España en Crisis: De la Invasión Napoleónica a la Constitución de 1812

La Guerra de Independencia Española: Un Conflicto Transformador

1ª Etapa: Insurrección y Éxito Inicial Inesperado (Junio a Noviembre de 1808)

A finales de mayo de 1808, los ejércitos franceses lanzaron ofensivas desde distintos puntos para asegurar la ocupación del territorio español:

  • Desde Barcelona, con ataques hacia Gerona y Zaragoza.
  • Desde la Submeseta Norte, para asegurar el enlace con Francia. Un contingente se dirigió hacia la cornisa cantábrica y Santander con éxito. Otra parte del ejército avanzó hacia Galicia, venciendo a Blake y Cuesta en Medina de Rioseco (Valladolid). Un tercer contingente avanzó hacia el Ebro y asedió Zaragoza.
  • El ejército del centro se desplegó en dos direcciones: una hacia Valencia a través de Cuenca, dirigida por Moncey; y otra hacia el sur, dirigida por Dupont, para auxiliar a la flota francesa del puerto de Cádiz.

En el camino hacia el sur, las tropas francesas fueron derrotadas por el ejército armado por la Junta de Sevilla y dirigido por el general Castaños en Bailén (julio de 1808). Esta derrota francesa tuvo una gran repercusión internacional por ser la primera vez que el ejército de Napoleón era vencido en tierra. La derrota de Bailén retrasó la ocupación de Andalucía y obligó a las tropas francesas a replegarse hasta la orilla norte del Ebro. El monarca, José I, recién llegado a Madrid, tuvo que trasladarse a Vitoria. Mientras tanto, la resistencia española se reorganizó.

2ª Etapa: Reacción Francesa y Guerra de Guerrillas (Noviembre de 1808 a Junio de 1812)

Esta etapa estuvo marcada por la reacción francesa y el envío de tropas de refuerzo dirigidas por el mismo Napoleón para el control de las principales ciudades y vías de comunicación. La resistencia española se concentró en zonas rurales, sobre todo montañosas, donde actuaban las guerrillas: grupos aislados que atacaban por sorpresa y cuya mejor arma era el conocimiento del terreno.

Napoleón llegó a España a principios de noviembre con un ejército de 250.000 hombres, cruzó los Pirineos y estableció su cuartel general en Vitoria, donde se reunió con su hermano José I, refugiado allí tras la derrota de Bailén. Napoleón contó además con el apoyo de los mariscales Soult y Victor.

El primer triunfo francés se produjo el 9 de noviembre de 1808 en Espinosa de los Monteros (Burgos) frente al ejército de Blake. Unos días después cayó Tudela (Navarra), abriendo así el paso hacia Cataluña y Aragón. El general francés Moncey llegó hasta Zaragoza y sitió la ciudad durante tres meses (diciembre de 1808 – febrero de 1809), tiempo en el que las tropas españolas del general Palafox lograron resistir. El resto del ejército español sufrió una gran derrota en Uclés (Cuenca), el 13 de enero de 1809. En su marcha hacia el interior, Napoleón obtuvo otra victoria en Somosierra (Madrid), el 30 de noviembre de 1808.

La Junta Central, que estaba en Aranjuez, tuvo que trasladarse hacia el sur. El 4 de diciembre, el ejército francés entró en Madrid y Napoleón promulgó una serie de decretos con los que intentaba ganarse el apoyo del pueblo, entre los que destacaron:

  • La abolición del feudalismo.
  • La supresión de la Inquisición.
  • La reducción de los conventos.

Después de la toma de Madrid, Napoleón se centró en cortar el avance del ejército auxiliar inglés de Moore, que desde Portugal avanzaba hacia Valladolid. Moore se retiró a Galicia. La noticia de la formación de una nueva coalición antifrancesa en Europa hizo que Napoleón regresara a Francia en enero de 1809. Soult continuó la persecución de Moore hasta La Coruña y El Ferrol, obligando a las tropas inglesas a desembarcar.

El resultado de estos enfrentamientos dejó la parte norte de la península en manos francesas. La resistencia española se organizaba mediante la táctica de la «guerra de guerrillas», que se basaba en la movilidad de las tropas, el mejor conocimiento del terreno y la colaboración popular. Atacaban por sorpresa, cortaban caminos y comunicaciones, e impedían el abastecimiento de víveres para los soldados, entre otras acciones.

Mientras que la guerrilla actuaba en el norte, los ejércitos ingleses por el oeste y los españoles por el este intentaron avanzar hacia Madrid sin éxito. A pesar de ello, Sir Wellesley obtuvo una victoria en Talavera de la Reina (29 de junio de 1809), y unos meses después los ejércitos españoles fueron derrotados en la Batalla de Ocaña (19 de noviembre de 1809).

Los franceses, vencedores en sus campañas de Austria, lanzaron una ofensiva sobre Portugal y Andalucía. En esta última participó el propio José I, que atravesó Despeñaperros (18 de enero de 1810) para luego dividirse en dos líneas: una hacia la zona oriental (Granada y Málaga) y otra hacia Sevilla, sede de la Junta Central. Como consecuencia, la Junta Central se refugió en Cádiz y, poco después, debido a las críticas, fue disuelta y sustituida por un Consejo de Regencia.

En Portugal, el ejército francés no obtuvo buenos resultados en 1811, y Cádiz, gracias al apoyo naval, resistió a los franceses. En Levante, los franceses tuvieron éxitos como la ocupación de Lérida (mayo de 1810), Tortosa (enero de 1811) y Valencia (enero de 1812).

3ª Etapa: El Final de la Guerra (Julio de 1812 a Diciembre de 1813)

La guerra estaría determinada por la necesidad de Napoleón de tropas para la invasión de Rusia. Esto supuso la retirada de sus mejores tropas de la península, oportunidad que aprovecharon españoles e ingleses para derrotar a los franceses en la Batalla de los Arapiles (Salamanca, 22 de julio de 1812). José I abandonó Madrid camino de Valencia, al tiempo que Soult levantó el asedio de Cádiz y se retiró de Andalucía. Aun así, los franceses consiguieron organizar una ofensiva sobre Madrid que obligó a Wellington a replegarse hacia Portugal.

La derrota francesa en Rusia y la enorme pérdida de soldados (invierno de 1812-1813) hicieron retroceder a las tropas francesas en Portugal (primavera de 1813). El 15 de mayo se retiraron de Madrid y llegaron a Vitoria (15 de junio de 1813), donde fueron derrotados, así como en San Marcial (Irún, 31 de agosto de 1813). También se retiraron de Valencia y de Levante por los Pirineos orientales. A finales de año, Napoleón, vencido en Europa, negoció con Fernando VII su vuelta a España. La guerra en la península había terminado, a pesar de que algunas tropas españolas siguieron a los franceses más allá de los Pirineos.

Las Cortes de Cádiz y la Revolución Liberal Española

Al margen de los enfrentamientos bélicos, España sufría también una verdadera revolución política, alentada sobre todo por Napoleón, quien sabía que para acabar con el Antiguo Régimen era necesario llevar a cabo una serie de reformas políticas. Esto se manifestó en la declaración de José I como rey de España y de las Indias, y en la convocatoria de una Asamblea de Notables (150 diputados pertenecientes al clero, nobleza y Estado Llano, de los que solo acudieron 65) en Bayona, que aprobó el Estatuto de Bayona, en realidad una Carta Otorgada de escaso conocimiento y repercusión.

La Revolución Política y las Cortes de Cádiz

Las Juntas de Defensa tuvieron que hacer frente no solo a la invasión, sino también a la organización del poder en las zonas que no aceptaban la soberanía francesa. En España se gestaba una revolución política que suponía el fin del Antiguo Régimen; por lo tanto, la Guerra de Independencia fue también una guerra revolucionaria. El pueblo se levantó el 2 de mayo no solo contra los franceses, sino también contra Godoy y las abdicaciones.

El poder revolucionario residía en la Junta Central Suprema Gubernativa, formada por una treintena de miembros representantes de las Juntas Provinciales. Por otro lado, estaba lo que quedaba de las instituciones del Antiguo Régimen, como el Consejo Supremo de España e Indias, que reunía a todos los consejos consultivos de la monarquía absoluta. Este consejo trató de desacreditar al poder revolucionario de la Junta Suprema Central, responsabilizándola de las derrotas militares.

La Junta Central, que estuvo trabajando en la reunión de una convocatoria de Cortes, se disolvió (29 de enero de 1810) y fue sustituida por un Consejo de Regencia formado por cinco miembros. A pesar de los impedimentos por parte del Consejo de Regencia, las Cortes se reunieron en Cádiz, libre de la ocupación francesa y que contaba con el apoyo británico (Gibraltar). Los representantes llegaron de toda España a la Isla de León (San Fernando, Cádiz). Meses después se trasladaron a Cádiz.

La mayoría eran eclesiásticos, aunque también había representantes de otros estamentos, y todos compartían la idea de construir un nuevo Estado y promulgar una Constitución. Las Cortes se reunieron durante tres años (septiembre de 1810 – septiembre de 1813) y fueron las primeras Cortes ordinarias. La guerra y la ocupación de determinadas provincias hicieron imposible que muchos de estos representantes pudieran acudir, por lo que fueron sustituidos por naturales de esas provincias que residiesen en Cádiz. En principio fueron unos cien representantes, que más tarde llegaron a trescientos. Hubo muchos eclesiásticos (la mayoría), abogados, magistrados, universitarios, militares y algunos propietarios y comerciantes. Lo más curioso es que el voto fue por persona, no por estamento, como era habitual en el Antiguo Régimen. Así, las Cortes de Cádiz fueron las primeras Cortes modernas reunidas en España, siguiendo el modelo de la Asamblea Nacional Constituyente francesa de 1789. La tarea fundamental de las Cortes de Cádiz era acabar con los fundamentos del Antiguo Régimen y sustituirlo por las ideas de los ilustrados y el liberalismo.

La Obra Legislativa de las Cortes de Cádiz

La obra legislativa de estas Cortes no solo fue la promulgación de la Constitución de 1812, sino también la aprobación de una serie de decretos fundamentales:

  • El Decreto de Libertad de Imprenta (19 de octubre de 1810), aunque se establecía una Junta de Censura que dictaminaría sobre lo publicado.
  • El Decreto de Abolición de los Señoríos Jurisdiccionales (6 de agosto de 1811), que acabó con el nombramiento de jueces locales (jurisdicción) en los territorios de sus dominios.
  • El Decreto de Incautación de Bienes y Rentas de Traidores, la Inquisición, Órdenes Militares y Conventos Suprimidos (13 de septiembre de 1813), un intento de desamortización.
  • El Decreto de Abolición de la Inquisición (22 de febrero de 1813).
  • Los Decretos de Libertad de Contratación y Disolución de los Gremios (8 de junio de 1813).

La Constitución de 1812: «La Pepa»

El 20 de diciembre de 1810 se formó la comisión para redactar la Constitución, integrada por 14 miembros: siete realistas, seis liberales y uno independiente. La Constitución se aprobó el 19 de marzo de 1812, coincidiendo con el aniversario de la coronación de Fernando VII, por lo que popularmente se la conoció como «La Pepa», máximo exponente del liberalismo español.

Entre las ideas que influyeron en su elaboración destacan:

  • La Ilustración.
  • El derecho natural del siglo XVIII.
  • El constitucionalismo.
  • El reformismo radical.

La Constitución, compuesta de un discurso preliminar y 384 artículos divididos en 10 títulos, recogía los siguientes principios:

  • Monarquía Parlamentaria: Establecía una monarquía moderada y hereditaria.
  • Soberanía Nacional: Afianzada por la guerra contra los franceses, residía en la Nación.
  • División de Poderes:
    • Legislativo: Recaía en las Cortes junto al Rey. Las Cortes eran unicamerales y tenían iniciativa legislativa. La representación no era por estamentos, sino por diputados elegidos por distritos provinciales, mediante sufragio universal indirecto, y se renovaban cada dos años. Las Cortes tenían funciones de orden político, económico, financiero y control del gobierno. El Rey podía vetar temporalmente la promulgación de una ley, de manera que las Cortes no pudieran volver a proponer el mismo asunto hasta la legislatura siguiente; si las Cortes presentaban hasta tres veces una cuestión, aunque el Rey se negase, estaba obligado a aprobarla.
    • Ejecutivo: Recaía en el Rey. Era el jefe del ejecutivo y gozaba de irresponsabilidad e inviolabilidad. Sancionaba y promulgaba las leyes. Contaba con el asesoramiento del Consejo de Estado.
    • Judicial: Recaía en los Tribunales de justicia.
  • Régimen de Derechos y Libertades: Se enumeraban y protegían la propiedad, la libertad de pensamiento e imprenta. La Nación se obligaba a proteger estos derechos y libertades.
  • Cuestión Religiosa: No había libertad religiosa; la Nación se obligaba a proteger la religión católica.
  • Poder Local: Al suprimirse el régimen señorial, la administración local se reorganizó de manera uniforme. El gobierno de los pueblos pasó a los ayuntamientos, elegidos y no perpetuos. En las provincias, se establecieron las diputaciones provinciales.

Vigencia de la Constitución de 1812:

  1. Del 19 de marzo de 1812 a la primavera de 1814 (regreso de Fernando VII).
  2. Durante el Trienio Liberal (del 10 de marzo de 1820 al 1 de octubre de 1823).
  3. Tras la Rebelión de los Sargentos de La Granja (del 13 de agosto de 1836 al 17 de junio de 1837).

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