La Restauración Borbónica en España (1875-1902): Sistema Político y Crisis Finisecular

El Régimen Político de la Restauración (1875-1902)

1. La Restauración: Bipartidismo y Caciquismo

A. ¿Cómo se hizo y se consolidó la Restauración?

El 29 de diciembre de 1874, el general Martínez Campos, en Sagunto, proclamó a Alfonso XII rey de España. Cánovas tenía un programa político dado a conocer en el Manifiesto de Sandhurst, en el que prometía implantar un régimen constitucional y parlamentario estable: orden, patriotismo, religión católica y liberalismo doctrinario. Su intención era crear un sistema político similar al británico, basado en la alternancia de dos partidos burgueses.

Tras la temprana muerte de Alfonso XII, la Regencia de María Cristina (1885-1902) se inició con el “Pacto de El Pardo”, palacio en el cual Cánovas y Sagasta conversaron para que el conservador Cánovas dimitiera y se hiciera cargo del gobierno el liberal Sagasta, para evitar cualquier intento de revolución carlista o republicana y consolidar el bipartidismo al aceptar que, cuando hubiera crisis política, el partido de la oposición fuera el encargado de formar un nuevo gobierno.

En el reinado de Alfonso XIII (1902-1931), los dos grandes partidos dinásticos se dividieron y surgieron otras formaciones nacionalistas y obreras que se unieron a los republicanos.

B. Cánovas y la Constitución de 1876

La misión de las Cortes consistía en elaborar una Constitución que sirviera para la mayoría de los españoles y que evitara que cada partido político creara su propia Constitución. La Constitución de 1876 fue aprobada el 15 de febrero de 1876.

El primer principio de la Constitución de 1876 consistió en definir la soberanía compartida: el poder del Estado reside en el rey con las Cortes. Estas tienen el poder legislativo y se dividen en dos cámaras: el Congreso de los Diputados y el Senado. Los diputados son elegidos, mientras que los senadores pueden serlo de tres formas: por derecho propio (nobles), vitalicios designados por el rey o nombrados por las Corporaciones y los mayores contribuyentes.

De la Constitución de 1869 se mantuvieron una serie de libertades y derechos como la inviolabilidad del domicilio, la libertad de opinión, reunión, asociación y derecho de petición al rey, las Cortes o autoridades.

El artículo 11 fue muy discutido, al definirse como Estado confesional: la religión católica, apostólica y romana es la del Estado, lo que recuerda a la Constitución moderada de 1845.

Al aprobarse la Constitución, faltaba la aprobación por las Cortes de las leyes electorales. Los conservadores preferían el voto censitario: solo podían votar los varones de más de 25 años que pagasen al Tesoro una cuota mínima de 25 pesetas anuales de contribución territorial o de 50 pesetas de subsidio industrial. Los liberales optarían por el sufragio universal masculino en la ley electoral de 1890.

C. El Turno de Partidos: Conservadores y Liberales

El Partido Conservador canovista procedía de la antigua Unión Liberal, donde se integraron los restos del anterior Partido Moderado. Cánovas buscó consolidar un partido de oposición y permitió que lo hiciera el antiguo líder progresista, Sagasta.

Sagasta creó el Partido Fusionista (1880) y se impuso el sufragio universal masculino (1890). Tras esta fecha, se incorporaron al Partido Liberal muchos miembros del Partido Republicano Posibilista de Emilio Castelar.

Los dos partidos dinásticos compartían un fuerte sentimiento nacionalista (español), en el liberalismo y el capitalismo. Su objetivo era hacer compatibles la libertad política con el orden social. Los conservadores fusionaban ideas moderadas y de la Unión Liberal, mientras que los liberales fusionaban ideas progresistas y demócratas. Los límites eran marcados por la derecha con el carlismo y por la izquierda con el republicanismo, socialismo y anarquismo.

Los partidos dinásticos se comportaban como partidos de notables, donde los caciques y empresarios formaban una oligarquía en el poder, y la masa del pueblo (especialmente la rural), analfabeta, despolitizada y conformista, se mantenía al margen.

D. Oligarquía y Caciquismo

La formación del gobierno de la Restauración era diferente. El rey o regente encargaba al líder de uno de los dos partidos la formación del gobierno. Después, se convocaban las elecciones a Cortes. El Ministro de Gobernación tomaba las medidas necesarias para asegurar la victoria electoral, obtener una mayoría amplia en las Cortes y cesar en los cargos políticos a los del otro partido para colocar a los propios, con la colaboración de:

  1. Los caciques locales: señores rurales que tenían mucho poder e influencia, propietarios de tierras, proporcionaban empleo y hacían favores a los que les eran fieles y a sus clientes a cambio de facilitar al partido la victoria electoral mediante:
    • Encasillado: negociación entre el gobierno y los distritos electorales de los candidatos que convienen al gobierno.
    • Pucherazo: manipulación de los resultados electorales para ganar las elecciones.
  2. Los oligarcas: minoría política dirigente.

Piezas clave para el funcionamiento real del sistema: el político en Madrid, el cacique en cada comarca y el gobernador civil en la capital de cada provincia.

La decisión estaba ya tomada antes de realizar el proceso electoral y en los distritos rurales se conocían los resultados.

2. La Oposición al Sistema

A. La derrota y división del Carlismo

En 1875 el general Martínez Campos derrotó a los carlistas del interior de Cataluña y Primo de Rivera intervino en Navarra y País Vasco. En febrero de 1876 concluyó la guerra tras las batallas de Montejurra y Estella. La derrota del carlismo tuvo como consecuencia la supresión de los fueros.

Algunos carlistas, impulsados por las ideas de Cabrera, se fueron integrando en el sistema e incluso llegaron a colaborar con el Partido Conservador.

Unos, llegarían a ocupar escaños en el Congreso, mientras que otros, se integrarían en partidos nacionalistas vascos y catalanes.

B. La Oposición Republicana

Ruiz Zorrilla intentó derribar la monarquía con pronunciamientos. Los republicanos participaron regularmente en los procesos electorales, dirigidos por Nicolás Salmerón, artífice de la Unión Republicana (1893) que triunfó en Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia. De ese partido, saldría el Partido Radical de Alejandro Lerroux.

Existía una tendencia llamada posibilista frente al republicanismo radical y revolucionario, de tendencia más moderada, dirigida por Castelar. Se integró en el Partido Liberal. El republicanismo federal de Pi y Margall se transformaría a finales de siglo en los movimientos nacionalistas de Almirall en Cataluña,

Arana en Euskalerría o de Brañas en Galicia.

El republicanismo no supuso un serio peligro para la monarquía hasta el reinado de Alfonso XIII.

C. Los Movimientos Obreros

En los primeros años de la Restauración, bajo el gobierno de Cánovas (1875-1881), los conservadores practicaron una política de represión frente a las organizaciones obreras. Los atentados terroristas en contra de Alfonso XII se iniciaron de la misma forma que sucedió con los anarquistas europeos.

Los gobiernos liberales de Sagasta se volvieron más tolerantes. Los anarquistas (obreros catalanes y campesinos andaluces) se unieron en el Congreso celebrado en Barcelona en 1881 en la F.T.R.E. (Federación de Trabajadores de la Región Española).

Los socialistas, bajo la dirección de Pablo Iglesias, fundaron el PSOE en 1879, cuyas ideas se divulgaron en el periódico El Socialista. En 1888 nació el sindicato UGT. Estos ganaron adeptos principalmente en Madrid, Asturias y País Vasco.

En los años noventa, se disuelve la F.T.R.E. y los anarquistas convocaban huelgas generales y manifestaciones que celebraban el 1º de mayo desde 1890.

El anarquista Angiolillo asesinó a Cánovas en 1897 para vengarse de las ejecuciones de Montjuic.

El PSOE pactaría con los partidos republicanos.

3. Nacionalismo y Regionalismo

A. Los orígenes de los nacionalismos y regionalismos

Los principales nacionalismos fueron los de Cataluña, País Vasco y Galicia.

Desde mediados del siglo XIX se inició un proceso de recuperación lingüística y cultural, como la Renaixença en Cataluña.

Las ideas federalistas del Sexenio Democrático son la base del nacionalismo catalán y vasco a finales del siglo XIX. El gran desarrollo industrial y la masiva llegada de inmigrantes despertó el sentimiento catalán y vasco.

En España también surgieron nuevos regionalismos: en Valencia con la Renaixença de Teodoro Llorente o Constantí Llombart.

B. El Nacionalismo Catalán

El catalanismo es heredero del federalismo republicano de Pi y Margall. Valentí Almirall reunió el Primer Congreso Catalanista en 1880 y participó en la redacción del Memorial de Greuges que un grupo de catalanes envió al rey Alfonso XII. Este catalanismo quedará definido en 1892 en las Bases de Manresa.

Las crisis de los años noventa facilitaron la difusión de las ideas catalanistas: el Modernismo sustituye a la romántica Renaixença.

La coalición catalana triunfó en las elecciones de 1901 y se formará la Lliga Regionalista, dirigida por Francesc Cambó, que se declaraba conservadora y monárquica. Su objetivo era conseguir la autonomía del pueblo catalán dentro del Estado español.

El catalanismo lingüístico fue obra de Pompeu Fabra.

C. El Nacionalismo Vasco

En 1876 el fuerismo se convierte en el primer movimiento regionalista vasco.

El gran desarrollo de la banca y de las industrias siderometalúrgica y naval creó una importante clase media-alta vasca que defendía su personalidad con el antimaketismo: oposición a los españoles.

El nacionalismo vasco se inició gracias a un grupo de estudiantes vascos que residieron en Barcelona.

Nació y creció en Vizcaya (bizcaitarrismo).

Los valores de los vascos fueron defendidos por Sabino Arana, creador del PNV en 1895. Fomentó la defensa del catolicismo, la “pureza de origen vasco”, las tradiciones y lengua vascas. Este debía ser el primer paso para declarar la independencia de Euskal Herría.

Las ideas de Sabino se resumen en el lema: “Dios y Ley Vieja”. Afirmaban la raza vasca y sus tradiciones.

Los dirigentes siguientes, Ramón de la Sota y Eduardo de Landeta, moderarían la ideología del PNV que desde entonces ha oscilado entre los deseos independentistas y las tendencias autonomistas.

4. El 98: Fin del Colonialismo y sus Repercusiones

A. Las tres guerras de Cuba

La primera guerra de Cuba (1868-1878) no pudo resolverse ni por la Constitución de 1876 ni por la Paz de Zanjón (1878), firmada por el general Martínez Campos: se amnistió a los sublevados, pero no se cumplieron las promesas de reformas políticas ni se terminó con la esclavitud.

EE.UU. participó en la economía cubana a través de sus empresas azucareras.

La segunda guerra de Cuba o “Guerra Chiquita” fue dura y rápidamente reprimida por el ejército. En los años ochenta creció el interés de EE.UU. por Cuba.

Antonio Maura, Ministro de Ultramar, propuso conceder una amplia autonomía política. El proyecto no fue aprobado, Maura dimitió y estalló el conflicto cubano de 1895. En enero, desde Nueva York, José Martí ordenó el alzamiento.

En febrero se inició la tercera guerra de Cuba tras el “Grito de Baire”, dirigida por Máximo Gómez, quien murió en combate frente a las tropas de Valeriano Weyler, partidario de la represión y de las reconcentraciones.

Sagasta tuvo que soportar las exigencias y ataques del presidente McKinley.

B. La Guerra con Estados Unidos en Filipinas y Cuba

La regente María Cristina tuvo un papel muy destacado con dos objetivos:

  1. Disuadir al gobierno de EE.UU. de intervenir en las colonias españolas.
  2. Obtener apoyo moral público de las principales potencias (Reino Unido y los tres imperios: ruso, alemán y austrohúngaro).

Entre abril y agosto de 1898, los modernos buques de guerra de EE.UU. derrotaron a los endebles barcos españoles en Filipinas y Cuba.

En Filipinas, los estadounidenses invadieron el territorio y en menos de dos horas hundieron todos los barcos españoles en Cavite.

En Cuba, el gobierno de Sagasta destituyó a Weyler y lo sustituyó por Ramón Blanco, que inició las negociaciones con los sublevados que concluyeron con la concesión de amplia autonomía para Cuba y Puerto Rico. McKinley, presidente de EE.UU., ya estaba decidido a intervenir. Envió el crucero Maine al puerto de La Habana, que explotó el 15 de febrero de 1898, y la prensa estadounidense acusó al gobierno español de haber provocado el “atentado”.

McKinley solicitó y obtuvo permiso de las Cámaras para intervenir en Cuba, lo cual declaraba la guerra el 20 de abril.

Se iniciaron los desembarcos de Guantánamo y la flota del almirante Cervera fue aniquilada en Santiago de Cuba. Aunque la provincia de Occidente ofreció resistencia, los sublevados acabaron con las tropas españolas.

Sagasta intentó negociar la paz a través del gobierno francés, pero EE.UU. impuso todas sus condiciones en la Paz de París. En Filipinas, durante seis meses más se mantuvieron luchando los “últimos de Filipinas” en la iglesia de Baler.

España cedió a EE.UU. Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En 1899 vendió a Alemania las Marianas y las Carolinas.

El desastre colonial del 98 culminaba el proceso de la pérdida de las últimas colonias españolas.

C. La Crisis del 98 y sus Consecuencias

Las consecuencias del “Desastre del 98” fueron:

  1. Cambios políticos: el Partido Liberal se dividió en varias tendencias y el Partido Conservador era dirigido por Antonio Maura.
  2. La economía española: Los enormes gastos de la guerra ocasionaron una devaluación de la peseta, inflación de precios, aumento del déficit del Estado y la necesidad de aumentar los impuestos y reformar la Hacienda.
  3. Frente al fracaso del nacionalismo español en 1898, los republicanos federalistas se incorporaron a los nacionalismos periféricos: catalán (Lliga Regionalista) y vasco (PNV).
  4. El sacrificio de los jóvenes y la exigencia del Ejército a los gobiernos de modernizar el armamento y recuperar su prestigio.
  5. Los intelectuales criticaron el sistema de la Restauración: Joaquín Costa.

5. Sociedad, Cultura y Educación

A. El papel de la Iglesia Católica y el Ejército en la sociedad

La Iglesia Católica mantuvo su influencia. La mayor parte de la sociedad siguió considerando al sacerdote como un personaje importante e influyente en la sociedad. Se continuaba asistiendo a la misa de los domingos.

La máxima: “El Ejército no interviene en política, pero los políticos no deben intervenir en los asuntos militares” se impuso cada vez más.

Gracias a Cánovas, el Ejército se mantuvo alejado de la vida política.

B. La Renovación Pedagógica

Se creó la Institución Libre de Enseñanza que pretendía renovar la metodología pedagógica. Se inició una renovación científica: Ramón y Cajal.

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