Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico. Pintura rupestre. Pueblos prerromanos. Conquista y romanización de la Península Ibérica

Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico. La pintura rupestre.

Los primeros restos de homínidos encontrados en la Península Ibérica datan de hace un millón de años aproximadamente, en lo que se denomina el Paleolítico Inferior (1,3 millones de años-150.000 años). Estos huesos pertenecen al Homo Antecesor, proveniente de Asia y localizado en el yacimiento de Atapuerca (Burgos). 400.000 mil años después aparecerá un nuevo homínido relacionado con el mismo yacimiento, el Homo Heidelbergensis, que va a evolucionar hace unos/200.000 años en el Homo Neanderthalensis, homínido adaptado al frío del glaciarismo y que vivirá también durante el Paleolítico Medio (hace 150.000-40.000 años). Su volumen craneal le permitirá llevar a cabo prácticas rituales funerarias. Finalmente, hace 40.000 años llegó desde África el Homo Sapiens, en el Paleolítico Superior (40.000 años hasta 5.000 a.C.), quien poseía una capacidad adaptativa superior a la del resto de homínidos, c que le permitirá prevalecer sobre los demás homínidos. Estas dos últimas especies presentaban un volumen craneal mayor, lo que se traducía en un intelecto superior. Esto les permitió realizar acciones abstractas, como enterramientos vinculados a rituales o pinturas en el interior de las cuevas.

Las primeras localizadas en España datan de hace unos 60.000 años y las realizaron los neandertales (descubiertas en 2018), aunque las más significativas son las realizadas por sapiens en Altamira, datadas entre 35.000 y 13.000 años de antigüedad. En el periodo Paleolítico los grupos sociales eran reducidos y nómadas, trasladándose para buscar alimento a través de la caza y la recolección, actividades que llevarán a cabo con útiles de piedra y hueso que fabricaban. Entre el 5.000 y el 3.000 a.C. se inicia en la Península Ibérica el Neolítico, un periodo en el que los grupos humanos se sedentarizan y comienzan a desarrollar la agricultura y ganadería y a usar objetos de cerámica. Este proceso penetra desde la franja mediterránea y se expande paulatinamente hacia el oeste.

Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: fenicios y griegos. Tartesos.

Los pueblos prerromanos son aquellos que se desarrollaron o llegaron a la Península Ibérica antes que los romanos durante el I milenio a.C. En torno al año 1200 a.C. llegan los celtas, quienes desarrollaron la cultura de los Campos de Urnas, en la que enterraban en un túmulo una urna con las cenizas del difunto. Durante la primera mitad del milenio surge en el sur de la península Tartesos, una civilización avanzada capaz de realizar estructuras arquitectónicas complejas e importantes trabajos de orfebrería, como el tesoro áureo del Carambolo. Esta cultura estuvo influenciada por uno de los pueblos colonizadores que llegan el siglo IX a.C., los fenicios. Se asentaron en el sur y sureste y llegaron en busca de materias primas y comercio, fundando colonias como Gadir, Málaca o Sexi. A estos les siguen los focenses. griegos que provenían de la colonia de Masalia. Fundaron algunas colonias como Emporión y Rodes en torno al siglo VI a. C.

Finalmente llegaron los cartagineses (civilización surgida de la colonización fenicia y que había alcanzado su independencia) en el siglo VI, colonizando Cartago Nova o Ibiza. Los colonizadores introducirán algunos elementos culturales, como la moneda, el alfabeto o el torno alfarero. Durante la segunda mitad del milenio se desarrollan otras culturas prerromanas influenciadas por estos colonizadores, como la íbera, localizada en el sur y este peninsular, desarrollando una economía agraria y comercial, además de realizar destacables obras de arte, como la Dama de Elche. Junto a ellos se encuentran los celtíberos (centro-norte peninsular), lusitanos (suroeste peninsular), vetones (centro-oeste peninsular) galaicos, cántabros astures (norte peninsular)… Estas culturas desarrollaron una economía agraria en la que incluyeron las innovaciones coloniales.

Conquista y romanización de la Península Ibérica. Principales aportaciones romanas en los ámbitos social, económico y cultural

La conquista de la península por los romanos se dividirá en tres fases: el sur y levante peninsular fue conquistado durante la Il guerra Púnica (218-197 a.C.) llevada a cabo contra los cartagineses por el control de los territorios del sur y levante peninsular; la segunda se produjo entre los años 155 y 133 a.C., cuando se conquista el centro y oeste peninsular tras las resistencias de Numancia o de Viriato y los lusitanos; finalmente, entre los años 29 y 19 a.C. Augusto toma los últimos reductos resistentes del norte peninsular en las guerras cántabras. A la conquista le acompaña un proceso de romanización o introducción de una sociedad en mundo romano. La existencia de emperadores hispanos (Trajano, Adriano y Teodosio) será la prueba del alto nivel de romanización que alcanzará Hispania.

El latín, la movilidad de los soldados en el territorio peninsular y la adopción de las élites peninsulares de los elementos romanos serán vitales en este proceso, ya que transmitirán esta cultura al resto de la población. Producto de ello será la implantación de una administración provincial, en la que la península es dividida en provincias (Citerior, Ulterior, Tarraconense, Lusitania, Bética..). Se instituyó una economía colonialista con mano de obra esclava y se buscó explotar los recursos mineros peninsulares, como atestiguan las Médulas de El Bierzo. También se importaron cultivos, como la triada mediterránea. El derecho romano se impone en Hispania, al igual que la religión, tanto la romana, como después la cristiana. Importantes ciudades se fundaron, como Emérita Augusta o Itálica, en las que desarrollan importantes obras artísticas, como el Anfiteatro de Mérida o el Acueducto de Segovia.

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