El Descubrimiento de América
Portugal y Castilla en el siglo XV eran las dos principales potencias en las expediciones atlánticas. Estos intereses condujeron a Cristóbal Colón a proponer a las Cortes portuguesa y castellana su proyecto de alcanzar las Indias navegando por Occidente. Dicho proyecto fue rechazado por ambas monarquías en un principio, pero finalmente aceptado por Castilla, firmándose las Capitulaciones de Santa Fe, que establecían el reparto de beneficios entre Colón y la Corona de Castilla. Luis de Santángel adelantó la financiación necesaria para la empresa.
El primer viaje partió de Palos de la Frontera (Huelva), con una flota compuesta por dos carabelas (La Pinta y La Niña) y una nao (La Santa María), el 3 de agosto de 1492. Tras recalar en las Islas Canarias, la expedición llegó a la isla de Guanahaní el 12 de octubre de 1492, a la que bautizaron como San Salvador. Posteriormente, exploraron las islas de Cuba (Juana) y La Española (actuales Haití y República Dominicana). La rivalidad con Portugal por las nuevas rutas y tierras condujo a la firma del Tratado de Tordesillas en 1494, por el cual se trazó un meridiano de demarcación situado a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, dividiendo las zonas de influencia: el Este para Portugal y el Oeste para Castilla.
Colón realizó tres viajes más. En 1499, los Reyes Católicos autorizaron las expediciones privadas, conocidas como «viajes menores» o «andaluces», lo que disminuyó los beneficios inicialmente concedidos a Colón. En 1513, Vasco Núñez de Balboa atravesó el istmo de Panamá y descubrió el Océano Pacífico (llamado Mar del Sur), confirmando así la existencia de un vasto continente que se interponía entre Europa y las codiciadas islas de las especias de Asia. A partir de este momento, se intensificó la colonización del territorio americano.
Conquista y Colonización de América
Durante el siglo XVI, la Corona de Castilla apoyó y reguló nuevas expediciones de conquista, a menudo lideradas por hidalgos y capitanes en busca de fortuna y gloria. Entre las figuras y hechos destacados se encuentran:
- Vasco Núñez de Balboa, quien en 1513 descubrió el Océano Pacífico.
- La primera circunnavegación del mundo, iniciada por Fernando de Magallanes en 1519 y completada por Juan Sebastián Elcano en 1522.
Las Antillas sirvieron como base para las grandes conquistas continentales:
Conquista del Imperio Azteca (Mexica)
Desde Cuba, partió Hernán Cortés en 1519. Tras una compleja campaña militar y política que duró aproximadamente tres años, logró dominar el Imperio azteca y la meseta central mexicana. En 1522, los territorios conquistados se incorporaron a la Corona como el Reino de la Nueva España, que se constituyó como virreinato en 1535.
Conquista del Imperio Inca
Francisco Pizarro y Diego de Almagro lideraron la expedición que, entre 1527 y 1533, sometió al vasto Imperio inca, ocupando los actuales territorios de Ecuador, Perú y parte de Bolivia. Desde 1542, estas tierras conformaron el Virreinato del Perú.
Desde estos grandes imperios conquistados, se organizaron nuevas expediciones que extendieron el dominio castellano por gran parte del continente americano, desde el sur de los actuales Estados Unidos hasta el centro de Chile y Argentina.
La colonización y explotación de los nuevos territorios se basaron en gran medida en el trabajo de la población indígena, a través de diversos sistemas:
- Repartimientos: Asignación de mano de obra indígena para el trabajo en el campo, minas o en obras públicas.
- Encomiendas: Sistema por el cual se «encomendaba» un grupo de indígenas a un colono español (encomendero), quien tenía derecho a percibir tributos y a emplearlos en trabajos a cambio de su teórica protección y evangelización.
- Mita: Sistema de trabajo forzoso de origen incaico, adaptado por los españoles, especialmente en las minas del Perú (como las de Potosí). Consistía en un tributo en forma de trabajo que las comunidades indígenas debían prestar por turnos.
Estos sistemas, especialmente la encomienda, fueron objeto de numerosas críticas y denuncias por los abusos y el maltrato infligido a la población indígena (por ejemplo, por Fray Bartolomé de las Casas), lo que llevó a intentos de reforma legislativa (como las Leyes Nuevas de 1542) y, con el tiempo, a su paulatina abolición o transformación, aunque la explotación indígena persistió bajo otras formas.
Gobierno y Administración en el Imperio Colonial
Las instituciones castellanas sirvieron de base para la organización administrativa de los territorios americanos. Las principales instituciones fueron:
- Consejo de Indias (creado formalmente en 1524, aunque con antecedentes desde principios de siglo): Máximo órgano de gobierno para todos los asuntos americanos (legislativos, judiciales, eclesiásticos y militares), que asesoraba al rey y actuaba en su nombre.
- Virreinatos: Las mayores demarcaciones territoriales. Inicialmente se crearon dos:
- El Virreinato de Nueva España (1535), con capital en Ciudad de México, que abarcaba los territorios de América Central, el Caribe y gran parte de América del Norte.
- El Virreinato del Perú (1542), con capital en Lima, que comprendía la mayor parte de América del Sur.
- La Casa de Contratación (1503): Fundada en Sevilla, su función era organizar y controlar todo el comercio y la navegación entre España y América, incluyendo el registro de mercancías y pasajeros, y la recaudación de impuestos, asegurando el monopolio real.
- Audiencias: Eran los más altos tribunales de justicia en América, pero también desempeñaban importantes funciones gubernativas, especialmente durante las vacancias del cargo de virrey. La primera Audiencia en América fue la de Santo Domingo (creada en 1511).
- Gobernaciones y Capitanías Generales: Divisiones territoriales menores dentro de los virreinatos, con gobernadores al frente. Las capitanías generales se establecían en zonas fronterizas o de especial importancia militar.
- Cabildos o Ayuntamientos: Instituciones de gobierno local en las ciudades, siguiendo el modelo castellano. Estaban compuestos por alcaldes y regidores.
- Patronato Regio o de Indias: Concesión papal que otorgaba a los reyes de España amplios poderes sobre la Iglesia en América, incluyendo el derecho a proponer candidatos para cargos eclesiásticos, organizar la evangelización y administrar los diezmos.
- Legislación de Indias: Conjunto de leyes y disposiciones específicas para los territorios americanos, recopiladas posteriormente en la Recopilación de Leyes de los Reynos de las Indias (1680). Las Leyes de Burgos (1512), surgidas tras las denuncias sobre el trato a los indígenas (como las de Fray Antonio de Montesinos) y las disposiciones testamentales de Isabel I, marcaron un hito inicial. Esta legislación se caracterizó por una teórica preocupación por la protección de los indígenas, aunque su aplicación efectiva fue a menudo deficiente y contradictoria, persistiendo la explotación.
Impacto de América en España y Europa
El descubrimiento y la colonización de América tuvieron una trascendencia enorme, poniendo en contacto mundos con razas, idiomas, religiones y costumbres muy diferentes, e influyeron profundamente en la economía, la sociedad y la cultura tanto de España como del resto de Europa.
Consecuencias Económicas
Una de las principales consecuencias económicas fue el desplazamiento del eje económico mundial del Mediterráneo al Atlántico. Se produjo un intenso intercambio comercial, canalizado a través de la Casa de Contratación de Sevilla. Desde América llegaron a Europa productos hasta entonces desconocidos o escasos, como la patata, el cacao, el tabaco, el tomate, el maíz, el pimiento, la vainilla o el índigo. A su vez, Castilla y Europa suministraban a América productos como la vid, el olivo, el trigo, la caña de azúcar, ganado (caballos, vacas, ovejas, cerdos) y manufacturas.
El oro y, especialmente, la plata (procedente de minas como las de Potosí en el actual Bolivia y Zacatecas en México) fueron las mercancías más codiciadas. Su llegada masiva a Europa provocó un notable aumento de la cantidad de metal en circulación, lo que, unido a un crecimiento de la demanda superior al de la producción, desencadenó un proceso inflacionario conocido como la Revolución de los Precios, especialmente intenso en Castilla (con aumentos de precios que pudieron alcanzar el 400% a lo largo del siglo XVI).
La Monarquía Hispánica se consolidó como la primera potencia mundial. Sin embargo, gran parte de esta riqueza se destinó a financiar las costosas guerras europeas y a pagar las deudas contraídas con banqueros genoveses, alemanes y flamencos, quienes habían adelantado el capital para las empresas imperiales. Esto dificultó que la riqueza americana se tradujera en un desarrollo económico sostenido para Castilla, que sufrió además la competencia de manufacturas extranjeras.
Consecuencias Sociales y Culturales
La emigración de españoles a América (aunque limitada en número en los primeros siglos) y el proceso de colonización propiciaron la expansión de la lengua castellana, la religión católica y la cultura europea en el Nuevo Mundo, a menudo en detrimento de las culturas autóctonas. Se produjo un intenso mestizaje racial y cultural.
Al mismo tiempo, el conocimiento de nuevas tierras, gentes y civilizaciones transformó la concepción del mundo y los valores culturales en España y Europa, estimulando el desarrollo de la geografía, la cartografía, la botánica y la antropología. Los descendientes de españoles nacidos en América fueron conocidos como criollos, quienes con el tiempo desarrollarían una identidad propia y jugarían un papel crucial en la historia americana.
El impacto de la llegada de los europeos en América fue igualmente profundo, destacando el drástico descenso demográfico de la población indígena debido a las enfermedades introducidas por los europeos (para las que no tenían defensas inmunológicas), las guerras de conquista y los duros sistemas de trabajo forzoso.
El Imperio de Carlos V: Conflictos Internos (Comunidades y Germanías)
Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558), nieto de los Reyes Católicos por parte materna (Juana I de Castilla) y del emperador Maximiliano I de Habsburgo por parte paterna (Felipe el Hermoso), llegó a Castilla en 1517. Su llegada, rodeado de consejeros flamencos, generó recelos entre la nobleza y las ciudades castellanas.
Heredó un vasto imperio que incluía:
- De sus abuelos maternos (Reyes Católicos): las Coronas de Castilla (con Navarra y América) y Aragón (con sus posesiones en Italia: Nápoles, Sicilia y Cerdeña).
- De sus abuelos paternos (Maximiliano I y María de Borgoña): los Países Bajos, el Franco Condado, Luxemburgo y los territorios patrimoniales de los Habsburgo en Austria.
En 1519, fue elegido Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, asumiendo el nombre de Carlos V. Su nombramiento como emperador implicó su frecuente ausencia de los reinos hispánicos y la necesidad de obtener fondos para financiar su política imperial (Universitas Christiana), lo que llevó a una subida de impuestos. Las Cortes castellanas, con reticencias, sufragaron los gastos de su viaje a Alemania para la coronación.
El descontento en Castilla se debía a la percepción de tener un rey extranjero, al nombramiento de extranjeros para altos cargos (como Adriano de Utrecht como regente) y a la subordinación de los intereses castellanos a la política imperial. Este malestar desembocó en la Revuelta de las Comunidades de Castilla (1520-1522). Los comuneros, principalmente ciudades castellanas lideradas por Toledo, Segovia y Salamanca, se oponían a la política imperial y exigían una mayor participación de las Cortes, la limitación del poder real y una reducción de la presión fiscal. Los comuneros fueron derrotados definitivamente en la batalla de Villalar (23 de abril de 1521), y sus principales líderes (Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado) fueron ejecutados.
Paralelamente, en el Reino de Valencia y en Mallorca, estalló la Revuelta de las Germanías (1519-1523). Este fue un movimiento de marcado carácter social, protagonizado por artesanos de los gremios y campesinos, que se enfrentaron a la nobleza y a sus siervos mudéjares (musulmanes en territorio cristiano), aprovechando la ausencia del rey y de la nobleza. La revuelta fue finalmente aplastada por las tropas reales y nobiliarias.
Tras la derrota de ambos movimientos, la monarquía, apoyada por la alta nobleza, salió reforzada frente al poder de las ciudades y de las Cortes, especialmente en Castilla, consolidando el autoritarismo real.
La Monarquía Hispánica de Felipe II: Unidad Ibérica y Conflictos
Tras la abdicación de Carlos I en 1555-1556, su hijo Felipe II (1527-1598) heredó los dominios hispánicos (Castilla, Aragón, Navarra), las posesiones italianas (Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Milán), los Países Bajos, el Franco Condado y el vasto imperio americano y asiático. El título imperial y los territorios austriacos de los Habsburgo pasaron a su tío Fernando, hermano de Carlos V.
Felipe II continuó la política de defensa de la hegemonía de la Monarquía Hispánica y del catolicismo (Contrarreforma), lo que le llevó a numerosos conflictos internos y externos. A diferencia de su padre, Felipe II fue un rey eminentemente hispánico. Desde 1559 no se ausentó de la Península, fijó la capital permanente de la monarquía en Madrid (1561), se rodeó principalmente de consejeros españoles y gobernó su extenso imperio desde su despacho en El Escorial, apoyándose en una compleja administración burocrática (sistema polisinodial) y un poderoso ejército.
Conflictos Internos
Aunque respetó en general las instituciones y fueros de cada reino, tuvo que hacer frente a importantes rebeliones internas:
Rebelión de las Alpujarras (1568-1570)
Protagonizada por los moriscos del Reino de Granada, quienes se sublevaron ante la creciente presión para abandonar su lengua, costumbres y religión, impuesta por pragmáticas reales. La rebelión fue duramente reprimida por Don Juan de Austria y culminó con la deportación y dispersión de los moriscos granadinos por diversas zonas de Castilla.
Alteraciones de Aragón (1590-1592)
Originadas por el caso de Antonio Pérez, antiguo secretario del rey, quien, acusado de asesinato y traición, se refugió en Aragón amparándose en sus fueros y en el Justicia Mayor de Aragón. La intervención del rey para capturarlo, utilizando a la Inquisición, fue vista como una violación de los privilegios aragoneses, lo que desató una revuelta en Zaragoza. Esta fue sofocada por la fuerza militar, con la ejecución del Justicia Mayor y el consiguiente recorte de algunos fueros aragoneses en las Cortes de Tarazona (1592).
La Unidad Ibérica
Uno de los mayores éxitos de su reinado fue la consecución de la unidad ibérica. En 1580, tras la muerte sin descendencia del rey Sebastián I de Portugal en la batalla de Alcazarquivir y del sucesor, el cardenal Enrique, Felipe II hizo valer sus derechos dinásticos (era nieto de Manuel I de Portugal) y, con el apoyo de parte de la nobleza y el clero portugués y la intervención militar del Duque de Alba, fue reconocido como rey de Portugal por las Cortes de Tomar (1581). Esto supuso la unión personal de las coronas de España y Portugal (aeque principaliter) y la incorporación del vasto imperio ultramarino portugués (Brasil, costas africanas y enclaves en Asia) al conjunto de la Monarquía Hispánica, que alcanzó así su máxima extensión.
Conflictos Exteriores
Felipe II heredó y continuó las luchas de su padre en diversos frentes:
- Contra Francia: Aunque inicialmente se logró una importante victoria en la Batalla de San Quintín (1557), que llevó a la Paz de Cateau-Cambrésis (1559) y a su matrimonio con Isabel de Valois, las tensiones resurgieron con las Guerras de Religión en Francia (1562-1598). Felipe II apoyó al bando católico (Liga Católica) contra los hugonotes (protestantes franceses) y Enrique de Navarra, interviniendo militarmente.
- Contra el Imperio Otomano: En el Mediterráneo, la lucha contra la expansión turca y la piratería berberisca fue constante. El hito más importante fue la victoria de la Liga Santa (coalición liderada por España, Venecia y el Papado, comandada por Don Juan de Austria) en la Batalla de Lepanto (1571), que frenó el avance otomano en el Mediterráneo occidental.
- La Sublevación de los Países Bajos (Guerra de los Ochenta Años, 1568-1648): Fue el conflicto más largo y costoso de su reinado. Se produjo por motivos políticos (deseo de mayor autonomía por parte de la nobleza local frente al centralismo real) y religiosos (expansión del calvinismo y rechazo a la política represiva contra la herejía). A pesar de la dura represión inicial, liderada por el Duque de Alba, las provincias del norte, de mayoría protestante, formaron la Unión de Utrecht (1579) y proclamaron su independencia (Acta de Abjuración en 1581), dando origen a las Provincias Unidas (futura Holanda), aunque la guerra continuó.
- Contra Inglaterra: Las relaciones con la Inglaterra de Isabel I se deterioraron progresivamente debido al apoyo inglés a los rebeldes flamencos, los ataques de corsarios ingleses (como Francis Drake) a las flotas y posesiones americanas, y las diferencias religiosas (Isabel I era protestante y había sido excomulgada). Este enfrentamiento culminó con el intento de invasión de Inglaterra y el desastre de la Grande y Felicísima Armada (Armada Invencible) en 1588.