Historia de España en el Siglo XIX: Conflictos, Restauración y el Fin del Imperio

La España del Siglo XIX: De la Guerra de Independencia a la Restauración

En 1788 fallecía el rey Carlos III y subía al trono su hijo, el temeroso Carlos IV. Apenas un año después, se producía el estallido de la Revolución Francesa y, con ello, la alteración del statu quo en Europa. En 1799 llegaba al poder Napoleón Bonaparte y España pasó a temer un ataque directo de Francia. La mejor forma de evitar dicho ataque era aliarse con ella. El primer fruto de esta alianza fue la Guerra de las Naranjas (1801), por la cual España, apoyada por Francia, se enfrentó a Portugal, tradicional aliada de Inglaterra, arrebatándole varias plazas fronterizas en la ribera del Guadiana.

En 1807, Napoleón movió ficha viendo la debilidad de Carlos IV y de Godoy. Obligó a España a firmar el Tratado de Fontainebleau por el cual los ejércitos napoleónicos podrían cruzar el país para invadir Portugal, el tradicional aliado de Gran Bretaña.

Fases de la Guerra de Independencia (1808-1813)

  • 1808-1809: Varias ciudades españolas como Girona o Tarragona sufrieron duros sitios. Las tropas napoleónicas fueron derrotadas en la Batalla de Bailén (Jaén), impidiendo el avance hacia Andalucía. A finales de año, el propio Napoleón entraba en acción y a lo largo de 1809 lograba controlar todo el país excepto el entorno de la ciudad de Cádiz.
  • 1809-1812: Los españoles se resistieron a la invasión por medio de guerrillas lideradas por míticos luchadores como Espoz y Mina, El Empecinado o el cura Merino. Sus ataques por sorpresa mantuvieron en tensión y en continuo desgaste a las tropas francesas.
  • 1812-1813: Napoleón intenta la invasión de Rusia y traslada parte de su ejército. Las tropas españolas, con apoyo de la guerrilla y de los británicos, consiguieron la victoria de Arapiles (cerca de Salamanca, julio de 1812) sobre Francia. El rey José I abandonó Madrid y el ejército hispano-británico, liderado por el general Wellington, avanzó por todo el país. Napoleón cedió y a finales de 1813 firmó el Tratado de Valençay que significaba el retorno de Fernando VII.

El Reinado de Fernando VII (1814-1833) y la Emancipación Americana

Fernando VII tuvo que esperar seis años —entre la primavera de 1808 y la de 1814— a convertirse de forma definitiva en rey de España durante veinte años. Tradicionalmente se ha dividido su reinado en tres periodos:

El Sexenio Absolutista (1814-1820)

El rey no regresó al país hasta que los absolutistas (nobleza y clero) le garantizaron la debilidad de los liberales. A través del Manifiesto de los Persas, una proclama en favor del rey redactada en abril de 1814, se le preparó el camino. El rey promulgó el Real Decreto de 4 de mayo de 1814 que anulaba la Constitución y la obra de Cádiz.

El Trienio Liberal (1820-1823)

El 1 de enero de 1820 se sublevó el coronel Rafael de Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla). Sus tropas esperaban a embarcar hacia las colonias americanas. Riego recorrió Andalucía proclamando la Constitución de 1812. Esta vez, ante un ejército pasivo y un campesinado neutral, el pronunciamiento liberal triunfó y Fernando VII aceptó gobernar con la Constitución de 1812. Un nuevo gobierno proclamó una amnistía y convocó elecciones a Cortes.

La Ominosa Década (1823-1833)

En abril de 1823, llamados por Fernando VII a través de la Santa Alianza, los Cien Mil Hijos de San Luis liderados por el duque de Angulema, entraron en territorio español y repusieron a Fernando VII como monarca absoluto. La represión desatada contra los liberales fue más furibunda, e incluyó crímenes como el de Mariana Pineda o fusilamientos como el de Torrijos.

La Emancipación de la América Española

La prosperidad económica del siglo XVIII propició el desarrollo de la burguesía criolla, de raza blanca pero nacida en América. La Ilustración y las revoluciones (Francia, Estados Unidos) y el respaldo de Gran Bretaña, ansiosa por controlar el mercado americano, contribuyeron a crear las condiciones propicias para la independencia.

Transformaciones Económicas y Sociales en la España del Siglo XIX

Las Desamortizaciones de Mendizábal y Madoz

Durante todo el siglo XIX, el sector primario, en especial la agricultura y la ganadería, siguió siendo la actividad económica fundamental. Ocupaba a la mayor parte de la población activa y era la única capaz de producir los excedentes necesarios que permitirían la transformación industrial. Para esto resultaba imprescindible que, como habían hecho otros lugares de Europa, se produjera una transformación del régimen de la propiedad de la tierra y, con ella, que se modernizara. La mayor parte de la tierra estaba en manos de los nobles, del clero y de los municipios. Una gran mayoría era tierra amortizada, también llamada “manos muertas”, que no se podía comprar ni vender. Por ello se dice que eran tierras “inalienables”. Se trata de tierras poco explotadas o directamente son eriales, tierras sin cultivar. En cualquier caso, los rendimientos de la agricultura eran muy bajos debido a su baja productividad al utilizarse técnicas muy rudimentarias.

De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases

La llegada del liberalismo hizo desaparecer la diferenciación social por estamentos del Antiguo Régimen, siendo sustituida por una sociedad de clases en función de la mayor o menor propiedad (de inmuebles o de capitales).

El Clero

El clero vivió una profunda reorganización a lo largo de la primera mitad del siglo XIX. Había perdido propiedades con la desamortización, pero conservaba gran parte de su riqueza e influencia social, sobre todo a través de su presencia en la educación.

El Campesinado

El campesinado presentaba una amplia gama de situaciones: pequeños propietarios (minifundistas), arrendatarios, aparceros y jornaleros. La desigualdad entre terratenientes enriquecidos y la miseria de estos jornaleros acabaría generando revueltas sociales y el auge del anarquismo en la segunda mitad del siglo XIX.

Las Clases Trabajadoras Urbanas

En el medio urbano, las clases trabajadoras aumentaron con rapidez. Por un lado estaban los ocupados en oficios antiguos y por otro los modernos obreros industriales en los entornos de Barcelona, Bilbao o Málaga. Las condiciones laborales eran muy duras, no existía medida alguna para evitar los accidentes laborales y los salarios eran de miseria. A lo largo del siglo, este proletariado industrial reivindicaría el derecho a asociarse libremente y mejorar sus condiciones de vida, constituyéndose en el origen del movimiento obrero.

La Crisis de 1898: El Fin del Imperio Español

Con la Restauración borbónica consolidada a nivel interior, una serie de conflictos internacionales, entre los que se encuentran la independencia de Cuba, Filipinas y Puerto Rico, mostraron la conversión de España en una “dying nation” en expresión del primer ministro británico Lord Salisbury en 1898. De este modo se abría un periodo de crítica a los fundamentos políticos y sociales del sistema que habían conducido a la decadencia de España.

La Guerra Colonial en Cuba

En 1878 se había firmado la Paz de Zanjón, por la cual España garantizaba el cumplimiento de varias de las peticiones de los primeros independentistas cubanos: mayor autonomía, participación en el gobierno de la isla, libre comercio y abolición de la esclavitud. La oposición de los grandes propietarios, de los agiotistas (tratantes de esclavos) y de los comerciantes peninsulares impidió que aquellas medidas fueran tomadas.

En 1879 se produjo la llamada “Guerra Chiquita”, un nuevo intento de insurrección por parte de los mambises (nombre por el que se conocía a los independentistas cubanos). Esta fracasó por la falta de apoyos y por la superioridad militar española en ese momento.

La vía política a la independencia comenzó mediante la creación del Partido Autonomista que proponía la autonomía de la isla y la abolición de la esclavitud. Sin embargo, fue la creación del Partido Revolucionario Cubano, liderado por José Martí, el que consiguió canalizar todo aquel sentimiento. Martí proponía la vía armada o insurreccional para lograr la independencia y contaba con el apoyo de Estados Unidos, cuyos intereses crecientes en la isla favorecieron el proceso. El momento de la insurrección armada llegó en 1895 mediante el llamado “Grito de Baire”.

Fases de la Insurrección Cubana (1895-1898)

  • 1895-1897: Se produjeron intentos de represión militar de la revuelta, mediante el envío a las islas de tropas comandadas por los militares más prestigiosos del momento, el general Martínez Campos y el general Weyler.
  • 1897-1898: Tras el asesinato de Cánovas, España concedió un alto grado de autonomía a la isla, pero los independentistas no aceptaron la paz.
  • Abril de 1898: Se produjo la voladura del acorazado americano Maine en el puerto de La Habana, acontecimiento oscuro del que EE. UU. culpó a España y le sirvió de pretexto para entrar en guerra con España y vencerla rápidamente gracias a su moderna Armada.

Consecuencias de la Crisis de 1898: Impacto Económico, Político e Ideológico

No se trató solo de un fenómeno político, sino de índole moral e ideológico. En el país se aumentó la presión fiscal (reforma de Raimundo Fernández Villaverde), el turno continuó, el nacionalismo catalán y vasco creció y la emigración continuó generalizándose por todo el país. Así pues, el 98 se caracteriza por el desencanto y la frustración de la sociedad y de la clase política española ante la destrucción del mito del Imperio español justo cuando las grandes potencias europeas se estaban repartiendo la mayor parte de África y Asia. Un ejército ineficaz, un sistema político corrupto y unos políticos incompetentes eran lo que veía la mayor parte de la opinión pública, sobre todo urbana.

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