Emancipación de la América Española y el Reinado de Isabel II: Un Estudio de Revoluciones, Guerras y Reformas


La Emancipación de la América Española

Fue protagonizada por las minorías criollas y blancas. Aunque los líderes eran de ideología liberal, las rebeliones tuvieron un carácter autoritario y caudillista. Entre las causas que la desencadenaron, destacan:

  • El descontento criollo
  • Las ideas ilustradas
  • La independencia de las colonias norteamericanas

Todo ello impulsado por la Revolución Francesa (1789). La Guerra de la Independencia y la crisis política de España proporcionaron la ocasión: a partir de 1808 se crearon juntas que se sintieron legitimadas para convertirse en un poder autónomo.

4.1 Los Rasgos Generales de la Independencia

Presentaron las siguientes características:

  • La independencia fue resultado de revoluciones sin ninguna conexión entre ellas.
  • Fue un proceso largo y complejo, pues se prolongó desde 1808 hasta 1825. Se produjeron rebeliones contra los españoles peninsulares, pero también guerras civiles entre americanos.
  • Este proceso estuvo vinculado a la variación de la política de la metrópoli:
    • Entre 1808 y 1814 se aprovechó la confusión creada en España y su impotencia militar y se proclamaron las independencias.
    • Entre 1814 y 1820, los dirigentes regionales se apoyaron en el liberalismo para promover la lucha contra el absolutismo español.
    • Finalmente, en 1820, las tropas españolas preparadas para ir a América se sublevaron e hicieron la revolución en la península. El Trienio Liberal fue decisivo para la culminación de los procesos de emancipación.

Organización Política en el Reinado de Isabel II: Monarquía, Constitucionalismo y Partidos Políticos

El reinado de Isabel II presenta unas características que se mantienen invariables hasta el final del mismo:

  • Periodo de tendencia muy conservadora con un sufragio censitario muy restringido y un régimen de gobiernos muy autoritarios.
  • La reina intervino activamente en la vida política evitando el acceso de los progresistas al poder y apoyando a los más conservadores.
  • Participación continua de los generales en el Gobierno, ya que los conservadores pensaban que la presencia militar al frente del ejecutivo garantizaba el mantenimiento del orden liberal.
  • Presencia exclusiva de los partidos burgueses en la vida parlamentaria: moderados y progresistas, y a partir de 1854, la Unión Liberal y el Partido Demócrata. Estos partidos, organizados desde arriba, apenas tenían contacto con la realidad social, a la que ignoraban.
  • Consecuencia lógica de esta estructura de partidos fue el sistema electoral restringido.

2.1 La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

Dos días después de la muerte de Fernando VII, Don Carlos reivindicó sus derechos al trono, ya que no aceptó el testamento. La guerra carlista fue a la vez una guerra dinástica y una guerra civil de fuerte contenido ideológico y de clase.

El bando carlista reclamaba el “legitimismo” y la “alianza del Altar y del Trono” y defendían los fueros. Contaban con el apoyo de:

  • Una parte de la nobleza
  • Miembros ultraconservadores de la administración y del ejército
  • La mayoría del bajo clero
  • Parte del campesinado y sectores del artesanado

El bando “cristino” tuvo el respaldo de:

  • Los moderados y reformistas del absolutismo
  • Los liberales
  • Los generales
  • El ejército
  • Altas jerarquías de la Iglesia
  • La burguesía de negocios
  • Los obreros industriales
  • Una parte del campesinado

Los cristinos contaron con el apoyo de Portugal, Inglaterra y Francia, mientras que los carlistas contaron con el apoyo de Austria, Prusia y Rusia.

Los inicios de la guerra fueron favorables a los carlistas, pero en 1835 fracasaron en el sitio de Bilbao, donde murió Zumalacárregui. Más tarde, en 1837, fracasaron en su intento de tomar Madrid y la guerra empezó a ser favorable para los liberales. En 1839 se firmó el abrazo de Vergara, en el que se reconocieron los grados y empleos a los vencidos, y también se incluyó el compromiso de mantener los fueros, pero los gobiernos liberales posteriores no lo respetaron. Un núcleo carlista resistió en el Maestrazgo hasta la toma de Morella por las tropas de Espartero en 1840 y Don Carlos se exilió a Francia.

La guerra carlista dejó un hundimiento económico y un gran arraigo ideológico del carlismo.

2.2 La Regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840)

Martínez de la Rosa convenció a la regente de la necesidad de una apertura mediante la cual se amplió la amnistía para que los liberales pudieran volver del exilio y se publicó un decreto de libertad de prensa limitada. En 1834 se promulgó el Estatuto Real, que era una carta otorgada que establecía unas Cortes muy conservadoras y elitistas, tanto por su composición como por lo limitado del voto. Además, la Corona se reservaba una amplia capacidad legislativa y de veto.

En 1835 estalló una insurrección que se extendió por la mayoría de las ciudades del país y que obligó a la regente a nombrar a un progresista, Juan Álvarez Mendizábal, como Jefe de Gobierno. Mendizábal adoptó las primeras decisiones encaminadas a desmantelar el sistema legal del Antiguo Régimen, entre las que destacaron:

  • La libertad de imprenta
  • La ley de supresión de conventos
  • El decreto de desamortización de los bienes del clero regular

Pero sus medidas tan radicales le obligaron a dimitir en 1836.

En julio de ese mismo año una nueva insurrección progresista obligó a restablecer la Constitución de 1812. El nuevo gobierno continuó la labor de demolición del absolutismo y se eliminaron:

  • El régimen señorial
  • Las vinculaciones
  • El mayorazgo

Se suprimió el diezmo y se permitió la elección popular de los alcaldes. Se elaboró la Constitución de 1837, que proclamaba la soberanía nacional y los derechos individuales, un poder ejecutivo fuerte y unas cortes bicamerales, con un Congreso elegido por sufragio censitario y un Senado de designación real.

Durante tres años se eligieron gobiernos moderados que ganaban gracias a un sufragio muy restringido. Pero en 1840, el intento de modificar la ley municipal para eliminar la elección popular de los alcaldes provocó la oposición de los progresistas y María Cristina abandonó el país en septiembre de ese año.

2.3 La Regencia de Espartero (1840-1843)

Contaba con el apoyo de los progresistas, pero su política autoritaria y tendente a reprimir las protestas hizo que su popularidad inicial disminuyera.

En 1842 estalló una insurrección en Barcelona, ante los rumores de que Espartero estaba negociando un tratado de libre comercio con Inglaterra. Los moderados y algunos progresistas organizaron un pronunciamiento militar protagonizado por Narváez que obligó a Espartero a dimitir y abandonar el país en 1843. En 1844 Narváez se convirtió en Jefe de Gobierno.

2.4 La Década Moderada (1844-1854) y la Constitución de 1845

Los primeros diez años del reinado efectivo de Isabel II estuvieron protagonizados por la figura del general Narváez. Unas nuevas Cortes elaboraron la Constitución de 1845, que tenía unas características claramente conservadoras:

  • Una declaración de derechos muy teórica, que permitió restringirlos mediante leyes ordinarias.
  • Se declaraba la exclusividad de la religión católica.
  • Se repartía el poder legislativo entre las Cortes y el rey con un Senado compuesto por miembros vitalicios elegidos por la Corona.
  • La Constitución permitía a la reina disolver el Congreso sin más requisito que convocar elecciones. También se eliminaban los límites al poder ejecutivo.
  • Los alcaldes y presidentes de Diputaciones serían elegidos por el Gobierno.

A la Constitución siguió una amplia legislación ordinaria dirigida a reafirmar el carácter oligárquico del régimen. La ley electoral de 1846 limitó el derecho de voto a un 1% de la población, y la ley de imprenta restringió la libertad de publicar y reforzó la censura. Se creó la Guardia Civil en 1844 y se realizaron reformas político-administrativas como:

  • La aprobación de un nuevo Código Penal
  • La iniciación del proyecto de un nuevo Código Civil
  • La organización de un sistema centralista basado en provincias y en su control desde el gobierno a través de los gobernadores civiles y militares
  • La aprobación de una reforma de la Hacienda basada en los impuestos indirectos

También se restablecieron las relaciones con la Iglesia, se detuvo la desamortización y se devolvieron al clero los bienes que aún no se habían vendido. Desde 1849 algunos progresistas radicales fundaron el Partido Demócrata, defensor de los derechos individuales y el sufragio universal.

2.5 El Bienio Progresista (1854-1856)

La revolución de 1854 fue en realidad un golpe de Estado protagonizado por el general Leopoldo O’Donnell. Fracasó, pero los rebeldes reaccionaron y publicaron una proclama, el Manifiesto de Manzanares, cuyo apoyo obligó a Isabel II a entregar el gobierno a Espartero. Como consecuencia, se restablecieron algunas de las leyes de la etapa revolucionaria.

Para las elecciones se formó la Unión Liberal, propiciado por O’Donnell con la aspiración de reunificar ambas fuerzas en un solo partido centrista.

Las Cortes aprobaron la Constitución de 1856 (Non-nata), pero no entró en vigor y la Constitución de 1845 siguió vigente. Sus características eran las siguientes:

  • Soberanía nacional como base de todos los poderes públicos.
  • Limitación de los poderes de la corona con respecto a la de 1837.
  • Congreso y Senado de carácter electivo y alcaldes elegidos por los vecinos.
  • Se restablecía la Milicia Nacional.
  • Se amplía la declaración de derechos y se crea el jurado.

Los progresistas aprobaron unas leyes para sentar las bases de la modernización económica del país:

  • La segunda ley de la desamortización (1855)
  • La ley de ferrocarriles (1855)
  • La ley de Sociedades Bancarias y Crediticias (1856)

El Bienio transcurrió en un clima de permanente conflictividad social. Las clases populares retiraron su apoyo a los progresistas y en 1856 Espartero dimitió y la reina encargó formar gobierno al general O’Donnell.

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