La modernización de los estudios y la ciencia en el Siglo XVIII

La política centralizadora

En España con Felipe V se impuso el absolutismo monárquico según el modelo francés. El rey se identificaba con el Estado y era el único depositario de la soberanía de origen divino, concentrando en su persona todos los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial).

El nuevo modelo de Estado supónía un fortalecimiento del poder monárquico y exigía la reforma de las instituciones de la monarquía española para que la autoridad regia pudiera llegar a todos los territorios de la corona y a todos los súbditos. Además de imponerse sobre los poderes señoriales y eclesiásticos.

La reforma del estado tuvo como objetivo la centralización del poder y la implantación de la uniformidad legislativa institucional en todos los territorios que compónían la corona española. La monarquía puso en práctica un programa de reformas con el que se pretendía modernizar el reino, aumentando la eficacia del gobierno y mejorar la economía del país sin alterar la estructura social del Antiguo Régimen.

 La Guerra de Sucesión le dio a Felipe V la ocasión de transformar el Estado.

Como los Estados de la Corona de Aragón habían apoyado al archiduque Carlos de Habsburgo, durante el conflicto, el monarca eliminó sus instituciones político-administrativas mediante los denominados Decretos de Nueva Planta, que dieron como resultado la unificación institucional de los distintos estados que compónían la monarquía. Los Decretos de Nueva Planta se  aplicaron conforme el rey se hacía con el control de los territorios. Así se eliminaron los tradicionales privilegios fiscales, de los distintos reinos equiparándolos a los castellanos. Favoreciendo la centralización, se suprimieron los virreinatos que fueron sustituidos por capitanes generales con amplias atribuciones administrativas, judiciales y militares. Además, se establecíó una Audiencia en cada capital cuyos jueces eran nombrados por el rey, siendo la lengua castellana la utilizada en todos los procesos instruidos. En Cataluña se implantó el modelo castellano de corregimiento, siendo suprimidas las Cortes, la Generalitat y el Consell del Cent. Únicamente Navarra y los territorios vascongados conservaron sus privilegios e instituciones forales por su fidelidad a Felipe V durante la guerra de Sucesión. También, Felipe V, por Auto Acordado de 10 de Mayo de 1713, cambió la ley que regulaba la sucesión al trono, por la llamada Ley Sálica que excluía del trono a las mujeres.


En un primer momento el rey se rodéó de un Consejo Privado  compuesto por franceses (Orry, Ursinos), luego italianos (abate Alberoni) hasta que el rey se rodéó de nobles españoles que se encargaron del funcionamiento del Estado.

Felipe V creo Las Secretarias de Estado y del Despacho Universal, las reorganizó para convertirlas en departamentos con competencias en los distintos sectores de la administración. A lo largo del siglo XVIII, el sistema de secretarías experimentó sucesivas transformaciones.

Por otra parte, durante el reinado de Carlos III se introdujo la novedad del despacho colectivo (desde 1763), especie de consejo de secretarios que se reunía semanalmente para discutir todos los asuntos.

En 1718 se crearon las intendencias en las que altos funcionarios nombrados por el rey dirigían una provincia con funciones amplias y muy variadas.

El rey se propuso reformar el Ejército y la Armada. Se implantó una nueva forma de reclutamiento obligatorio por sorteo que fue denominado «las quintas». Se fundaron así los departamentos marítimos de Cartagena, Cádiz y el Ferrol, donde se construyeron astilleros y arsenales.

Debido a las deudas de la Corona española se propusieron equilibrar el presupuesto y racionalizar el sistema impositivo que siempre chocó con la oposición de los grupos privilegiados que no quisieron perder sus exenciones fiscales, pero la reorganización de la hacienda permitíó  equilibrar el presupuesto del Estado aumentando los ingresos que llegaron a triplicarse a lo largo de la primera mitad del Siglo XVIII. La recaudación tributaria se basaba en los impuestos indirectos, la totalidad de la compraventa de mercancía pagaba una serie de impuestos y los derechos arancelarios gravaban las importaciones. Además el Estado se reservó una serie de monopolios como el tabaco, los naipes, la sal, el papel sellado o el aguardiente

En el ámbito cultural los nuevos monarcas de la familia Borbón se preocuparon por mejorar la situación material y cultural de sus súbditos, difundiendo el pensamiento ilustrado francés. Con las Academias fundadas por Felipe V y Fernando VI, se mejoró la calidad de la investigación científica y artística. En 1744, Felipe V fundó la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando, cuya misión fue introducir el clasicismo como estilo artístico. Por otra parte el incendio del Alcázar en 1734, favorecíó la edificación del hoy Palacio Real.


La Política Exterior de Felipe V


El gobierno español activó su protagonismo en Europa lo que le llevó a una rivalidad con Gran Bretaña en un intento por recuperar Menorca y Gibraltar.

Cuando en 1714 murió la reina, María Luisa Gabriela de Saboyá; el rey se casa con Isabel de Farnesio, con el objetivo de recuperar nuestra influencia en la península italiana, rompiendo con ello el equilibrio establecido en Utrecht y enfrentarnos al Imperio austriaco.

Para evitar una nueva guerra después de nuestra invasión de Cerdeña y Sicilia, las potencias accedieron a reconocer al infante don Carlos (hijo de Felipe V e Isabel) como futuro Duque de Parma Plasencia y Guastalla. A partir de 1724 la política exterior estuvo dirigida por José Patíño que establecíó la definitiva alianza con Francia y que se concretarían en los llamados Pactos de Familia, que obligaron a España a participar en guerras muy alejadas del escenario peninsular, pero que favorecían la recuperación de nuestra presencia en Italia. El I Pacto de Familia (1733) nos llevó a intervenir en la Guerra de Sucesión de Polonia y tropas españolas ocuparon Nápoles y Sicilia, lo que hizo que el infante don Carlos se convirtiera en rey de Nápoles y Sicilia (Carlos VII). El II Pacto (1743), nos llevó a intervenir en la Guerra de Sucesión de Austria (y sin que el conflicto se hubiese solucionado murió en, 1746, Felipe V), que permitíó al infante don Felipe, convertirse en Duque de Parma, Plasencia y Guastalla.

II.- C) El reinado de Fernando VI


El rey impuso nuestra neutralidad en las relaciones internacionales y dejo la política en manos de consejeros españoles entre los que cabe destacar a don Zenón de Somodevilla, Marques de la Ensenada, y don José de Carvajal y Lancaster. El marqués de la Ensenada estuvo once años en el poder reuniendo varias Secretarias, con el propósito de mejorar la prosperidad interna del país. Intentó implantar en Castilla una Contribución única proporcional a la riqueza, que eliminase los antiguos impuestos, pero no se pudo ampliar por la oposición de los estamentos privilegiados. En cambio realizó el Catastro en 1750.

D) El reinado de Carlos III


Fernando VI murió sin hijos con lo que llega al trono de España su hermano Carlos III que puso en práctica el despotismo ilustrado (Su lema «todo para el pueblo, pero sin el pueblo», indicaba que los monarcas ilustrados no renunciaban a su soberanía absoluta y seguían concentrando en su persona todos los poderes del Estado, pero los déspotas ilustrados consideraban que la finalidad esencial de la monarquía era lograr


la felicidad de sus súbditos a través del buen gobierno, por lo que se preocuparon del bienestar material de la población.
). Sus ministros pusieron en marcha el programa de reformas liderado por el rey e hicieron frente a las resistencias que desde todos los estamentos se opónían a la modernización del Estado.

En política exterior se centró en la fachada atlántica para defender los dominios españoles en América. Cuando llega al trono continúa la Guerra de los Siete Años y entramos en ella por el III Pacto de Familia firmado en 1761, que supuso la ocupación inglesa de Manila y la Habana. La Paz de París que puso fin a la Guerra confirmó el predominio británico como potencia marítima a escala mundial y nuestra pérdida de influencia aparte de pérdidas territoriales.

 La revancha la obtendremos años más tarde cuando España participe apoyando a los colonos en la Guerra de las Independencia de las Trece Colonias frente a la Corona británica. La Paz de Versalles de 1783 hizo que España recuperara Menorca y las dos Floridas.

En política interior el rey desplegó un amplio programa de reformas que podemos ver en la política regalista de los Borbones que se plasmó en el Concordato de 1753 firmado con el papa Benedicto XIV. Con este concordato se extendía el Patronato regio a todo el territorio de la monarquía católica contribuyendo a reforzar el poder del monarca sobre la Iglesia.

El regalismo de cuño borbónico no hizo más que restaurar la regia prerrogativa en tiempos de Carlos III y ampliar su aplicación a los asuntos relacionados con el dogma. Se limitó el poder de la Inquisición, siendo utilizada por la Corona para el control ideológico. Aunque la extraordinaria influencia y poder de la Iglesia no disminuyó. Un ejemplo  fue que el 2 de Abril de 1767 el rey ordenó la expulsión de los jesuitas de España y de las Indias, lo que facilitó la introducción de reformas en la enseñanza desde la primaria a la Universidad. Las Sociedades Económicas de Amigos del País tuvieron un papel esencial en la difusión de nuevos conocimientos y en la extensión de estas reformas educativas.

En el ámbito económico se llevaron medidas para equilibrar nuestro déficit, pero las guerras acrecentaron los problemas y para evitar los motines si se creaban nuevos impuestos el Estado emitíó vales reales (deuda pública al 4% de interés) y el Banco de San Carlos (antecesor del Banco de España)

La agricultura recibíó atención preferente por parte de Carlos III influido por las ideas de los fisiócratas quienes consideraban que la única actividad generadora de riqueza para las naciones era la agricultura.


El continuo aumento de la población hizo necesario producir más alimentos, cuyos precios tendieron a aumentar constantemente. Además los motines de 1766 habían demostrado los peligros de las crisis de subsistencias. La reforma y modernización de la agricultura fue acometida con una serie de medidas. El Consejo de Castilla se encargó de recopilar información sobre los problemas agrarios a través de los intendentes. Entre los documentos y proyectos elaborados nos encontramos El memorial ajustado de Campomanes y el Informe de la Ley Agraria de Jovellanos, pero lo propuesto en ambos documentos no se llegó a realizar.

III.- CarácterÍSTICAS ECONÓMICAS Y SOCIALES

Evolución Demográfica de la España del Siglo XVIII


La población española fue en aumento a lo largo del siglo pasando de poco más de 7.000.000 a 11.000.000 al acabar el siglo. Sin embargo la densidad de población siguió siendo baja y la distribución muy irregular.  El 86% de la población era rural. La esperanza de vida a mediados del siglo era inferior a 30 años y la tasa de natalidad era del 42%0 y la de mortalidad del 38%0; estos era debido a las hambrunas provocadas por malas cosechas y la difusión de enfermedades contagiosas. Pero la adopción de medidas preventivas por parte de las autoridades como el traslado de los cementerios y la mejora en limpieza y alcantarillado mejoraron la vida de los súbditos aumentando la esperanza de vida y un aumento de la población.

La Sociedad Estamental


La población española estaba dividida en tres estamentos: Nobleza, Clero y Tercer Estado. Durante el Antiguo Régimen el estamento nobiliario formaba un grupo minoritario y privilegiado que se distinguía por su prestigio social, influencia política y poder económico. (En torno al 5% del total de la población española la compónía este estamento). Que acaparaba grandes extensiones de tierras y estaban exentos del pago de impuestos.

El Clero estaba compuesto por otro 5% aproximadamente de la población. Aunque hablamos de un estamento privilegiado, era el único que permitía movilidad. Los altos cargos estaban ocupados por miembros de importantes familias nobiliarias, mientras que el bajo clero estaba compuesto por lo general por miembros del campesinado. Las cuatro principales fuentes de ingresos eran: el diezmo, las rentas provenientes de sus tierras, las donaciones y por último los estipendios. Por otra lado, la mayor parte del dinero ingresado estaba destinado al sostenimiento de obras de caridad, mantenimiento de fábricas y culto.


El clero contaba con una capacidad extraordinaria de influir en las conciencias porque controlaba el contenido de la educación, tenía a su cargo la censura ideológica de las publicaciones escritas. Así, pues más del 85 % de la población pertenecía al Estado llano. Este era el grupo más heterogéneo, por la gran diversidad de situaciones y muy diferentes niveles de riqueza y cultura.

La Economía Española del Siglo XVIII


La economía española mantuvo un ritmo de crecimiento muy lento, con niveles de vida muy bajos para la mayoría de la población. Las estructuras económicas no experimentaron grandes cambios y el crecimiento económico fue más rápido en las regiones periféricas, y muy lento en el interior.

El sector agrario


La agricultura era el sector económico principal en la España del XVIII, ya que toda la población dependía directa o indirectamente de este sector. Según el censo de Floridablanca de 1787 el 70% de la población activa trabajaba en la agricultura. A lo largo del siglo la producción agraria crecíó, pero solo la producción no la productividad. El crecimiento demográfico y la necesidad de abastecerlo de alimentos provocaron un aumento de la roturación de tierras marginales con las mismas técnicas arcaicas que aumentaron la superficie cultivada pero con escasa productividad, consecuencia de ello fue la disminución de pastos, con lo que alimentar el ganado, pero la Mestal siguió manteniendo sus privilegios.

Los cereales fueron la base de la alimentación de la población, siempre sujeta la cosecha a las condiciones climáticas que provocaban alza de precios y afectaban de manera especialmente grave a las clases populares llegando a provocar motines.

 La introducción de nuevos cultivos (maíz, patatas) y la expansión del viñedo produjeron una mejora de la producción agrícola que fue muy desigual según las regiones.

El artesanado y las manufacturas


En el Siglo XVIII y en la segunda mitad aumentó la demanda de manufacturas debido al aumento de la población. Según el censo de Floridablanca (1787), el 14% de la población activa, se dedicaba a actividades industriales. La demanda textil hizo que aumentasen las manufacturas rurales, en las que trabajaban campesinos.

Las manufacturas reales, surgieron para atender las necesidades del Estado. Para dotar a los Reales Sitios se fundaron las Reales fábricas de Cristal de la Granja de San Idelfonso, Porcelana del Buen Retiro y Tapices de Santa Bárbara; estas no fueron nunca rentables y ocasionaron grandes pérdidas a la Hacienda pública.


Pero las fábricas de indianas de Cataluña supusieron el punto de partida de la industria textil moderna que se expandieron gracias a la prohibición de las importaciones, la demanda interna y los decretos de libertad de comercio (1765-1778).

El comercio

 El estado borbónico promovíó la actividad mercantil con el objetivo de lograr el equilibrio de la balanza comercial. Se apoyó la creación de compañías privilegiadas, que eran empresas privadas que recibían del estado la concesión del monopolio, sobre determinadas rutas o productos. Se fomentó el comercio y los intercambios interiores y exteriores aumentaron por la favorable coyuntura internacional y por el aumento de la población. El comercio interior siguió controlado por el estado y aunque se eliminaros las aduanas interiores (excepto en Navarra y provincias Vascongadas) las pésimas comunicaciones interiores contribuyeron a dificultar la expansión del comercio. A pesar de los grandes esfuerzos llevados a cabo durante los reinados de Fernando VI y Carlos III por crear una red radial de carreteras y que se plasmó en el trazado de más de 1200 kilometres de carreteras con puentes y canales. El comercio marítimo con América era un monopolio de España y esas mercancías eran distribuidas por Europa. La Corona siempre tuvo que hacer frente a la competencia de Gran Bretaña, Provincias Unidas del Norte y Francia que se esforzaron por romper nuestro monopolio en la América hispana y que actuaron con un contrabando bastante intenso, lo que hizo que el rey Carlos III para eliminar obstáculos ampliase la libertad de comercio con América a todos los puertos españoles y viceversa.

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