Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico. Pueblos prerromanos. Romanización de la Península Ibérica

Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico. Pintura rupestre.

En la sierra de Atapuerca

Se localizan los restos de homínidos más antiguos de Europa. En 1994, se hallaron en la Gran Dolina restos de una nueva especie, el Homo Antecessor (800.000 a.C.), descendiente del Homo Ergaster (1.8 Ma) y con una capacidad craneal similar al Neanderthal, descubriendo una industria lítica apreciable (cantos trabajados), y un canibalismo gastronómico, aunque no dominan el fuego. En la Sima de los Huesos, se hallaron abundantes restos del Homo Heidelbergensis (350.000 a.C), directa evolución del antecessor, con una notable industria de bifaces y la práctica de una caza mayor. En cuanto al Homo neanderthalensis (150.000 a.C), descendiente del heidelbergensis, destaca una evolucionada industria lítica, y el enterramiento y culto a los muertos, así como un significante nomadismo. Con la última glaciación, el Homo sapiens domina en el Paletolítico superior (35.000-10.000 a.C), cuyo antepasado directo es el «Hombre de Cromagnon» (llegada a la península hacia 40.000 a.C), que vivía en cuevas y tenía una tecnología desarrollada. Los grupos que formaban han dejado restos en El Castillo (Cantabria) o Nerja (Málaga). El arte rupestre fue la gran aportación, con pinturas naturalistas polícromas de carácter mágico, y la decoración de sus pertenencias con relieves, como atestigua la cueva de Altamira, Cantabria (18.000 a.C). El Mesolítico, transición entre Paleolítico superior y Neolítico (10.000 a.C), es marcado por el cambio de clima, el paso al sedentarismo y a depredador del mar, y no: deja la pintura levantina (esquemática, figura humana, movimiento, monocromía). El Neolítico (10.000 a.C), significó sociedades agrícolas, ganaderas, sedentarias y tecnológicas (piedra pulida), que produjeron tejidos y cerámica, desarrollándose la «cultura de la cerámica cardial» (Levante) y «cultura de los sepulcros de fosa» (Cataluña costera). Hacia 2.500 a.C surge la cultura del cobre (Almería) y se extienden por el interior el vaso campaniforme y el megalitismo (dólmenes, sepulcros de corredor, etc.), relacionadas con culto funerario, así como metales (economía) como cobre, plata, oro y el hierro (1000 a.C), vía mediterránea.

Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: fenicios y griegos. Tartesos.

Durante la Edad de Hierro, periodo protohistórico, se produce en torno al S.IX a.C la llegada a la Península de pueblos indoeuropeos y mediterráneos, produciéndose simultáneamente procesos de aculturación. Los primeros fueron los tartesos (S.IX-VI a.C), cultura de gran esplendor y rica en metales preciosos, situada en Andalucía occidental. El contacto con los fenicios (IX/VIII a.C) significó un gran desarrollo económico (comercio de plata y estaño) y cultural (escritura propia, sistemas artesanales, urbanísticos, etc.), hasta que desapareció a fines del s.VI a.C por motivos internos. El posterior contacto de colonizadores con pueblos indígenas dio lugar a dos áreas culturales y peninsulares diferenciadas: la ibérica y celtibérica (desde Andalucía hasta Languedor); y una segunda parte (Meseta y costa atlántica). Los pueblos mediterráneos, del valle del Ebro, área andaluza y actual Portugal son los íberos (S.VII/VI-III/II a.C), conglomerado cultural fruto de evolución de poblaciones autóctonas en contacto con fenicios y griegos. Conocían la moneda, la cerámica y la escritura, con economía agrícola y explotación minera. Los celtas, en el Hierro II (S.IX-I a.C) se daría lugar a los celtíberos (convivencia de celtas con cántabros, vascones, astunes, etc.), con una economía ganadera, conocedores del hierro y la moneda, con apenas testimonios escritos. Queda claro que la llegada de fenicios, griegos y cartagineses (colonizadores) estuvo motivada por intereses económicos. Los fenicios (IX-VII/VI a.C) establecieron colonias en la costa andaluza, como Gadur (Cádiz) o Sexi (Almuñecar) y factorías como Malaca o Gades. Los griegos (VIII/VII a.C) con fundaciones como Emporion (Ampurias) en la costa de Girona, muy importante cuando los griegos, derrotados por Cartago en «Alalia» (537 a.C) fundan colonias como Cartago Nova o Ebyssos (Mediterráneo occidental). Carácter militar y comercial: esclavos, moneda, alfabeto, etc.

Conquista y romanización de la Península Ibérica. Principales aportaciones romanas en los ámbitos social, económico y rural.

La conquista romana de Iberia fue muy lenta (218-19 a.C) y se realizó en tres fases, interrumpidas por periodos de inactividad bélica. En la primera (218-197 a.C) los romanos llegan a las costas en la II Guerra Púnica (218-201 a.C) contra Cartago. El apoyo de colonias griegas y territorios íberos fue determinante para hacerse con el control de las zonas más pobladas y ricas, surgiendo las provincias de Citerior (este) y Ulterior (sur). Durante la segunda (197-31 a.C) se conquistan la Meseta y noroeste peninsular, y ocupan las Baleares, además de aplastar las revueltas íberas. Diversas guerras civiles (133-31 a.C) acaban con la República y originan el Imperio, con la participación favorable de los indígenas, con lo que las conquistas se paralizaron, y pueblos como los lusitanos resisten. En la última etapa (31-19 a.C) se accede a los recursos metalíferos, desde Galicia a Pirineos, conquistando las regiones celtibéricas y vasconas. Con la conquista, se inicia la romanización, un lento proceso que implica la asimilación de leyes, cultura, economía, religiones, idioma, costumbres, etc., intensificada al sur y este del Mediterráneo. Los síntomas fueron una gran organización político-administrativa del territorio en cinco provincias, divididas en conventis jurídicos y subdivididos en municipios; la extensión de la vida urbana mediante el desarrollo de las ciudades populi; los indígenas se enrolaban en el ejército como tropas auxiliares; concesión de ciudadanía a los mismos por medio del Derecho romano; la integración en circuitos sociales y económicos romanos; la extensión del latín y la desaparición parlantina de lenguas indígenas; nueva religión sincrética con predominio de formas grecolatinas y obligatorio el culto al emperador. En cuanto al legado artístico, caben destacar el teatro y el acueducto de Mérida, así como puentes. Sociedad esclavista, economía explotadora de recursos y exportadora.

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