La Revolución Rusa de 1917: El inicio de un régimen socialista

La Revolución Rusa, en octubre de 1917, marcó un hito en la historia. Los bolcheviques tomaron el poder y establecieron la dictadura del proletariado. Previamente, en febrero, se produjo un episodio revolucionario marcado por la participación rusa en la Primera Guerra Mundial desde 1914, lo cual agravó las condiciones de vida de los campesinos y obreros e incrementó el descontento de los soldados. Además, se creó una república burguesa durante los «5 días» del 23 al 27 de febrero, que marcaron el principio de la revolución.

Estos días se iniciaron con una huelga de mujeres obreras de la industria textil en Petrogrado, que estaba desabastecida y la población carecía de alimentos básicos. Los patronos respondieron cerrando fábricas y dejando sin empleo a los trabajadores, lo que aumentó las protestas. El 24 de febrero se declaró una huelga general en la que se reivindicaron derechos laborales y políticos. Los soldados dialogaron con los obreros, se negaron a detenerlos y fusilaron a sus oficiales. El 26 de febrero, una ametralladora del ejército causó la muerte de 40 personas, lo que aumentó la rebelión de los soldados y provocó su unión con los obreros. Juntos, se dirigieron a la sede de la Duma.

El sóviet de Petrogrado llamó al resto del país a unirse a la revolución, mientras que los antiguos miembros de la Duma, que el zar había vuelto a disolver, constituyeron un gobierno provisional. El gobierno y la cúpula del ejército obligaron a Nicolás II a abdicar en su hermano Miguel para salvaguardar el régimen, pero Miguel renunció al trono y se produjo el fin del zarismo.

Después de la revolución, obreros, campesinos y soldados enviaron sus peticiones al sóviet de Petrogrado y al gobierno provisional. Los obreros reivindicaban una jornada laboral de 8 horas, mejores condiciones sanitarias y salariales, y participación en la gestión de las fábricas a través de comités. Los campesinos exigían el reparto de los latifundios no cultivados y el fin de la participación rusa en el conflicto mundial. Los soldados pretendían obtener indemnizaciones para los mutilados por la guerra, asignaciones económicas para mantener a las familias y reducir la dura disciplina militar.

El gobierno provisional no estaba dispuesto a satisfacer todas las reivindicaciones del pueblo ruso, y el sóviet de Petrogrado no tenía capacidad para atenderlas debido a la guerra y la crisis económica. Por lo tanto, la población organizó jornadas populares en las que los trabajadores se amotinaban, ocupaban fábricas y tierras, y declaraban huelgas. La revolución fue espontánea, no planificada ni dirigida por pensadores ni revolucionarios, ya que los bolcheviques se encontraban en el exilio. Esto provocó una duplicidad de poderes: la burguesía representada en el gobierno provisional y el proletariado organizado en los sóviets, dirigidos por el de Petrogrado.

El gobierno provisional estaba presidido por un aristócrata, el príncipe Lvov, e integrado por partidos conservadores, principalmente los kadetes, y solo contaba con un miembro del sóviet, Kerenski, del partido social revolucionario. En el sóviet de Petrogrado existían diferentes posturas: los bolcheviques y anarquistas creían que se debían romper los lazos con el gobierno y reclamar todo el poder para los sóviets, como afirmó Lenin. Los mencheviques y socialrevolucionarios defendían la colaboración con el gobierno para promover una revolución burguesa previa al socialismo.

Los delegados del sóviet propusieron un programa que el gobierno aceptó: elección de una asamblea constituyente, amnistía para los presos políticos y reconocimiento de algunos derechos, como el de huelga. Sin embargo, el gobierno provisional se mostró reticente a aceptar las peticiones de obreros y campesinos, lo que provocó jornadas populares con agitación social en las fábricas y en el campo. A esto se sumó el levantamiento de la guarnición de Petrogrado en julio, que se negó a marchar al frente debido al fracaso de la ofensiva de Kerenski contra los alemanes. Kerenski llevó a cabo una dura represión y una intensa campaña de propaganda antibolchevique.

A finales de agosto, Kornilov planeó un golpe de Estado para instaurar una dictadura militar apoyada por la burguesía y la iglesia ortodoxa. Esto proporcionó a los bolcheviques la oportunidad de recuperar protagonismo, ya que organizaron la Guardia Roja, una milicia formada por obreros, y lograron abortar el golpe. Kerenski destituyó a Kornilov y perdió también el apoyo de la derecha y del ejército, quedándose sin respaldo.

Las diferentes posiciones se pueden resumir en 3: continuar la guerra, llevar a cabo una guerra defensiva o abandonar la guerra. Tras el fracasado golpe de Estado de Kornilov, aumentó la popularidad de los bolcheviques. En octubre de 1917, se habían convertido en el principal grupo político de los sóviets de Petrogrado y Moscú. Lenin, intelectual y activista revolucionario exiliado en Francia, empezó a presionar al Comité Central para tomar el poder, ya que creía que un alzamiento en ambas capitales arrastraría a las masas.

Un sector moderado liderado por Kamenev y Zinoviev abogaba por esperar a la celebración del II Congreso de los Sóviets para tomar una decisión. Esta discrepancia partía de una diferencia ideológica: Kamenev creía que los sóviets, como asociaciones democráticas, estaban llamados a liderar la revolución, mientras que Lenin estaba convencido de que el grupo rector debía ser el partido bolchevique. Lenin llegó a Petrogrado el 23 de octubre y, apoyado por Trotsky y Stalin, convenció al Comité Central de llevar a cabo una insurrección y obtener el poder.

Trotsky formó un Comité Revolucionario Provisional (PVRK) y convocó a la Guardia Roja. Los bolcheviques ocuparon los centros neurálgicos de comunicación, como correos, telégrafos, puentes y estaciones, y alzaron barricadas. El 25 de octubre, la ciudad de Petrogrado quedó en manos de los bolcheviques. El resto de fuerzas políticas, mencheviques y socialrevolucionarios, abandonaron el II Congreso de los sóviets como muestra de rechazo a la insurrección. Como consecuencia, en la reunión de los sóviets, los bolcheviques quedaron como única fuerza política. En ella, Lenin expuso su programa, cuyos puntos clave se incluyeron en los conocidos como Decretos de Octubre.

Los Decretos de Octubre incluían medidas como la paz, la tierra y el poder. Se iniciaron negociaciones con Alemania y se firmó el Tratado de Brest-Litovsk en 1918, en el cual Rusia perdió muchos de sus territorios y reconoció la independencia de Ucrania, lo que implicaba la pérdida de un tercio de la población y numerosos centros de producción. Además, Lenin aceptó legitimar los repartos de tierra que ya se habían producido y prometió que la tierra se colectivizaría mediante los comités y sóviets agrarios. Por último, se nombró un gobierno provisional formado por obreros y campesinos llamado Consejo de Comisarios del Pueblo, y quedaba pendiente la convocatoria de una Asamblea Constituyente.

La revolución de octubre tuvo dos consecuencias inmediatas. Por un lado, provocó una Guerra Civil entre los bolcheviques y sus partidarios y los que se oponían a ellos. Por otro lado, se produjo la culminación del proceso revolucionario al instaurarse un gobierno controlado por el partido de los bolcheviques y los sóviets, con un programa plasmado en los Decretos de Octubre. En poco más de una década, Rusia había pasado de ser un Estado Imperial zarista a convertirse en un régimen socialista bolchevique que sería conocido como soviético. Entre uno y otro régimen habían estallado las revoluciones de 1905 y de febrero de 1917, y se había implantado un gobierno republicano burgués.

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