Fases Militares de la Guerra Civil Española y Economía y Política

Fases Militares de la Guerra Civil Española y Economía y Política

1. Fases Militares

1.1. La Batalla de Madrid: Agosto de 1936 – Marzo de 1937

Las tropas sublevadas avanzaron por Extremadura y Toledo, hasta situarse en las puertas de Madrid en noviembre de 1936. Ante el miedo de la inminente conquista de la capital, el gobierno republicano abandonó Madrid y se instaló en Valencia. En la batalla de Madrid participaron las milicias de voluntarios y las Brigadas Internacionales, resistiendo el ataque. Los sublevados intentaron otras vías para tomar la capital (batallas de Jarama y Guadalajara), pero ante la imposibilidad de avanzar, Franco decidió abandonar el frente de Madrid y avanzar en otras regiones.

1.2. La Batalla del Norte: Abril 1937 – Diciembre de 1937

Durante estos meses, el ejército franquista atacó a las ciudades más importantes de la costa cantábrica. El 26 de abril de 1937, la Legión Cóndor alemana bombardeó la ciudad de Gernika (Vizcaya), con numerosas víctimas civiles. El País Vasco y sus recursos siderúrgicos cayeron en manos de los golpistas.

1.3. De la Batalla del Ebro al Final de la Contienda: Enero 1938 – Abril 1939

En febrero de 1938, las tropas nacionales ocuparon definitivamente Teruel, avanzaron sobre Aragón y llegaron al Mediterráneo. En un intento de detener a los insurrectos, el gobierno de la República concentró todas sus fuerzas en la Batalla del Ebro (1938), la más larga y dura de la guerra. A iniciativa de Negrín, en octubre de 1938 se retiraron las Brigadas Internacionales. Tras la victoria en el Ebro, Franco avanzó sobre Cataluña, ante un ejército maltrecho y bajo de moral. Muchos republicanos se marcharon al exilio. Cualquier intento de negociación estaba condenado al fracaso. Tampoco se aceptaba la propuesta única de no tomar represalias contra el enemigo. Perdida toda esperanza de una paz honrosa, el coronel Segismundo Casado, partidario de la rendición, encabezó un golpe de estado contra su gobierno y puso fin a una política de resistencia, ordenando la rendición de Madrid, donde entraron las tropas franquistas el día 28 de marzo. El 1 de abril de 1939 terminó la guerra.

2. La Evolución Política y Económica en las Dos Zonas

2.1. En el Bando Republicano

La sublevación había provocado la dimisión del gobierno, dirigido por Casares Quiroga, sucediéndole Diego Martínez Barrio. Su fracaso en intentar detener la sublevación, así como su resistencia a entregar armas al pueblo, lo llevaron también a dimitir. Azaña confió el gobierno en José Giral de Izquierda Republicana, quien empezó a entregar armas al pueblo.

Hasta el final de la guerra, las instituciones republicanas funcionaron con la constitución en vigor. La dinámica de los partidos y de las organizaciones republicanas, con posiciones distintas respecto a la marcha de la guerra, y las medidas políticas tomadas, provocaron cambios de gobierno y enfrentamientos (a veces sangrientos) en el bando republicano.

En 1936, Azaña encargó el gobierno al socialista Largo Caballero, quien formó un gabinete muy amplio que integraba a nacionalistas vascos y catalanes, los partidos republicanos, el PSOE, el PCE, y posteriormente 4 ministros anarquistas. La entrada de los anarquistas era un verdadero hito, y fue consecuencia de la batalla de Madrid. Una medida notable fue la aprobación del Estatuto de Autonomía de Euskadi.

Al principio de noviembre el gobierno abandonó Madrid por la amenaza de las tropas nacionales y se trasladó a Valencia. La capital quedó bajo el mando de una Junta de Defensa bajo la autoridad del General Miaja. El PCE aumentó su protagonismo por diversas causas, como el control de los suministros rusos, que eran fundamentales dado el bloqueo de los países occidentales. Además, proponía la unidad frente a un enemigo que actuaba unido. De hecho, en Cataluña había unido a comunistas y socialistas bajo un nuevo partido, el PSUC. La política del PCE buscaba la alianza con otros sectores de la burguesía media (pequeños empresarios, campesinos, etc.) bajo el lema: «Primero ganar la guerra». Por el contrario, otras fuerzas, como los anarquistas o POUM (trotskista), creían que era compatible la revolución y la guerra, de ahí que en las zonas ocupadas o bajo su control, llevaban a cabo medidas revolucionarias, como las colectivizaciones de tierras y fábricas en un intento de implicar a las masas populares a su causa. Los enfrentamientos incrementaron en 1937, con combates en Barcelona entre ambos bandos. En esta lucha fue detenido y asesinado el líder más prestigioso del POUM, Andreu Nin.

El gobierno de la República llevó a cabo diferentes medidas económicas y sociales: se redujeron los alquileres de las viviendas, fueron expropiadas y nacionalizadas industrias de los partidarios de la sublevación (muchas básicas, como la CAMPSA o las ferroviarias), continuó la reforma agraria y la expropiación de tierras abandonadas, que fueron cedidas a sus cultivadores, y se estableció el control estatal sobre los bancos y las instituciones financieras. Sin embargo, las colectivizaciones de empresas fueron lo más radical, especialmente, las explotaciones agrarias, que fueron obra de las organizaciones sindicales campesinas. Las colectivizaciones tuvieron un gran impacto en el territorio y en un gran número de familias. Sin embargo, mientras que la CNT y UGT apoyaban las colectivizaciones, el PCE mantuvo sus reservas, ya que esperaba el apoyo de los pequeños propietarios para poder ganar la guerra. Después de la crisis de 1937,

El gobierno pasó a ser dirigido por Juan Negrín, del PSOE, partidario de la unidad republicana, y que era apoyado por los comunistas. En esta época se complicaron las relaciones entre el gobierno central y la Generalitat, que quería recuperar más competencias con el objetivo de unificar el esfuerzo de la guerra. Negrín trasladó el gobierno de Valencia a Barcelona, buscando el control de las industrias catalanas.

Mientras, en el frente se intentaba marginar a los anarquistas y a los comunistas trotskistas del POUM. El apoyo de la URSS y el Frente Popular francés a la causa republicana favoreció a un gran aumento de comunistas, que se convirtieron en árbitros de la guerra en los dos últimos años. Las derrotas en la batalla del norte, y especialmente la del Ebro, minaron la moral republicana. Por otro lado, la política de apaciguamiento con Hitler que se acordó en el Pacto de Munich (1938) no auguraba nada bueno para la República. La idea de Negrín era resistir hasta que estallase un conflicto europeo, idea que no fue comprendida por todos dentro del bando republicano.

El golpe de estado interno del Coronel Casado, permitió rendirse a Franco, tratando honorablemente al vencido. El 1 de abril acababa la guerra.

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