Transformaciones Demográficas en España (1800-1900)
Entre 1800 y 1900, la población española pasó de 11,5 a 18,6 millones de habitantes, lo que supuso un crecimiento lento si se compara con el incremento registrado en otros países europeos. Las tasas de mortalidad se mantuvieron elevadas, y se produjeron crisis de subsistencia periódicas, epidemias, además de varias guerras. La distribución regional de la población acusaba grandes contrastes; así, al estancamiento en el centro de la península se opuso la concentración en la periferia, siendo Cataluña una excepción por parecer su modelo demográfico más europeo que español, provocado por las características de su transformación económica.
Migraciones y Crecimiento Urbano
El lento desarrollo económico pronto provocó un desequilibrio entre la población y los recursos, lo que se tradujo en un aumento de la emigración exterior que se dirigió principalmente a ultramar. Estos desplazamientos alcanzaron su máxima importancia a partir de 1882. Las migraciones interiores del campo a la ciudad no tuvieron una gran incidencia, aunque sí hubo un aumento de la población urbana perceptible, sobre todo en Barcelona y Madrid.
El crecimiento de las ciudades desembocó en una serie de transformaciones urbanísticas: el derribo de murallas y la creación de planes de ordenación urbana (canalización de aguas, iluminación de las calles, tranvía, etc.). Sin embargo, a principios del siglo XX, el 70% de la población continuaba residiendo en el medio rural.
De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases
Las distintas reformas liberales de la primera mitad del siglo XIX abolieron los privilegios estamentales, configurándose así una sociedad de clases basada en la riqueza, la propiedad privada y la igualdad jurídica. Los antiguos estamentos privilegiados mantuvieron sus privilegios sociales y económicos, mientras que en las clases populares creció un nuevo grupo: el proletariado industrial. Entre ambos extremos se fue formando una clase media que aspiraba a ascender en la escala social. Esta transformación fue lenta, y cabe recordar la persistencia del caciquismo.
Estructura de Clases
Clases Altas
- La nobleza: A pesar de la pérdida de sus privilegios, mantuvo sus propiedades territoriales e incluso se hizo con tierras desamortizadas.
- La burguesía terrateniente: También se benefició de las desamortizaciones y monopolizó el poder político. Estaba integrada por latifundistas, financieros y especuladores en bolsa.
- La burguesía industrial: Fue más dinámica, pero prácticamente inexistente fuera de los núcleos industrializados. Defendía los valores capitalistas y, políticamente, era muy conservadora y proteccionista. Aspiró a reemplazar a la nobleza tradicional en su papel dirigente e impulsó su modelo de vida como referente social.
Clases Medias
Era un grupo heterogéneo y muy reducido, excluido de la vida política. Estaba formado por la pequeña burguesía urbana (comerciantes, propietarios de talleres y pequeñas fábricas, etc.), los medianos propietarios rurales o arrendatarios, además de los funcionarios públicos y los profesionales liberales.
Clases Populares
Formaban la parte más numerosa de la población del país y estaban constituidas por jornaleros o proletariado rural. Su situación empeoró con las desamortizaciones, soportando unas duras condiciones de vida que favorecieron las insurrecciones y estimularon el arraigo del anarquismo. Las clases bajas urbanas crecieron constantemente a lo largo del siglo, y solo un pequeño sector estaba formado por el proletariado industrial (jornaleros y artesanos que vieron cómo sus condiciones de vida empeoraban al someterse al sistema fabril). La ausencia de regulación laboral y de protección social agravaba este panorama.
El Rol de la Mujer en la Sociedad del Siglo XIX
A partir del siglo XIX, se reforzó la idea de que la condición de la mujer en la sociedad venía determinada por su función natural de esposa y madre, por lo que las mujeres obreras tuvieron que compaginar el trabajo doméstico con el industrial, lo que suponía una doble jornada laboral. En España se reivindicó una educación femenina digna, exigencia promovida por Emilia Pardo Bazán, entre otras figuras.
El Movimiento Obrero en España
El movimiento obrero nació como respuesta de las clases trabajadoras a las duras condiciones de trabajo, las desigualdades sociales y la ausencia de legislación laboral que se dio desde los inicios de la industrialización y la aplicación de un sistema económico capitalista. Los obreros adquirieron conciencia colectiva de pertenencia a una clase con intereses comunes, lo que les llevó a organizarse.
Primeras Manifestaciones: El Ludismo
Las primeras manifestaciones fueron de tipo ludita: movimientos mal organizados y espontáneos contra las máquinas, ya que estas acababan con los puestos de trabajo. El suceso más espectacular de este tipo ocurrió en Barcelona, con la quema del Vapor Bonaplata.
El Asociacionismo Obrero
A partir de 1840, los obreros comenzaron a asociarse en organizaciones, que agrupaban a trabajadores del mismo oficio y localidad. Estas pretendían la ayuda mutua, defender los derechos de asociación y lograr una mejora en las jornadas laborales. La primera organización obrera de España, la Asociación de Protección Mutua de los Tejedores de Algodón, se creó en Barcelona (1840).
Expansión y Diversificación: La I Internacional y el Nacimiento del PSOE
La vida asociativa estuvo permitida durante los periodos de gobierno liberal. Cabe destacar la reactivación del movimiento en 1854, que un año después convocó la primera huelga general en España. Durante el Sexenio Democrático, se produjo el máximo apogeo del movimiento obrero. La legalización de las organizaciones obreras permitió el contacto con las asociaciones europeas, que en 1864 habían fundado la I Internacional.
En 1870 se creó la Federación Regional Española (FRE) de la AIT (Asociación Internacional de Trabajadores). La división entre socialistas y anarquistas en el seno de la AIT tuvo su correlato en la FRE, que adoptó de forma mayoritaria el anarquismo. La federación madrileña, que siguió defendiendo la opción marxista, fue expulsada, constituyendo así una nueva federación madrileña a partir de la cual se formó, posteriormente, el PSOE.
El PSOE y la UGT
Durante la Primera República, el movimiento obrero se extendió, cada vez más decantado hacia la acción revolucionaria. Con la Restauración, se ilegalizaron nuevamente las asociaciones obreras, hasta que, con el regreso de los liberales (Sagasta), se produjo cierta permisividad. Este hecho permitió la legalización del PSOE, que había sido fundado en 1879 por un grupo de tipógrafos encabezados por Pablo Iglesias, seguidor del socialismo marxista. El PSOE se constituyó como partido político en 1888, formándose a su vez la Unión General de Trabajadores (UGT), un sindicato vinculado al partido.
El Anarquismo y la FTRE
Los partidarios del anarquismo organizaron en 1881 la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE), en la que se siguieron dos tendencias: la anarcocolectivista y la anarcomunista. La violencia y el terrorismo anarquista protagonizaron la década de los ochenta y los noventa, con actos como los llevados a cabo por una supuesta organización secreta, la Mano Negra. Entre 1893 y 1897, los atentados se concentraron en Barcelona; entre ellos, cabe destacar el realizado contra el General Martínez Campos y el lanzamiento de dos bombas en el Teatro del Liceo.
La represión dura e indiscriminada ejercida por el gobierno de Cánovas afectó también a sindicalistas y organizaciones culturales y educativas. Los denominados Procesos de Montjuïc consiguieron una escalada de violencia que costó la vida a Cánovas. La represión y la división interna desorganizaron el movimiento anarquista, que tardó algunos años en reconstruirse.