Diferencias entre el reinado de isabel ii y alfonso xii

TEMA 12. -La construcción y consolidación del Estado liberal.

12.1. El reinado de Isabel II. La oposición al liberalismo: Carlismo y guerra civil. La cuestión foral

Isabel II es hija de Fernando VII y su cuarta esposa Mª Cristina. El rey no tuvo descendencia masculina y en 1830 publicó la Pragmática Sanción anulando la Ley Sálica que impedía reinar a las mujeres lo que privó del derecho sucesorio Carlos María Isidro hermano de Fernando VII.

Isabel era menor de edad a la muerte de su padre por lo que asumió la regencia su madre Mª Cristina que tendrá que enfrentarse a la oposición de los partidarios del infante Carlos, los carlistas defensores del de Antiguo Régimen basado en la monarquía absoluta de derecho divino y los valores de la Iglesia tradicional, lo que se resume en su lema Dios, Patria, Fueros y Rey. La regente María Cristina tuvo que apoyarse en los liberales y en los los absolutistas moderados para defender el trono de su hija. La disputa por el trono desembocó en las guerras carlistas, que ponen de manifiesto la lucha entre dos maneras de entender el Estado y la sociedad ya que los liberales aspiraban a acabar con el Antiguo Régimen y llevar a la práctica el nuevo modelo de Estado diseñado por las Cortes de Cádiz. La llamada cuestión foral se refiere a la defensa por parte de los carlistas de los fueros y privilegios antiguos frente al modelo territorial centralizado y uniformador de los liberales

Hubo en total tres guerras carlistas:

Primera guerra carlista (1833-40) estalla a la muerte de Fernando VII. Los carlistas, llamados tradicionalistas y apostólicos se organizaron militarmente en torno al infante Carlos que se autoproclamó Carlos V. Los principales escenarios de esta guerra fueron el País Vasco, Navarra, Aragón y Cataluña. Terratenientes, campesinos y clero rural fueron los apoyos de Don Carlos mientras que la burguesía, el proletariado industrial e intelectuales urbanos se alistaron en las milicias locales defensoras de Isabel II. Las capitales industrializadas del País Vasco apoyaron a Isabel

Al principio los carlistas no tenían un ejército regular y se organizaron en guerrillas, pero la tardanza del gobierno para reprimir el levantamiento permitió al dirigente carlista Zumalacárregui organizar un ejército en el Norte. En Aragón y Cataluña Cabrera dirigió las guerrillas. El infante Carlos consiguió avanzar hasta Madrid, aunque fue incapaz de tomar la ciudad y posteriormente tuvo de replegarse hacia el Norte.

Zumalacárregui muere en 1835 en el asedio a Bilbao defendida por los ejércitos isabelinos, en un momento en que la guerra se hacía larga para los dos bandos. Algunos políticos aconsejaban a la regente Mª Cristina aplacar a los carlistas garantizando los fueros vascos. También entre los carlistas aumentan los partidarios de acabar con la guerra. En 1839 se firma el Convenio de Vergara entre el carlista Maroto y el general isabelino Espartero, que pone fin a la guerra. Los carlistas aceptaron a Isabel como reina a cambio del reconocimiento de los fueros en las provincias vascas y Navarra y la integración de los oficiales carlistas en el ejército real. Pero algunas partidas carlistas dirigidas por Cabrera no aceptaron la paz y resistieron en la zona del Maestrazgo hasta 1840.

Hubo un nuevo alzamiento carlista al comienzo de la mayoría de edad de Isabel. El nuevo aspirante carlista, Carlos VI es propuesto como marido de Isabel pero la negativa real a la propuesta deriva en lo que se conoce como 2ª guerra carlista(1846-49) que apenas tuvo incidencia más que en Cataluña.

La 3ª guerra carlista estalla años más tarde durante el llamado Sexenio Democrático. En 1868 la Revolución Gloriosa expulsa del trono a Isabel II, lo que es visto como oportunidad para los carlistas que pretenden llevar al trono vacante al nuevo pretendiente Carlos VII. Pero el Gobierno Provisional pretende avanzar hacia un Estado más democrático y en 1872 es nombrado rey de España Amadeo de Saboya, momento en que los carlistas se levantan en armas. Vuelven a reivindicar los derechos forales y las leyes particulares de los territorios frente al modelo de Estado centralista de los liberales. Defienden el orden social y la religión católica denunciando la carga anticlerical del nuevo gobierno al que ven como una amenaza. La guerra afectó al reinado de Amadeo que abdicó a los dos años y a los posteriores gobiernos de la I República. A pesar de algunas victorias como la de Montejurra, los carlistas fueron frenados por los ejércitos liberales dirigidos por el general de la Concha.

El final de la guerra se produjo a comienzos del reinado de Alfonso XII que se inicia tras el fracaso de la I República. El rey concentró sus tropas en el País Vasco, dirigidas por el general Martínez Campos. Los carlistas son derrotados en 1876 lo que obliga a Carlos VII a cruzar la frontera francesa.

Como consecuencia de la victoria, Alfonso XII promulga una reforma foral que limitó los privilegios antiguos de las provincias vascas y de Navarra, aunque no desaparecieron del todo. Los carlistas optaron en ese momento por formar un partido político con el que se presentarán en futuras elecciones.

12.2.- El reinado de Isabel II. Periodo de regencias (1833-40)

Isabel II tenía 3 años a la muerte de su padre Fernando VII en 1833, por lo que se iniciará un periodo de regencias hasta su mayoría de edad en 1840. La regencia de Mª Cristina será rechazada por los carlistas que se levantaron en armas lo que llevó a la regente a apoyarse en los liberales para defender la sucesión de su hija, lo que abrió paso a la transformación definitiva del modelo de Estado en España, aunque el avance hacia el liberalismo fue muy lento debido a numerosos problemas. Entre otros la falta de consenso político, ya que los liberales estuvieron divididos en dos grupos enfrentados entre sí. Por un lado los llamados liberales moderados, defensores de las capas altas de la sociedad y de sus intereses económicos. Más favorables a crear unas Cortes controladas por el rey y un poder basado en la inteligencia, es decir en una élite cultural y económica, por lo que el sufragio debería ser censitario. Liderados por el general Narváez contaron con el apoyo de políticos como el marqués de Salamanca, Claudio Moyano o Cánovas del Castillo. Por otro lado los progresistas liderados por el general Espartero y con destacados políticos como Mendizábal o Pascual Madoz, fueron defensores de limitar los poderes de la Corona y de la autonomía de los municipios. Muchos tienen posturas anticlericales, ya que desean limitar el poder de la iglesia y apoyan medidas desamortizadoras. Es un grupo muy heterogéneo formado por banqueros, burgueses, abogados e intelectuales exaltados.

Una característica del periodo fue el protagonismo del ejército, ya que liderando cada grupo político se encontraban militares que utilizaron los pronunciamientos (golpes de Estado) para imponer los cambios de gobierno.

Durante la Regencia de Mª Cristina (1833-1840) se sucedieron varios gobiernos, el primero estuvo presidido por Francisco Cea Bermúdez, último ministro de Fernando VII, que impulsó pequeñas reformas, la más importante de las cuales fue la nueva división provincial de España, diseñada por Javier de Burgos, semejante a la actual ( 49 provincias)

Pero los liberales exigían cambios más profundos y la regente nombra primer ministro a un antiguo doceañista Francisco Martínez de la Rosa regresado del exilio tras el decreto de amnistía de Mª Cristina. El nuevo gobierno suprimió los gremios y decretó la libertad de fabricación y comercio. España estaba sin Constitución y Martínez de la Rosa impulsa el Estatuto Real de 1834, que no fue una verdadera Constitución como reclamaban los liberales más radicales, sino una Carta Otorgada por la regente. Supuso un gran retroceso respecto a la Constitución de 1812 ya que no expresaba la Soberanía Nacional, dotando al rey de amplios poderes. Las Cortes bicamerales se dividían en la Cámara de los Próceres, cuyos miembros eran elegidos por la corona (arzobispos, obispos, Grandes de España, altos mandos ejército…) y la Cámara de Procuradores, elegida a través de un sufragio censitario que redujo al mínimo el número de electores.

En ese momento los carlistas lograban llegar a las puertas de Madrid. La situación económica era desastrosa, agravada por una epidemia de cólera. En un clima de agitación social, surgieron grupos extremistas anticlericales que protagonizaron la quema de conventos. A todo esto se añade el descontento político frente al Estatuto Real.

La reina forma en 1835 un nuevo gobierno dirigido por Mendizábal, liberal progresista que impulsó la supresión de la Mesta y publicó el Decreto de Desamortización de los bienes eclesiásticos en 1836, con el que expropió propiedades de la Iglesia con el objetivo de conseguir dinero para las arcas del estado y sostener la guerra civil. El decreto provocó el rechazo de los grupos conservadores y la ruptura de relaciones con el Vaticano. La regente sustituyó entonces el gobierno de Mendizábal por otro más moderado presidido por Francisco Javier Istúriz, que frenó el ritmo de la desamortización.

La destitución de Mendizábal provoca el descontento de los progresistas que desemboca en agosto de 1836 en el pronunciamiento de un grupo de sargentos en la Granja, donde estaba la regente veraneando. Mª Cristina se ve obligada a restablecer la Constitución de 1812 y a nombrar un nuevo gobierno progresista presidido por José María Calatrava que elaborará la Constitución de 1837 que establecía la Soberanía Nacional pero mantenía amplias atribuciones para el rey. La corona tenía derecho de veto y disolución de las Cortes.

La nueva Constitución fue aceptada por moderados y progresistas sin embargo pronto surgieron las tensiones entre ambos grupos respecto al control de los ayuntamientos por los moderados apoyados por la regente. Hubo levantamientos progresistas por todo el país y Mª Cristina decidió entonces renunciar a la regencia que pasará a manos de Espartero que la ejerció de 1840 a 1843.

Espartero ascendió con el prestigio alcanzado durante la guerra carlista, pero carecía de formación política y su gobierno se caracterizó por el marcado autoritarismo. Llevó a cabo una política librecambista influido por Inglaterra, lo que supuso la apertura de las aduanas a los productos extranjeros y provocó la oposición de la burguesía industrial catalana, temerosa de la competencia de la industria textil inglesa. Ante los disturbios en Barcelona ordenó el bombardeo de la ciudad desde el Montjuich. Su actos provocaron protestas sociales aprovechadas por los moderados que con el pronunciamiento de Narváez en 1843 llegan al poder declarando la mayoría de edad de Isabel con sólo 13 años.

12.3-El reinado de Isabel II (1843-1868) Isabel II: el reinado efectivo

Isabel II es coronada reina con sólo 13 años de edad poniendo fin a la regencia de su madre Mª Cristina. El reinado se caracteriza por las transformaciones económicas de España que avanza hacia con los inicios de la industrialización, también por la intervención de los militares para forzar los cambios políticos mediante pronunciamientos. El Estado avanza hacia un mayor centralismo político y en estos años los moderados controlaron el gobierno salvo pequeñas excepciones. Las etapas son:

1) Década moderada(1843-53). Los moderados dirigidos por el general Narváez expulsaron a Espartero del gobierno y se estableció un régimen autoritario similar al de otros regímenes europeos. Son años de crecimiento de la conciencia social. Las clases trabajadores empiezan a movilizarse lo que lleva a los gobiernos liberales representantes de la burguesía capitalista a reprimir el movimiento obrero. En el nuevo gobierno participan Martínez de la Rosa, Bravo Murillo y el marqués de Salamanca entre otros, y se ponen en marcha una serie de medidas entre las que destacan:

* La publicación de la Constitución de 1845 que sustituye a la progresista de 1837. Se afirma la Soberanía compartida entre las Cortes y el rey, al que daba grandes poderes. Los alcaldes serán de nombramiento real. Las Cortes eran bicamerales con un Senado de cargos vitalicios elegidos por el rey. El sufragio limitaba mucho la participación ya que exigía un elevado nivel de renta para los electores y para los candidatos elegibles. Se limitan los derechos de expresión y reunión. Se declara la confesionalidad católica del Estado español. El Estado mantendrá el culto y el clero.

* Se creó un nuevo Código Penal con el que se impone la unidad jurídica de España

* Con un decreto del ministro González Bravo se crea la Guardia Civil para el control de las zonas rurales y la represión del bandolerismo, bajo las órdenes del duque de Ahumada

* Los moderados favorecieron la reconciliación con la Iglesia. Se frena la desamortización y se firma el Concordato de 1851 con la Santa Sede, que tendrá gran importancia pues constituyó la base jurídica de las relaciones Iglesia-Estado (reducción de las diócesis, formación de los sacerdotes, confirma como único matrimonio válido el celebrado en el seno de la Iglesia católica, garantiza mantenimiento del culto y el pago a los ministros de loa Iglesia por el Estado, compromete a la Iglesia para no recuperar bienes desamortizados …)

* Los gobiernos moderados impulsaron la realización de obras públicas. Se construyeron las primeras instalaciones ferroviarias con las primeras líneas experimentales como la de Barcelona-Mataró. Se emprendieron grandes obras hidrológicas como el Canal de Isabel II.

Los diez años de gobierno moderado impidieron el acceso de otros grupos al poder. Los acontecimientos revolucionarios de 1848 en Europa tienen su repercusión en España, la oposición reclama mayor participación y denuncia la corrupción política. En 1854 la unión entre los progresistas y el sector de los moderados descontentos desembocó en el pronunciamiento de Vicálvaro o Vicalvarada liderado por el general moderado O´donell. Las propuestas se recogieron en el Manifiesto de Manzanares redactado por el joven abogado Antonio Cánovas del Castillo que intentó atraer a los progresistas al levantamiento. Se inicia así la segunda etapa:

2) Bienio Progresista (1854-56), Isabel II cede el gobierno al el general Espartero. Se redactó una nueva Constitución, la de 1856 que no llegó a entrar en vigencia por el escaso tiempo que estuvieron los progresistas en el poder (Constitución non nata). Se retomó el proceso desamortizador con la Ley de Desamortización General obra de Pascual Madoz (1855) que puso a la venta el doble de bienes que la de Mendizábal. La publicación de la Ley de Ferrocarriles diseñó un plan radial de vías férreas con centro en Madrid y atraerá la inversión de capital extranjero., lo que multiplicó las líneas de ferrocarril en pocos años.

El gobierno de los progresistas se encontró con graves problemas ya que se vieron combatidos por la izquierda y por la derecha. Del partido progresista se desgajó el Partido Demócrata que pretendía la representación de las clases más bajas con el sufragio universal ya que los progresistas no aportaban para ellos una verdadera reforma social.

Los beneficios de la industria no repercutían en mejoras para los trabajadores, los motines de los obreros se multiplicaron y los empresarios reclamaban mano dura. Los altercados llevan a la dimisión de Espartero.

3) Gobiernos moderados y de la Unión Liberal (1856-1863)

Salvo unos meses de gobierno de Narváez, la reina confió el poder al general O´donell fundador de la Unión Liberal con progresistas y moderados de centro. Restableció la Constitución de 1845 y suprimió la desamortización eclesiástica.

O´donell impulsó una política exterior de prestigio a través de varias campañas militares acompañando a Francia como la expedición a Conchinchina (Vietnam) la intervención en México de la que no se obtuvo ningún beneficio. En Marruecos las tropas dirigidas por el general Prim se enfrentan a las guerrillas que atacan Ceuta y Melilla. El resultado de la campaña es la colonización de Ifni y la conquista de Tetuán.

A partir de 1860 se desencadena una grave crisis económica internacional. Se detienen las construcciones ferroviarias y las inversiones de las bolsas europeas, lo que provocó un elevado índice de paro. A la crisis económica se sumó la crisis política y el desprestigio de la monarquía a la que se relacionaba con corrupción en la administración y se inicia la etapa final del reinado.

4) Crisis final (1863-68)

Entre 1863 y 1868 se sucedieron gobiernos moderados en los que se alternan Narváez y O´donell que actuaron con extrema dureza contra cualquier manifestación de protesta. Otros grupos políticos se mantuvieron marginados. En 1865 Narváez se enfrenta a la protesta estudiantil contra la destitución de Castelar, catedrático de la Universidad de Madrid que desemboca en la conocida Matanza de la noche de San Daniel por la muerte estudiantes que protestaban en la Puerta del Sol. En 1866 es O´donell el que reprime con igual dureza una sublevación de sargentos en el cuartel de San Gil ordenando el fusilamiento de 40 implicados.

La oposición vio claro que no conseguiría el poder por medios legales y se organiza un golpe de Estado desde el exilio. En 1866 se firma en Bélgica el Pacto de Ostende con el objetivo de acabar con la monarquía moderada de Isabel II. La conspiración está liderada por el general Prim y en ella se unen progresistas, demócratas, republicanos y el partido de la Unión Liberal encabezado por el general Serrano tras la muerte de O´donell. Esta muerte unida a la de Narváez dejaba a la reina sin sus dos apoyos más firmes. La llamada revolución Gloriosa estalló en Cádiz el 18 de Septiembre de 1868, con el pronunciamiento del almirante Topete, seguido otras localidades bajo el lema “Viva España con honra”. En el puente de Alcolea, cerca de Córdoba, el general Serrano derrota a los leales a Isabel II. La reina que se encontraba veraneando en San Sebastián se verá obligada a abandonar España, y se inicia una difícil etapa conocida como Sexenio Democrático.

12.4. El Sexenio democrático (1868-1874): Intentos democratizadores. La revolución, el reinado

de Amadeo I y la Primera República.

Se denomina Sexenio Democrático a los seis años que transcurren entre el derrocamiento de Isabel II con la Revolución Gloriosa de Septiembre de 1868, y la vuelta al trono español de los Borbones en 1874 con Alfonso XII.

Los dirigentes de la sublevación aspiraban a avanzar hacia una mayor democracia política pero el periodo no consigue la estabilidad debido a la división de las fuerzas políticas que apoyaron la revolución. En seis años se sucedieron varios modelos políticos que fracasaron, mientras los problemas se agravaban debido al rebrote del carlismo, el estallido del cantonalismo, la guerra de Cuba y el despertar de los movimientos obreros.

Gobierno provisional de Serrano (Septiembre de 1868-Enero de 1871)

La derrota en Alcolea de las tropas leales a Isabel II, obliga a la reina a exiliarse a Francia con lo que se produce el destronamiento de la dinastía borbónica. A partir de ese momento se constituye un gobierno provisional presidido por el general Serrano formado por los principales líderes de la revolución, militares como Prim y Topete y civiles como Sagasta, y Ruiz Zorrilla

Inmediatamente se convocaron elecciones, por primera vez con sufragio universal masculino, para formar unas Cortes constituyentes, que redactaron la Constitución de 1869. La nueva Constitución será la más democrática hasta entonces ya que presentaba un reconocimiento amplio de los derechos y libertades de los ciudadanos entre los que se incluía la libertad de cultos, la libertad de expresión y de asociación. Las Cortes se convirtieron en la institución principal. La forma de gobierno establecida por la constitución fue la monarquía democrática. El general Serrano se proclamó regente hasta que se eligiese al monarca para el trono vacante.

La búsqueda de rey fuera de España fue rechazada por los republicanos y por los monárquicos carlistas y alfonsinos que presentaron sus propios candidatos (Carlos VII y Alfonso XII, hijo de Isabel II, respectivamente).

Otros problemas a los que se enfrentaría el nuevo rey serán el avance del movimiento obrero guiado por la Primera Internacional que se había introducido en España a través del anarquista Fanelli y cuyos primeros núcleos se organizaron en Cataluña y el estallido de la guerra de Cuba conocida como la guerra larga que se inició en el año 1868 con la reivindicación de los cubanos de participar en el gobierno de la isla y la abolición de la esclavitud.

La elección de un rey era urgente para el gobierno, se exigía que fuese católico, que diese garantías constitucionales y no fuese Borbón. Finalmente la elección recayó en Amadeo de Saboya, hijo del rey italiano Víctor Manuel II, cuya candidatura fue muy apoyada por Prim.

El reinado de Amadeo de Saboya (1871-Febrero de 1873)

Amadeo I entró en España unos días después de que su gran apoyo, el general Prim, muriese en un atentado no aclarado. Su reinado supuso el fracaso del proyecto de monarquía democrática expresado en la Constitución de 1869. En los dos años que se mantuvo en el trono hubo seis gobiernos distintos. Además el rey hubo de enfrentarse a la oposición interna contra su persona de la aristocracia cortesana que rechazaban al monarca por extranjero, los republicanos y los alfonsinos manifestaron también su clara hostilidad y los carlistas iniciaron una nueva guerra, la tercera guerra carlista que se prolongará hasta el reinado de Alfonso XII. Los ejércitos carlistas obtuvieron una gran victoria cerca de Montejurra, pero en Bilbao volvieron a ser sitiados y vencidos por los ejércitos liberales dirigidos por el general de la Concha.

La oposición política crecía por todas partes, en las Cortes, en la prensa, en las tertulias y clubes políticos, de modo que Amadeo, incapaz de controlar la situación ni de formar un gobierno estable decide abdicar en enero de 1873.

La Primera República (Febrero de 1873-Enero de 1874)

Ante la imposibilidad de encontrar un nuevo rey y aunque en las Cortes había mayoría monárquica, la abdicación de Amadeo llevó a la proclamación de la I República. El ensayo republicano fue muy breve y a lo largo del año escaso que duró, se sucedieron cuatro presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar, ninguno de los cuales fue capaz de unir las fuerzas políticas republicanas. Se discutió al modelo de Estado. Algunos republicanos defendieron una República unitaria frente a los que querían un modelo federal. Además dentro de los defensores del federalismo había diferentes posturas acerca de si la federación debía organizarse desde arriba, dividiendo España según la voluntad del gobierno o si debían ser los mismos pueblos y regiones quienes afirmasen su voluntad de federación.

Pi y Margall impulsa un proyecto de Constitución federal que nunca llegó a estar acabado, en el que se establecían 17 estados entre los que se incluía Cuba. Las acciones del gobierno se vieron desbordadas por las tensiones sociales que estallaron en muchos puntos de España en forma de huelgas y ocupaciones de tierra. Un problema grave fue el movimiento cantonalista que pretendía la creación de una república federal desde abajo a través de la creación espontanea de cantones. En el verano de 1873 el ejército tuvo que reprimir a los cantones que se habían formado en diferentes municipios de España. La resistencia del cantón de Cartagena fue especialmente dura.

El movimiento cantonalista y las agitaciones sociales dieron una imagen de desorden que se intentó combatir con el refuerzo del papel del ejército. Tras la destitución de Pi y Margall le sucede Nicolás Salmerón que dimite al mes y medio, incapaz de firmar las sentencias de muerte que se dictaban para castigar a los rebeldes.

El cuarto presidente fue Emilio Castelar que optó por la dureza para imponer una república unitaria y restablecer el orden público, lo que le enfrentó a los republicanos más izquierdistas mientras los enemigos de la república conspiraban para derribarla.

La república llegará a su fin con el golpe de Estado dirigido por el general Pavía que irrumpió en las Cortes disolviéndolas en enero de 1874.

Segundo gobierno provisional de Serrano. Hacia la Restauración borbónica (Enero a Dic.1874)

En este periodo se mantienen las divergencias políticas entre los líderes del sexenio pero fue cobrando fuerza el proyecto impulsado por Cánovas del Castillo y los alfonsinos de restaurar la monarquía en la dinastía borbónica. Desde Inglaterra el infante Alfonso envía el Manifiesto de Sandhurst defendiendo su derecho al trono. El golpe de estado de Martínez Campos forzará el regreso desde Inglaterra de Alfonso XII.

12.5 El reinado de Alfonso XII: el sistema canovista y la Constitución de 1876

Alfonso XII de la dinastía Borbón es hijo de Isabel II que fue destronada al triunfar la Revolución Gloriosa en 1868. Educado en el exilio se convierte en candidato al trono español tras la abdicación de su madre en 1870. El fracaso de la I República abre paso a la Restauración borbónica cuyo principal inspirador fue Antonio Cánovas del Castillo que apoya el regreso al trono de los Borbones con Alfonso XII. El futuro rey envía a los españoles el Manifiesto de Sandhurst con el que se presenta como rey liberal y católico dispuesto a ponerse al servicio de España.

El golpe de Estado del general Martínez Campos acelera la entrada de Alfonso XII que inicia su reinado en 1875. Los comienzos de la Restauración se caracterizaron por la estabilidad política. En 1876 se puso fin a la 3ª guerra carlista gracias a las operaciones del general Martínez Campos. También se pacificó temporalmente el conflicto cubano con la Paz de Zanjón en 1878 lo que le valió al rey el apelativo de Pacificador.

El modelo político conocido como sistema canovista fue promovido por Antonio Cánovas del Castillo, abogado de la Unión Liberal y ministro con Isabel II. Fue muy crítico con los intentos democratizadores del Sexenio, que vio como una fuente de inestabilidad. Defendió el restablecimiento de la monarquía borbónica como vía para el establecimiento del orden polítco.

Las bases del sistema canovista son : La Constitución de 1876, el turno de partidos y la práctica del caciquismo.

La Constitución de 1876 fue aprobada en Cortes Constituyentes formadas por sufragio universal masculino y sustituyó a la de 1869. En ella se afirma la Soberanía compartida de las Cortes con el Rey, lo que significaba la negación de la idea de soberanía nacional. El poder legislativo reside en unas Cortes Bicamerales. El Congreso sería elegido por sufragio, aunque no se especifica el tipo de sufragio. Bajo el gobierno del Partido Conservador de Cánovas se aprobó la Ley Electoral de 1878 que establecía el voto censitario, limitado a los mayores contribuyentes. El Senado representa a las clases poderosas del país con senadores de derecho propio, Grandes de España y jerarquías eclesiásticas y militares, senadores vitalicios, nombradas por el rey y senadores elegidos por sufragio censitario de los mayores contribuyentes.

La nueva Constitución aseguraba el fortalecimiento del poder de la Corona respecto a la de 1869, se vuelve así al modelo de la de 1845. El rey posee poder ejecutivo, es responsable de la designación de los ministros y se le nombra mando supremo del ejército. El rey comparte con las Cortes el poder legislativo, tiene derecho de veto absoluto sobre las leyes aprobadas por las Cortes y el poder de convocar, suspender o disolver las Cortes

La constitución expresa un reconocimiento teórico de derechos y libertades de los ciudadanos, que en la práctica fueron limitados o aplazados durante los gobiernos de Cánovas.

Respecto a la religión se establece la confesionalidad católica del Estado que había sido suprimida con la de 1869.

La segunda base del sistema carovista fue el turno político a la inglesa o alternancia pacífica en el gobierno de dos partidos políticos. Cánovas era un admirador del bipartidismo inglés, al que consideraba fuente de estabilidad. Los dos partidos del turno o partidos dinásticos fueron:

* Partido liberal-conservador liderado por el propio Cánovas del Castillo. Integró a antiguos moderados, unionistas, parte de los progresistas y un importante sector católico. Defendían los intereses de los grandes propietarios agrarios y capitalistas burgueses. Defendieron también el sufragio censitario.

* Partido liberal-fusionista cuyo líder fue Práxedes Mateo Sagasta. Formado por progresistas, y republicanos reconvertidos. Sus seguidores eran fundamentalmente clases medias, alto funcionariado y burgueses. Defensor también del orden rechazó la soberanía nacional pero incorporó el sufragio universal masculino

Las diferencias entre ambos partidos no eran demasiado grandes ya que carecían de verdaderos programas ideológicos. No eran partidos de masas, tenían unos cuantos seguidores en torno a un líder y frecuentemente tenían luchas internas por el liderazgo.

El funcionamiento del turno no era el resultado de los votos de los electores, sino que era acordado por los propios partidos y la Corona actuaba de árbitro entre ambos, ya que el rey podía decidir un cambio de gobierno.

La alternancia periódica de conservadores y liberales quedaba garantizada a través de un proceso de manipulación electoral, en el que tiene un papel principal el caciquismo. El cacique es un jefe local que aseguraba unos determinados resultados electorales en una región. El proceso se iniciaba en Madrid con el llamado encasillado, los partidos del turno negociaban y se repartían los distritos electorales entre ellos con algunas concesiones a los no asociados. Desde Madrid se mandaban las directrices a los caciques que a través de su red de clientes aseguraban los resultados. El fraude electoral se conoce como pucherazo e impidió el avance de la democracia a pesar de que a finales de siglo el gobierno de Sagasta implantase el sufragio universal masculino.

El turno pacífico se mantuvo durante el reinado de Alfonso XII y a su muerte en 1885 los partidos turnantes firmaron el Pacto de El Pardo acordando mantener el sistema durante la regencia de su esposa Mª Cristina en la minoría de Alfonso XIII.

12.6.- La Regencia de María Cristina de Habsburgo y el turno de partidos. La oposición al sistema. Regionalismo y nacionalismo.

Alfonso XII muere prematuramente en 1885 y se inicia entonces la Regencia de su segunda esposa María Cristina de Habsburgo hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII en 1902.

Muerto el rey se mantiene el sistema canovista con el que se inició el periodo de la Restauración borbónica. Este sistema se basaba en el turno en el poder de Cánovas, al frente del partido conservador y de Sagasta, líder del partido liberal. Ambos líderes acuerdan la alternancia con el Pacto del Pardo. Esta fórmula política caracterizó el periodo de la Restauración y había sido establecida por Cánovas para conseguir la estabilidad política. Será Sagasta el que establezca el sufragio universal masculino al comienzo de la regencia, lo que no influirá en el sistema que siguió basándose en la manipulación de las elecciones, o caciquismo, que permitía obtener los resultados previstos que ya se habían pactado en Madrid. El sufragio universal permitió que los republicanos obtuvieran algunos diputados en las ciudades, donde no funcionaba el caciquismo.

El turno de partidos dejó fuera del juego político a amplios sectores sociales y políticos. Los sucesivos gobiernos marginaron a carlistas y republicanos considerados por Cánovas del Castillo enemigos del Estado. Fueron excluidos también los regionalistas, opuestos al modelo de Estado centralizado establecido en la Constitución de 1876. Las organizaciones obreras fueron reprimidas ya que dañaban el orden capitalista defendido por los gobiernos de la Restauración.

El control político por los partidos dinásticos y la corrupción política eran evidentes, a pesar de lo cual la oposición al sistema avanzó lentamente debido a la falta de unidad y a que los partidos no tenían verdadera participación de las masas. Los principales grupos de oposición son:

Los carlistas que tras la derrota en la 3ª guerra carlista habían decidido renunciar a las armas y constituirse en partido político. Con fuerza en el País Vasco y Navarra, nunca consiguieron muchos votos.

* Los partidos republicanos. Su base social eran las clases medias urbanas. Defendieron la democratización del régimen y diversas reformas sociales. Se encontraban seriamente dañado después del fracaso de la I República. Divididos en numerosos grupos que defendían diferentes modelos de Estado compartían el rechazo a la monarquía y en el marcado anticlericalismo. Líderes destacados: Pi y Margall, Salmerón, Castelar y a comienzos del siglo XX Lerroux fundador del Partido Radical Republicano.

* El movimiento obrero: anarquistas y socialistas. El origen del movimiento obrero en España se remonta al Sexenio Democrático, cuando se constituye la sección española de la AIT gracias a la labor del anarquista Fanelli y del marxista Lafargue. A comienzos de la Restauración las asociaciones quedaron prohibidas hasta que en 1881 Sagasta publica una Ley de Asociaciones que permite la legalidad de algunos grupos. Al igual que en toda Europa, socialistas y anarquistas se hallaban enfrentados. Los anarquistas eran el grupo mayoritario en España, representados por la Federación de Trabajadores de la Región Española (FTRE) cuyo líder principal fue Anselmo Lorenzo. Del anarquismo nació un grupo más radical partidario de emplear la acción violenta contra el sistema. Fanáticos anarquistas protagonizaron una serie de actos terroristas como los atentados fallidos contra Alfonso XII y Martínez Campos, la Bomba del Liceo en Barcelona que provocó numerosos muertos y heridos, o el asesinato de Cánovas del Castillo. El gobierno responderá con una desmedida represión.

El socialismo está representado por dos organizaciones, el PSOE partido político fundado en Madrid por Pablo Iglesias en 1879 y el sindicato UGT, creado en Barcelona, con mayor desarrollo en Madrid y en las minas de Vizcaya y Asturias. El número de afiliados no era muy elevado a comienzos del siglo XX y siempre inferior a los anarquistas. El PSOE aliado con los republicanos consigue suficientes votos a comienzos del siglo XX por lo que Pablo Iglesias obtuvo un escaño en las Cortes.

* Los regionalismos. A finales del siglo XIX se intensifica en toda Europa el sentimiento nacionalista en aquellas regiones con unas raíces culturales y lingüísticas particulares. En España es el caso de Cataluña, País Vasco, Galicia y Valencia. Hasta entonces el nacionalismo había tenido un sentido meramente cultural, pero durante la Restauración pasó a tener reivindicaciones políticas contra el modelo de Estado centralista configurado en la Constitución de 1876. Cataluña y los demás reinos de la Corona de Aragón habían perdido sus leyes y fueros particulares con los Decretos de Nueva Planta tras la guerra de Sucesión. Un siglo más tarde se reaviva el nacionalismo catalán. En la década de 1830, en pleno período romántico, se inicia la Renaixença, movimiento intelectual, literario y apolítico, basado en la recuperación de la lengua catalana. A finales del reinado de Alfonso XII el regionalismo cultural evoluciona hacia un movimiento político a favor del autogobierno. Era un movimiento conservador que representaba los intereses de la burguesía acomodada catalana. Los grupos políticos principales fueron la Unión Catalanista fundada por Enric Prat de la Riba que elabora el primer programa nacionalista catalán, las Bases de Manresa que defendían el autogobierno de Cataluña dentro del Estado español, es decir no defendían el separatismo. A comienzos del siglo XX se funda la Lliga Regionalista catalana, partido político liderado por Francesc Cambó apoyado por Prat de la Riba, que intentó aportar reformas al Estado central para regenerar la política y beneficiar los intereses de los industriales catalanes. La Lliga consiguió amplia representación en las instituciones locales y en el Parlamento español.

En el País Vasco la defensa de los fueros quedó ligada a la causa carlista durante el siglo XIX. La derrota en la 3ª guerra carlista frente a Alfonso XII lleva a la abolición de los fueros en 1876 lo que conduce a intensificar el nacionalismo vasco. A finales del s.XIX se fundó el PNV por Sabino Arana, que apoya la existencia de una raza vasca, y los valores tradicionales del catolicismo y los fueros antiguos. Para Arana el pueblo vasco estaba amenazado por la modernidad y por la llegada de inmigrantes y la única forma de preservar la nación vasca era la independencia política con la creación de un Estado vasco independiente en el que se incluirían siete territorios, cuatro españoles (Vizcaya, Guipúzcoa, Álava, Navarra) y tres franceses (Lapurdi, Benafarroa y Zuberoa). A comienzos del s. XX, el nacionalismo vasco consiguió estar representado en muchas juntas

municipales, sobre todo en Vizcaya La burguesía vizcaína, enriquecida por la naciente revolución industrial, fue el terreno social en el que nació el nacionalismo vasco.

En Galicia y la Comunidad Valenciana, también se originó un movimiento nacionalista que no alcanzó el desarrollo del vasco y del catalán, ya que ninguno de los dos consiguió una presencia significativa en las instituciones locales ni parlamentarias, por lo que estuvo más reducido al ámbito cultural.

12.7.- Guerra colonial y crisis de 1898

En 1824 España tuvo que reconocer la independencia de sus colonias con la excepción de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La política colonial española a partir de entonces se centró en mantener la soberanía sobre esos territorios sin atender a las peticiones de autonomía que también empezaron a brotar en ellos.

En 1868, coincidiendo con la Revolución Gloriosa en España, se inicia el conflicto cubano conocido como Guerra Larga (1868-1878). Será una guerra colonial entre Cuba y España y al mismo tiempo, un conflicto civil entre los criollos y los españoles residentes en la isla. Los rebeldes cubanos proclamaron el Manifiesto de Céspedes en el que rechazaban su condición de colonia y reclamaban la abolición del régimen esclavista.

El enfrentamiento bélico entre el ejército español y la guerrilla cubana, que tuvo el apoyo de los EEUU, concluyó durante el reinado de Alfonso XII con la Paz de Zanjón (1878) firmada por el general Martínez Campos. La guerra supuso una verdadera sangría para el Estado, dadas las elevadas pérdidas humanas y materiales que supuso. La paz sólo aplazó el problema, ya que los gobiernos de la Restauración realizaron escasas reformas que no fueron suficientes para los independentistas cubanos liderados por José Martí .

En febrero de 1895 se reabrió la última fase del conflicto . El conocido como grito de Baire moviliza a los cubanos a levantarse en medio de las fiestas de carnaval y con un gran poyo de la población negra y mulata. El gobierno envió de nuevo a Martínez Campos, cuando el movimiento rebelde se había extendido por la parte oriental y central de la isla. José Martí muere en una acción militar, pero los rebeldes prosiguieron su acción liderados por Máximo Gómez y Antonio Maceo. Al mismo tiempo el ejército español sufría numerosas bajas, más que por las acciones bélicas, por la mortandad debida a la fiebre amarilla y otras enfermedades tropicales.

Cánovas pidió a Martínez Campos que reprimiese con dureza a la población cubana sembrando el terror, a lo que él se niega, siendo sustituido por el general Valeriano Weyler que intentará nuevos métodos para controlar a las guerrillas. Weyler concentró a la población en campos de alambradas, en condiciones espantosas, y empleo la más extrema dureza, lo que no hizo sino agravar el problema. En España el partido socialista y algunas agrupaciones anarquistas se oponían a la acción bélica, así como algunos intelectuales, Unamuno y Pi y Margall entre otros.

La guerra se extendió a Filipinas en 1896. José Rizal lideró el movimiento independentista y murió fusilado en la acción represora llevada a cabo por el ejército español.

El desenlace de la guerra se precipita con la intervención de los Estados Unidos en el conflicto. El gobierno de Mac Kinley elevó la tensión a nivel internacional a través de la prensa, denunciando los métodos represivos españoles y presentando el apoyo a la causa cubana como causa moral. La prensa española contribuyó a su vez al clima de crispación presentando el mantenimiento del imperio como algo imprescindible para la honra del país y el prestigio del ejército. En ese ambiente el crucero norteamericano Maine, fondeado en el puerto de la Habana explotó, lo que costó la vida a toda la tripulación. La prensa norteamericana acusó a España del atentado.

La campaña belicista del gobierno norteamericano desembocó en la declaración de guerra a España ese mismo año (Mayo 1898). España será derrotada en pocos meses. La flota americana destruyó a la escuadra española, mientras las tropas de tierra resistían tenazmente a pesar de las bajas causadas por la enfermedad.

En diciembre de 1898 se firmó la Paz de París por la que España renunciaba a Cuba que en la práctica quedó bajo la influencia estadounidense. Puerto Rico y Filipinas fueron cedidos a EEUU. Pocos años después, EEUU compró a España los archipiélagos de Las Carolinas, Marianas y Palaos en el Pacífico.

El Desastre o crisis del 98 consistió en la toma de conciencia por parte de los españoles de la debilidad económica y política del país. A pesar de que el acontecimiento se incluía en un proceso internacional de reorganización de los imperios coloniales de Inglaterra, Francia y Alemania que se convirtieron en potencias hegemónicas, marginando también a Portugal, España lo vivió como una afrenta nacional.

Las consecuencias del desastre fueron destacadas pero de ellas no se derivó ningún cambio político. La pérdida de vidas; el descontento popular porque la movilización recaía fundamentalmente en las clases populares que no podían pagar para liberarse; el desprestigio del ejército que intentaría recuperar su orgullo en nuevas empresas coloniales como la de Marruecos, son algunas de estas consecuencias.

La crisis intelectual está representada por la llamada generación del 98, que plantea en sus obras literarias un cierto pesimismo y desengaño ante la realidad española. En el terreno político algunos intelectuales presentan el regeneracionismo como única vía para salvar España. Se propone renunciar a lo que consideran trasnochadas nostalgias de grandezas imperiales y buscar la modernización del país. Uno de los impulsores del regeneracionismo fue Joaquín Costa.

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