España en el Siglo XIX: De las Cortes de Cádiz al Conflicto Carlista

Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

La Junta Suprema Central se había mostrado incapaz de dirigir la guerra y decidió disolverse no sin antes iniciar un proceso de convocatoria de Cortes. Mientras estas se reunían, se mantuvo una regencia. Las Cortes se abrieron en septiembre de 1810 y el sector liberal consiguió su primer triunfo al forzar la formación de una cámara única frente a la tradicional representación estamental. Asimismo, en su primera sesión aprobaron el principio de soberanía nacional (el poder reside en el conjunto de los ciudadanos).

Las Cortes, además de promulgar la Constitución de 1812, aprobaron una serie de leyes y decretos destinados a eliminar el Antiguo Régimen, como la reforma agraria, la eliminación de los mayorazgos y la desamortización de las tierras comunales; y por último, se votó la abolición de la Inquisición. Los legisladores de Cádiz aprovecharon la situación revolucionaria para elaborar un marco legislativo mucho más avanzado, pero la vuelta de Fernando VII al final de la guerra frustró la experiencia liberal y condujo al retorno del absolutismo.

El Reinado de Fernando VII: Absolutismo y Liberalismo

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

Los liberales desconfiaban del monarca para aceptar el nuevo orden constitucional. Por ello, dispusieron que viajara a Madrid para jurar la Constitución. Pero los absolutistas (nobleza y clero) sabían que el regreso del monarca era su mejor oportunidad para volver al absolutismo; estos se organizaron rápidamente para demandar la restauración del absolutismo (el Manifiesto de los Persas). Fernando VII, seguro de la debilidad del sector liberal, traicionó sus promesas y, mediante el Real Decreto de 4 de mayo de 1814, anuló la Constitución y anunció la vuelta al absolutismo.

Tras la derrota de Napoleón, se creó el Congreso de Viena y la Santa Alianza. A partir de 1815, el gobierno del monarca intentó un objetivo imposible: rehacer un país destrozado por la guerra. Sus gobiernos fracasaron y la Hacienda cayó en bancarrota; esto provocó numerosos pronunciamientos militares.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El 1 de enero de 1820, el coronel Rafael del Riego, al frente de una compañía de soldados pendientes de embarcar para combatir en las colonias americanas, se sublevó y recorrió Andalucía proclamando la Constitución de 1812. La pasividad del ejército, la acción de los liberales en las principales ciudades y la neutralidad del campesinado obligaron al rey Fernando VII a aceptar la Constitución el 10 de marzo.

Se formó un gobierno y se convocaron elecciones a Cortes. Los resultados electorales dieron la mayoría a los diputados liberales, que iniciaron rápidamente una importante obra legislativa. Restauraron gran parte de las reformas de Cádiz, como la libertad de industria, la abolición de los gremios, la supresión de los señoríos jurisdiccionales, y se formaron ayuntamientos y diputaciones, reconstruyéndose la Milicia Nacional.

Sin embargo, las medidas liberales del Trienio Liberal provocaron el descontento de los campesinos, ya que se abolían los señoríos jurisdiccionales, pero no les facilitaban el acceso a la tierra. Por su parte, la nobleza tradicional y la Iglesia, perjudicadas por la supresión del diezmo y la venta de bienes monacales, impulsaron la revuelta contra los gobernantes del Trienio. Incluso las tensiones se produjeron entre los liberales, que se dividieron en moderados y exaltados.

Sin embargo, no fueron los conflictos ni divisiones internas las que acabaron con el régimen liberal, sino la acción de la Santa Alianza en abril de 1823 (la intervención de Los Cien Mil Hijos de San Luis). Estos irrumpieron en territorio español y repusieron a Fernando VII como monarca absoluto. El rey castigó ferozmente a los liberales, los cuales se marcharon al exilio.

La Década Ominosa (1823-1833) y el Origen del Carlismo

El Conflicto Sucesorio y el Origen del Carlismo

En 1830, el nacimiento de una hija del rey, Isabel, parecía garantizar la continuidad borbónica, pero este hecho dio lugar a un grave conflicto de sucesión al trono, ya que la Ley Sálica, de origen francés e implantada por Felipe V, impedía el acceso al trono a las mujeres. Por derecho, tendría que gobernar el hermano del rey, Carlos María Isidro, pero Fernando VII, influido por su mujer, derogó la ley mediante la Pragmática Sanción.

El sector más ultraconservador, los llamados carlistas, se negaron a aceptar la nueva situación. Alrededor de Carlos María Isidro se agrupaban las fuerzas más partidarias del Antiguo Régimen y opuestas al liberalismo. Por contra, María Cristina, nombrada regenta mientras Isabel no cumpliera la mayoría de edad, comprendió que si quería asegurarle el trono a su hija, debería buscar apoyos en el sector liberal. Por ello, decretó una amnistía que supuso el regreso de 100.000 exiliados liberales y se preparó para enfrentarse a los carlistas. En 1833, Fernando VII muere, y comienza así la Primera Guerra Carlista.

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