El Reinado de Alfonso XIII y la Crisis del Sistema Político de la Restauración
Alfonso XIII fue el hijo póstumo de Alfonso XII (+ 1885) y de María Cristina de Habsburgo. Por este motivo, se tuvo que abrir en España un periodo de regencia, la de María Cristina, explicada en el anterior tema, desde 1885 hasta 1902, momento de la mayoría de edad del príncipe que, con 16 años, accedió al trono.
Las características de la política bajo el reinado de Alfonso XIII se dividen en dos etapas:
Primera Etapa (1902-1923)
Fue una etapa de gran inestabilidad política por la incapacidad de los sucesivos gobiernos para mantener un gobierno estable, ya que se mantenía el turnismo canovista. El caciquismo se fue poco a poco debilitando, debido al desarrollo urbano del país. Por otro lado, una gran parte de la población estaba en contra del régimen de la Restauración, como los republicanos, nacionalistas, socialistas y anarquistas.
El intervencionismo político de Alfonso XIII fue cada vez mayor, apoyando a los sectores más conservadores y tradicionales del ejército, lo que propició en 1923 el comienzo de la Dictadura de Primo de Rivera.
Segunda Etapa (1923-1931)
Esta etapa estará ocupada, en buena parte, por la dictadura de Primo de Rivera, durante la cual los problemas del país fueron aumentando: las clases sociales fueron tomando conciencia, así como los campesinos; las demandas obreras aumentaron, lo que provocó una serie de movilizaciones y conflictos entre patronos y trabajadores.
En lo referente a la cuestión religiosa, aumentaron las denuncias por parte de los sectores progresistas sobre el dominio de la Iglesia sobre la enseñanza (socialistas, republicanos, buena parte del Partido Liberal). También el Desastre del 98 y la Guerra de Cuba supusieron la degradación del ejército, un ejército en el que había muchos oficiales y mandos y faltaban recursos materiales y que, desde el comienzo del sistema canovista, fue relegado a un papel secundario.
El movimiento nacionalista se fue cristalizando, especialmente en el País Vasco y Cataluña. El interés por Marruecos aumentó, ya que fue visto como una nueva colonia tras el Desastre del 98, manteniéndose las posesiones históricas del norte de África desde tiempos de los Reyes Católicos e incluso antes.
Intentos de Modernización: El Regeneracionismo
Durante los primeros años del reinado de Alfonso XIII (1902-1907) se turnaron en el poder los liberales y los conservadores, como había sucedido en las últimas décadas. La duración media de estos gobiernos fue de tan solo cinco meses, debido a las constantes injerencias del monarca, que motivaron constantes cambios de gobierno.
Ante esta situación, nacieron dos tipos de regeneracionismo: uno oficial, desarrollado desde arriba para reformar la vida política, y otro extraoficial, con el objetivo de cambiar la situación política del país desde abajo, dirigido por nacionalistas, socialistas y republicanos, es decir, las fuerzas políticas fuera del sistema canovista.
En este ambiente se produjo la llamada Crisis de 1905, con la victoria en las elecciones municipales del partido nacionalista catalán, la Lliga Regionalista. Esto provocó la intervención del ejército en Cataluña, que quemó las imprentas de las que salieron carteles alusivos a la defensa del nacionalismo catalán. El gobierno del Partido Liberal se vio obligado a suspender las garantías constitucionales como medida de seguridad y, para ello, se puso en marcha la Ley de Jurisdicciones (1906-1931), que perseguía evitar las críticas a la unidad de España, recortando la libertad de imprenta y de expresión.
En 1907, con la llegada al poder del líder del Partido Conservador, Antonio Maura, elegido por Alfonso XIII como presidente del gobierno, se puso en marcha un nuevo tipo de regeneracionismo: económico, social y político. En este momento se crearon leyes para proteger la industria nacional, se reconstruyó la flota armada, hubo mejoras en la agricultura, se creó el antecedente de la Seguridad Social y se reguló el descanso dominical y la jornada laboral de mujeres y niños.
También, con el objetivo de atraer a los «neutrales» a la política, se emprendieron medidas regeneracionistas, acabando con el caciquismo rural, aunque ni los conservadores ni los liberales estaban dispuestos a hacerlo.
En este ambiente de inestabilidad se produjo la llamada Semana Trágica de Barcelona (1909), debido al auge de las movilizaciones obreras, protagonizadas por los anarquistas, cada vez más activos en la ciudad. El 26 de julio de 1909, la organización anarquista Solidaridad Obrera proclamó la huelga general, sucediéndose altercados callejeros, levantamiento de barricadas, incendio de conventos, vuelco de tranvías, etc.
Estos conflictos se vieron motivados por el Plan de movilización de reservistas, por el que fueron reclutados por orden del gobierno de Maura, hombres jóvenes a la fuerza, sobre todo en Madrid y Barcelona, para enviarlos a la Guerra de Marruecos. En dicha guerra se produjo el Desastre del Barranco del Lobo (27/07/1909), en el que murieron a manos de los marroquíes más de 1.200 soldados españoles, debido fundamentalmente al lamentable estado de las armas que utilizaron y a la falta de material y equipación con la que contaban.
La Semana Trágica de Barcelona terminó con más de 100 muertos, numerosos heridos, edificios destruidos, detenciones en masa y juicios, provocando incluso la caída del gobierno de Maura.
El Segundo Regeneracionismo: José Canalejas
Tras esta dimisión, José Canalejas del Partido Liberal subió al poder como presidente del gobierno (1909-1912), desarrollándose un segundo Regeneracionismo con medidas como la supresión de los consumos (impuesto indirecto vigente desde 1845 que gravaba los bienes de primera necesidad), se estableció el servicio militar obligatorio en tiempo de guerra, se aprobó la Ley del Candado, por la cual se prohibía, durante dos años, el establecimiento de nuevas congregaciones religiosas, reforzándose el carácter laico del Estado.
Realmente, esta nueva etapa de Regeneracionismo político no pudo llevarse completamente a cabo, ya que Canalejas fue asesinado en 1912 por un anarquista en la Puerta del Sol de Madrid.
Las Fuerzas Políticas de Oposición
Al margen de los partidos oficiales, existían otros partidos y movimientos que influyeron en ciertos sectores de la población y que se pueden clasificar en tres grandes grupos: tradicionalistas (extrema derecha), republicanos, socialistas y anarquistas (izquierda y extrema izquierda), y regionalistas y nacionalistas.
- Tradicionalistas: Tenían como objetivo restaurar la monarquía tradicional, entronizando al heredero de la rama carlista borbónica. Dichos pretendientes carlistas al trono vivían en el exilio y fueron designando delegados para dirigir el movimiento en España. Su apoyo se limitaba a ciertas áreas rurales de Cataluña, Navarra y las provincias vascas.
- Nacionalistas Vascos: Siguieron conservando sus principios ideológicos, basados en el integrismo católico, el rechazo del liberalismo y la defensa de una identidad vasca contrapuesta a la española. No obstante, había dos tendencias: una centrada en la lucha por la independencia vasca y otra dispuesta a aceptar una solución autonómica.
- Nacionalistas Catalanes: A diferencia de los vascos, eran liberales y no pretendían la independencia, aceptando incorporarse al gobierno de España a partir de 1917. El principal partido, la Lliga Regionalista, fundada en 1901 y de tendencia conservadora, proponía una federación de nacionalidades ibéricas. Hubo que esperar hasta la Segunda República para ver el nacimiento de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido nacionalista de izquierdas.
- Republicanos: Renunciaron a la vía de las armas hasta 1930, con el objetivo de establecer una forma de Estado diferente a la monarquía. Su principal líder fue Alejandro Lerroux, fundador en 1908 del Partido Radical, muy anticlerical y hostil al nacionalismo catalán.
- Socialistas: Junto a su sindicato UGT, preveían la toma del poder político por la clase trabajadora y la nacionalización de las empresas, incrementando su presencia política. Los socialistas promovieron una huelga general revolucionaria en 1917. Los partidarios en esa fecha de la Revolución Rusa se escindieron en 1921 para formar el Partido Comunista de España.
- Anarquistas: Tuvieron una gran fuerza en España. Su proyecto era la colectivización de la propiedad y la supresión del Estado, que sería sustituido por una federación de asociaciones locales de trabajadores. En 1911 fundaron la CNT como una organización obrera de masas. Al margen de estas organizaciones anarquistas, siempre existieron pequeños grupos formados por los anarquistas más decididos, optando algunos por la lucha violenta en las calles, de tipo terrorista, a partir de 1892. Uno de los peores atentados se produjo en la calle Mayor de Madrid en 1906, cuando Mateo Morral, anarquista catalán, intentó asesinar a los recién casados Alfonso XIII y Victoria Eugenia con una bomba que causó 23 muertos y más de un centenar de heridos.
La Intervención en Marruecos y la Crisis de 1917
Los problemas del régimen siguen creciendo
Se rompe el turno de partidos, los gobiernos son inestables
A la muerte de Canalejas, el rey llamó a gobernar a los conservadores (1913) pero marginó a Maura, lo que provocó la desunión dentro del partido conservador. Tampoco el partido liberal consiguió estar unido. La desunión interna de los dos partidos dinásticos se tradujo en gobiernos inestables, de escasa duración, en un bloqueo parlamentario continuo y en la casi permanente suspensión de las Cortes. A partir de la Crisis de 1917 se recurrió, incluso, a gobiernos de concentración o salvación nacional, sin mucho éxito.
El influjo de la situación europea: La Primera Guerra Mundial
La neutralidad de España durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) reportó beneficios económicos. Aumentó la producción y exportación de productos agrarios e industriales a los países en guerra. Comerciantes e industriales se enriquecieron. Los beneficios no se reinvirtieron en mejorar los sistemas productivos.
El aspecto negativo fue una fuerte subida de precios que afectó a la clase obrera, funcionarios y asalariados, que vieron disminuir sus ingresos por la inflación. Las protestas populares se hicieron presentes en motines, disturbios y después en huelgas organizadas por los dos sindicatos mayoritarios, la UGT (sindicato socialista) y la CNT (sindicato anarquista creado en 1911); exigieron al gobierno que interviniera y controlara los precios.
La Revolución Rusa de 1917 sorprendió a todos: para los obreros fue una esperanza y un estímulo; para la burguesía y sectores conservadores, produjo temor. Algunos empezaron a desear una solución militar autoritaria para poner orden en la sociedad española.
La Crisis de 1917
En 1917, diversos sectores sociales coincidieron en una postura de exigencia y confrontación contra el gobierno, aunque con reivindicaciones diferentes:
- El Ejército: Se había convertido, desde la Ley de Jurisdicciones (1906), en un grupo de presión. En 1916, la oficialidad del ejército se organizó en una especie de sindicato o asociación, llamada Juntas Militares de Defensa, para exigir al gobierno mejoras económicas y profesionales (aumento de sueldo y ascensos por riguroso orden del escalafón militar). El gobierno intentó disolverlas pero fracasó y terminó admitiendo sus peticiones y reconociéndolas oficialmente en junio de 1917.
- La Oposición Política: Criticó a los partidos dinásticos y exigió una reforma constitucional para democratizar el Estado. El presidente del gobierno (Dato) clausuró las Cortes una vez más. Los parlamentarios catalanes, dirigidos por la Lliga, exigieron la reapertura de las Cortes y convocaron una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona en julio de 1917, a la que asistieron republicanos, socialistas y catalanistas. En esta asamblea se pidió la autonomía para Cataluña y la convocatoria de unas Cortes Constituyentes. El gobierno prohibió la celebración de la asamblea y cerró los periódicos catalanes y republicanos.
- El Obrerismo: Recogió el descontento de las clases populares ante la subida de precios. Los sindicatos CNT y UGT convocaron huelga general indefinida en agosto de 1917 en toda España, para la que buscaron el apoyo de sectores del ejército y de parlamentarios. La huelga de ferroviarios en el mes de agosto se radicalizó y extendió a otros sectores con gran éxito de participación. Los sindicatos asumieron el programa reformista de la Asamblea de Parlamentarios.
Consecuencias de la Crisis de 1917
El final de la Crisis de 1917 fue un cierre en falso:
- El ejército reprimió con dureza las movilizaciones de los trabajadores (las reivindicaciones militares pasaron a segundo plano).
- Demostración al país de dónde estaba la verdadera fuerza de orden y la fidelidad a la nación frente a los políticos.
- El comité de huelga fue juzgado y condenado a cadena perpetua (fin del movimiento proletario).
- Ante la radicalización de la situación, los parlamentarios de la oposición decidieron volver a reunirse en Madrid para exigir una reforma general del Estado y la convocatoria de Cortes constituyentes.
- El gobierno de Dato dimitió y el rey propuso un gobierno de concentración. La Lliga aceptó entrar en este gobierno; los socialistas y republicanos lo vieron como una traición. Fue el fin de la Asamblea de Parlamentarios.
El Desastre de Annual (1921) y sus Repercusiones
Tras los sucesos de 1917, la crisis del régimen de la Restauración se acentuó. Gobiernos débiles debieron hacer frente a un movimiento obrero muy radicalizado y a la Guerra de Marruecos. Ante su incapacidad, los militares intervinieron asumiendo de nuevo el protagonismo político.
El movimiento obrero radicalizado y el Trienio Bolchevique
El movimiento obrero se radicalizó por el impacto de la Revolución Bolchevique y la recesión económica tras la guerra mundial, que provocó la pérdida de muchos puestos de trabajo. El socialismo aumentó entre el electorado obrero, aunque una parte del PSOE se separó, creando el Partido Comunista de España.
La UGT alcanzó en estos años su madurez como sindicato industrial y creció el número de afiliados. La CNT, dirigida por Salvador Seguí y Ángel Pestaña, creó sindicatos únicos que agrupan a todos los oficios de un ramo (metal, construcción, etc.), aumentando espectacularmente el número de afiliados, sobre todo en Cataluña.
La conflictividad laboral promovida por la CNT afectó especialmente a Barcelona. La Huelga de la Canadiense en Barcelona (1919), seguida de una huelga general, desbordó al gobierno. Los militares y la patronal, apoyados por la Lliga, resolvieron el conflicto reprimiendo las huelgas, persiguiendo y encarcelando a sindicalistas, cerrando empresas, contratando pistoleros. Las autoridades apoyaron a los sindicatos de extrema derecha y aplicaron la ley de fugas, que permitía disparar al prisionero cuando huía. El pistolerismo se adueñó de las calles con un saldo de decenas de muertos. También en el campo andaluz se extendió la lucha sindical de la mano de la CNT.
La Guerra de Marruecos y el Desastre de Annual (1921)
En el reparto de Marruecos entre Francia y España en 1906 (Conferencia de Algeciras), España se reservó una franja en el norte (el Rif) y un enclave en la costa atlántica (Ifni). Francia ocupó pronto la zona que le correspondía en el reparto y obligó a España a hacer lo mismo.
Este nuevo colonialismo africano sirvió a los militares para recuperar el prestigio perdido en Cuba y a los intereses económicos de empresas y particulares (explotación de minas, construcción de ferrocarriles). La ocupación militar del territorio del Rif, iniciada en 1909, fue lenta y dificultosa. Las tribus nómadas bereberes vivían del pillaje y la guerrilla. Las tropas españolas, formadas por reclutas inexpertos, desmotivados y desconocedores del terreno, sufrieron frecuentes emboscadas de las tribus bereberes del Rif (cabilas). Las represalias entre ambos bandos se caracterizaron por su crueldad.
El Desastre de Annual (julio-agosto de 1921)
Entre los líderes de las tribus rifeñas destacó Abd-el-Krim, que consiguió aglutinar las cabilas en un movimiento independentista de masas contra los ocupantes extranjeros. Abd el-Krim declaró la «Guerra Santa» contra españoles y franceses.
La expedición militar del General Silvestre hasta el corazón del Rif, sin asegurar la retaguardia, fue cercada por los marroquíes en Annual. La retirada de las tropas españolas terminó en un desastre, solo comparable con el del 98 en Cuba (12.000 soldados muertos, pérdida de material de guerra). Abd el-Krim proclamó el emirato del Rif.