedaron cortadas las comunicaciones con el resto de España, fueron incendiados conventos e iglesias y profanadas muchas tumbas, ante la indignación de la aterrorizada burguesía.
El reinado de Alfonso XIII, presidido por el conservador Antonio Maura, proclamó el estado de guerra y envió al ejército para sofocar la insurrección.
Causas
- La protesta contra la guerra colonial de Marruecos.
- La oposición al injusto sistema de quintas (reclutamiento militar obligatorio).
- El anticlericalismo, radical y fuertemente arraigado en las clases populares y alimentado por la propaganda de Lerroux, líder del Partido Republicano Radical.
- El continuo malestar social y económico del proletariado barcelonés.
Consecuencias
- La caída del gobierno conservador de Maura y la vuelta al gobierno del Partido Liberal.
- Las fuerzas de izquierda acusaron a la Lliga Regionalista y a la burguesía de haber apoyado la represión gubernamental.
- Surgió un nacionalismo catalán republicano y de izquierdas.
- El acercamiento de las fuerzas de izquierda, que crearon la Conjunción Republicano-Socialista.