Manuel Azaña y la Reforma Agraria en la Segunda República Española

Introducción

Este fragmento de texto, titulado “Causas de la Guerra de España”, es de carácter narrativo, político-social y económico. Fue publicado en 1939, año en el que finaliza la Guerra Civil Española. Su autor es Manuel Azaña, quien fue ministro de Guerra, jefe de Gobierno durante el Bienio Reformista y, en 1936, presidente del Gobierno durante el Frente Popular.

Estructura y Contenido del Texto

La idea principal del texto aborda la llegada de la República. El texto se estructura en tres párrafos, cada uno desarrollando una idea secundaria sobre la situación del país.

El primer párrafo aborda la aceptación de la llegada de la República y las esperanzas que la población depositaba en ella.

En el segundo párrafo, el autor contrasta las distintas situaciones económicas de la población en el país y la estructura de la propiedad de la tierra en diferentes zonas de España.

Finalmente, en el tercer párrafo, el autor justifica la acción de la República al implementar la reforma agraria, comparando la situación crítica de los trabajadores industriales con la de los campesinos.

Contexto Histórico y Comentario

El marco histórico del texto se sitúa en el inicio de la llegada de la República, el 14 de abril de 1931, un momento esperado por la mayoría de la población. Se estableció un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá-Zamora hasta diciembre de ese año.

A pesar de su provisionalidad, este gobierno inició importantes reformas, entre ellas la agraria. En el ámbito rural, se estableció la jornada laboral de 8 horas, la obligatoriedad para los patronos de dar trabajo a los jornaleros de su término municipal y la exigencia de que los propietarios agrícolas cultivasen sus tierras según las costumbres del lugar.

Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, Manuel Azaña, autor del texto, presidió un gobierno integrado mayoritariamente por republicanos de izquierda y socialistas. Este gobierno impulsó un programa para ampliar y profundizar las reformas iniciadas durante el período constituyente, con el propósito de afrontar los graves problemas irresueltos en España.

La llegada de la República, aunque basada en elecciones municipales (interpretadas como un plebiscito contra la monarquía) y no en un referéndum sobre la forma de Estado, fue ampliamente aceptada inicialmente, a pesar de las discusiones sobre su base legal.

Manuel Azaña cita como una de las causas para poner en marcha la reforma agraria los contrastes extremos entre los distintos niveles de renta de la población española. Estas diferencias se manifestaban, por ejemplo, en la concentración de poder económico en ciudades como Madrid (capital del Estado), el País Vasco y Cataluña, debido a su proceso de industrialización, en contraste con otras zonas.

Además, Azaña sostenía que, para solucionar los problemas agrarios, era fundamental abordar la estructura de la propiedad de la tierra, que consideraba extremista. Por un lado, existían los minifundios, terrenos de pequeñas dimensiones que dificultaban una producción comercializable, descritos en el texto como “la tierra está desmenuzada en pedacitos”. Por otro, los latifundios, grandes explotaciones agrarias a menudo con uso ineficiente de recursos, que el texto describe como “detenta en una sola mano todo el territorio de un pueblo”.

El autor plantea el problema agrario como un objetivo clave que debía abordar un buen gobierno, centrándose específicamente en la situación de los braceros (jornaleros). Se necesitaba mano de obra para la recolección de los cultivos. Según Manuel Azaña, esta situación debía solucionarse independientemente de la composición del gobierno, como se aclara en el texto: “con socialistas ni sin socialistas”.

Estas reformas agrarias buscaban la redistribución de la propiedad para satisfacer a los jornaleros sin tierras y obtener su apoyo para el nuevo régimen. Asimismo, se esperaba que incrementaran la producción total del sector agrario y estimularan el desarrollo de las actividades industriales y comerciales españolas. Los terrenos se obtenían mediante la expropiación, generalmente a cambio de indemnizaciones, con el objetivo de reducir el poder económico de los grandes terratenientes.

Dado que se intentó aplicar a todo el país de forma simultánea, los trámites resultaron excesivamente lentos y la reforma encontró una gran oposición, llegando casi a interrumpirse con el Gobierno de centro-derecha.

Finalmente, el Parlamento aprobó la Ley de Reforma Agraria en 1932. Sus puntos clave incluían:

  • Las tierras de la Grandeza de España fueron expropiadas sin indemnización.
  • Los latifundios fueron declarados expropiables a cambio de una indemnización del Estado.
  • Las tierras expropiadas se destinarían a campesinos para su explotación colectiva o en parcelas individuales.

Sin embargo, el número de asentamientos fue mucho menor de lo previsto, dejando insatisfechos tanto a los jornaleros como a los terratenientes.

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