Despotismo Ilustrado en España: Carlos III y reformas

Ideas fundamentales de la Ilustración. El despotismo ilustrado: Carlos III

La Ilustración fue un movimiento intelectual del s-XVIII, basado en la razón y en la ciencia. La sociedad se debía organizar racionalmente. Progreso y felicidad fueron sus grandes consignas. La Ilustración llegó a España con retraso. Los reinados de Felipe V y de Fernando VI son una etapa previa. Con Carlos III, aparecen pensadores que en sus escritos reflejan las preocupaciones ilustradas y empiezan a criticar el modelo social de la España del XVIII: Campomanes, Jovellanos, Olavide. Los ilustrados españoles eran una exigua minoría (1% de la población). Pero algunos ocuparon importantes cargos de gobierno, e intentaron renovar la vida española. Pertenecían a la pequeña nobleza y a la burguesía. El pensamiento de los ilustrados españoles se centró en una preocupación básica: la decadencia y el atraso económico y cultural de España. En el Despotismo Ilustrado, el rey absoluto, asistido por minorías ilustradas, impulsa la reforma racional de la sociedad para lograr el progreso y la felicidad de su pueblo. La filosofía del Despotismo Ilustrado se resume en la frase “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”. Con Carlos III (1759-88) se inició el Despotismo Ilustrado en España. Al llegar de Nápoles, puso al italiano marqués de Esquilache al frente de la Hacienda, que inició una política reformista que contó con la oposición de la Nobleza y de la Iglesia que temían por sus derechos señoriales y sus privilegios fiscales. En 1766 se produjo en Madrid el motín de Esquilache, una revuelta popular instigada por los privilegiados. Carlos III destituyó a Esquilache, expulsó a los jesuitas (1767), acusados de haber provocado la revuelta, y frenó las reformas, que se continuaron, pero de forma limitada. Las principales reformas del reinado de Carlos III fomentaron:

  • La agricultura: liberalización del precio del grano, supresión de muchos privilegios de la Mesta y aumento de las tierras cultivadas.
  • Las manufacturas: continuación del desarrollo de las Reales Fábricas (Tapices, Cristales, Porcelana) y se favorecieron talleres privados libres de las restricciones gremiales.
  • El comercio: liberalización del comercio con América y mejora en las infraestructuras de transporte.
  • El trabajo: aprobación de decretos que perseguían la mendicidad y establecían la dignidad de cualquier actividad productiva, incluso para la nobleza.
  • La Hacienda: emisión de los vales reales (títulos de deuda pública) y creación del Banco de San Carlos, precedente del Banco de España.
  • La educación: extensión de la enseñanza primaria y promoción las ciencias útiles.

La producción artesanal-industrial se vio estimulada por

1) El crecimiento de la población y la subida de los precios agrícolas incrementaron la demanda de productos artesanales. 2) La política de los Borbones respecto a las colonias americanas favoreció su explotación como mercados de los productos españoles. 3) El proteccionismo mercantilista (fuertes aranceles) de los gobiernos. En la industria artesanal española predominaba el sistema gremial, lo que limitaba la libertad, la innovación y la competencia. A pesar de esto, surgieron, como en Europa, otros sistemas que escapaban al control gremial (trabajo a domicilio, industria doméstica, grandes manufacturas). Se crearon, bajo el control de la Corona, las manufacturas reales (fábricas de artículos de lujo (tapices, vidrio, porcelana)), para satisfacer la demanda interna de estos caros productos, sin necesidad de importarlos (mercantilismo). También se impulsó la construcción naval con este sistema de trabajo. Los gobiernos borbónicos para dinamizar el comercio con América, en 1765, concedieron a las islas de Cuba, Puerto Rico, Santo Domingo, Margarita y Trinidad el régimen de comercio libre, que permitía a comerciantes peninsulares el tráfico directo con 9 puertos de la Península, rompiendo con el monopolio de Sevilla-Cádiz (la Casa de Contratación de Sevilla fue trasladada a Cádiz a partir de 1717). En 1778, se amplió este “libre comercio” a 18 puertos peninsulares y otros americanos. Cataluña experimentó en el s-XVIII un despegue económico que la convirtió en la zona más dinámica de España. La ampliación del mercado interior a Castilla (abolición de las fronteras interiores) y el poder comerciar con América incrementaron extraordinariamente la demanda de productos catalanes (vinos, aguardientes, tejidos (sobre todo, las indianas, tejidos de algodón), lo que estímulo el aumento de su producción. Esto fue posible en el campo, porque el campesino catalán disponía de gran parte del excedente de producción de la tierra y podía emplearlo en mejorar la productividad (desde la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1485), aunque la tierra que trabajara el campesino estuviera sujeta a régimen señorial, los censos que pagaba eran enfitéuticos y habían quedado muy reducidos por la inflación de varios siglos).

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