Transformación de España en el Siglo XVIII: Reformas Borbónicas y Despotismo Ilustrado

El Cambio Dinástico y las Reformas Borbónicas en el Siglo XVIII

La Guerra de Sucesión y la Unificación del Estado

La Guerra de Sucesión fue, desde una visión global de la política internacional, el último choque de las potencias occidentales contra el hegemonismo francés de Luis XIV. Este fenómeno, particularizado en la península, se convirtió en una guerra civil. Sin embargo, en modo alguno se aprecia en los países forales intención alguna de desligarse de Castilla. Tampoco era un problema foral el que se dilucidaba, puesto que los fueros ya habían sido jurados en Cortes por Felipe V. Los verdaderos motivos de la dispar actitud eran las muy diferentes experiencias vividas en los últimos años.

Para Castilla, el siglo XVII y sus rectores habían sido desastrosos, fruto de la debilidad gubernamental, algo que se entendía que había favorecido la prosperidad de los países forales. En general, en Castilla, el apoyo a la causa borbónica fue unánime, no así en la Corona de Aragón hacia el archiduque, donde muchos de los partidarios austracistas lo eran más por razones de protesta antifeudal que estrictamente políticas (sobre todo en el reino de Valencia).

Los Decretos de Nueva Planta y la Centralización

Paralelamente al desarrollo de la guerra, el bando borbónico, a la postre el vencedor, fue cimentando el poder del Estado. El pretexto de la oposición de la Corona de Aragón a Felipe V sirvió para eliminar los fueros de sus reinos. El 29 de junio de 1707, el rey promulgó el primer decreto en este sentido, aboliendo los fueros de los reinos de Valencia y Aragón. En el preliminar del decreto se señalaron los motivos que le llevaron a tomar esta medida:

  • Su deseo de unificar a todos los reinos españoles con las leyes castellanas.
  • El dominio absoluto que poseía sobre los reinos de Aragón y Valencia.
  • La rebelión que, llevada a cabo en contra de su causa, debía ser castigada.

La Nueva Planta se fundamentó en el equilibrio de tres poderes: el militar, el gubernativo-judicial y el financiero, representados, respectivamente, por la Capitanía General, la Chancillería y la Superintendencia. Se introdujo un nuevo impuesto, que venía a aumentar la presión fiscal. En el caso valenciano se conoció como equivalente; en Aragón, única contribución. En cuanto a los municipios, se introdujeron los regidores castellanos.

Años más tarde (ya acabada la guerra), se introdujeron sendos decretos que abolían los fueros del reino de Mallorca (noviembre de 1715) y del Principado de Cataluña (15 de enero de 1716). También aquí se introdujeron los regidores (que, entre otras funciones, velarían por la supresión pública del uso de la lengua catalana) y los nuevos impuestos (talla para Mallorca y catastro para Cataluña). Estos impuestos, inicialmente lesivos como carga fiscal suplementaria, se fueron suavizando con el paso del tiempo al mantenerse inalterable la base sobre la que se hacía el cálculo anual del reparto, factor progresivo de desgravación fiscal.

Reforma de la Administración Central

Los órganos de la administración central también fueron reformados. Se suprimieron los Consejos territoriales (salvo el de Castilla, que pasó a convertirse en un órgano consultivo que actuaba a modo de Tribunal Supremo de Justicia). Se crearon igualmente las Secretarías de Estado y de Despacho, antecedentes de los ministerios para Estado, Guerra, Marina e Indias, Hacienda y Gracia y Justicia. Los Consejos homónimos no desaparecieron, pero las cuestiones más urgentes pasaron a ser resueltas por los nuevos secretarios de Estado, en contacto directo con el rey.

El Despotismo Ilustrado: El Reinado de Carlos III

Carlos III y el Absolutismo Reformista

Carlos III fue proclamado rey de España en 1759, contando con una larga experiencia de gobierno, pues desde 1735 había ejercido como soberano de Nápoles. Llevó a cabo tanto allí como luego en España un amplio programa de reformas gracias a la aplicación del llamado “Despotismo Ilustrado”, ese absolutismo benefactor que fue adoptado por buena parte de los monarcas europeos durante la segunda mitad del siglo XVIII con su lema “todo para el pueblo pero sin el pueblo” y cuyos objetivos prioritarios eran la educación, la cultura y la economía.

Etapas del Reinado de Carlos III

Dos etapas dividieron su reinado en España:

  1. Primera etapa (ministros italianos): Destacan ministros de procedencia italiana como Esquilache o Grimaldi. Se puso en marcha y a buen ritmo un ambicioso programa reformista, frustrado en buena medida como consecuencia del llamado Motín de Esquilache (marzo de 1766). Este motín estuvo motivado por diversas causas, como la abolición de la tasa de grano (es decir, del precio máximo que podía alcanzar) o el cambio de indumentaria (con el recorte de las capas y de las alas de los sombreros), pero contó con la instigación de sectores nobiliarios y eclesiásticos. Se acusó a los jesuitas, que fueron, como consecuencia, expulsados de los territorios españoles.

  2. Segunda etapa (ministros españoles): Dominada por ministros españoles, como el conde de Aranda o el marqués de Floridablanca, mantuvo una tónica reformista si bien más moderada y paulatina en su aplicación, lo que supuso una menor resistencia entre algunos sectores de la nobleza o del clero.

Reformas Clave del Despotismo Ilustrado

Se intentó reorganizar el sistema educativo con la finalidad de acabar con el atraso del país; se dignificaron todos los oficios para poner fin a la ancestral idea de que las profesiones manuales eran propias de plebeyos. Igualmente, se llevó a cabo un amplio programa de reformas de naturaleza económica en los distintos sectores productivos:

  • Agricultura: Se procedió al reparto de tierras comunales en Extremadura, a la repoblación de Sierra Morena, la reducción de algunos privilegios de los ganaderos de la Mesta y algunas obras de regadíos (tales como el Canal Imperial de Aragón o el Canal de Castilla).

  • Industria: Para fomentar su desarrollo, se rompió el monopolio de los gremios en 1772; se establecieron, con escaso éxito, nuevas Fábricas Reales (empresas de iniciativa pública que perseguían animar a la inversión industrial privada).

  • Comercio: Se adoptaron medidas tendentes a crear un mercado nacional, como la mejora de la red de comunicaciones o la supresión de aduanas interiores. Un decreto de 1778 estableció la liberalización del comercio con América para todos los puertos españoles y americanos, acabando con el monopolio ostentado hasta entonces por la Casa de Contratación.

  • Finanzas: Se estableció el Banco de San Carlos, precedente del futuro Banco de España.

No obstante, muchos de estos ambiciosos proyectos tenían ciertos precedentes importantes. Por otro lado, algunos de ellos escasamente superaron el estadio teórico y los realmente aplicados, en la mayor parte de los casos, no cubrieron plenamente todos sus objetivos.

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