La Crisis de la Monarquía Española y el Nacimiento del Liberalismo: De la Ocupación Napoleónica al Trienio Liberal (1788-1823)

La Ocupación Napoleónica y la Crisis del Antiguo Régimen

El rey **Carlos IV** subió al trono en 1788, en un momento complicado para España, ya que poco después estalló la **Revolución Francesa** de 1789, cuyos ideales empezaron a extenderse por toda Europa. Desde el principio, el monarca se vio superado por las consecuencias que estos cambios podían tener en su país.

La Revolución tuvo una doble influencia en España:

  • Por una parte, ayudó a difundir las ideas liberales y los principios ilustrados.
  • Por otra, provocó miedo y rechazo en la Corte y entre los grupos privilegiados.

Para evitar que esas ideas se propagaran, Carlos IV eliminó la influencia ilustrada en su gobierno, nombró a **Manuel Godoy** como su principal consejero y cerró las fronteras con Francia.

Cuando en 1793 se ejecutó a Luis XVI, el rey decidió unirse a la coalición europea contra Francia, pero la derrota fue clara. Los costes económicos fueron enormes, y con la *Paz de Basilea* en 1795, España quedó prácticamente sometida a los intereses franceses.

La Alianza con Napoleón y la Crisis Económica

Más tarde, con la llegada de **Napoleón** al poder, la política cambió totalmente: España pasó a ser aliada de Francia. Fruto de esta alianza fue la guerra contra Gran Bretaña, que terminó con la derrota de la flota franco-española en **Trafalgar (1805)**. Esta pérdida supuso la destrucción casi total de la flota española y una grave crisis económica, ya que se interrumpió el comercio con América.

Para intentar mejorar la situación, Godoy aumentó los impuestos, pidió préstamos y vendió tierras de la Iglesia. Estas decisiones generaron el rechazo de la nobleza, del clero y también del príncipe **Fernando**, que desconfiaba de la influencia de Godoy sobre su padre. A todo esto se sumó el descontento del pueblo, causado por los altos impuestos, la falta de alimentos, el hambre y las epidemias. Todo ese malestar provocó motines y protestas, y el desprestigio del gobierno fue tan grande que llegó a poner en peligro la propia monarquía.

La Invasión Francesa y las Abdicaciones de Bayona

La situación se deterioró aún más cuando España firmó el **Tratado de Fontainebleau (1807)**, que autorizaba a los ejércitos franceses a entrar en el país para atacar a Portugal. Además, fijaba un futuro reparto del país vecino, del que Godoy recibiría un principado.

La entrada de las tropas francesas se produjo en febrero de 1808 y, más allá de lo fijado en el tratado, fueron ocupando plazas estratégicas (Barcelona, Vitoria…). Las autoridades españolas aceptaron su presencia, cada vez más amenazante, hasta que la familia real huyó a Aranjuez cuando las fuerzas imperiales llegaron a Madrid, para iniciar el avance y la ocupación hacia el Sur peninsular.

El Motín de Aranjuez y la Crisis Dinástica

En esta situación se produjo el **Motín de Aranjuez (18 de marzo de 1808)**, impulsado por nobles y eclesiásticos y protagonizado por soldados y sectores populares, que exigían la destitución de Godoy y la renuncia de Carlos IV a favor de su hijo Fernando. Al día siguiente fue proclamado rey **Fernando VII**, pero la crisis de la monarquía se agravó cuando Carlos IV solicitó la ayuda de Napoleón para recuperar el trono.

Bonaparte, constatando la debilidad de los Borbones, decidió convocar a los monarcas en **Bayona** y ocupar España para anexionarla a su imperio. En la ciudad francesa, ambos reyes aceptaron abdicar de la Corona y, con esta legitimación, Napoleón nombró a su hermano **José I** rey de España y convocó unas Cortes en Bayona para aprobar una Constitución.

Revueltas Populares y el Inicio de la Guerra de Independencia

La situación en las zonas donde había presencia de tropas francesas se volvió cada vez más tensa. Pronto se hizo evidente que no se trataba de un simple paso militar, sino de una verdadera invasión. A esto se sumaron las extorsiones del ejército imperial, que exigía alimentos y ocupaba viviendas, y el rumor de que Napoleón había secuestrado a los reyes en Bayona, lo que provocó motines y actos de resistencia en distintas ciudades ante la pasividad de las autoridades españolas.

El Levantamiento del 2 de Mayo y la Formación de Juntas

El levantamiento de Madrid, ocurrido el **2 de mayo de 1808**, y la brutal represión ordenada por el general Murat, fueron el detonante de una revuelta generalizada en todo el país. Este alzamiento contra los franceses fue protagonizado principalmente por las clases populares y algunos notables locales, y contó con el apoyo del clero, que actuó como un importante agente movilizador en defensa de la religión católica y de la monarquía legítima.

Incapaces de frenar la rebelión ni de contener la ocupación francesa, las instituciones tradicionales perdieron el control político, lo que provocó un vacío de poder y el desmoronamiento del Antiguo Régimen. Ante esta situación, los insurrectos —que se autodenominaban *patriotas*— formaron **juntas locales** compuestas por las élites de cada territorio.

Estas juntas organizaron fuerzas de voluntarios, que junto con una parte del ejército regular, obtuvieron importantes victorias, como las de El Bruc (Barcelona) y **Bailén (Jaén)**. Estas derrotas francesas obligaron a José I Bonaparte a replegarse al norte del río Ebro.

Finalmente, las juntas locales decidieron coordinarse y formaron la **Junta Suprema Central** en septiembre de 1808, que reconoció a Fernando VII como rey legítimo y asumió la autoridad del país hasta que el monarca pudiera regresar al trono.

Las Cortes de Cádiz y la Revolución Liberal

La Convocatoria de Cortes

En plena Guerra de la Independencia, la Junta Suprema Central decidió consultar al país y, ante el colapso del Estado, tomó la decisión de convocar unas Cortes. En las respuestas a la consulta, muchos españoles culpaban a los gobiernos de Carlos IV de la crisis nacional y reclamaban reformas que limitaran el poder absoluto del rey.

A pesar de ello, la Junta Central no logró superar las derrotas militares ni el ataque de los sectores absolutistas, por lo que fue sustituida por una Regencia presidida por el obispo de Orense en enero de 1810. Con grandes dificultades, esta logró organizar las Cortes en **Cádiz**, la única gran ciudad que resistía el asedio francés, gracias al apoyo de Gran Bretaña.

Las elecciones se desarrollaron en un contexto muy complicado, y en muchos casos no pudieron celebrarse, o los diputados elegidos no pudieron llegar a Cádiz, siendo reemplazados por representantes presentes en la ciudad. Finalmente, se reunieron unos 300 diputados, que decidieron que las Cortes serían unicamerales y no estamentales, es decir, sin distinción por clases sociales. Las Cortes de Cádiz se inauguraron en septiembre de 1810.

Desde el primer día, los liberales obtuvieron una gran victoria al declarar que las Cortes eran depositarias de la **soberanía nacional**, lo que significaba que el poder residía en la nación y no en el rey. Además, se estableció la **división de poderes** (legislativo, ejecutivo y judicial) y se reconoció a Fernando VII como rey legítimo de España.

En conclusión, las Cortes de Cádiz tuvieron un carácter revolucionario, ya que rompieron con la monarquía absoluta, abolieron los privilegios estamentales y proclamaron la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley y sus derechos.

La Constitución de 1812: ‘La Pepa’

Durante más de tres años, las Cortes de Cádiz llevaron a cabo una intensa labor legislativa, aprobando numerosas leyes y decretos, además de redactar la primera Constitución de la historia contemporánea de España. Con ella, se establecieron las bases del sistema liberal y se puso fin al Antiguo Régimen. Una comisión parlamentaria redactó el proyecto, que fue finalmente promulgado el **19 de marzo de 1812**, día de San José, motivo por el cual se conoce popularmente como “*La Pepa*”. Esta Constitución fue un texto muy avanzado para su época y se convirtió en referencia tanto en Europa como en América.

Principios Fundamentales de la Constitución

En sus artículos, se reconocían los derechos del ciudadano, como el derecho de petición, de educación y de propiedad, y se garantizaban libertades civiles como la libertad de pensamiento, de opinión y de imprenta. Además, se establecía la igualdad jurídica y fiscal entre todos los ciudadanos. La nación española se definía como “el conjunto de los ciudadanos de ambos hemisferios”, es decir, de la Península y de América, quienes ejercían su soberanía mediante el sufragio. El Estado se organizaba como una **monarquía limitada**, basada en la división de poderes.

La división de poderes se articuló de la siguiente manera:

  • Poder Legislativo: Recaía en las Cortes, que tenían la función de aprobar leyes, presupuestos, tratados internacionales y de dirigir el ejército.
  • Poder Ejecutivo: Correspondía al rey, quien dirigía el gobierno, participaba en la elaboración de leyes mediante la iniciativa y la sanción, y contaba con un veto suspensivo de dos años.
  • Poder Judicial: Quedaba en manos de los tribunales, con jueces inamovibles y procesos garantizados, lo que sentaba las bases de un Estado de derecho con códigos únicos civil, criminal y comercial.

La Constitución también mantenía la religión católica como la única del Estado, establecía la enseñanza primaria obligatoria y la creación de un ejército nacional, basado en el servicio militar obligatorio. Además, organizaba el país en provincias y municipios, dirigidos por diputaciones y ayuntamientos elegidos por los ciudadanos. Por último, regulaba la **Milicia Nacional**, un cuerpo formado por ciudadanos armados para defender los principios liberales frente a quienes se opusieran a su aplicación.

La Abolición del Antiguo Régimen

Además de elaborar la Constitución, las Cortes de Cádiz aprobaron varias leyes y decretos con el objetivo de acabar con el Antiguo Régimen y establecer un nuevo sistema político basado en los principios del liberalismo.

Las principales reformas fueron:

  • Supresión del Régimen Señorial: Los habitantes dejaron de estar bajo la autoridad de los señores y pasaron a depender únicamente del poder público y de las leyes del Estado. Aunque los señores conservaron la propiedad de sus tierras, perdieron sus privilegios judiciales y administrativos.
  • Reforma Agraria: Se intentó poner en marcha una reforma agraria, que incluía la confiscación de los bienes de los conventos eliminados por el gobierno de Napoleón, la venta o reparto de tierras baldías y comunales, y la reducción de los mayorazgos.
  • Liberalismo Económico: Se adoptaron medidas inspiradas en el liberalismo económico para favorecer la producción y el comercio, eliminando los obstáculos que impedían la formación de un mercado nacional. Para ello, se proclamó la libertad de comercio, industria y trabajo, y se eliminaron los gremios y las aduanas interiores.

Sin embargo, las difíciles condiciones de la guerra impidieron o retrasaron la aplicación efectiva de estas reformas y de la propia Constitución. Además, encontraron una fuerte oposición por parte de los sectores absolutistas, que esperaban el regreso de Fernando VII para restaurar el sistema anterior a 1808.

El Regreso de Fernando VII y la Restauración Absolutista (1814-1820)

La Restauración del Absolutismo

Cuando Fernando VII regresó a España en marzo de 1814, rompió su compromiso de respetar el sistema constitucional. Con el apoyo de una conspiración y respaldado por las peticiones de los absolutistas recogidas en el **Manifiesto de los Persas**, decidió restaurar el Antiguo Régimen. Al llegar a Madrid, declaró inválida la Constitución y los decretos aprobados en Cádiz, y emprendió una dura represión contra liberales y afrancesados, muchos de los cuales fueron encarcelados, ejecutados o se vieron obligados a exiliarse.

En los meses siguientes, el monarca restableció las antiguas instituciones y el régimen señorial, siguiendo la tendencia europea de restauración del absolutismo. Actuó como si fuera posible regresar a la situación previa a 1808, negándose a realizar cualquier tipo de reforma. Tampoco se tomaron medidas para reconstruir la sociedad tras la guerra, ni para mejorar la Hacienda pública o afrontar la creciente deuda del Estado.

A esta situación se sumaron los movimientos independentistas en las colonias americanas, que exigieron grandes recursos militares y económicos, interrumpiendo además los envíos de dinero procedentes de América.

Los distintos gobiernos del periodo se mostraron incapaces de resolver los problemas. Aunque varios ministros de Hacienda propusieron reformas fiscales basadas en que los grupos privilegiados contribuyeran con impuestos, el rey rechazó todas estas iniciativas, negándose a aprobar cualquier medida que modificara el sistema tradicional.

La Desafección Social y Política

A pesar de la dura represión, la guerra contra Napoleón había transformado profundamente a la sociedad española.

El descontento se manifestaba en varios sectores:

  • Entre los campesinos, persistía la resistencia a pagar ciertas rentas señoriales y los diezmos.
  • Los grupos adinerados que habían adquirido tierras mediante las desamortizaciones exigían que se respetara la propiedad de sus nuevas posesiones.
  • Quienes habían impulsado nuevas formas de producción defendían la libertad de industria y de mercado y expresaban su malestar por la interrupción del comercio.
  • En las ciudades, el descontento también era evidente entre artesanos, jornaleros y la pequeña burguesía, que sufrían las consecuencias económicas y sociales del periodo.

Todo este clima de malestar favoreció el auge de las ideas liberales y constitucionales, así como la aparición de los **pronunciamientos militares** como vía para alcanzar el poder. Estos consistían en el levantamiento de una parte del ejército a favor de la Constitución, con el apoyo de la población civil urbana, organizada en sociedades secretas y clubs de patriotas, con el objetivo de presionar y forzar al monarca.

Desde 1814, se sucedieron varios pronunciamientos encabezados por militares liberales como Mina, Porlier y Lacy, pero todos fracasaron y fueron seguidos de una represión severa por parte de la monarquía.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El Pronunciamiento de Riego y el Retorno de la Constitución

El 1 de enero de 1820 tuvo éxito un pronunciamiento a favor de la Constitución. Lo dirigió el coronel **Rafael del Riego**, junto a un grupo de soldados acampados en Cabezas de San Juan (Sevilla), que debían viajar a América para luchar contra las colonias rebeldes.

La falta de reacción del ejército real y la presión de los liberales en las ciudades obligaron al rey Fernando VII a aceptar la Constitución de 1812. Se formó un nuevo gobierno, que decretó una amnistía, permitiendo el regreso de liberales y afrancesados, y convocó elecciones, que ganaron los liberales.

Las Cortes resultaron con mayoría liberal y empezaron una importante etapa de reformas. Se aprobaron leyes que garantizaban la libertad de prensa, asociación y reunión, lo que impulsó la prensa y la creación de sociedades patrióticas liberales.

Reformas para la Abolición Definitiva del Antiguo Régimen

El objetivo principal del Trienio fue acabar definitivamente con el Antiguo Régimen, proceso iniciado por las Cortes de Cádiz y detenido tras el regreso del rey. Para lograrlo, se tomaron varias medidas:

  • Se eliminaron los señoríos, mayorazgos y vinculaciones, acabando con el sistema feudal en el campo. La tierra pasó a ser una mercancía, lo que favoreció las relaciones capitalistas entre campesinos y propietarios.
  • Se aprobó una reforma eclesiástica: se cerraron conventos, se secularizó a parte del clero y se desamortizaron tierras de la Iglesia, que fueron vendidas en subastas públicas. Con esto se buscaba reducir el poder eclesiástico, aumentar los ingresos del Estado y mejorar la producción agrícola.
  • Se reformó el sistema fiscal para aumentar los recursos del Estado y se redujo el diezmo que cobraba la Iglesia.
  • Se suprimieron los gremios y se reconoció la libertad de industria y comercio, lo que impulsó el desarrollo de la burguesía comercial e industrial.
  • Se creó la Milicia Nacional, formada por ciudadanos armados de las clases medias urbanas, encargada de mantener el orden y defender el sistema constitucional.
  • Se realizó una nueva división provincial, se reorganizaron los ayuntamientos y diputaciones mediante sufragio, y se aprobaron importantes reformas: el primer Código Penal (1822), la reforma del ejército (1821) y la reorganización de la educación en tres niveles: primaria, secundaria y universitaria.

Detalle de las Reformas del Trienio Liberal (1820-1823)

El 1 de enero de 1820 tuvo éxito un pronunciamiento a favor de la Constitución. Lo dirigió el coronel Rafael del Riego, junto a un grupo de soldados acampados en Cabezas de San Juan (Sevilla), que debían viajar a América para luchar contra las colonias rebeldes.
La falta de reacción del ejército real y la presión de los liberales en las ciudades obligaron al rey Fernando VII a aceptar la Constitución de 1812. Se formó un nuevo gobierno, que decretó una amnistía, permitiendo el regreso de liberales y afrancesados, y convocó elecciones, que ganaron los liberales.

Las Cortes resultaron con mayoría liberal y empezaron una importante etapa de reformas. Se aprobaron leyes que garantizaban la libertad de prensa, asociación y reunión, lo que impulsó la prensa y la creación de sociedades patrióticas liberales.

El objetivo principal del Trienio fue acabar definitivamente con el Antiguo Régimen, proceso iniciado por las Cortes de Cádiz y detenido tras el regreso del rey. Para lograrlo, se tomaron varias medidas:

  • Se eliminaron los señoríos, mayorazgos y vinculaciones, acabando con el sistema feudal en el campo. La tierra pasó a ser una mercancía, lo que favoreció las relaciones capitalistas entre campesinos y propietarios.
  • Se aprobó una reforma eclesiástica: se cerraron conventos, se secularizó a parte del clero y se desamortizaron tierras de la Iglesia, que fueron vendidas en subastas públicas. Con esto se buscaba reducir el poder eclesiástico, aumentar los ingresos del Estado y mejorar la producción agrícola.
  • Se reformó el sistema fiscal para aumentar los recursos del Estado y se redujo el diezmo que cobraba la Iglesia.
  • Se suprimieron los gremios y se reconoció la libertad de industria y comercio, lo que impulsó el desarrollo de la burguesía comercial e industrial.
  • Se creó la Milicia Nacional, formada por ciudadanos armados de las clases medias urbanas, encargada de mantener el orden y defender el sistema constitucional.
  • Se realizó una nueva división provincial, se reorganizaron los ayuntamientos y diputaciones mediante sufragio, y se aprobaron importantes reformas: el primer Código Penal (1822), la reforma del ejército (1821) y la reorganización de la educación en tres niveles: primaria, secundaria y universitaria.

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