La Guerra Colonial y el Nacimiento de una Banca Moderna

1. La guerra colonial. La pérdida de Cuba y Filipinas

Tras la independencia de la mayor parte de la América Española (durante el reinado de Fernando VII), España solo mantenía de su antiguo imperio colonial las islas de Cuba y Puerto Rico en las Antillas y las Filipinas y otros archipiélagos (Carolinas, Marianas y Palaos) en el Pacífico. Cuba y Puerto Rico eran territorios coloniales, Capitanías Generales gobernadas por un Capitán General, con muy amplios poderes, nombrado por el Gobierno de España. La población estaba constituida por hombres libres (peninsulares, criollos y mestizos) y una muy numerosa mano de obra esclava de origen africano que trabajaba fundamentalmente en la agricultura de plantación, donde se producía la mayor riqueza de las islas: el azúcar. Los criollos y mestizos carecían de derechos políticos, no eran considerados ciudadanos españoles.Se fue extendiendo entre los criollos y mestizos un sentimiento de identidad cubana, expresado en reivindicaciones de autonomía por parte fundamentalmente de los criollos y de independencia por los mestizos.Entre 1868 y 1878, tuvo lugar la primera guerra independentista en Cuba, la Guerra de los Diez Años o la Guerra Grande, iniciada con el grito de Yara de Carlos Manuel de Céspedes. La guerra terminó con la Paz de Zanjón, firmada por el general español Martínez Campos y los insurgentes cubanos. Esta paz no garantizaba los dos objetivos principales de la guerra: la independencia de Cuba y la abolición inmediata de la esclavitud. Sólo contemplaba la concesión de una cierta autonomía para Cuba, la formación de partidos políticos cubanos autonomistas (pero no independentistas) y una futura abolición de la esclavitud.Pero entre la Paz de Zanjón de 1878, y el inicio de la última guerra cubana (1895), la única medida que se aprobó en España fue la abolición definitiva de la esclavitud (1888), ya que las propuestas de autonomía para Cuba fueron rechazadas por las Cortes.Las tensiones entre la colonia y la metrópoli aumentaron a raíz de la oposición cubana a los fuertes aranceles proteccionistas que España imponía para dificultar el comercio con EEUU,principal comprador de productos cubanos. Cuba constituía un espacio reservado para los productos españoles, lo que se reforzó con el arancel de 1891, que daba lugar a un intercambio sumamente desigual, lo que provocó un gran malestar tanto en la isla como en EEUU. Al temor existente en España a que se produjese una nueva insurrección independentista, se sumaba ahora el temor a que ésta pudiese contar con el apoyo de los E


José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano (1892) inició una nueva revuelta independentista en 1895 (El grito de Baire). La insurrección comenzó en la parte oriental de la isla. Sus dirigentes, Antonio Maceo y Máximo Gómez, una vez muerto José Martí, consiguieron extender la guerra a la parte occidental. El gobierno, presidido por Cánovas, respondió enviando un ejército a Cuba, comandado por el general Martínez Campos, el militar más adecuado para combinar la represión militar con la flexibilidad necesaria para llegar a acuerdos que pusiesen fin al levantamiento. La falta de éxitos militares decidió el relevo de Martínez Campos por el general Valeriano Weyler, que empleó métodos más contundentes. La ofensiva militar de Weyler fue acompañada de la «concentración» de los campesinos en aldeas cerradas para aislarlos de las tropas insurrectas. Pero la dificultad de proveer de alimentos y de facilitar asistencia médica, tanto al ejército como a los campesinos, trajo consigo una elevada mortalidad entre la población civil y los soldados. Tras el asesinato de Cánovas (agosto 1897), el nuevo Gobierno liberal de Sagasta, intentó la conciliación. Relevó a Weyler y concedió autonomía a Cuba, el sufragio universal, la igualdad de derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria. Pero las reformas llegaron demasiado tarde: los independentistas, que contaban con apoyo estadounidense (el presidente de EEUU era McKinley, del partido republicano), se negaron a aceptar el fin de las hostilidades. Coincidiendo con la insurrección cubana, se produjo también la de Filipinas (1896-97). En este archipiélago, la presencia española era más débil que en las Antillas y se limitaba en buena medida a la de las órdenes religiosas, a la explotación de algunos recursos naturales y a su utilización como punto comercial con la China.El levantamiento filipino fue también duramente reprimido y su principal dirigente, José Rizal, acabó siendo ejecutado mientras los insurrectos, que habían fundado un movimiento independentista llamado Katipunan, capitularon en poco tiempo. En 1898, EEUU se decidió a declarar la guerra a España. El pretexto fue el hundimiento, tras una explosión de uno de sus buques de guerra, el Maine, anclado en el puerto de La Habana (Con anterioridad a la declaración de guerra, el presidente norteamericano MacKinley planteó un ultimátum a España para que abandonara Cuba, lo que fue rechazado por el Gobierno español. Dando comienzo la guerra contra los EEUU). El 18 de abril, los americanos intervinieron en Cuba y en Filipinas (donde estalló una nueva insurrección independentista), desarrollando una rápida guerra que terminó con la derrota de la escuadra española en Cavite (Filipinas) y Santiago (Cuba). En diciembre de ese mismo año se firmó la Paz de París, que significó el abandono por parte de España de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas.


2. El sistema de comunicaciones: el ferrocarril

En España, se pretendía seguir el ejemplo de los países de Europa Occidental, que desde 1840 habían creado una red ferroviaria que estimulaba la economía en su conjunto. La primera línea construida en España fue la de Barcelona-Mataró (1848), pero la aceleración de la construcción fue a partir de la ley General de Ferrocarriles de 1855. La ley propiciaba la creación de compañías privadas que se encargarían de la construcción y explotación de los diferentes tramos de la red. Para ello, el gobierno concedió subvenciones (cuyos fondos procedían de la Desamortización de Madoz) y permitió la importación de materiales extranjeros. De la ley de ferrocarriles se derivó un ritmo rápido de construcción, pero también consecuencias negativas:-Las principales concesiones se otorgaron a compañías extranjeras que importaron el material ferroviario, con lo que la construcción de la red española no estimuló la industria siderúrgica nacional.(Los tres grupos financieros (constituidos en su mayor parte con capitales franceses) que obtuvieron las principales concesiones ferroviarias fueron: la Sociedad de Crédito Mobiliario Español que constituyó en 1856 la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España; la Sociedad Española Mercantil que creó en 1856 la Compañía de Madrid-Zaragoza-Alicante (MZA); y, la Compañía General de Crédito que tuvo diferentes concesiones de líneas ferroviarias en Andalucía, fusionándolas, en 1877, en la Compañía de Ferrocarriles Andaluces).-Al final existía el medio de transporte, pero había pocas mercancías que transportar; las compañías ferroviarias no recuperaron lo invertido en la construcción de las líneas por los escasos beneficios de su explotación; muchas quebraron y arrastraron en su caída a bancos y sociedades de crédito en la crisis financiera de 1866.-La red ferroviaria española es de estructura radial, con Madrid como centro. Lo que facilita la comunicación de Madrid con las distintas regiones, pero no la comunicación entre ellas.-El ancho de vía es mayor que el europeo (por razones técnicas debidas a las características orográficas de España), lo que dificultó la conexión ferroviaria de España con Europa.Un nuevo impulso a la construcción de la red ferroviaria española se dio en época de la Restauración, en las últimas décadas del s-XIX, una vez superadas la crisis financiera de 1866 y la inestabilidad política del Sexenio y concluida la Tercera Guerra Carlista. Para algunos historiadores, a pesar de estos aspectos negativos, el ferrocarril resultó el instrumento indispensable para que España pudiera conseguir un sistema de transporte más barato y eficaz.


8.2.4. El nacimiento de una banca moderna-El camino hacia la peseta. Hasta los años treinta del s-XIX circulaban en España monedas de distintas épocas y regiones. Ninguna de ellas se regía por un sistema decimal. La mezcla de piezas y sistemas dificultaba el cálculo entre ellas, las transacciones comerciales y la consolidación de un mercado nacional. La modernización del sistema monetario consistió en la implantación de una sola moneda, basada en un sistema decimal. En el año 1868, se instauró, como unidad monetaria oficial, de la peseta, pieza de origen catalán cuyo valor en el momento era similar al franco francés. -Hacia una banca moderna. Al mismo tiempo que se iniciaba la transición a un sistema monetario moderno, se emprendía también la implantación de un nuevo sistema bancario. Aunque el origen de las prácticas bancarias -depósito, cambio y préstamo de dinero con intereses- se remonta a la Edad Media, el primer gran banco español no apareció hasta 1782, con Carlos III, con la fundación del Banco Nacional de San Carlos, como banco oficial para administar la deuda pública. Pero tras su quiebra, se creó en el año 1829, durante el reinado de Fernando VII, el Banco Español de San Fernando, cuya función básica era la de prestar dinero al Estado. Durante el reinado de Isabel II, se fundaron dos bancos más: el Banco de Isabel II, en Madrid, y el Banco de Barcelona. La rivalidad entre el antiguo Banco Español de San Fernando y el nuevo Banco de Isabel II condujo a ambos al borde de la quiebra, por lo que el Gobierno tomó la decisión de fusionarlos en el Nuevo Banco Español de San Fernando, que en el año 1856 pasaría a denominarse Banco de España. Con las leyes bancarias 1856 (Ley de Banca y Ley de Sociedades de Crédito), relacionadas con la ley de ferrocarriles, surgieron numerosos bancos y sociedades de crédito privados. Muchos se hundieron por la crisis financiera de 1866. Pero algunos sobrevivieron, como el Banco de Bilbao, que se convertiría en uno de los principales bancos españoles del s-XX. Tras el desastre colonial de 1898, las reformas financieras del ministro de Hacienda Raimundo Fernández Villaverde y la repatriación a España de gran parte de los capitales situados en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, se inició una nueva fase de desarrollo bancario, con fundaciones como la del Banco Hispano Americano (1901), la del Banco de Vizcaya (1901) relacionado con la industria siderúrgica vasca, y, el Banco Español de Crédito (1902, surgido a partir de la  Sociedad General de Crédito Mobiliario Español , creada por capital francés en 1856)

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