Ley de ayuntamiento 1840

4. EDUCACIÓN Y CULTURA

4.1.- La enseñanza primaria

El nivel de primaria había experimentado un retroceso durante el primer tercio del siglo XIX, pero se recuperó en las décadas que siguieron a la primera guerra carlista y a la consolidación del régimen liberal, “Ley provisional de primera enseñanza”-1838 / “Ley Moyano”-1857. Con estas disposiciones se hicieron escuelas incompletas “para niños” (nivel mas elemental), pues hasta la ley
Moyano no hubo escuelas para niñas (en el tramo de 6 a 9 años), no se estableció la gratuidad (aunque la enseñanza era obligatoria) pero los ayuntamientos hicieron un esfuerzo para que fueran gratuitas, esto se notó en la segunda mitad del siglo XIX.

Escuelas de carácter unitario, esto explica la ayuda de la “enseñanza mutua” o “enseñanza Lancasteriana”. Los locales, escuelas, tenían una habitual falta de higiene, elevada matrícula, elevado absentismo (en la primera etapa de la escuela española no había vacaciones), entre 1870-80, escuelas de nueva creación (1200 escuelas) aunque por las elevadas tasas de analfabetismo hubieran hecho falta muchas mas.

Otra novedad son las Escuelas Normales de formación de maestros y desde la ley Moyano también para maestras. (En Burgos por ejemplo, donde la educación fue prioritaria la Escuela Normal de maestros no se inauguró hasta 1896).

Las escuelas normales son debidas a Pablo Montesino, médico zamorano, el que impulsó, creó y dirigió en Madrid la “Escuela Normal” central y desde esta escuela se mandará a las provincias alumnos pensionados para que pongan en marcha las “escuelas normales” de las ciudades.

Esto implicaba una capacitacion del magisterio mas ordenada y un instrumento para la generalización de la instrucción primaria. La creación de estos centros experimentó una gran inestabilidad, se redujeron a principios de siglo varias escuelas normales y solo se mantuvieron en las ciudades que eran capital de un distrito universitario, en el resto de las ciudades no se consolidaron hasta la ley Moyano.

En 1870 el ritmo de creación de escuelas primarias se desaceleró, incluso en esta región, que se había avanzado en la escolarización, se estuvo muy lejos de alcanzar el número de escuelas necesarias, esto se ve en los estudios:

* Burgos: 1883, niños escolarizados 1000 / niños no escolarizados 1500, aunque algunos de estos últimos eran educados en centros privados subvencionados por el ayuntamiento.

Este déficit de centros no terminó hasta la república, en Burgos crearon don nuevos grupos escolares en la ciudad y eso que era una de las ciudades con mas plazas escolares atendidas.

Época republicana es cuando se hacen mayores esfuerzos en mejorar la educación primaria. Quiere erradicar el analfabetismo y mejorar el nivel cultural de los españoles. Eso no quiere decir que no se mejoren también las eseñanazas superiores, pues por ejemplo se incrementa el alumnado femenino en las escuelas de educación secundaria. En Valladolid se pasa de 59 escuelas en 1931 a 127 en diciembre de 1933, es decir, cuando termina el Bienio Reformista. Y podemos ver que se llegan a las 151 escuelas en 1936. En cambio en la provincia el ritmo de crecimiento es mucho menor.


Este desequilibrio se puede contemplar desde un punto de vista regional. Si llevamos nuestra atención a la ciudad de Burgos vemos que se llevó a cabo un gran esfuerzo, pasando de 24 escuelas en 1931 a 55 en 1935 y por otra parte se aumentó el número de escuelas graduadas. A pesar de este esfuerzo del ayuntamiento, en el año 35 seguían siendo más los niños escolarizados en centros privados. Concretamente había unos 3500 niños en las escuelas privadas frente a 2000 niños en las escuelas públicas.

Se crean comisiones mixtas por parte del Estado Republicano para sustituir la enseñanza confesional y hacerla pública: Ley de Congregaciones religiosas, 1933. Establece un nuevo marco para las actividades de órdenes religiosas: no podían dedicarse a la educación. Las comisiones mixtas fueron creadas para aplicar esta ley en las escuelas públicas. En la ciudad de Valladolid la comisión mixta mostró gran actividad y eficacia, poniendo en marcha nuevos centros para sustituir a los privados, mientras que en la provincia la adaptación resultó mucho más desigual (Olmedo y Tordesillas por ejemplo, hicieron poca cosa). Esto ocurría en la provincia de Valladolid pese a que al frente de la comisión se encontraba el socialista vallisoletano Federico Landrove, que por entonces además ocupaba el cargo de Director General de Primera Enseñanza, y que puso todo su empeño en buscar soluciones a este traspaso de lo privado a lo público.

Hay que tener en cuenta que la implantación de la enseñanza laica no se llevó a la práctica en todos los lugares, pese a que lo mandase la propia legislación republicana. Por ejemplo en la provincia de Burgos, en el 90% de los casos, la enseñanza de la religión no se suprimió, principalmente porque dentro del cuerpo de maestros de Burgos existía un mayor número de docentes afín a la Asociación de Maestros Católicos frente a las organizaciones republicanas.

Por lo que respecta a las MISIONES PEDAGÓGICAS que pretendían implantar en España (se implican importantes intelectuales de la época, entre ellos Lorca, que se hace cargo de la actividad teatral: La Barraca) lo que buscan es elevar el nivel cultural enviando misioneros a los pueblos mediante museos ambulantes, representaciones teatrales, proyecciones cinematográficas, bibliotecas… El balance de lo realizado en la provincia de Valladolid no fue muy prometedor, pues se limitaba el museo ambulante a Olmedo pero no a otros pueblos. En estas misiones solían participar los alumnos de las escuelas de las provincias, ayudados por algunos profesores; pretendían despertar el interés por la cultura y el arte al campesinado. En Segovia se realiza la primera misión pedagógica española a finales de diciembre de 1931. Este activismo misionero en parte se explica porque el terreno estaba ya preparado en esta provincia porque ya se habían llevado a cabo algunas actividades a partir de un centro:
La Universidad Popular Segoviana. Allí era más fácil que pudiera arraigar la acción de las misiones. Si volvemos a Valladolid también tenemos que mencionar que se dotaron de unas 80 bibliotecas diferentes pueblos de la provincia entre 1932-33, algo por debajo de la provincia de Segovia. Aunque lo realizado en Valladolid sería comparable a lo llevado a cabo en Burgos, donde había una mayor cantidad de municipios. En las provincias de León, Soria o Salamanca las realizaciones fueron más importantes. Pero en Valladolid hay que señalar que el gran impulso dado viene por parte de los ayuntamientos; este impulsó se materializó en la duplicación de la matrícula en los centros ya existentes, en el establecimiento de dos turnos diarios de asistencia,


en la clausuración de los locales que tenían peores condiciones de salubridad, en la agilización de los trámites… se va a procurar iniciar las obras de nuevos grupos escolares.

Hay que tener en cuenta que durante los años de la República se produjo un incremento de las escuelas graduadas, que llegarán a un total de 37. La atención prestada por el ayuntamiento a este tema, se puede ver claramente en el hecho de que en menos de un año (desde las elecciones del 12 de abril) funcionaban ya 20 escuelas nuevas y en que se había incrementado en un 60% la escolarización.

Este crecimiento de las plazas escolares no se detuvo en los años posteriores, con la única excepción de 1935. Se pasó de 7200 plazas en los cursos de 1935-36. Todo ello se va a traducir en Valladolid en una reducción muy importante en la tasa de analfabetismo  (del 25% baja al 19,5%). Además se va a lograr casi la erradicación de esta lacra en lo que respecta al grupo de edad de 11 a 15 años: por lo que respecta a los barones la tasa estaba en 0,8% mientras que en lado femenino se situaba en un 1,4%. Pero el de las niñas es el que más mejoró en el proceso de alfabetización. Desde el Ministerio de Educación Pública, que era llevado por el salmantino Filiberto Villalobos, se calificara de ejemplar la obra realizada por la corporación vallisoletana, poniéndola como ejemplo a imitar por otras ciudades del país.

El ámbito educativo fue uno de los principales focos de enfrentamiento ideológico entre partidarios de la República y contrarios a ésta. El pedagogo republicano Lorenzo Luzuriaga hacía hincapié en el laicismo, en la co-educación, en el papel primordial del Estado en la enseñanza… De ahí la aversión especial que posteriormente el bando franquista profesó a los docentes que aplicaron las reformar educativas republicanas.

El colegio de los jesuitas San José fue incautado, algo que el ayuntamiento deseaba acelerar para instalar en él una escuela pública, va a dar lugar a una viva reacción de los sectores católicos de Valladolid. Otra cuestión simbólica fue la elección de nombres para los grupos escolares: igual que cambio los nombres de las calles, renombró los colegios. Recurría a nombres literarios, filosóficos… siempre en sintonía con el proyecto republicano. Fijación de un nuevo calendario festivo, quitando las fiestas religiosas y cambiándolas por fiestas laicas. Es revelador la importancia que se da a estas iniciativas por parte del Estado, y la reacción de la derecha vallisoletana para asegurar la continuidad de los cuerpos docentes confesionales, a través de la prensa y la propaganda (difunden imágenes muy truculentas sobre la educación republicana).

Si nos trasladamos a Segovia, la continuidad de los centros religiosos va a ser un hecho incuestionable, hasta el punto de que en el año 36 seguían teniendo el monopolio de la enseñanza. En el fondo de esta confrontación se encuentra el intento de formar al niño republicano y al niño antirrepublicano.

En la política educativa destinada a fomentar la enseñanza primaria, la responsabilidad del ayuntamiento vallisoletano, en estrecha conexión con el gobierno de la República, fue fundamental. Debe de suponerse que con la colaboración militante de muchos maestros identificados con estas propuestas renovadoras y que estaban familiarizados con las nuevas corrientes pedagógicas.


También los libros de texto, pese a que se mantuvieron inicialmente los utilizados en la época precedente, conocieron una renovación y adecuación a los nuevos ideales educativos, ajustándose a una orden del Ministerio de 1932 que fijaba, para cada materia, una docena de obras entre las que deberían elegir los maestros, y que deberían reunir un conjunto de condiciones pedagógicas, científicas y literarias, suficientes. No podían ser contrarias al espíritu de las leyes vigentes, lo que no se cumplía en los centros confesionales o los regidos por seglares católicos. Se fomentaron las bibliotecas escolares como parte de una política que fomentaba la lectura pública. El ayuntamiento apoyó realizar excursiones pedagógicas, elemento básico de la Escuela Nueva.

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