La Crisis del Antiguo Régimen en España (1788-1833)
Impacto de la Revolución Francesa
Carlos IV sucedió a su padre Carlos III. Al frente del gobierno se encontraba el conde de Floridablanca, quien cerró las fronteras con Francia, distanciándose de los ilustrados españoles. Tras la promulgación de la Constitución francesa, el gobierno español concilió con Francia bajo la dirección del Conde de Aranda, quien fue sustituido posteriormente por Manuel Godoy.
Crisis Económica de Finales del Siglo XVIII
A finales del siglo XVIII se produjo un estancamiento de la producción agraria. La Hacienda Pública vio disminuir sus ingresos y aumentar su deuda, mientras los gastos se incrementaban debido a nuevas guerras.
Guerra de la Convención (1793-1795)
Carlos IV declaró la guerra a la República Francesa (Guerra de la Convención). El ejército español (dirigido por el general Ricardos) ocupó plazas en el actual Rosellón francés, pero el ejército de Manuel Godoy fue derrotado y las tropas republicanas francesas tomaron gran parte de Girona. Esto aceleró los intentos de paz (Paz de Basilea). En el periodo posterior, la monarquía española se unió a Francia (alianzas) contra Gran Bretaña y Portugal. La Armada española sufrió graves reveses, destacando la Batalla de Trafalgar.
Guerra de la Independencia y la Revolución Liberal (1808-1814)
Estrategia de Napoleón y Crisis Interna
Un acuerdo entre España y Francia (Tratado de Fontainebleau) entre Napoleón y Godoy buscaba repartirse Portugal. Napoleón, sin embargo, quería ocupar la Península Ibérica para establecer un Reino independiente (cuyo monarca sería José Bonaparte). Las tropas francesas en Madrid, Barcelona y otras ciudades descubrieron las verdaderas intenciones de Napoleón. Godoy convenció a la familia real para trasladarse a Sevilla con la hipotética intención de huir a la América española.
Motín de Aranjuez (Marzo de 1808)
El Príncipe de Asturias (Fernando), junto con la corte contraria a Godoy, instigó un motín popular que culminó con la ocupación violenta del Palacete de Godoy. El motín provocó la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV a favor de Fernando (quien ascendió al trono como Fernando VII). Esto demostró la profunda debilidad de la monarquía española: padre contra hijo por el poder, con Napoleón como árbitro, mientras las tropas francesas ocupaban la Península.
Las Abdicaciones de Bayona
Ante esta situación, Napoleón convocó a Carlos IV y Fernando VII en Bayona para que abdicaran a favor de José Bonaparte. Posteriormente, una asamblea de notables españoles aprobó una Constitución otorgada por Napoleón (Estatuto de Bayona). Después, se reunieron algunos órganos consultivos del reino (como el Consejo Supremo de Castilla) para aceptar al nuevo rey. Algunos ilustrados (conocidos como afrancesados) se ofrecieron como colaboradores de José I.
2 de Mayo: Inicio de la Guerra
El 2 de mayo de 1808, un alzamiento popular en Madrid se extendió a otras ciudades. Los sublevados no aceptaron al nuevo rey y, ante la ausencia de un poder legítimo, se dispusieron Juntas Provinciales de Defensa en todas las ciudades españolas. Paralelamente, parte del ejército español se reorganizó y oficiales no alistados, junto con civiles, formaron partidas guerrilleras. Se inició así la Guerra de la Independencia (que duró hasta 1814, coincidiendo con la derrota del Imperio Napoleónico en Europa).
Juntas y Convocatoria de las Cortes de Cádiz
En 1808 se establecieron en España 13 Juntas Provinciales de Defensa. Algunos representantes de estas juntas formaron la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino. La Junta Central tenía como objetivos: fomentar la creación de nuevas juntas, dirigir los asuntos políticos, combatir a los franceses y redactar una Constitución para el reino. Algunas instituciones dudaban entre obedecer al nuevo rey o a la Junta Central, lo que generó dos bandos principales:
- Liberales: Partidarios de un régimen político basado en las ideas de la Revolución Francesa.
- Absolutistas: Defensores del mantenimiento del Antiguo Régimen.
La Constitución de las Cortes de Cádiz
Las Cortes Generales de Cádiz contaron con 184 diputados de diferentes ideologías, aunque la mayoría defendía posiciones ilustradas. Los trabajos para redactar la Constitución habían comenzado antes de la reunión de las Cortes con la creación de diferentes comisiones.
Obra Legislativa de las Cortes de Cádiz: La Constitución de 1812
Las Cortes promulgaron decretos que abolían los fundamentos del Antiguo Régimen:
- Libertad de imprenta: Se eliminó la censura para los escritos públicos, aunque se mantuvo para los religiosos.
- Abolición de los señoríos jurisdiccionales.
- Supresión de los gremios.
- Incautación de tierras comunales de municipios, órdenes militares y jesuitas.
- Derogación de los privilegios de la Mesta.
- Abolición de la Inquisición.
El 19 de marzo de 1812 se aprobó la Constitución. Proclamaba la soberanía nacional, establecía una monarquía constitucional y depositaba la función legisladora en manos de las Cortes. España se definía como un estado unitario que reconocía los derechos y libertades políticas de todos los ciudadanos.
El Retorno de los Borbones: El Reinado de Fernando VII (1814-1833)
La Restauración Absolutista (1814-1820)
En 1814, tras la derrota de Napoleón en Europa, Fernando VII regresó a España. Tanto liberales como absolutistas esperaban su llegada. 69 diputados absolutistas de las Cortes de Cádiz le entregaron un documento para restaurar la monarquía absoluta (el Manifiesto de los Persas).
Derogación de la Constitución y el Sexenio Absolutista
Fernando VII aceptó el Manifiesto y derogó la Constitución de 1812. El Rey, apoyado por los antiliberales y parte del ejército, anuló la obra legislativa de las Cortes y restableció la Inquisición.
El Trienio Liberal (1820-1823)
Entre 1814 y 1819, diversos alzamientos armados de sectores militares partidarios de la Constitución de 1812 fracasaron. En 1820, triunfó el pronunciamiento liderado por Rafael del Riego. El 1 de enero de 1820, en Cabezas de San Juan (Sevilla), Riego proclamó la Constitución de 1812. Fernando VII, viéndose vencido, pronunció la famosa frase: «Marchemos francamente, y yo el primero, por la senda constitucional». Se inició así el Trienio Liberal.
Estos tres años de régimen fueron el primer ensayo de gobierno constitucional. Se intentó cumplir los principios de la Constitución de 1812: los jesuitas fueron expulsados, las órdenes monásticas disueltas y sus territorios expropiados.
Primeros Grupos Políticos Liberales
Los liberales se dividieron en dos grupos:
- Moderados: Querían un pacto con los absolutistas, creando un sistema que aceptara las nuevas reglas, pero restringiendo algunos principios liberales.
- Exaltados (futuros progresistas): Buscaban radicalizar las medidas liberales, reduciendo el poder de la Iglesia y la nobleza.
Mientras tanto, los absolutistas conspiraban para derrocar el régimen. Establecieron una Regencia en Seu d’Urgell que asumía la representación del monarca.
Golpe de Estado y Fin del Trienio
Nobles y clérigos organizaron partidas militares que acosaban a las tropas constitucionales, controlando zonas catalanas y navarras. A estos levantamientos se sumó la intervención de potencias europeas (acordada en el Congreso de Verona), que concretó la entrada de los Cien Mil Hijos de San Luis, un ejército de 60.000 franceses y 35.000 españoles.
La Década Ominosa (1823-1833)
A partir del golpe de estado, Fernando VII impuso la segunda restauración absolutista (hasta su muerte), caracterizada por una ola de represión y la abolición de las libertades políticas (muchos liberales fueron ejecutados, incluido Riego). La Iglesia se convirtió en el principal aliado de Fernando VII.
Se implementaron cambios en la organización del estado, como la institución del Consejo de Ministros y la reorganización de la Hacienda Pública, lo que permitió un despegue de la economía.
Los absolutistas reaccionarios respondieron ante estas reformas solicitando inmovilismo y mayor represión. En 1825, exigieron el Manifiesto de los Realistas Puros. Se produjo una sublevación catalana exigiendo la vuelta al régimen señorial absolutista. Paralelamente, los liberales continuaban conspirando.
