El Reinado de Fernando VII: Restauración Absolutista y Conflictos
El Tratado de Valençay de 1813 devolvió el trono a Fernando VII. Los liberales recelaban del rey e intentaron su pronto regreso a Madrid, mientras que los absolutistas y la mayoría del clero veían en su vuelta la mejor oportunidad de restaurar el Antiguo Régimen. Estos últimos presentaron a Fernando el Manifiesto de los Persas, en el que le animaban a volver al absolutismo y le manifestaban su apoyo incondicional. Así, mediante un golpe de Estado y el Real Decreto de 4 de mayo de 1814 —también conocido como Decreto de Valencia—, Fernando VII declaró nulos y sin ningún valor ni efecto la Constitución y los decretos de Cádiz, a la vez que ordenaba la detención y ejecución de la mayoría de los dirigentes liberales. Estos últimos protagonizaron un importante exilio político, mientras otros pasaban a la clandestinidad formando sociedades secretas que intentaron derrocar al monarca mediante pronunciamientos (Mina, Lacy, Porlier…). La situación internacional respaldó las acciones de Fernando VII, pues tras la derrota de Napoleón, las potencias absolutistas de Europa habían conseguido restaurar el viejo orden en el Congreso de Viena (1815), a la vez que crearon la Santa Alianza, una alianza militar que garantizaba el absolutismo gracias al derecho de intervención.
El Trienio Liberal (1820-1823): Un Breve Respiro Constitucional
El 1 de enero de 1820, el coronel Rafael del Riego se sublevó en Cabezas de San Juan cuando debía embarcar hacia la represión de las colonias americanas, obligando a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812 ante la pasividad del ejército y los campesinos. Comenzaba así el Trienio Liberal (1820-1823). El 10 de marzo, Fernando VII nombró un nuevo gobierno que proclamó la amnistía y convocó elecciones. El gobierno de mayoría liberal restauró parte de las reformas de Cádiz, profundizó en las medidas de liberalización económica y creó la Milicia Nacional, un cuerpo armado de voluntarios para garantizar el orden liberal. Fernando VII recurrió al derecho de veto que le otorgaba la Constitución, a la vez que conspiraba de forma secreta con la Santa Alianza. Por otra parte, el campesinado comenzó a oponerse al liberalismo ante la monetarización de la economía, que les hacía imposible pagar sus rentas, y fueron animados por la nobleza tradicional y, sobre todo, por la Iglesia, que animó las revueltas contra los gobernantes del Trienio, llegando incluso a la organización de guerrillas y la creación de la Regencia de Urgel, que pretendía actuar como el legítimo gobierno durante la “cautividad” del rey. Estas dificultades llevaron a enfrentamientos entre los propios liberales, dividiéndolos en moderados y exaltados.
La Década Ominosa (1823-1833): Represión y Crisis Sucesoria
En abril de 1823, la Santa Alianza envió un ejército francés liderado por el duque de Angulema (los Cien Mil Hijos de San Luis), que, apoyado por realistas españoles, restauró a Fernando VII por segunda vez como monarca absoluto. Comenzaba así la Década Ominosa (1823-1833), caracterizada por una fortísima represión liberal (ej. Mariana Pineda) y una importante crisis económica ante la pérdida de las colonias americanas. La crisis motivó que, desde 1825, el rey se mostrase partidario de aproximarse a la burguesía moderada financiera e industrial, lo que despertó los recelos del sector más conservador de la Corte, que empezó a agruparse alrededor de Carlos María Isidro, hermano del rey y posible sucesor ante la falta de descendencia de Fernando VII. En 1830, el nacimiento de su hija Isabel dio lugar a un grave conflicto en la sucesión al trono. La Ley Sálica impedía el acceso al trono de su primogénita, pero Fernando VII, animado por la reina María Cristina, firmó la Pragmática Sanción, que derogaba dicha ley. Las fuerzas más partidarias del Antiguo Régimen se agruparon en torno a Carlos María Isidro, a la vez que la reina comprendía que, si quería asegurar el trono para su hija, debía acercarse a los liberales. Nombrada regente durante la enfermedad del rey, decretó una amnistía que supuso la vuelta de 10.000 exiliados liberales. En 1833, Fernando VII murió, a la vez que Carlos se proclamó rey. Se iniciaba así la Primera Guerra Carlista.
La Emancipación de las Colonias Americanas: El Fin del Imperio Español
Durante el reinado de Fernando VII se desató también el proceso de independencia de las colonias americanas.
Causas de la Independencia Americana
- El control ejercido por los Borbones.
- La marginación del poder de los criollos, influenciados por el pensamiento ilustrado y el ejemplo de Estados Unidos.
- El aislamiento de la península durante la Guerra de Independencia.
Entre 1808 y 1814, como en la península, las colonias se habían organizado en Juntas que se declararon autónomas, con la excepción de Paraguay, que ya en 1811 declaró su independencia. El regreso de Fernando VII y la derogación de la Constitución, sumada a su total intransigencia frente a las aspiraciones de autonomía, no hizo sino avivar las ansias de independencia. Destacan como libertadores: José de San Martín (Chile), Miguel Hidalgo y José María Morelos (México), y Simón Bolívar, quien intentó fomentar un nuevo estado panamericano que fue imposible tras su muerte. En 1824, tras la derrota de Ayacucho, la presencia española desaparecía de la América continental, reducida a las Antillas (Cuba y Puerto Rico) y Filipinas.
Consecuencias de la Emancipación para España y América
- Para España: Perdió su mejor mercado y confirmó su papel de potencia de segundo orden.
- Para América: La fragmentación territorial, la aparición de la figura del caudillo, la marginación de la población no blanca y la entrada en la órbita de Estados Unidos (con la Doctrina Monroe de 1824) marcaron el inicio de una agitada historia de América Latina, cuyas consecuencias perduran en la actualidad.