Hitos Clave de la Historia Antigua y Medieval de la Península Ibérica

Cronología Esencial de la Hispania Antigua y Medieval

  • 218 a.C.: Desembarco en Ampurias de las tropas romanas.
  • 476 d.C.: Caída del Imperio Romano de Occidente.
  • 589 d.C.: Recaredo se convierte al Catolicismo (III Concilio de Toledo).
  • 711 d.C.: Invasión musulmana de la península (Batalla de Guadalete).
  • 722 d.C.: Batalla de Covadonga.
  • 732 d.C.: Derrota de los musulmanes en Poitiers.
  • 929 d.C.: Abd-al-Rahmán III se proclama Califa, inaugurando el Califato de Córdoba.
  • 1031 d.C.: Inicio de los reinos de Taifas.
  • 1035 d.C.: Muerte de Sancho III el Mayor (Reino de Pamplona).
  • 1085 d.C.: Alfonso VI conquista Toledo.
  • 1195 d.C.: Batalla de Alarcos (derrota castellana de Alfonso VIII).
  • 1212 d.C.: Victoria cristiana en las Navas de Tolosa.
  • 1492 d.C.: Conquista de Granada por los Reyes Católicos.

Prehistoria y Protohistoria

1. La Prehistoria: El Proceso de Hominización

Los recientes descubrimientos arqueológicos en la península ibérica confirman la importancia de este territorio para explicar la antigüedad del poblamiento de Europa. Los primeros pobladores llegaron a este continente desde África hace unos 900.000 años. El proceso evolutivo de la población europea atravesó las siguientes etapas:

  1. Homo antecessor: Corresponden los restos hallados en la sierra de Atapuerca, de 900.000 años de antigüedad.
  2. Homo heidelbergensis: El primero hallado en Heidelberg (Alemania), de 300.000 años de antigüedad. También encontrados restos en Atapuerca.
  3. Homo neanderthalensis o Hombre de Neandertal: Primeros fósiles hallados en Alemania. Con muchas similitudes con el hombre actual, capaces de hacer fuego y de enterrar a sus muertos. Vivieron hace entre 80.000 y 50.000 años.
  4. Homo sapiens: Conocido también como Hombre de Cromañón, cuya presencia en Oriente se remonta a hace 100.000 años y en la península ibérica a unos 40.000. Cromañones y neandertales parecen ser dos ramas independientes del Homo antecessor. El Homo sapiens acabó reemplazando al neandertal, que se extinguió hace unos 30.000 años. El hombre actual desciende del Homo sapiens.

La Evolución del Paleolítico al Neolítico

Durante el Paleolítico se produjeron las cuatro últimas glaciaciones. La península tenía un clima más frío y lluvioso y abundaba la fauna fría de grandes herbívoros. La economía era depredadora, basada en la caza y la recolección, y practicaban una vida nómada. Utilizaron como herramientas la piedra tallada y, después, el marfil y el hueso.

Hacia el 8000 a.C. tuvo lugar en el Próximo Oriente la Revolución Neolítica: apareció la agricultura y la ganadería. Se produjo la sedentarización, con los primeros poblados y la división social del trabajo. Mejoraron las herramientas (piedra pulimentada). El Neolítico se desarrolló en la península ibérica entre el 5000 y el 3000 a.C.

La Pintura Cantábrica y la Levantina

Las primeras manifestaciones de pintura rupestre corresponden al Homo sapiens y se concentran en el suroeste de Francia y la región cantábrica, destacando la Cueva de Altamira. Predominan los temas de animales, la representación es realista y utilizan varios colores (polícroma). No representan escenas, sino más bien figuras independientes entre sí. Se cree que tenían una finalidad mágico-religiosa.

La pintura rupestre levantina se dio sobre todo en el Neolítico. Se suele encontrar al aire libre. Es esquemática, monócroma y presenta una composición narrativa. Podemos mencionar los ejemplos de Cogull (Lérida) y Valltorta (Castellón).

La Importancia de la Metalurgia

El primer conocimiento del metal se originó en el Próximo Oriente hacia el 4000 a.C., pero tardó dos mil años en llegar a Europa. La metalurgia fue orientada inicialmente a la fabricación de armas, pero después fue empleada también para la fabricación de joyas y de instrumentos de trabajo.

  • Edad del Cobre (Calcolítico): El primer metal utilizado fue el cobre, hacia el 3000 a.C., asociado a la cultura de Los Millares (Almería).
  • Edad del Bronce: Posteriormente se mejoró la tecnología utilizando la aleación del estaño y del cobre. Destaca la cultura de El Argar (Almería), en torno al 2000 a.C.
  • Edad del Hierro: Finalmente llegaría a nuestra península la metalurgia del hierro, cuando el territorio peninsular entró ya en la Protohistoria o inicios de la Historia, de la mano de los pueblos celtas y de los colonizadores orientales.

El Megalitismo

Durante el Calcolítico y la Edad del Bronce destacaron en algunas zonas de la península un tipo de construcciones a base de grandes piedras (megalitos), como los dólmenes, menhires y crómlechs. Un ejemplo particular es la arquitectura talayótica de las Islas Baleares.

La Protohistoria: Pueblos Indígenas y Colonizadores

Llegaron a las costas levantinas fenicios, griegos y cartagineses, mientras pueblos indoeuropeos (celtas) penetraban a través de los Pirineos y se establecían en el norte y centro peninsular. Los pueblos colonizadores establecieron colonias y transmitieron sus conocimientos culturales.

  • Fenicios: Fundaron colonias como Gadir (Cádiz) y Malaka (Málaga).
  • Griegos: Fundaron Emporion (Ampurias) y Rhode (Rosas).

Griegos y fenicios establecieron sus colonias con el fin de comerciar con los nativos, especialmente con Tartessos. Este fue el primer reino organizado de la Península, muy rico en plata, cobre y otros metales, situado aproximadamente en el suroeste peninsular.

Cartago, antigua colonia fenicia, se convirtió en una gran potencia a partir del siglo VI a.C. y compitió con Roma por el control del Mediterráneo.

En vísperas de la conquista romana, se habían desarrollado dos áreas culturales bien diferenciadas en la península:

  • Área Ibérica: Sur y levante peninsular. Muy influida por los pueblos colonizadores y, por lo tanto, más desarrollada culturalmente.
  • Área Celta o Indoeuropea: Centro, oeste y norte, incluyendo a los celtíberos (fusión de celtas e íberos). Esta zona tenía una cultura materialmente más atrasada.

La Hispania Romana y la Monarquía Visigoda

A) La Conquista Romana de la Península Ibérica (218 a.C. – 19 a.C.)

La política exterior de Roma en el siglo III a.C. se había orientado a la expansión por el Mediterráneo occidental. La consecuencia fue el enfrentamiento con Cartago. En la Primera Guerra Púnica (264-241 a.C.), Roma ocupó Sicilia, Córcega y Cerdeña. Para compensar estas pérdidas, Cartago, bajo la dirección de tres grandes dirigentes militares de la familia Barca (Amílcar Barca, Asdrúbal y Aníbal), extendió su conquista por la península ibérica hacia el norte, fundaron Akra Leuke (Alicante) y Qart Hadasht (Cartagena), estableciendo esta última como su capital.

La victoria sobre Cartago en la Primera Guerra Púnica había despertado en los grupos dirigentes romanos la ambición de continuar la expansión territorial y conquistar la península. Los romanos llegaron a la península cuando los cartagineses atacaron Sagunto (ciudad aliada de Roma) en el 219 a.C. Fue la excusa para enviar dos ejércitos que desembarcaron en Emporion (Ampurias) el año 218 a.C. con el fin de frenar el avance de las tropas cartaginesas de Aníbal que iban hacia Italia. Se inició así la Segunda Guerra Púnica (218-201 a.C.). Hacia el 206 a.C., Roma consiguió controlar toda la costa mediterránea peninsular y expulsó a sus enemigos cartagineses.

La conquista romana de Hispania se desarrolló en varias etapas:

  • 1ª Etapa (218-197 a.C.): Ocupación del litoral mediterráneo y los valles del Ebro y Guadalquivir durante la Segunda Guerra Púnica.
  • 2ª Etapa (197-133 a.C.): Conquista del interior (Meseta). Fue una fase difícil por la resistencia de los pueblos indígenas contra los abusos de los administradores romanos. Destacan las guerras celtíbero-lusitanas (154-133 a.C.), con la resistencia de los lusitanos (liderados por Viriato) mediante tácticas de guerrilla, y la heroica resistencia de la ciudad celtibérica de Numancia, que cayó en el 133 a.C.
  • Periodo Intermedio (133-29 a.C.): Hubo un periodo de relativa estabilización, coincidiendo con las guerras civiles que sacudieron a Roma al final de la República (conflictos entre Mario y Sila, César y Pompeyo, Octavio y Marco Antonio tuvieron episodios en Hispania).
  • 3ª Etapa (29-19 a.C.): Conquista de la cornisa cantábrica. Las guerras cántabro-astures fueron dirigidas por el propio emperador Augusto y su general Agripa, quienes sometieron con dificultad a las belicosas tribus cántabras y astures, dando por finalizada la conquista de la Península. Se inicia un largo periodo de Paz Romana en Hispania.

La conquista completa duró casi 200 años.

B) El Proceso de Romanización

Desde el momento en que se inició la conquista, los romanos dejaron en nuestro país su huella. Al proceso de asimilación de la cultura y de las formas de vida romanas por parte de los pueblos conquistados se le ha llamado romanización. La romanización fue un proceso discontinuo con resultados desiguales. La zona más romanizada fue el área ibérica (sur y levante), por estar ya urbanizada y tener formas de organización social y económica más similares a las de Roma. El resto de la Península (centro, oeste y norte) fue más difícil de romanizar.

Los medios para llevar a cabo este proceso fueron:

  • La extensión de la vida urbana: Se fundaron ciudades nuevas (colonias como Emerita Augusta -Mérida-, Caesaraugusta -Zaragoza-) y crecieron las ya existentes (municipios).
  • El papel del ejército: Los soldados veteranos recibían lotes de tierra y se establecían en el territorio, difundiendo la cultura romana.
  • La administración territorial: La división en provincias facilitó el control y la gestión. Hispania se dividió inicialmente en Citerior y Ulterior. En época de Augusto, en Tarraconensis, Baetica y Lusitania. En tiempos de Diocleciano (finales del s. III d.C.), se crearon la Carthaginensis y Gallaecia, y posteriormente la Balearica.
  • El sistema político y la organización económica: Se impuso el sistema de producción esclavista, característico del mundo antiguo, y una economía colonial en la que Hispania exportaba materias primas (metales, aceite, vino, trigo, garum) a Roma e importaba productos manufacturados.
  • La estructura social: Formada por hombres libres (ciudadanos, no ciudadanos) y esclavos, con un grupo intermedio integrado por libertos (esclavos manumitidos).
  • La cultura:
    • La lengua: El latín fue un elemento esencial de unificación cultural y origen de las lenguas romances peninsulares.
    • El Derecho Romano: Conjunto de leyes elaborado por Roma a lo largo de su historia que contribuyó a la asimilación de la civilización romana. Los hispanos podían obtener el derecho de ciudadanía romana (plenos derechos políticos y civiles), que se generalizó para todos los habitantes libres del Imperio en el 212 d.C. (Edicto de Caracalla).
    • La religión: Primero el politeísmo pagano romano (con la asimilación de dioses indígenas) y el culto imperial. Después, el cristianismo, introducido muy pronto en la península (probablemente en el siglo I d.C.), que terminó convirtiéndose en la religión oficial del Imperio con el emperador Teodosio en el año 380 d.C.
  • Las obras de arte y de ingeniería: En el campo de las obras públicas destacaron los teatros (Mérida, Sagunto), anfiteatros (Itálica, Tarragona), circos, templos, arcos de triunfo, puentes (Alcántara), acueductos (Segovia, Mérida) y las calzadas (vías de comunicación), que servían para trasladar rápidamente las tropas y facilitar el comercio, como la Vía Augusta (que recorría la costa mediterránea) y la Vía de la Plata (que unía Emerita Augusta con Asturica Augusta -Astorga-).

En Castilla-La Mancha conservamos restos romanos importantes como los de Toletum (Toledo), conquistada en el año 192 a.C., Segóbriga (Cuenca) o el interesante yacimiento de la villa romana de Carranque (Toledo). Nuestra comunidad fue atravesada por varias de las grandes calzadas romanas.

La Crisis del Imperio Romano (Siglo III d.C.) y la Caída del Imperio de Occidente

A partir del Siglo III d.C. se produjo una profunda crisis en el Imperio Romano que afectó a todos los ámbitos: político, económico y social. Se frenaron las conquistas, lo que disminuyó la llegada de esclavos y riquezas, y las fronteras estaban cada vez más amenazadas por los pueblos bárbaros (germanos y otros). Se generó una anarquía militar (235-284 d.C.) que desembocó en guerras civiles y en una continua sucesión de emperadores asesinados.

Las ciudades se fueron empobreciendo y despoblando, mientras la vida se ruralizaba. Disminuyó la mano de obra esclava, lo que afectó a la producción agrícola y minera, y decayó la economía monetaria y el comercio. La sociedad se volvió más insegura y jerarquizada.

En el siglo IV, el emperador Diocleciano acabó con la anarquía militar y emprendió una serie de reformas administrativas y militares, que continuó Constantino, pero fueron insuficientes para evitar el declive del Imperio Romano. El emperador Teodosio, a su muerte en el año 395 d.C., dividió el Imperio entre sus dos hijos para facilitar su defensa: Honorio recibió el Imperio de Occidente (con capital en Roma, luego Rávena) y Arcadio el Imperio de Oriente (con capital en Constantinopla).

La parte occidental fue invadida progresivamente por diversos pueblos germanos (vándalos, suevos, alanos, visigodos, francos, burgundios, ostrogodos, anglos, sajones). En el año 476 d.C. fue depuesto el último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo. Los reinos germánicos sustituyeron la autoridad imperial en Occidente. Nacía así un nuevo orden político en Europa, basado en la fusión de la herencia romana y las aportaciones de los pueblos germanos. Uno de estos reinos sería el visigodo en Hispania.

La Monarquía Visigoda (Siglos V-VIII)

En el año 409, diversos pueblos germanos (suevos, vándalos y alanos) atravesaron las fronteras del Imperio Romano y acabaron penetrando en Hispania. Para frenarlos, Roma pactó con otro pueblo bárbaro que estaba ya bastante romanizado, los visigodos, para que actuaran como federados (aliados militares) y protegieran el territorio de Hispania en nombre del Imperio.

Entre 416 y 476, los visigodos combatieron a los invasores, acabando con los alanos y arrinconando a los vándalos (que pasaron a África) y a los suevos (que quedaron confinados en Gallaecia). Tras la desaparición del Imperio Romano de Occidente en 476, los visigodos crearon un reino independiente con capital en Tolosa (Toulouse, Francia), que se extendía desde el río Loira hasta el Tajo. Sin embargo, los francos los derrotaron en la Batalla de Vouillé (507) y los expulsaron hacia el sur de los Pirineos. Los visigodos acabaron estableciendo la capital de su nuevo reino hispánico en Toledo.

La monarquía visigoda se consolidó en la Península tras un proceso de unificación territorial, religiosa y jurídica:

  • Unificación territorial: Destacó el rey Leovigildo (568-586), que consiguió dominar gran parte de la Península, derrotando a los suevos e intentando expulsar a los bizantinos (que ocupaban parte del sureste).
  • Unificación religiosa: Leovigildo intentó también conseguir la unidad religiosa entre la minoría visigoda (arriana) y la mayoría hispanorromana (católica), pero fracasó. Fue su hijo Recaredo quien se convirtió al catolicismo en el III Concilio de Toledo (año 589), consiguiendo la unidad religiosa de los dos pueblos.
  • Unificación jurídica: Finalmente, el rey Recesvinto estableció un código común de leyes para ambos pueblos, el Liber Iudiciorum o Fuero Juzgo (hacia 654), superando la dualidad legal anterior.

Durante el reinado visigodo decayó la vida urbana, la economía monetaria y la cultura clásica, como en el resto de los reinos germánicos de Occidente, produciéndose una ruralización de la sociedad. Desde el punto de vista artístico, destacó la orfebrería (Tesoro de Guarrazar, encontrado en Guadamur, Toledo) y la arquitectura religiosa (pequeñas iglesias como San Juan de Baños en Palencia o San Pedro de la Nave en Zamora).

En la cultura destacó San Isidoro de Sevilla (c. 560-636) y sus Etimologías, especie de enciclopedia en la que se recogía gran parte del saber de la época clásica.

La monarquía visigoda era electiva, no hereditaria. Los nobles visigodos elegían al rey, lo que provocaba frecuentes luchas internas por el poder y debilitaba a la monarquía. Como consecuencia de una de estas disputas sucesorias, el reino visigodo desapareció en el 711, siendo rey Don Rodrigo. Tras la muerte del rey Witiza (hacia 710), sus partidarios no aceptaron la elección de Don Rodrigo y, para destronarlo, pidieron ayuda a los musulmanes que se habían asentado en el norte de África (los árabes y los bereberes). Un ejército musulmán cruzó el estrecho de Gibraltar y derrotó a Don Rodrigo en la Batalla de Guadalete en el 711. Así finalizó el reino visigodo y comenzó una nueva etapa en la historia de España: la España musulmana o Al-Ándalus.

Reinos Cristianos de la Baja Edad Media (Siglos XIV y XV)

Los dos últimos siglos medievales (XIV y XV) coinciden con un periodo de crisis general en toda Europa occidental. Se produce una concatenación de malas cosechas, hambre, epidemias (especialmente la Peste Negra) y guerras, que provoca una grave crisis demográfica y social.

  • Crisis demográfica y económica: En la primera mitad del siglo XIV hubo una crisis de subsistencia debido a una sucesión de malas cosechas «Pequeña Edad de Hiel»). A esto se sumó la llegada a la Península de la Peste Negra en 1348, que causó una enorme mortandad (se estima que murió entre un tercio y la mitad de la población europea) y una profunda crisis demográfica y económica (despoblación, abandono de tierras, caída de la producción agraria y artesanal, crisis del comercio).
  • Crisis social: Hubo un gran descontento entre los campesinos, que sufrieron el aumento de la presión señorial (los nobles intentaron compensar la caída de sus rentas endureciendo las condiciones de los campesinos, imponiendo los llamados»malos usos» en algunas zonas, que eran obligaciones o condiciones abusivas). Esto provocó levantamientos campesinos contra la nobleza (como las irmandiñas en Galicia o la guerra de los remensas en Cataluña). También hubo revueltas urbanas protagonizadas por las clases populares contra el patriciado urbano. Destaca también el movimiento antisemita que se extendió por toda Europa. En 1391 hubo grandes matanzas de judíos (progromos) en muchas ciudades de Castilla y Aragón. Muchos judíos murieron y otros optaron por convertirse forzadamente al cristianismo, lo que desencadenó a largo plazo el problema de los conversos (cristianos nuevos de origen judío), sospechosos de practicar su antigua fe en secreto.
  • Crisis política: Se abre un periodo de luchas y conflictos. Por un lado, entre la monarquía, que intentaba imponer su autoridad, y los estamentos privilegiados (nobleza y clero), que se negaban a ver reducidos sus poderes. Esto se tradujo en guerras civiles en Castilla (Pedro I contra Enrique de Trastámara), un conflicto dinástico en Navarra y un cambio de dinastía en Aragón (Compromiso de Caspe, 1412, que entronizó a los Trastámara). Hubo también una guerra civil en Cataluña (1462-1472) entre el monarca Juan II de Aragón y la Generalitat (que representaba a los grupos dirigentes catalanes).

La Organización Política en la Baja Edad Media

  • Corona de Castilla: La autoridad de la monarquía tendió a fortalecerse, a pesar de las guerras civiles. Ayudó a ello la difusión del Derecho Romano, que defendía la supremacía absoluta del rey. Se consolidaron instituciones centrales como el Consejo Real (órgano asesor del rey), las Cortes (asamblea estamental con funciones consultivas y fiscales, aunque con menor poder político que en Aragón) y la Audiencia (tribunal supremo de justicia, también llamado Chancillería).
  • Corona de Aragón: Era una confederación de territorios (Aragón, Cataluña, Valencia, Mallorca), cada uno con sus propias leyes e instituciones. Se mantuvo con fuerza el concepto de pactismo, es decir, la idea de que el poder del rey estaba limitado por las leyes (fueros) y por el pacto establecido con sus vasallos (representados por los grupos dirigentes: nobleza, clero y patriciado urbano en las Cortes). Las instituciones aragonesas más importantes surgieron o se consolidaron en esta Baja Edad Media:
    • Los Virreyes: Representantes del rey en cada territorio, a veces miembros de la propia familia real.
    • Las Cortes: Actuaban como contrapeso a la autoridad real, con más protagonismo político que las de Castilla. Existían Cortes independientes en Aragón, Valencia y Cataluña.
    • Las Diputaciones o Generalidades: Comisiones permanentes de las Cortes creadas inicialmente para recaudar los subsidios votados al monarca, que pasaron a tener funciones políticas propias y a vigilar el cumplimiento de las leyes. Destacan la Generalitat de Cataluña (1359), la Diputación del Reino de Aragón (1412) y la Diputación del Reino de Valencia (1419).
    • El Justicia de Aragón: Cargo desempeñado por un miembro de la nobleza, designado por el rey con el acuerdo de las Cortes, cuya función era interpretar y defender los fueros de Aragón frente a posibles pretensiones autoritarias de la monarquía.
  • Reino de Navarra: Prevaleció la doctrina pactista, y las prerrogativas de las Cortes impidieron el fortalecimiento del poder de la monarquía.

Los distintos reinos de España y del Occidente europeo saldrían progresivamente de esta profunda crisis a lo largo del siglo XV, sentando las bases para la Edad Moderna.

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