Isabel II. Presidentes de Gobiernos de La década modrada

Isabel II (1843-1868): el reinado efectivo


La preferencia de Isabel II por el liberalismo moderado propicio el predominio de este signo político durante la denominada Década Moderada (1844-1854). Los progresistas optaron por negarse a participar en unas consultas electorales claramente amañadas, o por conspirar en la clandestinidad a la espera de que un pronunciamiento militar, seguido de una insurrección popular, les permitiese acceder al poder /En Mayo de 1844 se formó un gabinete ministerial presidido por el General Narváez, líder de de los moderados /Ese mismo año se procedíó a la supresión de la Milicia Nacional, al tiempo que se creaba la Guardia Civil, fuerza armada encargada de mantener el orden en el medio rural. Se inició una intensa actividad legislativa tendente a la creación de un marco que garantizase la continuidad del proyecto moderado. La Ley de Ayuntamientos de 1845 reforzaba el centralismo, reservando al Gobierno el nombramiento de los alcaldes. Mediante la reforma del sistema fiscal de 1845, elaborada por Alejandro Mon, se establecieron mecanismos recaudatorios más racionales y eficaces

 /En la Lev Electoral de 1846 se configuraba un verdadero régimen oligárquico, basado en un sufragio muy restringido que limitaba el cuerpo electoral a 97.000 varones mayores de 25 años, lo que supónía el 0.8% del total dé la población. La firma del Concordato de 1851 supuso el reconocimiento papal de Isabel II como reina y la aceptación, de la pérdida de los bienes eclesiásticos ya desamortizados; a cambio el Estado español se comprometía a subvencionar a la Iglesia, en cuyas manos quedaban además numerosos centros educativos /El moderantismo encontró su máxima expresión legislativa en la Constitución de 1845 que establecía la soberanía compartida de las Cortes, con la Corona, concediendo a la reina el derecho de nombrar ministros. Las Cortes continuaron siendo bicamerales; los representantes en el Congreso eran elegidos por sufragio masculino censitario, mientras que los miembros del Senado eran de nombramiento regio. Se declaraba al catolicismo religión oficial, comprometíéndose el Estado a su mantenimiento económico. Las libertades fueron reguladas por leyes posteriores, que fueron muy restrictivas, como en el caso de la libertad de expresión

 /El poder cada vez más dictatorial de Narváez propició un creciente descontento que culminó con el pronunciamiento del general
O’Donnell en Vicálvaro (1854). Los rebeldes publicaron el Manifiesto de Manzanares, donde solicitaban la continuidad de la monarquía, pero sin camarillas, así como una mejora de las leyes electoral y de imprenta y la rebaja de los impuestos. Esas demandas encontraron un amplio apoyo popular, lo que animó a otros generales a unirse a la rebelión. Finalmente el golpe triunfó y propició la formación de un Gobierno presidido por el progresista
Espartero. Comenzaba así el denominado Bienio Progresista (1854-1856). La otra gran figura del Gobierno, el general O’Donnell, creó un nuevo partido, la Uníón Liberal, que trató de cubrir un espacio de centro entre moderados y progresistas. Durante este breve periodo se puso en marcha la desamortización de Madoz (1855), que afectó sobre todo a los bienes municipales. Unas nuevas Cortes iniciaron la elaboración de una Constitución más progresista que no llegó a aplicarse. La legislación bancaria y ferroviaria permitíó la apertura al capitalismo y la inversión extranjera, convirtiéndose en la base de la estructuración del mercado nacional

 /Las reivindicaciones democráticas provocaron enfrentamientos entre progresistas y moderados. Tras una breve etapa moderada, dirigida por Narváez, la reina mandó formar Gobierno a la Uníón Liberal, presidida por O’Donnell. Se restauró la Constitución de 1845, pero con un mayor protagonismo parlamentario en detrimento de la Corona. Aprovechando la buena coyuntura económica y el estímulo que supusieron las construcciones ferroviarias, se multiplicaron las inversiones, el crédito y la creación de sociedades. Se trató de recuperar el prestigio y la influencia internacionales con una activa y costosa política intervencionista (Marruecos, México, República Dominicana, Perú, Chile…) que apenas dio ningún resultado práctico /La vuelta de Narváez al poder en 1863 marcó el inicio del período terminal del partido moderado. La inestabilidad política y la deriva dictatorial de los Gobiernos caracterizaron una etapa en la que la bonanza económica llegó a su fin tras la crisis de 1864. Los intentos de insurrección, como el del madrileño cuartel de San Gil, fueron duramente reprimidos. El creciente autoritarismo del anciano Narváez llevó a la formación del Pacto de Ostende (1866): progresistas, demócratas y republicanos suscribieron un acuerdo, al que más tarde se sumarían los unionistas, para destronar a Isabel II y acabar con el régimen moderado.

El Sexenio democrático fl868-1374): intentos democratizadores. La revolución, el reinado de Amadeo I y la Primera República. Las prácticas dictatoriales de Narváez y la crisis económica, iniciada en 1864, extendieron la impopularidad del régimen moderado y de la reina Isabel II, que siempre le había brindado su apoyo. En Agosto de 1866 se firmó el Pacto de Ostende, acordado por los partidos progresista, demócrata y republicanos, para derribar al régimen isabelino y convocar una asamblea constituyente. La muerte de O’Donnell en 1867 favorecíó la conspiración, ya que su prestigio entre las fuerzas armadas, resultó decisivo. En Septiembre de 1868, el almirante Topete encabezó un pronunciamiento en Cádiz, al que se sumaron los generales Prim y Serrano. El movimiento revolucionario se extendíó rápidamente por todo el país. La derrota de las tropas monárquicas forzó la marcha de Isabel II a Francia. La revolución, denominada «La Gloriosa», triunfo con gran facilidad. Se establecíó un Gobierno provisional, presidido por Serrano y formado por unionistas, progresistas y demócratas.

 Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes por sufragio universal masculino, en las que vencieron los progresistas, quienes dejarían su sello ideológico en la Constitución de 1869. En el Congreso y el Senado, elegidos por sufragio universal masculino, residía el poder legislativo. El poder ejecutivo seguía en manos del monarca, sancionar y promulgar las leyes, siendo el presidente del Gobierno y sus ministros quienes realmente asumirían el poder político efectivo y la responsabilidad ante las Cortes. El poder judicial recaería en los jueces y los tribunales, a los que se añadía la novedosa fórmula del jurado. Asimismo se incluía una amplia declaración de derechos, que serían garantizados por los poderes públicos; y se regulaba el autogobierno de los municipios. El Gobierno se comprometía al mantenimiento del culto católico y por primera vez, se decretó la libertad religiosa /Tras la aprobación de la Constitución, Serrano se hace cargo de la regencia y Prim asume la presidencia del Gobierno y el Ministerio de Guerra.

El candidato al trono elegido fue Amadeo de Saboyá, hijo del Víctor Manuel II, rey de la recién unificada Italia, y perteneciente a una dinastía con fama de liberal.   El mismo día de la llegada de Amadeo a España, el 30 de Diciembre de 1870, Prim moría a causa de las heridas causadas provocadas por un atentado. Con su desaparición se aceleró la descomposición de la coalición unionista-progresista-demócrata, con lo que la nueva monarquía carecería desde el primer momento de un apoyo político y parlamentario sólido. Por el contrario, Amadeo I (1871-1873) se encontró inmediatamente con un amplio frente de rechazo: sintiéndose solo y sin capacidad para maniobrar, Amadeo 1 abdicó a principios de 1873 y regresó a Italia. Las Cortes proclamaron la República el 11 de Febrero de 1873 /Las ideas republicanas tenían escaso apoyo social y contaban con la oposición de los grupos sociales más acomodados, así como de poderosas instituciones. Los escasos republicanos pertenecían a las clases medias urbanas, mientras que las clases trabajadoras optaron por dar su apoyo al movimiento obrero.

La debilidad del régimen republicano provocó una enorme inestabilidad política. Los Gobiernos republicanos emprendieron una serie de reformas bastante radicales. Aprovechando el caos general, los carlistas volvieron a tomar las armas (1872-1876) y establecieron su capital en Estella. Por su parte, los republicanos federales más extremistas proclamaron cantones independientes en Valencia, Murcia, Andalucía… El ejército consiguió reprimir la insurrección cantonal. En 1868 se inició en Cuba una sublevación independentista, la Guerra Larga, que habría de prolongarse durante diez años (Paz de Zanjón-,1878) /Entre los mandos del ejército se fue imponiendo la idea de la vuelta de los Borbones. El 4 de Enero de 1874, el general Pavía disolvíó por la fuerza las Cortes republicanas, establecíéndose un Gobierno, presidido por Serrano, que daría paso a la restauración borbónica, planeada por Cánovas del Castillo y precipitada por el golpe del general Martínez Campos (29 de Diciembre de 1874). El hijo de Isabel II sería proclamado rey de España con el título de Alfonso XII.

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