Comentario La neutralidad española en la Primera Guerra Mundial

II. Las transformaciones económicas. De la autarquía al desarrollismo.Tras la Guerra Civil el panorama económico español era desalentador. El régimen optó por la autarquía económica, es decir, por prescindir de las relaciones comerciales con el exterior y utilizar exclusivamente los recursos propios del país buscando la autosuficiencia económica. Ello era debido tanto a razones ideológicas–siguiendo los modelos fascistas que rechazaban la economía capitalista de libre mercado-, como a la ausencia de reservas de oro y la imposibilidad de obtener créditos debido a la Segunda Guerra Mundial. Las consecuencias de esta política económica fueron la carencia de alimentos y productos básicos, el hambre y la miseria generalizada de la población. Los años cuarenta quedaron en la memoria colectiva de los españoles como los “años del hambre”. Ante la escasez de productos se impuso la cartilla de racionamiento como medio de distribución de los artículos de primera necesidad hasta 1952. El fracaso de la política autárquica y el final del aislamiento internacional impusieron un giro económico. Los años cincuenta fueron una etapa de transición entre la autarquía y la gran etapa de desarrollo económico en la década de lossesenta, que se conoce como “el desarrollismo” o “el milagro económico español” -acorde con la favorable coyuntura económica internacional- que no fue igual en todas las regiones españolas ni afectó de la misma forma a todos los sectores sociales. El año 1957 marcó un hito importante en la evolución del régimen: Franco hizo una remodelación del gobierno, entregando la dirección económica a los “tecnócratas” vinculados al Opus Dei: Navarro Rubio (Ministro de Hacienda) y Ullastres (Ministro de Comercio). Estos van a aplicar el Plan de Estabilización Económica (1959), diseñado según las indicaciones del FMI y el Banco Mundial que lo financiaron con créditos. Se trataba de liberalizar la economía facilitando la entrada de capitales y mercancías, para lo que se devaluó la peseta y se fijó el tipo de cambio. Para estabilizar la economía y frenar la inflación, se limitaron los salarios y los créditos, se redujo el gasto público y se aumentaron los impuestos. Sus efectos fueron positivos: reducción de la inflación, estabilidad de los precios y desarrollo del comercio exterior. Pero a cambio, se produjo inicialmente una restricción de la actividad económica y un notable incremento del paro, que tendrá como válvula de escape la emigración a la Europa en desarrollo (lo que supuso una gran fuente de divisas al enviar una parte importante de sus salarios). Además la pérdida de poder adquisitivo de la población fue evidente, con el consiguiente descontento social (primeras huelgas, manifestaciones…). Al programa de estabilización se añadieron, en la década de los 60, los Planes de Desarrollo, para impulsar desde el Estado el crecimiento económico,bajo la supervisión de López Rodó (tecnócrata del Opus Dei). Se pusieron en marcha tres Planes de duración cuatrienal entre 1964 y 1975. Los Planes establecían directrices obligatorias para las empresas públicas e indicativas para las privadas. Se concedieron ventajas fiscales y crediticias a las empresas que siguieron las directrices del Estado. Era una política de planificación económica, cuyos objetivos eran: conseguir el crecimiento del PIB, el desarrollo preferente de la industria y la modernización de la agricultura; y fomentar el crecimiento económico con inversiones estatales en los territorios más atrasados. Se emprendieron dos líneas de actuación: las acciones estructurales, que pretendían solucionar algunas deficiencias de la industria (pequeña dimensión de las empresas, baja productividad…) y la creación de los Polos de Desarrollo (en Zaragoza, Valladolid, La Coruña, Sevilla, Huelva y Burgos), que intentaba reducir los desequilibrios económicos regionales promoviendo nuevas industrias en zonas de escasa industrialización.
Desde 1961 a 1973 la economía española conoce un crecimiento económico espectacular, entre el 6% y 8% anual, conocido como “el desarrollismo” que aumentó la renta por habitante y se centró en tres sectores: a.- Los cambios en la agricultura tradicional. Tras la concentración parcelaria y el Plan de Colonización llevado a cabo en la década de los cincuenta, en este periodo se impulsó la mecanización de la agricultura: tractores, segadoras y cosechadoras mecánicas modernizaron las explotaciones agrarias. Esto, unido al empleo de abonos y fertilizantes y a la selección de las semillas, mejoró la productividad del campo aumentando el nivel de vida de los agricultores, que vieron incrementados sus salarios y fomentó las exportaciones agrarias. b.- La industria se modernizó y aumentó la producción industrial, consecuencia de la entrada masiva de capital extranjero atraído por los bajos salarios y la ausencia de conflictividad de los trabajadores. Esto supuso una total dependencia exterior en tecnología, bienes de equipo y energía. Las industrias más importantes fueron la metalurgia, la producción de automóviles -SEAT- (Madrid, Barcelona, Valladolid, Zaragoza), los astilleros(Vizcaya, Cádiz o La Coruña); la química, muy diversificada, en industrias farmacéuticas, textiles, plásticos y refinerías de hidrocarburos; y la construcción, muy importante debido al crecimiento de las ciudades y al surgimiento de núcleos turísticos en las zonas costeras. La demanda energética crecíó, aumentando las importaciones de petróleo y la creación de embalses, centrales hidroeléctricas e incluso centrales nucleares muy al final del periodo. c.- EI turismo se desarrolló espectacularmente sobre todo a partir de 1965 convirtiéndose en la principal fuente de divisas. Zonas como Canarias, Baleares, y las costas mediterráneas atrajeron a millones de turistas que buscaban el sol y las playas de España. Pero no hubo ni planificación ni control a la hora de realizar los complejos urbanísticos, destrozando el paisaje costero español (Benidorm, Marbella, etc.). La economía española experimentó a partir de 1960 un crecimiento acelerado y sin precedentes. No obstante, el milagro económico español presentó aspectos negativos: – Se originaron grandes desequilibrios regionales. Frente al desarrollo de las zonas industriales de larga tradición y de los nuevos polos de desarrollo, otros territorios quedaron despoblados y rezagados económicamente. – Se optó por un modelo de crecimiento acelerado, que daba preferencia a la inversión en maquinaria, con lo que se aumentaba la productividad pero no generaba un aumento paralelo y proporcional del empleo. En consecuencia, una parte importante de la población activa tuvo que emigrar al extranjero. – La balanza comercial española seguía siendo deficitaria, debido al alto valor de los productos importados (petróleo, maquinaria…) y al inferior valor de las exportaciones. Pero el déficit comercial se pudo compensar gracias a tres fuentes de ingresos: la inversión de capitales extranjeros en diversos sectores de la economía española; la recepción de divisas que los emigrantes enviaban a sus familias en España y la entrada masiva de divisas, introducidas por el turismo extranjero.

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