La España del Siglo XIX: Transformaciones Demográficas y Urbanas
Evolución Demográfica y Movimientos Migratorios
La población española creció durante el siglo XIX, pero de forma más moderada en comparación con otros países europeos, debido a la alta mortalidad asociada al atraso económico y social. La natalidad se mantenía muy por encima de las tasas de otros países europeos, a causa de la pobreza del campo español y la falta de conocimiento sobre métodos anticonceptivos. Por otro lado, la tasa de crecimiento vegetativo era muy baja, lo que definía un modelo demográfico típico del Antiguo Régimen (alta natalidad y alta mortalidad). Solo en Cataluña se observaban cambios en esta tendencia, anticipando un modelo demográfico moderno.
Durante gran parte del siglo XIX, la emigración estuvo prohibida, ya que la población era considerada un recurso fundamental para el país, y su disminución afectaría al poder militar y a la economía. Sin embargo, la Constitución de 1869 reconoció el derecho a emigrar, lo que propició que a finales de siglo aproximadamente un millón de españoles emigraran hacia América Latina. Asimismo, se produjeron exilios de grupos políticos como afrancesados, liberales, carlistas y republicanos.
Se produjo un significativo éxodo rural hacia las localidades de mayor tamaño, con la notable excepción de Madrid. Este éxodo potenció la urbanización, ya que España había sido tradicionalmente un país predominantemente rural, a excepción de Cataluña (debido a su industrialización).
El Desarrollo Urbano y la Revolución Industrial
La Revolución Industrial provocó profundos cambios en las ciudades, como el aumento de la población debido a la disminución de la mortalidad y el éxodo rural. Gracias a este último, las ciudades industriales pudieron disponer de abundante mano de obra.
El paisaje rural y urbano experimentó una profunda transformación, manifestada en:
- La necesidad de construir nuevas viviendas.
- La clara separación entre los barrios burgueses (amplios y limpios) y las zonas obreras (miserables).
- La creciente importancia de las vías de comunicación interna.
- La creación de zonas verdes.
Por tanto, todo este desarrollo urbano se articuló en torno a la estructura social existente: los trabajadores aspiraban a una vida más digna, mientras que las clases dominantes deseaban mantener sus privilegios. A finales de siglo, los gobiernos impulsaron importantes obras públicas, que incluyeron el derribo de murallas, el establecimiento de normas higiénicas, la planificación de suelo urbanizable y la ampliación de avenidas y vías de comunicación.
La Revolución Industrial en España y el Sistema Económico del Siglo XIX
Sectores Clave de la Industrialización
La industrialización en España se inició principalmente en el sector textil (algodón), con Cataluña como su epicentro, gracias a la abundancia de mano de obra, una mentalidad empresarial favorable y una política proteccionista. Si bien estas medidas proteccionistas favorecieron la producción nacional, también generaron una cierta parálisis en el comercio exterior.
Su evolución estuvo marcada por el contexto histórico: tras la Guerra de la Independencia y la pérdida de las colonias, el sector se recuperó, alcanzando su mayor expansión entre 1830 y 1855. Posteriormente, comenzó una recesión, y a partir de la década de 1870, se inició un nuevo periodo de recuperación, que se vio truncado por los demoledores efectos de la independencia de las últimas colonias.
En el sector de la siderurgia (producción de hierro y carbón), se explotaron yacimientos cercanos a los puertos, como los de Valencia, Cantabria y Málaga. Este sector se mantuvo estancado debido a la escasez de demanda, el atraso económico general, la falta de capitales y tecnología, la desamortización del suelo y la intervención estatal, entre otros factores. No obstante, la Ley de Bases sobre Minas de 1868 y otras medidas posteriores favorecieron el desarrollo de la minería, al tiempo que la demanda crecía. Se desarrolló principalmente la siderurgia vasca, destacando empresas como la de la familia Ybarra y la Sociedad Altos Hornos de Vizcaya.
El Sistema de Comunicaciones: El Ferrocarril
Para un territorio montañoso como España, era necesaria una red de transporte efectiva. Por ello, se impulsó el desarrollo ferroviario, inaugurándose la primera línea, Barcelona-Mataró. La Ley General de Ferrocarriles, aprobada en 1855, junto con otras dos leyes que financiaron la obra, impulsó su mayor intensidad constructiva en la década siguiente. Además, se crearon importantes compañías ferroviarias como MZA (Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante) y la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. No obstante, la rentabilidad fue escasa y una crisis económica posterior ocasionó la quiebra de muchas de ellas.
Comercio, Hacienda y Sistema Monetario
Respecto al comercio, España tuvo que afrontar y resolver problemas estructurales heredados. En el ámbito del comercio interior, se tomaron medidas para eliminar las barreras fiscales internas, iniciadas con las Cortes de Cádiz. Se adoptó un sistema métrico decimal y se estableció un nuevo sistema monetario con la peseta. El comercio exterior, por su parte, sufrió una fase de retroceso significativa debido a la pérdida de las colonias y las constantes guerras.
Durante este siglo, los procesos de modernización en la mayoría de los países contaron con una fuerte intervención estatal, especialmente en España. Los problemas de la Hacienda Pública española, heredados del Antiguo Régimen, llevaron a que en 1845 Ramón de Santillán y Mon impulsaran la importante reforma Mon-Santillán. Esta reforma estableció un nuevo sistema tributario con dos tipos de impuestos, la elaboración de presupuestos generales del Estado y medidas para la reducción de la deuda pública.
Los sistemas bancario y monetario también experimentaron una modernización. El primer banco español fue el Banco Nacional de San Carlos, que posteriormente fue sustituido por el Banco Español de San Fernando, cuya principal tarea era la concesión de préstamos al Estado. Tras la Ley de Bancos de Emisión de 1856, se creó el Banco de España, se impulsaron las cajas de ahorro y se estableció la Bolsa de Comercio en Madrid. La notable expansión de la banca española entre 1854 y 1864 desembocó en la crisis financiera de 1866.
Esta crisis dio paso a una nueva estructura bancaria, caracterizada por la concesión del monopolio de emisión al Banco de España, que pasó a ser el principal prestamista del Estado y el captador de recursos externos para financiar obras públicas. La reforma monetaria definitiva llegó con la Revolución de 1868, que supuso la implantación de la peseta como moneda oficial, la libre circulación de oro y la emisión de billetes por el Banco de España. Los gobernantes buscaron devaluar la moneda para hacer los productos españoles más baratos en el exterior y, de este modo, aumentar las exportaciones. Sin embargo, esta medida también causó un empobrecimiento interno, ya que los productos importados se encarecían.