El Impacto de las Ideologías en la Europa del Siglo XIX
A partir del último cuarto del siglo XIX, el liberalismo y el nacionalismo se consolidan en el poder y se convierten en ideologías cada vez más conservadoras que impulsarán la carrera imperialista. Nuevas ideologías de carácter obrero, el socialismo y el anarquismo, recogerán el testigo de la defensa de las ideas de libertad e igualdad, haciéndose eco de las aspiraciones de la cada vez más numerosa y concienciada clase trabajadora.
La Revolución Francesa: Causas según George Rudé
Causas Políticas
«Luis XVI no había cumplido veinte años cuando accedió al poder y, como él mismo había dicho, nada se le había enseñado de su oficio de rey. Aunque suficientemente instruido, piadoso y de intenciones rectas, distaba mucho de ser un gran espíritu y, sobre todo, aunque celoso de su poder, carecía de voluntad. Además, no gozaba personalmente de ningún prestigio. Este hombre gordo, de aspecto vulgar y de apetito insaciable, cazador infatigable y aficionado a los trabajos manuales, a quien la danza y el juego le aburrían, pronto se convirtió en el hazmerreír de la corte. La reina María Antonieta, seductora e imperiosa, tuvo sobre él cierta influencia y la usó indebidamente. Incapaz de dedicación y entregada por completo al placer, pródiga y ansiosa de satisfacer a sus amigos y compañeros, se hizo culpable del despilfarro y, con sus intervenciones, agravó la inestabilidad gubernamental. Su descrédito fue una de las primeras causas inmediatas de la Revolución.»
Causas Económicas
«La Revolución nació principalmente de una crisis financiera originada a su vez por la deuda contraída con motivo de la Guerra de América. Sin la Guerra de América no habría habido crisis financiera, no habrían sido convocados los Estados Generales y no habría habido Revolución, por lo menos en la misma época y en la misma forma en que estalló. La Revolución, considerada como acontecimiento, proviene de un hecho político, pero también de un hecho económico con consecuencias financieras. Los acontecimientos revolucionarios, las instituciones revolucionarias, nacen, en gran medida, de la disminución del beneficio y del salario, del malestar del industrial, del artesano, del arrendatario, del propietario-cultivador, y de la miseria del obrero y del jornalero. Una coyuntura desfavorable reúne, en la misma oposición, a la burguesía y al proletariado. La Revolución aparece a este respecto como una revolución de la miseria.»
Causas Sociales
Podemos describir a la sociedad francesa del siglo XVIII como una suerte de pirámide social, cuya cima estaba formada por la corte y la aristocracia, el centro por la burguesía y la base por las «órdenes inferiores» de campesinos, comerciantes y artesanos urbanos. La pirámide social francesa estaba agobiada por las contradicciones, tanto internamente como entre sus partes constitutivas: una monarquía que, aunque en teoría absoluta, llevaba en sí misma la simiente de su propia decadencia; una aristocracia que, si bien privilegiada y en general rica, alentaba un profundo resentimiento motivado por el hecho de que se la había excluido durante largo tiempo de los cargos; una burguesía que, aun gozando de creciente prosperidad, veía negadas su jerarquía social y una participación en el gobierno acorde con su riqueza; y campesinos que, por lo menos en parte, estaban adquiriendo más cultura e independencia, y sin embargo aún recibían el trato que se dispensaba a una bestia de carga, despreciada y recargada de impuestos. Estos conflictos y las tensiones provocadas por ellos comenzaban a agudizarse a medida que avanzaba el siglo.
¿Por qué la Revolución se Originó en Francia?
En cuanto a Francia, esta trasladó o tuvo la intención de trasladar el peso de la autoridad política a la nación en general, y avanzó, en sucesivas etapas, hasta conseguir una transformación completa de la sociedad existente, a diferencia de otros países. La sociedad francesa antes de estos sucesos estaba agobiada por las contradicciones, tanto internamente como entre sus partes constitutivas: tenía una monarquía que, aunque era absoluta, llevaba en sí la simiente de su propia decadencia; una aristocracia que, si bien era privilegiada y en general rica, sentía un profundo resentimiento por haber sido excluida de los cargos. En general, los campesinos de ningún modo eran tan pobres y estaban sometidos como en otros países, y las inhabilidades legales eran menos opresoras que en muchos otros países. Sin embargo, el campesino francés soportaba una pesada carga de impuestos. Asimismo, durante los años de malas cosechas y crisis, estos impuestos se convertían en cargas universalmente irritantes e intolerables, un problema que aumentó al avanzar el siglo.
Los miembros de la nobleza francesa, tanto de espada como de toga, gozaban de un nivel considerable de libertad respecto de los impuestos directos. El clero, cuyos principales dignatarios pertenecían a la nobleza, gozaba de ventajas financieras, como el cobro del diezmo. El gobierno francés, de carácter absoluto, que Luis XIV había consolidado en Versalles, bajo el reinado de Luis XVI ansiaba promover reformas fundamentales en la Administración, reducir gastos de corte, entre otros. Turgot, el primer ministro, fracasó con su plan de proponer reformas que, aunque bien recibidas por la clase media, contrariaban los intereses del Parlamento. Además, la clase media sufría obstáculos al ejercicio libre del comercio, creados por los peajes; otra era su incapacidad de realizar ambiciones sociales en concordancia con su riqueza. Otro aspecto es que, mientras aumentaba la riqueza y la educación en la burguesía, disminuía el número de cargos gubernamentales. En resumen, la Revolución Francesa fue el resultado de la confluencia de diversos factores: los antiguos agravios de los campesinos, la frustración de las nacientes esperanzas de la burguesía, la insolvencia y el derrumbe del gobierno, una reacción feudal real o al menos percibida, y los reclamos e intransigencias de una aristocracia privilegiada.
Consecuencias de las Revoluciones del Siglo XIX
1848 fue la última revolución general que se produjo en el occidente europeo. Pero, a pesar del fracaso, enseñó varias lecciones: el absolutismo estaba finiquitado y, en la segunda mitad del siglo XIX, todos los países comenzaron a establecer constituciones, parlamentos e incluso sufragio universal.
Influencia de las Ideologías en el Desarrollo Revolucionario
El liberalismo y el nacionalismo vertebraron las transformaciones sociales, políticas, económicas y culturales a lo largo del siglo XIX, desde la caída del Antiguo Régimen y la instauración de los regímenes parlamentarios en América del Norte y Europa Occidental, hasta el triunfo de la industrialización y el capitalismo, así como la configuración de nuevos Estados. Durante la primera mitad del siglo, las oleadas revolucionarias de 1820, 1830 y 1848, instigadas y lideradas por la burguesía, convirtieron estas ideologías en triunfantes. Ya en la segunda mitad del siglo XIX, el propio triunfo del liberalismo y el ascenso de la burguesía al poder económico y político, así como su liderazgo social y cultural, situaron estas ideologías en posiciones más conservadoras, liberándose de su carácter revolucionario, y fueron puestas en cuestión por otras nuevas, como el marxismo y el anarquismo. El liberalismo político y el nacionalismo reaccionaron contra los principios absolutistas de la Restauración. Por un lado, la burguesía, grupo social en expansión, no estaba dispuesta a renunciar al poder político. Por otro, la Revolución Francesa y el Imperio napoleónico despertaron la conciencia nacionalista de algunos estados europeos que tampoco estaban dispuestos a acatar la artificialidad de las fronteras políticas impuestas por el Congreso de Viena. Así, el liberalismo político y el nacionalismo se exacerbaron a partir de este Congreso y, unas veces unidos y otras separados, abrieron una etapa revolucionaria en Europa a partir de 1820 que se enfrentó a los principios de la Restauración.
Napoleón Bonaparte: Ascenso y Expansión
Inicios y Primeras Campañas
Napoleón Bonaparte nació en Córcega en 1769, un año después de que la isla pasara a dominio de Francia. Estudió en la Academia Militar Francesa y lograría proyectar su genio militar solo después de la Revolución Francesa (1789). En 1795, Napoleón fue promovido a general y, a los 26 años de edad, comandó el ejército francés que conquistó la península Itálica (Campaña de Italia) y Egipto (Campaña de Egipto) entre los años 1796 y 1797.
El Golpe de Estado del 18 de Brumario
Habían pasado diez años del inicio de la Revolución Francesa, pero Francia seguía sin conseguir la estabilidad política, económica y social deseada. Por un lado, el orden era perturbado por las presiones populares, que exigían medidas capaces de acabar con la pobreza y la miseria en que vivía gran parte de la población del campo y de las ciudades. Por otro lado, la burguesía, clase social que había liderado la Revolución Francesa, veía sus negocios sucumbir a causa de las constantes crisis económicas y políticas. Para completar el escenario, varios países europeos conspiraban y combatían para poner fin al régimen revolucionario en Francia. En medio de ese caos, sobresalió victorioso en el campo de batalla un joven general llamado Napoleón Bonaparte.
Inicio del Imperio Napoleónico
En el plano externo, Napoleón Bonaparte consiguió restablecer la paz por medio de victorias militares y negociaciones diplomáticas, neutralizando a los adversarios de Francia. En este ámbito, uno de los aspectos más destacados del gobierno fue el acuerdo de paz firmado en 1802 con Inglaterra, que ponía fin a años de conflicto, lo que aumentaría aún más su prestigio. En 1804, Napoleón Bonaparte, que dos años antes se había convertido en cónsul vitalicio, fue autorizado, por medio de un plebiscito, a asumir el título de Emperador de los Franceses.
El Bloqueo Continental contra Inglaterra
Inglaterra, por su parte, continuaba siendo la principal oponente de Francia. Con una poderosa fuerza naval y una economía desarrollada, resistía a los ataques de Napoleón Bonaparte. Tratando de disminuir las fuerzas de su adversario, Napoleón Bonaparte, en 1806, impuso el Bloqueo Continental, que decretaba el cierre de los puertos europeos al comercio inglés. Con esa medida, Napoleón Bonaparte esperaba derrumbar la economía de Inglaterra para derrotarlo luego militarmente. Como consecuencia, el mercado para la burguesía francesa también sería ampliado.
Invasión de la Península Ibérica
Con el objetivo de hacer cumplir el Bloqueo Continental, Napoleón Bonaparte puso en práctica una política de intervenciones y anexiones. En 1807, ordenó la intervención militar en la Península Ibérica, dirigida a Portugal (aliada de Inglaterra), pero en el transcurso implicaría la invasión de España, en cuyo trono colocó a su hermano José Bonaparte. Los españoles resistieron la imposición del nuevo rey y se levantaron en armas contra los franceses. A pesar de la represión emprendida, las fuerzas napoleónicas no consiguieron derrotar definitivamente a los españoles. En el mismo año, Napoleón decidió invadir Portugal, lo cual era el plan inicial, ya que había rehusado a aceptar el Bloqueo Continental contra Inglaterra. El país fue ocupado sin dificultades, pero la familia real portuguesa escapó a sus posesiones en América (Brasil) escoltada por navíos ingleses. Los franceses no permanecieron mucho tiempo en Portugal debido a los continuos ataques de Inglaterra y sus aliados.
El Congreso de Viena y la Restauración Europea
Después de la primera derrota de Napoleón, las naciones vencedoras y sus aliados se reunieron en el Congreso de Viena, en Austria, con el objetivo de decidir los destinos de Europa, rehacer el mapa del continente y restablecer las monarquías anteriores. El Congreso de Viena fue temporalmente suspendido durante los Cien Días del gobierno de Napoleón.
Después de la derrota definitiva de Napoleón Bonaparte, se creó la Santa Alianza entre Rusia, Austria y Prusia, una fuerza militar formada por los ejércitos monárquicos para garantizar el orden en el continente y también en las colonias europeas. En verdad, se trataba de una tentativa de volver a la situación anterior al año 1789 (fecha de la Revolución Francesa).
A pesar del escenario europeo recompuesto por el Congreso de Viena, conocido como la Restauración, ya no imperaba el Antiguo Régimen: los gobernantes, por ejemplo, fueron obligados a adoptar constituciones. De todos modos, el «nuevo orden» ignoraba los principios propagados por las revoluciones burguesas y, justamente por esa razón, no consiguió durar mucho tiempo. En el transcurso del siglo XIX, una nueva ola de revoluciones estremeció a Europa, derrumbando gobernantes en varios países.