Transformación de los transportes y la sociedad en el siglo XIX

REVOLUCIÓN EN LOS TRANSPORTES:

En el siglo XIX, la máquina de vapor fue aplicada a la locomotora y el barco. El motor de explosión se utilizó en el automóvil en el siglo XX.

El ferrocarril:

En 1804, R. Trevithick creó la locomotora de vapor con vías de madera. G. Stephenson perfeccionó el ferrocarril con raíles de hierro. En 1825 se inauguró la primera línea de ferrocarril en Gran Bretaña y en 1830 comenzó a funcionar la primera línea de pasajeros.

El barco de vapor:

R. Fulton inventó el barco con rueda de palas movidas por máquina de vapor en 1803. En 1807 se realizó la travesía entre Nueva York y Albany por el río Hudson. En 1819, el barco Savannah atravesó el Atlántico y en 1842 se dio la vuelta al mundo. A finales del siglo XIX, el 67% del tonelaje mundial correspondía a barcos de vapor.

El automóvil y el avión:

La invención del motor de explosión permitió su utilización en el coche y el avión. En 1855, K. Benz utilizó motores de gasolina para los primeros prototipos de coches. En 1903, los hermanos Wright realizaron el primer vuelo. Su gran utilización se dio hasta el primer tercio del siglo XX.

Capitalismo liberal:

Es la base del capitalismo, el librecambismo planteado por A. Smith, que defendía el libre comercio internacional sin la intervención del Estado. Se caracterizó por la propiedad privada de los medios de producción, la búsqueda de máximo beneficio y la acumulación creciente de capital.

Sistema industrial:

Está caracterizado por nuevos establecimientos y la fábrica. La producción a gran escala y la maquinaria permiten un gran volumen de producción y reducción de costes. La división del trabajo asigna a cada uno un trabajo específico, sin necesidad de cualificación.

Capitalismo financiero:

Para hacer posible las inversiones de capital, se crearon las sociedades anónimas y se constituyó el capital financiero, que es la unión de capitales procedentes del capital industrial, bancario y bursátil.

Transformación de la sociedad:

La sociedad pasó de ser estamental a una sociedad de clases, donde las diferencias se basaban en la propiedad privada y la riqueza. Destacan dos grupos muy diferentes: la burguesía y los proletarios. La familia se convierte en la base fundamental de la burguesía, donde el factor económico es más importante que los sentimientos. La higiene es escasa hasta el siglo XX, pero la vida social es intensa con actividades como el teatro y la ópera bajo reglas de etiqueta.

Vida del proletariado:

La mayoría de la población eran trabajadores que vendían su fuerza de trabajo por un salario. Se casaban jóvenes y tenían muchos hijos que ayudaban en la economía del hogar. El hombre era el cabeza de familia con un sueldo más elevado, mientras que la mujer era esposa y madre. Vivían en viviendas pequeñas, con poca intimidad y servicios compartidos, y tenían poco tiempo de ocio. A finales del siglo XIX, los sindicatos y los partidos obreros crearon centros de ocio para los trabajadores y reivindicaron el tiempo libre junto con la mejora de los salarios. El music hall y el deporte ganaron popularidad, mientras que el gasto se reducía en ropa y se destinaba más dinero a comida y alquiler.

Movimiento obrero:

Los orígenes se dan en 1811 con el movimiento ludita, donde los obreros destruían maquinaria. El socialismo utópico, representado por Robert Owen y Charles Fourier, y el marxismo científico, representado por el marxismo, surgieron como luchas de clases sin violencia. El objetivo a largo plazo del marxismo es la dictadura del proletariado y la sociedad comunista.

Anarquismo:

Bakunin lideró el rechazo al capitalismo y la lucha de clases con violencia. Propugnaban la suspensión del Estado y cualquier forma de autoridad, y se organizaban en comunas.

Internacional obrera:

Los obreros franceses y británicos fundaron la Internacional Obrera en 1864 con el objetivo de fortalecer la solidaridad internacional de los trabajadores. Sin embargo, las discrepancias entre socialistas y anarquistas dificultaron su funcionamiento y se disolvió en 1876. En 1889, se fundó la Segunda Internacional Obrera, una asociación de partidos socialistas fundados en diferentes países.

Reinado de Carlos IV:

En 1788, Carlos IV accedió al trono y se inició una política represiva debido al estallido de la Revolución Francesa. España participó en la guerra de la monarquía absoluta contra la Francia revolucionaria (1793-1795), lo que agravó la crisis económica. En 1796, Manuel de Godoy se alió con Francia en la guerra contra Gran Bretaña (1797-1801), lo que agravó aún más la crisis. La Guerra de Independencia se produjo en 1808, cuando las tropas francesas invadieron España. Las Cortes de Cádiz se formaron para resolver el vacío de poder y se instauró una monarquía constitucional.

Reinado de Fernando VII (1814-1833):

Fernando VII llegó a España después de la Guerra de Independencia y abolió la Constitución de 1812, reinstaurando la monarquía absoluta. Esto provocó pronunciamientos y, tras el pronunciamiento de Rafael del Riego, los liberales gobernaron durante el Trienio Liberal (1820-1823), instaurando una monarquía constitucional y jurando Fernando VII la Constitución de 1812. Sin embargo, el ejército de la Santa Alianza intervino y ayudó a Fernando VII, iniciando la Década Ominosa (1823-1833) con intentos de reforma y moderación del absolutismo. Carlos María Isidro fue sucesor de Fernando VII.

Independencia de las colonias americanas:

Entre 1810 y 1814, las colonias americanas se declararon independientes. Fernando VII recuperó el trono y envió tropas españolas para acabar con las insurrecciones. Entre 1815 y 1824, se produjo un nuevo movimiento de emancipación de las colonias y líderes militares como Simón Bolívar lucharon por la independencia. Para España, esta independencia tuvo consecuencias negativas, ya que dejó de ser una potencia internacional y sufrió una crisis en el comercio y la hacienda.

Regencias:

Tras la muerte de Fernando VII, su hija Isabel tenía solo 3 años, por lo que su madre María Cristina gobernó como regente. La Pragmática Sanción anuló la ley sálica y los liberales apoyaron a María Cristina, mientras que los absolutistas apoyaron a Carlos María Isidro, lo que provocó la Guerra Civil Carlista (1833-1839) entre isabelinos y carlistas.

Regencia de María Cristina:

María Cristina promulgó el Estatuto Real en 1834, que recortaba parte de los principios de la Constitución de 1812. Los moderados aceptaban la soberanía compartida entre la corte y la corona, mientras que los progresistas defendían la soberanía solo en las cortes y el sufragio censitario. Juan Álvarez Mendizábal fue nombrado presidente del gobierno progresista e inició una desamortización de tierras de la iglesia para una reforma agraria. Las reformas progresistas culminaron en la Constitución de 1837.

Regencia de Espartero:

Tras las elecciones, los moderados intentaron recortar el poder progresista con el apoyo de la reina. En 1840, la reina abdicó debido a sublevaciones populares y el progresista Espartero asumió la regencia, pero se enfrentó a la oposición de políticos de ambos bandos.

Reinado de Isabel II:

En el reinado de Isabel II, se llevó a cabo la consolidación de un estado liberal en España, donde progresistas y moderados se alternaron en el gobierno.

Década moderada (1843-1854):

Se promulgó la Constitución de 1845, que recogía las principales ideas del liberalismo moderado. Los moderados iniciaron la reorganización administrativa del estado.

Biennio progresista (1854-1856):

Se restauró la Constitución de 1837 y se llevaron a cabo importantes reformas, como la ley de ferrocarriles de 1855 y la ley de desamortización.

Últimos años del reinado:

Los moderados y los unionistas se turnaron en el poder. Se reinstauró la Constitución de 1845 y se produjo un periodo de estabilidad política y crecimiento económico. Sin embargo, el cambio político llegó con el derrocamiento de Isabel II y su exilio a Francia.

Sexenio democrático:

En 1868, se produjo una sublevación protagonizada por Francisco Serrano y Juan Prim, con el objetivo de superar la crisis y democratizar la vida política. Se celebraron elecciones a cortes por sufragio universal masculino y se aprobó la Constitución de 1869, la más democrática. La corona dejó de tener poderes políticos y las cortes eligieron a Amadeo I de Saboya como rey de España. Sin embargo, su reinado fue breve y, el mismo día de su abdicación en 1873, España se proclamó república.

Primera República (1873-1874):

Intentó consolidar la democracia, pero se enfrentó a divisiones internas entre federalistas y unitarios, así como a la guerra carlista, de Cuba y al cantonalismo, lo que provocó inestabilidad.

Restauración:

En 1875, se restauró la monarquía con Alfonso XII. Se estableció un sistema político liberal pero no democrático, con dos únicos partidos: el Partido Conservador, liderado por Antonio Cánovas del Castillo, y el Partido Liberal, liderado por Práxedes Mateo Sagasta. Ambos partidos coincidían en la defensa de la monarquía constitucional, el estado liberal y centralista, y pactaron un turno pacífico para gobernar durante más de 40 años, lo que se conoce como bipartidismo. Para garantizar el turno, se recurría al fraude electoral.

Estabilidad gubernamental:

En el reinado de Alfonso XII (1875-1885), se contribuyó a la estabilidad gubernamental y se llevó a cabo la redacción de la Constitución de 1876. Tras la muerte de Alfonso XII, asumió la regencia María Cristina de Habsburgo (1885-1902), y se mantuvo el bipartidismo. Se llevaron a cabo medidas reformistas, como la abolición de la esclavitud en Cuba o la implantación del sufragio universal masculino.

Crisis de 1898:

Se produjo una época de grandes dificultades, con atraso en la agricultura e industria textil. El mayor problema de España fue la guerra colonial en las colonias de Cuba (1895-1898) y Filipinas (1896-1898), que se originó por la política de bloqueo a las reformas administrativas y económicas. La intervención de Estados Unidos, que tenía intereses económicos en la isla, y la dura represión española favorecieron el estallido de insurrecciones. En 1898, Estados Unidos declaró la guerra a España y se firmó el Tratado de París, que puso fin al conflicto y concedió a Estados Unidos Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam.

Consecuencias del conflicto:

El conflicto provocó pérdidas económicas y agravó la crisis del régimen de la Restauración. Además, la pérdida del imperio causó una crisis cultural y de identidad en España.

Proceso de industrialización:

El proceso de industrialización en España comenzó en la década de 1830, pero fue lento y los niveles de renta y producción eran inferiores a los de los países europeos industrializados. La agricultura seguía siendo la actividad esencial. El proceso de industrialización fue desequilibrado, ya que solo la industria textil catalana y la siderúrgica vasca lograron despegar. Factores como la falta de capital, la inexistencia de un mercado interior, la escasez de recursos energéticos, la falta de red de transportes y comunicaciones, y la falta de inversiones dificultaron la expansión. Entre 1830 y 1850, se produjo la mecanización de la industria algodonera en Cataluña. Entre 1850 y 1860, se mecanizó el sector textil, lo que impulsó el desarrollo de la minería y la industria siderúrgica en Asturias, Málaga y Almería. A partir de 1880, la industria se concentró en Vizcaya.

Mundo rural:

Los campesinos eran el grupo social mayoritario en el siglo XIX y vivían en situaciones miserables. Las revueltas campesinas eran habituales.

Transformaciones sociales:

La nueva sociedad de clases dejó atrás la sociedad estamental, pero la evolución fue lenta. Las reformas liberales abolieron los privilegios estamentales, pero la nobleza mantuvo sus privilegios. La burguesía seguía siendo terrateniente y surgía una nueva dinámica de burguesía industrial en Cataluña y el País Vasco. También creció el proletariado industrial y se formó una clase media.

Movimiento obrero:

El movimiento obrero surgió como respuesta a las duras condiciones de trabajo y las desigualdades sociales. En 1840 se creó el primer sindicato y los obreros se organizaron en asociaciones de trabajadores del mismo oficio y lugar, con el fin de ayudarse mutuamente. La legalización de las organizaciones obreras permitió la creación de la Federación Regional Española de la Asociación Internacional de Trabajadores.

Anarquismo:

El anarquismo tuvo más presencia en Cataluña y entre el campesinado andaluz. Se dividía en anarcosindicalismo, que luchaba sindicalmente por una revolución social, y anarcocomunismo, que defendía la acción directa y actos violentos contra la burguesía y el poder político. Entre 1880 y 1900, se produjeron numerosos actos terroristas y hubo una represión indiscriminada por parte del gobierno.

Marxismo:

El marxismo tuvo más presencia en obreros de Madrid, Asturias y Vizcaya. En 1879, Pablo Iglesias fundó el PSOE y en 1888 su sindicato UGT. Defendían la participación en las elecciones para llevar al parlamento diputados obreros que defendieran los intereses de la clase trabajadora.

Continuidad de una economía agraria:

La tierra seguía siendo la principal fuente de riqueza en el siglo XIX. Los gobiernos liberales implantaron reformas para la modernización de la agricultura, como la disolución del régimen señorial y la desamortización de bienes eclesiásticos y comunales. A pesar de estas reformas, la agricultura española se caracterizó por su estancamiento. La propiedad de la tierra sufrió un proceso de concentración y se aumentó la extensión de tierras cultivadas.

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