España a Comienzos del Siglo XX: De la Crisis del 98 a la Segunda República

La Crisis de 1898 y el Regeneracionismo

En 1895 comenzó un movimiento independentista en Cuba que duró hasta 1898, año en que Estados Unidos declaró la guerra a España tras el hundimiento del acorazado Maine. La derrota española supuso la pérdida de sus últimas colonias (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). Este hecho provocó una profunda frustración en la clase política española y un gran pesimismo entre los intelectuales. Como consecuencia, surgió el regeneracionismo, un movimiento intelectual y político protagonizado, entre otros, por Joaquín Costa. Este proponía llevar a cabo profundas reformas para superar el atraso del país, modernizar sus estructuras y acabar con vicios endémicos como el caciquismo y la corrupción.

El Reinado Constitucional de Alfonso XIII (1902-1923)

El Turnismo y los Intentos de Reforma

En 1902, Alfonso XIII accedió al trono. Durante la primera etapa de su reinado, la Constitución de 1876 siguió vigente y se mantuvo el sistema del turnismo entre los dos grandes partidos dinásticos. En el Partido Conservador, Cánovas del Castillo fue sustituido por Antonio Maura, y en el Partido Liberal, Práxedes Mateo Sagasta fue relevado por José Canalejas.

Maura intentó una «revolución desde arriba» para acabar con el caciquismo y modernizar el sistema, pero no lo consiguió. Por su parte, Canalejas llevó a cabo una política de mayor apertura y descentralización. Su medida más polémica fue la aprobación de la Ley del Candado (1910), por la que se prohibía temporalmente el establecimiento de nuevas órdenes religiosas en España.

Sin embargo, los partidos Liberal y Conservador eran cada vez menos representativos de la sociedad española. La burguesía catalana y vasca empezó a votar a los partidos nacionalistas emergentes, mientras que los obreros y las clases populares se inclinaban por el PSOE, los partidos republicanos y los sindicatos, que ganaban cada vez más fuerza.

Las Crisis del Sistema de la Restauración (desde 1909)

A partir de 1909, el sistema de la Restauración experimentó una serie de crisis profundas que finalmente condujeron a su desaparición:

  • En 1909 se produjo la Semana Trágica en Barcelona, una violenta insurrección popular desencadenada por el envío de reservistas a la guerra de Marruecos. Estuvo protagonizada principalmente por las clases populares, ya que las clases pudientes podían pagar una cuota para eludir el servicio militar.
  • Un problema de gran envergadura fue la crisis de 1917, en la que coincidieron tres factores: la protesta militar (Juntas de Defensa) por el sistema de ascensos y los bajos salarios; la protesta política, con la convocatoria de una Asamblea de Parlamentarios en Barcelona que reclamaba una nueva constitución y un gobierno de concentración; y el movimiento sindical, que proclamó una huelga general revolucionaria.
  • Entre 1919 y 1923, se vivió un periodo de intensa violencia social, conocido como el pistolerismo, especialmente en Barcelona. La Revolución Rusa de 1917 radicalizó al movimiento obrero, que aspiraba a una revolución política, económica y social. Los gobiernos y la patronal respondieron a menudo con una dura represión.

La Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)

En medio de esta creciente crisis política y social, se produjo la humillante derrota de Annual (1921) en la guerra de Marruecos, en la que murieron más de 10.000 soldados españoles. La oposición exigió una investigación para depurar responsabilidades (Expediente Picasso), lo que alarmó a sectores del ejército. Para protegerse y atajar la crisis, el ejército decidió tomar el poder.

En septiembre de 1923, con el consentimiento del rey Alfonso XIII, el capitán general de Cataluña, Miguel Primo de Rivera, dio un golpe de Estado. Suspendió la Constitución, disolvió las Cortes, prohibió los partidos políticos y los sindicatos (aunque toleró la UGT y el PSOE en un principio). Uno de sus principales éxitos fue acabar con la guerra de Marruecos tras el desembarco de Alhucemas (1925).

La dictadura se mantuvo hasta 1930, en parte gracias a la favorable coyuntura económica internacional de los años 20 (los «felices años veinte»). Este auge se aprovechó para realizar importantes obras públicas (carreteras, pantanos) y para potenciar el desarrollo industrial. Sin embargo, a partir de 1927, el régimen autoritario empezó a perder apoyos y a ser cada vez más rechazado. En 1929, ante la creciente oposición y la pérdida de confianza del monarca, el rey retiró su apoyo a Primo de Rivera, que dimitió en enero de 1930.

Tras la caída de la dictadura, la oposición al rey creció enormemente, ya que se le acusaba de haber sido cómplice del régimen autoritario. En agosto de 1930, políticos republicanos, socialistas, catalanistas e incluso algunos antiguos monárquicos descontentos firmaron el Pacto de San Sebastián, por el que se comprometían a trabajar conjuntamente para derrocar la monarquía e instaurar la República.

La Segunda República Española (1931-1933)

Proclamación y Gobierno Provisional

El 12 de abril de 1931 se celebraron elecciones municipales, concebidas por muchos como un plebiscito sobre la monarquía. Aunque los monárquicos obtuvieron más concejales en total, los candidatos republicano-socialistas consiguieron una victoria arrolladora en las grandes ciudades y capitales de provincia. Ante estos resultados, el rey Alfonso XIII optó por el exilio, y se formó un gobierno provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora, que proclamó la Segunda República el 14 de abril de 1931 de forma pacífica.

El nuevo gobierno provisional estaba integrado por los partidos firmantes del Pacto de San Sebastián. Inmediatamente, se iniciaron una serie de reformas urgentes y se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes para junio de 1931, que fueron ganadas por la conjunción republicano-socialista.

La Constitución de 1931: Novedades Fundamentales

Las Cortes elaboraron la Constitución de 1931, que implantaba un régimen plenamente democrático y progresista. Entre sus novedades más destacadas se encontraban:

  • El reconocimiento de amplias libertades individuales, como la libertad de expresión, reunión o asociación. También se introdujeron nuevos derechos sociales y se legisló sobre el matrimonio civil y el divorcio.
  • El establecimiento del sufragio universal, que por primera vez incluía a las mujeres sin distinción.
  • Una organización territorial descentralizada del Estado, que reconocía la posibilidad de crear regiones autónomas. Se reconocían las lenguas particulares de cada región junto al castellano, lengua oficial de la República.
  • La importancia concedida al bienestar social y la función social de la propiedad. Se permitía que el gobierno expropiara bienes considerados de utilidad pública y se animaba a potenciar la enseñanza pública, laica y gratuita.

El Bienio Reformista (1931-1933)

Entre diciembre de 1931 y septiembre de 1933, Manuel Azaña presidió el gobierno de coalición republicano-socialista, que continuó una intensa labor reformista. En estos dos años, conocidos como el Bienio Reformista (o Azañista), se abordaron las principales cuestiones pendientes para modernizar el país:

Principales Reformas

  • La reforma agraria: pretendía transformar la estructura de la propiedad agraria española para mejorar la producción y las condiciones de vida de los campesinos. Para ello, se contemplaba la expropiación de latifundios sin cultivar y el reparto de tierras entre los jornaleros. El organismo encargado de llevar a cabo esta tarea fue el Instituto de Reforma Agraria (IRA), que, sin embargo, no contó con los recursos económicos suficientes, lo que causó decepción entre los campesinos y reavivó la conflictividad en el campo.
  • Se concedió la autonomía a Cataluña con la aprobación del Estatuto de Nuria en 1932 y la creación de la Generalitat.
  • La reforma militar: era fundamental dada la tradicional influencia política del ejército. Se exigió a los mandos militares jurar lealtad a la República y se ofreció la jubilación anticipada con sueldo íntegro a quienes no lo hicieran (Ley Azaña), buscando reducir el excesivo número de oficiales.
  • Se abordaron importantes reformas laborales, impulsadas por el ministro socialista Largo Caballero, que establecieron salarios mínimos, la jornada de 8 horas en el campo, seguros de accidentes y la ley de jurados mixtos, con el objetivo de mejorar las condiciones de vida de los obreros.
  • Se dio una gran prioridad a la reforma educativa, pues se consideraba que la educación era la vía fundamental para la mejora social y la consolidación de la democracia. Se aumentó el presupuesto para educación en un 50%, se crearon miles de escuelas y se contrataron nuevos maestros.
  • Por último, se regularon el matrimonio civil y el divorcio, y se abordó la separación Iglesia-Estado.

La Oposición a las Reformas y el Fin del Bienio

El gobierno reformista encontró una fuerte oposición por parte de diversos sectores. Las altas jerarquías de la Iglesia Católica y una parte importante del Ejército consideraban que las reformas eran demasiado radicales y anticlericales. En agosto de 1932 tuvo lugar un intento de golpe de Estado dirigido por el general Sanjurjo en Sevilla (conocido como la Sanjurjada), que fracasó.

Por otro lado, los anarquistas (CNT-FAI) y sectores del campesinado, descontentos por la lentitud en la aplicación de la reforma agraria y aspirando a una revolución social inmediata, protagonizaron levantamientos, huelgas y ocupaciones de fincas. Uno de los episodios más trágicos fue el de Casas Viejas (Cádiz) en enero de 1933, un levantamiento campesino que fue duramente reprimido y se saldó con numerosos muertos, erosionando la popularidad del gobierno.

En septiembre de 1933, ante el agravamiento de la crisis económica mundial (que también afectaba a España), la creciente conflictividad social y la impopularidad del gobierno, Azaña dimitió y el presidente de la República, Alcalá Zamora, convocó nuevas elecciones generales. La derecha, reorganizada y unida en parte, acudió a estas elecciones en un bloque llamado CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), un partido católico y conservador dirigido por José María Gil Robles.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *