Los Reinos Cristianos Ibéricos en la Baja Edad Media: Política, Crisis y Expansión

Los Reinos Cristianos en la Baja Edad Media: Organización Política e Instituciones en el Reino de Castilla y en la Corona de Aragón

La Corona de Aragón era una unión de: Aragón, Cataluña, Valencia y Mallorca con distintas instituciones y leyes, a las que los reyes se sometían por separado. La expansión en el Mediterráneo obligó a la Corona a pedir ayuda económica a las Cortes aragonesas y catalanas. Estas, en 1283, impusieron a Pedro III el Grande el juramento del Privilegio General de sus respectivos Fueros, y en Aragón a aceptar la jurisdicción del Justicia Mayor.

Los organismos de la administración central eran similares en ambos reinos: el Consejo Real, la Audiencia (tribunal de justicia) y los cargos al servicio de la Corte. La Hacienda controlaba los impuestos a través de las contadurías. En la organización territorial, ambos reinos aumentaron su control de los concejos. En Aragón, el rey tenía un representante (Lugarteniente) en cada reino, dividido en distritos.

En las Cortes se reunían nobles, miembros de la Iglesia y representantes de las ciudades, para aprobar subsidios a la Corona y atender sus peticiones. Las Cortes de Castilla tienen su origen en 1188, en León. En los siglos XIII y XIV su papel político fue intenso, pero en el XV disminuyó debido al proceso de señorialización. En 1359, Pedro IV de Aragón tuvo que aceptar la formación de una comisión de las Cortes catalanas, la Diputación del General, que se convirtió en un auténtico gobierno catalán. Esta institución se extendió posteriormente como Diputación General.

Los Reinos Cristianos en la Baja Edad Media: Crisis Demográfica, Económica y Política

En la Península Ibérica, la crisis demográfica hizo aparecer con crudeza el hambre entre la población. En esa situación sobrevino la Peste Negra. A la Península Ibérica llegó en 1348. Se convirtió en una enfermedad endémica que asoló el territorio.

La crisis económica tuvo un efecto negativo sobre la productividad agrícola. El aumento de la presión fiscal señorial y real sobre el campesinado ocasionó el abandono de ciudades y la migración. El retroceso de la agricultura propició el desarrollo de la ganadería y de la Mesta. La Corona de Aragón padeció una profunda crisis, por el hundimiento del comercio y de las actividades artesanales. El declive continuó durante el siglo XV. La actividad comercial castellana creció y se desarrolló el comercio atlántico e interior.

La crisis política ocasionó una cruenta guerra civil (1366-1369) entre el rey Pedro I de Castilla y la nobleza castellana, encabezada por Enrique de Trastámara. El triunfo recaería finalmente en Enrique, que iniciaría la dinastía de los Trastámara. Durante el siglo XV, la nueva dinastía intentaría reforzar el poder de la monarquía, lo que generaría nuevos conflictos. En la Corona de Aragón, la muerte sin descendencia de Martín el Humano plantearía el conflicto por la sucesión, que se solventó con el Compromiso de Caspe (1412). Juan II de Aragón tendrá que enfrentarse a una guerra civil que finalmente le lleva al trono.

Los Reinos Cristianos en la Baja Edad Media: La Expansión de la Corona de Aragón en el Mediterráneo

Durante el reinado de Pedro el Grande (1276-1285) se inicia el periodo de la expansión militar de la Corona de Aragón en el Mediterráneo. Estuvo impulsada por los intereses comerciales de algunas ciudades, donde comenzaban a dominar el comercio del Mediterráneo. Los reyes aragoneses incorporaron Sicilia, en 1282, y Cerdeña, en 1326, en lucha contra los franceses y el papado. Los Almogávares, mercenarios catalanes y aragoneses, al mando primero de Roger de Flor y luego de sus capitanes, conquistaron y pusieron bajo la autoridad nominal del rey los ducados de Atenas y Neopatria (1318).

A lo largo de la primera mitad del siglo XIV los reyes aragoneses consiguieron mantener las conquistas, enfrentándose a rebeliones y disputas dinásticas en Cerdeña y Mallorca, y en lucha con genoveses y venecianos. Al finalizar el siglo XIV, se perdieron los ducados griegos. Durante el siglo XV, la nueva dinastía Trastámara mantuvo el imperio, y consiguió incrementarlo con la conquista del reino de Nápoles en 1443. La lucha por el dominio de Italia marcaría la rivalidad entre aragoneses y franceses durante décadas.

Las campañas militares obligaron a la monarquía a mantener un gran esfuerzo militar y económico, y las conquistas en el siglo XIV impulsaron la prosperidad y el crecimiento económico, gracias al control de las rutas marítimas y del comercio de especias.

Los Reinos Cristianos en la Baja Edad Media: Las Rutas Atlánticas y las Islas Canarias

La toma de Algeciras en 1344 dejaba en manos castellanas el control del Estrecho de Gibraltar. Como consecuencia, Sevilla y los puertos andaluces se convirtieron en punto esencial en el viaje entre el Mediterráneo y el Atlántico. En Sevilla se instalaron agentes comerciales y banqueros. En la ciudad se desarrolló la construcción naval, y los vascos comenzaron a dominar el comercio marítimo.

El otro foco de la expansión fueron los puertos cantábricos, donde se centralizaba la exportación de la lana y del hierro vasco hacia los puertos de la costa francesa, Inglaterra y Flandes. La importancia de las rutas marítimas llevó a la Corona de Castilla a alinearse, a partir de 1369, con Francia, con una alianza militar. Las victorias castellanas aseguraron el dominio del comercio de Castilla en el Canal de la Mancha.

Los portugueses iniciaron, desde el siglo XIV, la exploración de Madeira, las Azores y la costa occidental africana. Juan I de Castilla invadió Portugal en 1383, lo que se saldó con el desastre de Aljubarrota (1385), que puso fin al intento de anexionar Portugal.

Jean de Béthencourt llegó a Lanzarote en 1402 y comenzó la colonización, en nombre del rey castellano. Fuerteventura, El Hierro y La Gomera fueron colonizadas. La expansión marítima y comercial del siglo XV hizo importantes los enclaves canarios.

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