La economía española del siglo XIX dependía fundamentalmente de la agricultura. Los factores físicos, la desigual distribución de la tierra y el atraso tecnológico limitaron la modernización de este sector.
Los efectos desamortizadores
El proceso desamortizador fue la primera pieza de la transformación agraria del siglo XIX. Desamortizar era nacionalizar los bienes de la Iglesia o de los municipios para luego venderlos en subasta pública. Los ingresos de estas ventas iban dirigidos al saneamiento de la Hacienda Pública.
Se pueden distinguir tres grandes etapas desamortizadoras:
- La primera etapa que empezó con Godoy en 1798 y afectó a bienes de la Iglesia. Le siguieron las adoptadas por José I en 1809 sobre bienes del clero regular y de la aristocracia que se resistió a la invasión francesa.
- La segunda etapa comenzó con las leyes del Ministro de Hacienda Juan Álvarez Mendizábal en 1836-1837. Se prolongó hasta 1844, cuando su aplicación quedó paralizada por el gobierno moderado de Narváez. La desamortización de Mendizábal afectó principalmente a los bienes del clero regular y, después de 1841, también a los del clero secular. El doble objetivo era sanear la Hacienda, así como crear “una copiosa familia de propietarios” favorables a la causa liberal.
- La tercera etapa tuvo lugar en 1855 con la ley de desamortización del ministro de Hacienda Pascual Madoz (la ley Madoz). Afectó tanto a los bienes de la Iglesia como a los municipios y comunales. La venta se prolongó hasta la etapa de la Restauración.
Las consecuencias fueron múltiples:
- Los compradores fueron gente adinerada: La nobleza se consolidó y, aunque perdió los derechos señoriales, consiguió la plena propiedad de las tierras y las rentas derivadas.
- Incrementó el número de grandes terratenientes. La tierra cambió de manos, pero no se modificó el tamaño de la propiedad ni se modernizaron las formas de explotación.
- Los grandes perdedores fueron los campesinos, la Iglesia y los municipios. Los campesinos pasaron de ser usuarios de bienes comunales o tierras de baja renta a pagar rentas más elevadas para su cultivo. La Iglesia perdió gran parte de su patrimonio inmobiliario, pero también el artístico y documental. Los municipios perdieron su fuente principal de ingresos.
- Permitió poner en cultivo gran cantidad de tierras abandonadas. La presión demográfica exigía el aumento de tierras cultivadas y de la producción, y la desamortización resolvió en parte el problema endémico de la escasez de alimentos.
La desamortización fue una medida obligada que ayudó a sanear la Hacienda y restablecer su crédito.
Los bajos rendimientos de la agricultura
Cambiaron de dueño más de 10 millones de hectáreas.
Otros factores ayudaron al desarrollo tímido de la agricultura española, como la supresión del diezmo eclesiástico, de los mayorazgos y de la Mesta, y el aumento de la población.
En general, el crecimiento de la producción fue escaso hasta el último cuarto de siglo. De todos los cultivos, el trigo incrementó su producción frente a otros cereales.
A pesar del crecimiento, la estructura productiva de la agricultura española apenas se modificó.
Otras producciones empezaron a destacar desde mediados del siglo (vinos, pasas, almendras…), pero su desarrollo tuvo lugar ya en el siglo XX, tras el fin del proteccionismo establecido en 1891.
La agricultura constituyó en la España del siglo XIX un sector clave, aunque los niveles de consumo y productividad fueron muy bajos.
La producción agraria no creció más debido al atraso técnico, la reducida población urbana y la baja calidad de la dieta alimentaria. España pasó de ser exportadora de trigo y harina a ser importadora desde 1875, a pesar de que el arancel proteccionista de 1891 trató de impedir la entrada de cereales extranjeros. La producción nacional no bastaba para cubrir la demanda de una población en crecimiento.
Por último, tampoco la agricultura fue el motor de arrastre de la demanda y no aportó capitales de forma notable. Ni el sector textil, ni la siderurgia ni la química encontraron en el mundo rural un mercado hasta el siglo XX. Mientras que en otros países esa demanda impulsó la industria, en España la necesidad de maquinaria, abonos y herramientas era escasa.
En conclusión, la desamortización no logró modernizar la agricultura, y este estancamiento fue una de las causas básicas del atraso de la economía española durante este siglo.