Hitos Políticos y Sociales en la España de los Siglos XIX y XX

La Constitución de 1812 y el Inicio del Liberalismo

La Constitución de 1812 supuso el inicio del liberalismo político y del constitucionalismo en España, representando la ruptura definitiva con el Antiguo Régimen. Su redacción tuvo lugar en el contexto de la profunda crisis de la monarquía de Carlos IV (1788-1808), marcada por problemas internos y por la influencia de factores externos como la Ilustración, la Revolución Francesa y el expansionismo napoleónico.

El proceso constitucional se enmarca en la Guerra de la Independencia (1808-1814), desencadenada por la invasión francesa y el rechazo de gran parte de la población española a las Abdicaciones de Bayona, que entregaban la corona a José I Bonaparte. La ausencia del rey legítimo, Fernando VII —prisionero de Napoleón en Francia—, generó un vacío de poder que fue asumido por la Junta Central en nombre del monarca. Esta convocó Cortes en 1809, que se reunieron en Cádiz a partir de 1810, única ciudad importante no ocupada por los franceses.

Las Cortes de Cádiz, reunidas como Asamblea Nacional unicameral, rompieron con la tradición estamental y proclamaron la soberanía nacional, negando la soberanía absoluta del rey. En ellas se enfrentaron tres tendencias: los absolutistas (defensores del Antiguo Régimen), los jovellanistas (moderados) y los liberales, que acabarían imponiéndose. El desarrollo de la guerra impidió la asistencia de muchos diputados provinciales, que fueron sustituidos por representantes gaditanos, en su mayoría burgueses ilustrados y miembros del clero reformista, lo que favoreció el predominio liberal.

La Constitución, aprobada el 19 de marzo de 1812, estableció principios fundamentales como la soberanía nacional, la división de poderes, el sufragio masculino indirecto, la igualdad jurídica, los derechos individuales y la confesionalidad católica del Estado. Su aplicación fue limitada por la guerra y quedó suspendida tras el regreso de Fernando VII en 1814, quien restauró el absolutismo. Durante su reinado, el texto fue brevemente restituido en el Trienio Liberal (1820-1823) y abolido de nuevo durante la Década Absolutista.

Tras la muerte de Fernando VII, la regente María Cristina se apoyó en los liberales para asegurar el trono de su hija Isabel II frente al carlismo, consolidando finalmente el liberalismo en España y acabando con el Antiguo Régimen. Además, la Constitución de 1812 se convirtió en un referente para otras constituciones liberales en Europa (como en Portugal o Nápoles) y en América Latina, sirviendo como modelo para las nuevas repúblicas independientes.

El Reinado de Isabel II: Década Moderada y Bienio Progresista

La Década Moderada (1844-1854)

Tras la declaración de la mayoría de edad de Isabel II, el Partido Liberal Moderado se consolidó en el poder, iniciando la etapa conocida como la Década Moderada (1844-1854), bajo el liderazgo principal de Narváez. Durante este periodo se impulsaron una serie de medidas que reforzaron el poder de la monarquía y del Estado central. Se promulgó la Constitución de 1845, que establecía una soberanía compartida entre el rey y las Cortes, con un sufragio muy restringido. Se firmó también un Concordato con la Santa Sede que normalizaba las relaciones con la Iglesia. Además, se creó la Guardia Civil (1844), cuerpo militar que sustituyó a la Milicia Nacional, y se promulgó una Ley de Ayuntamientos que reforzaba el control central del gobierno sobre las corporaciones locales.

Sin embargo, a partir de 1852, la situación política comenzó a deteriorarse. El gobierno autoritario de Bravo Murillo, con la suspensión de las Cortes y el uso del decreto real para gobernar, provocó un gran descontento incluso entre los propios moderados. Esto generó una división dentro del partido: por un lado, Narváez; por otro, una corriente centrista encabezada por O’Donnell, que más tarde formará la Unión Liberal. Paralelamente, el Partido Progresista continuaba excluido del poder debido al favoritismo de Isabel II hacia los moderados.

El Bienio Progresista (1854-1856)

En este contexto tuvo lugar el pronunciamiento de Vicálvaro en 1854, dirigido por O’Donnell y apoyado por otros militares como Dulce. Aunque inicialmente no obtuvo un apoyo generalizado, la publicación del Manifiesto de Manzanares (redactado por un joven Cánovas del Castillo) logró movilizar a sectores progresistas y populares, al prometer reformas profundas. Esto desencadenó la Revolución de 1854, y finalmente la reina Isabel II cedió y llamó al general Espartero, líder del Partido Progresista, para formar un nuevo gobierno, que compartiría con O’Donnell.

Se inicia así el Bienio Progresista (1854-1856), una etapa breve pero muy intensa desde el punto de vista reformista. Entre las reformas más destacadas se encuentran la Desamortización Civil de Madoz (1855), que afectó a bienes municipales, y la Ley General de Ferrocarriles, que incentivó el desarrollo de infraestructuras. El objetivo más ambicioso del periodo fue la elaboración de una nueva Constitución, redactada en 1856, que nunca llegó a promulgarse y por eso se conoce como la Constitución non nata.

Esta constitución representaba fielmente los principios del progresismo: defendía la soberanía nacional, reconocía más derechos individuales, establecía una clara separación de poderes, limitaba el poder de la Corona, reformaba el Senado, restauraba la Milicia Nacional, proponía la descentralización municipal y aceptaba la tolerancia religiosa, lo que generó gran oposición en sectores conservadores y en la Iglesia.

A pesar del impulso reformista, el gobierno progresista tuvo que enfrentarse a numerosos obstáculos. En primer lugar, hubo una creciente conflictividad social, especialmente en Cataluña, donde se produjeron huelgas y choques entre obreros y patronos. Además, las medidas librecambistas provocaron una crisis de desabastecimiento que afectó duramente a las clases populares. A esto se sumó la oposición política de los moderados y de la Iglesia, que rechazaban muchas de las medidas progresistas, especialmente la tolerancia religiosa.

La coalición gobernante era muy heterogénea y presentaba divisiones internas entre los sectores progresistas más moderados y los demócratas y republicanos, que reclamaban reformas aún más profundas. Todo esto se agravó por la hostilidad de la reina Isabel II hacia el Partido Progresista.

En 1856, la situación se volvió insostenible. O’Donnell, con el apoyo de la reina, presionó a Espartero, quien presentó su dimisión. Isabel II nombró entonces a O’Donnell como jefe de gobierno, aunque pronto fue sustituido de nuevo por Narváez. Así se puso fin al Bienio Progresista y comenzó una nueva etapa de retorno al moderantismo (1856-1868), con gobiernos moderados y de la Unión Liberal.

Las Cortes Constituyentes fueron disueltas y la Constitución de 1856 quedó sin aprobarse, mientras que se restableció la Constitución de 1845, aunque se le añadió un Acta Adicional con algunas concesiones a las demandas progresistas.

El Sexenio Democrático (1868-1874)

Nos situamos en la época del Sexenio Democrático, iniciado tras la Gloriosa Revolución de 1868, que supuso el destronamiento de Isabel II y la apertura de una etapa de ensayos democráticos en España. Este periodo transcurre por tres fases principales: el Gobierno Provisional y la Constitución de 1869, la monarquía democrática de Amadeo I y, tras su renuncia, la Primera República. Fue un régimen inestable, marcado por diversos proyectos políticos que no llegaron a consolidarse, y que fue finalmente sustituido por la Restauración borbónica con el ascenso de Alfonso XII en 1874.

Prensa Satírica y Humor Gráfico

En este contexto se produjo un florecimiento de la prensa satírica y de humor gráfico, favorecido por la libertad de imprenta reconocida en la Constitución de 1869. Fue una auténtica edad de oro del humor gráfico, destacando por la capacidad comunicativa de la caricatura como herramienta de propaganda política. Su lenguaje visual, directo y accesible, la convertía en un medio eficaz para un público mayoritariamente analfabeto o con escasa comprensión lectora.

Entre las publicaciones más destacadas figura La Flaca, de orientación republicano-federal, surgida en Barcelona en 1869 y publicada hasta 1876, cuando fue clausurada por la censura impuesta durante la Restauración. En sus páginas se ridiculizaba a la clase política, la familia isabelina, los candidatos al trono, periodistas y figuras internacionales. Sus temas eran muy diversos: la cuestión monárquica, el clientelismo político, la esclavitud, etc. Aunque muchas ilustraciones eran anónimas, su principal dibujante fue Tomás Padró, uno de los humoristas gráficos más destacados del siglo XIX en España. Otras publicaciones similares fueron Jeremías, El Pájaro Rojo, La Mosca o El Loro.

La Cuestión Cubana y la Abolición de la Esclavitud

En el plano político y colonial, desde 1868 se había iniciado la Guerra de los Diez Años en Cuba, tras el Grito de Yara proclamado por Manuel Céspedes. Este levantamiento reflejaba el creciente descontento de los criollos frente al dominio español, con el apoyo de los esclavos. Cuba concentraba la mayor parte de la población esclava, mano de obra esencial para un poderoso grupo de intereses industriales españoles, defensores del mantenimiento de la esclavitud. Frente a ellos se alzaban sectores abolicionistas.

Durante el Sexenio, en este contexto democrático, se dieron pasos significativos hacia la abolición de la esclavitud. En 1870, bajo el Gobierno Provisional presidido por Prim, se promulgó la Ley de Libertad de Vientres, que declaraba libres a los hijos de esclavas nacidos a partir de entonces. Más adelante, en 1873, durante el reinado de Amadeo I, se aprobó la Ley de Abolición de la Esclavitud en Puerto Rico. Ambas medidas se relacionan directamente con el conflicto cubano, que no concluyó hasta 1878, ya en tiempos de la Restauración, con la firma de la Paz de Zanjón por el general Martínez Campos.

Esta paz cerró de forma provisional —y en falso— la cuestión cubana. Aunque incluía promesas de abolición de la esclavitud, reformas políticas y administrativas, y una amnistía general, muchas de estas promesas no se cumplieron. La esclavitud no fue abolida totalmente en Cuba hasta 1886, y los intentos de otorgar autonomía llegaron demasiado tarde.

Todo ello frustró las expectativas criollas, que reanudaron la lucha armada con la Guerra Chiquita (1879-1880) y, más adelante, con la Guerra de Independencia de Cuba (1895-1898), iniciada con el Grito de Baire. La posterior intervención de Estados Unidos en el conflicto condujo a la derrota de España y la pérdida de sus últimas colonias: Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

La Crisis de la Restauración y el Auge del Movimiento Obrero

A principios del siglo XX, el sistema de la Restauración en España atravesó una profunda crisis, marcada por el desastre colonial de 1898 y la incapacidad de adaptarse a los nuevos cambios sociales y económicos. La situación política y social se fue deteriorando, y el sistema parlamentario se mostró incapaz de resolver los problemas que aquejaban al país. En este contexto, el movimiento obrero creció de manera significativa, especialmente a través de los sindicatos anarquistas (como la CNT) y socialistas (como la UGT), que luchaban por mejorar las condiciones laborales y políticas de los trabajadores.

Tres momentos clave reflejan la tensión y el descontento social que amenazaron al sistema de la Restauración:

  1. Semana Trágica de 1909: La huelga de obreros en Barcelona contra el reclutamiento para la guerra en Marruecos, en respuesta al desastre del Barranco del Lobo, fue duramente reprimida por el gobierno. Esta represión, que incluyó detenciones masivas y condenas a muerte, provocó una ola de protestas que debilitó al gobierno y favoreció el aumento de la afiliación sindical. La UGT y la recién creada CNT ganaron fuerza, pero las reformas sociales impulsadas por los gobiernos fueron escasas y no pudieron calmar el descontento de los trabajadores.

  2. Crisis de 1917: España vivió una triple crisis en 1917, que incluyó una crisis militar (con la formación de las Juntas de Defensa), una crisis política (con la Asamblea de Parlamentarios) y una crisis social (debido a la huelga general convocada por UGT y CNT). La economía española había experimentado un crecimiento durante la Primera Guerra Mundial, pero al final de esta, los precios subieron y los salarios no aumentaron, lo que afectó a las clases trabajadoras. La huelga general exigió mejoras salariales y reformas políticas, pero la represión del gobierno radicalizó aún más al movimiento obrero y aumentó la afiliación sindical.

  3. Trienio Bolchevique (1918-1920): En este periodo, el anarquismo se fortaleció especialmente en el campo andaluz, donde los jornaleros y campesinos sin tierra protagonizaron numerosas huelgas y ocupaciones de fincas. Este aumento de la conflictividad social fue alimentado por la influencia de la Revolución Bolchevique en Rusia, lo que generó miedo en las clases dominantes. La represión contra el movimiento obrero se intensificó, con el apoyo de las autoridades locales, y la situación se tornó aún más tensa.

Finalmente, el 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña, dio un golpe de Estado y suprimió la Constitución de 1876, las Cortes y los partidos políticos. Este golpe de Estado dio lugar a una dictadura que justificó su intervención como la solución a los problemas del país, como la ineficacia política, la crisis económica, el auge de los nacionalismos y la creciente conflictividad social. Durante la dictadura, los anarquistas de la CNT fueron reprimidos y pasaron a la clandestinidad, mientras que la UGT, por su parte, colaboró con el régimen, participando en su política social mediante un sistema corporativo y la creación de comités paritarios, lo que ayudó a reducir las huelgas y la conflictividad social, aunque a costa de perder autonomía.

Este periodo marcó el fin de la Restauración y el inicio de un régimen autoritario que buscó controlar la situación política y social en España.

La Segunda República y los Derechos de las Mujeres

Gobierno Provisional y Cortes Constituyentes

Gobierno Provisional de la II República (1931):

  • Formado por el Comité Revolucionario de los firmantes del Pacto de San Sebastián, su objetivo era democratizar y modernizar España, corrigiendo los problemas de los gobiernos previos.
  • Enfrentó una fuerte oposición de las élites tradicionales, como monárquicos, terratenientes, alta burguesía, Iglesia y parte del ejército, lo que dificultó la implementación de reformas.

Cortes Constituyentes de 1931:

  • Se celebraron elecciones que dieron mayoría a la coalición republicano-socialista.
  • Se creó una Comisión Parlamentaria, que redactó la Constitución de 1931, la cual fue aprobada el 9 de diciembre de ese año.
  • Un tema clave fue la cuestión religiosa: el artículo 26 de la Constitución abordaba la relación entre el Estado y la Iglesia, lo que causó divisiones y dimisiones, como la de Alcalá Zamora y Miguel Maura.

La Cuestión del Voto Femenino

La Constitución de 1931 no permitió el voto femenino inicialmente, aunque hubo un debate sobre ello.

  • Las tres diputadas (Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken) defendieron el derecho al voto, pero sus posturas variaban sobre el momento adecuado para su implementación.
  • El derecho al voto para las mujeres fue aprobado en 1936, aunque se produjo una oposición de algunos partidos republicanos y una división de opiniones sobre su impacto electoral.

Reformas a Favor de la Igualdad de Género

Tras la aprobación de la Constitución, los primeros gobiernos republicanos impulsaron reformas en favor de la igualdad jurídica y política entre hombres y mujeres:

  • Legalización del divorcio y del matrimonio civil, la escuela mixta, la despenalización del adulterio y el seguro maternal.
  • Igualdad de acceso a cargos públicos.

Mujeres en la Educación y el Feminismo

  • La Institución Libre de Enseñanza tuvo un papel fundamental en la educación femenina, promoviendo la apertura de la universidad a las mujeres en 1910 y la creación de la Residencia de Señoritas en 1915.
  • María de Maeztu, directora de la Residencia de Señoritas, fue una de las figuras clave del feminismo en esa época.
  • Victoria Kent y Clara Campoamor fueron pioneras en la incorporación de las mujeres en profesiones tradicionales masculinas, como el derecho.

Este periodo de la II República fue crucial para la historia de los derechos de las mujeres en España, ya que marcó el inicio de una serie de reformas sociales y políticas que, aunque interrumpidas por la Guerra Civil, fueron fundamentales para la evolución de la igualdad en el país.

Violencia y Represión en la Guerra Civil Española

La violencia incontrolada de ambos bandos contendientes en la guerra fue una constante, pero mientras en el bando republicano se redujo mayormente a los primeros meses de guerra, hasta que el gobierno republicano recuperó el control en sus zonas; la violencia y la represión del bando sublevado se prolongó durante toda la guerra y el periodo de la dictadura franquista. Represión institucionalizada desde el poder desde el propio momento de la planificación de la sublevación por Mola (“Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo, que es fuerte y bien organizado”), durante la guerra civil, con las proclamas y actuaciones de Queipo de Llano desde Sevilla o la represión de Yagüe en Badajoz; hasta la legislación franquista (Leyes de Responsabilidades Políticas, de Represión de la Masonería y del Comunismo, contra el Bandidaje y Terrorismo o la Ley de Orden Público). La reeducación de la mujer hacia su nuevo papel en la sociedad fue ejercida también a través de diversas organizaciones como la “Sección Femenina” o el Auxilio Social, dependientes de Falange Española o desde la Iglesia Católica, colaboradora e identificada con el régimen nacionalcatolicista. Podríamos diferenciar dos tipos de terror y represión, el terror caliente, al que se refiere la imagen, y el terror frío. Con las depuraciones de trabajadores, funcionarios, profesores que perdieron su empleo por su identificación con la República. Consiguió la destrucción de los cuadros de los partidos del Frente Popular, de los sindicatos obreros y de las organizaciones masónicas, sin dejar de lado a los partidos políticos moderados y las personalidades con prestigio izquierdista o liberal. Terror que continuó durante toda la dictadura franquista, pasando por el Tribunal de Orden Público (TOP) que sustituyó en 1963 a los Tribunales militares, hasta el final de la dictadura con la muerte de Franco en 1975. El objetivo era extender el miedo a cualquier tipo de disidencia respecto al orden establecido por los vencedores.

La Guerra Civil Española: Desarrollo y Fin

Tras el triunfo del Frente Popular en las elecciones de febrero de 1936, Azaña asumió la presidencia de la República, sucediendo a Alcalá Zamora. Fue en ese cargo donde vivió el estallido de la Guerra Civil en julio de 1936, a raíz de un golpe de Estado liderado por una conspiración militar encabezada por Mola desde Pamplona y con militares como Franco, Goded, Fanjul y Sanjurjo, apoyados por elementos civiles de derecha, extrema derecha, falangistas, carlistas y monárquicos. El golpe del 17 y 18 de julio de 1936 fracasó en parte del país, lo que dio inicio a la guerra civil, que se alargó debido a la internacionalización del conflicto, a pesar del Comité de No Intervención. Alemania e Italia apoyaron al bando sublevado, mientras que la URSS lo hizo con la República.

La guerra pasó por varias fases, desde la guerra de columnas para tomar Madrid hasta la campaña del norte. El momento del texto corresponde a la tercera fase de la guerra, cuando el territorio republicano quedó dividido en dos, con el frente de Aragón y la batalla del Ebro en 1938. La guerra continuó con la caída de Cataluña y la entrada de las tropas franquistas en Madrid, lo que marcó el final de la guerra en abril de 1939.

En 1938, Azaña, consciente de que la guerra estaba prácticamente perdida, comenzó a pensar en la posibilidad de poner fin al conflicto. Fue entonces cuando lanzó su famoso discurso de las tres “P”: Paz, Piedad y Perdón, proponiendo un enfoque de reconciliación nacional, ya que la guerra parecía haber llegado a un punto sin retorno tras la batalla de Teruel y la llegada de las fuerzas sublevadas a Vinaroz, que partieron el territorio republicano en dos. Azaña consideraba que no era posible ganar la guerra, por lo que su estrategia se centró en la paz para evitar más sufrimiento, mientras que el presidente del Gobierno en ese momento, Juan Negrín, se mostraba contrario a cualquier intento de mediación, buscando prolongar la guerra y vincularla con el conflicto global que se estaba desarrollando (la Segunda Guerra Mundial). Negrín preparó la batalla del Ebro, una acción sangrienta y, en retrospectiva, inútil.

Azaña insistió en la intervención de la Sociedad de Naciones, argumentando que la guerra se prolongaba injustamente debido a la intervención extranjera, pero su solicitud no fue atendida. La guerra continuó hasta la derrota final de la República en abril de 1939, con la paz impuesta de manera incondicional por Franco. Esto dio inicio a un largo periodo de exilio republicano, una feroz represión de los vencidos y el establecimiento de una dictadura franquista que duró hasta 1975. Así, el proyecto democratizador y reformista de la República, representado por Azaña, fracasó, y España entró en una nueva etapa autoritaria bajo el franquismo.

ETA: Orígenes, Evolución y Fin de la Violencia

El gráfico que describes ofrece una visión panorámica de la actividad terrorista de la organización ETA (Euskadi ta Askatasuna) desde sus inicios hasta el fin de sus actividades violentas en 2010. A continuación, se destacan los puntos clave de la información proporcionada:

Orígenes y Primer Atentado Mortal

  • Formación de ETA (1958): Nació como una escisión de las juventudes del Partido Nacionalista Vasco (PNV) durante una época de fuerte represión del nacionalismo vasco bajo el régimen franquista.
  • Primer asesinato (1968): La organización comete su primer atentado mortal con la muerte del agente de la Guardia Civil José Pardines.

Evolución de la Violencia y Apoyo Inicial

  • Primeras acciones: Inicialmente, sus ataques fueron vistos por algunos sectores como una forma de lucha contra el franquismo, aunque ya en 1973 llevaron a cabo el atentado más destacado de la organización, el asesinato de Luis Carrero Blanco, presidente del gobierno franquista.

Transición y Radicalización

  • La Transición y el auge de ETA: A medida que España avanzaba hacia la democracia, el número de atentados de ETA se incrementó. A pesar de la promulgación de la Constitución y el Estatuto de Autonomía del País Vasco, ETA persistió en su lucha por la independencia y un sistema socialista, lo que motivó un aumento de los crímenes.
  • 1980, el peor año: En este año, ETA alcanzó su mayor número de víctimas (95), coincidiendo con las primeras elecciones autonómicas en el País Vasco.

División Interna y Treguas

  • División en ETA: La organización estaba dividida en dos facciones: ETA p-m (priorizaba la acción política) y ETA m (enfocada en la lucha armada). A principios de los años 80, ETA p-m abandonó la violencia, lo que redujo el número de atentados, mientras que la facción ETA m se radicalizó.

Contradicciones y Críticas al Gobierno

  • Respuesta del Estado: El Estado español, ante la incapacidad de acabar con ETA mediante vías legales, recurrió a la creación de grupos paralelos, como el Batallón Vasco Español y los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), que cometieron actos violentos contra ETA y sus simpatizantes. Esta estrategia fue muy criticada, especialmente durante el gobierno de Felipe González.

Rechazo Social y Presión Interna

  • Rechazo de la sociedad: Los atentados con víctimas numerosas (como en la Casa-Cuartel de Zaragoza y el Hipercor de Barcelona) y los secuestros, como el de Ortega Lara, generaron un rechazo masivo. El asesinato de Miguel Ángel Blanco en 1997 fue un punto de inflexión, provocando una condena generalizada en la sociedad.

Fin de la Violencia y Factores Externos

  • Anuncio del cese de la violencia (2011): Tras más de 50 años de violencia y cerca de mil víctimas mortales, ETA anunció su abandono de la lucha armada en 2011.
  • Factores que influyeron en el final de ETA: La presión social, la eficaz respuesta de las fuerzas de seguridad y la creciente percepción de que la violencia era un método inaceptable, especialmente con el auge del terrorismo yihadista global, contribuyeron a que ETA pusiera fin a sus actividades.

Este resumen muestra cómo la organización terrorista ETA evolucionó desde sus orígenes como una respuesta al franquismo hasta convertirse en un factor desestabilizador en la política española, especialmente durante la Transición, para luego ser rechazada tanto interna como externamente hasta su disolución.

El Sistema Político de la Restauración (1874-1902)

El sistema político de la Restauración fue diseñado por Antonio Cánovas del Castillo tras el pronunciamiento del general Martínez Campos que proclamó rey a Alfonso XII en 1874. Su objetivo era estabilizar el país tras el Sexenio Democrático mediante un régimen liberal conservador que excluyera a las clases populares y evitara pronunciamientos militares.

La Constitución de 1876 establecía una monarquía parlamentaria con soberanía compartida entre el rey y las Cortes. El monarca tenía amplios poderes: nombraba al gobierno, disolvía las Cortes, tenía iniciativa legislativa y era jefe del Ejército. Las Cortes eran bicamerales: Congreso (electivo) y Senado (mixto). Se reconocían derechos, aunque limitados por leyes posteriores. La religión católica era oficial, permitiéndose otros cultos en privado.

Cánovas creó un sistema bipartidista con dos partidos dinásticos: el Partido Conservador y el Partido Liberal (de Sagasta), que se turnaban pacíficamente en el poder. El rey designaba al nuevo gobierno y luego se convocaban elecciones manipuladas mediante el caciquismo, el encasillado y el pucherazo, con un sufragio muy restringido.

Este sistema excluía a carlistas, republicanos, socialistas, anarquistas y nacionalistas, pero logró una relativa estabilidad política. Tras la muerte de Alfonso XII, el Pacto del Pardo de 1885 consolidó el régimen durante la regencia de María Cristina, manteniéndose hasta 1902, con la mayoría de edad de Alfonso XIII.

La Transición Española a la Democracia

  • Dimisión de Arias Navarro y llegada de Adolfo Suárez: Tras la muerte de Franco, la transición a la democracia comienza con la dimisión del último presidente franquista, Arias Navarro, y la designación de Adolfo Suárez como presidente del Gobierno por el rey Juan Carlos I.

  • Ley para la Reforma Política (1976): Una de las primeras medidas clave fue la aprobación de esta ley en las Cortes franquistas, la cual desarmaba el régimen franquista y sentaba las bases para un sistema democrático. La disolución de las Cortes franquistas y la creación de unas nuevas elegidas por los ciudadanos fueron pasos esenciales en este proceso.

  • Elecciones generales y constituyentes de 1977: En estas elecciones, se dieron los primeros comicios libres en España desde 1939. La victoria de la UCD (Unión de Centro Democrático) y la representación significativa del PSOE marcaron el rumbo político. También se destacó la representación de los nacionalistas, mientras que el PCE sufrió un revés. La extrema derecha y la democracia cristiana quedaron sin representación en el Parlamento.

  • Crisis económica y los Pactos de la Moncloa: Enfrentado a una grave crisis económica, Suárez logró una serie de acuerdos con los principales actores políticos, los sindicatos y los empresarios. Estos acuerdos, conocidos como los Pactos de la Moncloa, implicaron sacrificios sociales, pero fueron fundamentales para consolidar la democracia.

  • Aprobación de la Constitución de 1978: En el proceso de redacción de una nueva constitución, se alcanzó un gran consenso entre diversas fuerzas políticas, lo que permitió una tramitación rápida y una aprobación en 1978. Esta constitución no fue producto de un solo partido, sino que reflejó el consenso entre la izquierda y la derecha, permitiendo la integración de sectores previamente opuestos.

  • Características del periodo de la Transición: El proceso de cambio se caracterizó por un paso controlado de la ley franquista a una democracia parlamentaria, sin rupturas políticas bruscas. Este cambio fue el resultado de la colaboración entre antiguos dirigentes franquistas y la oposición democrática, lo que permitió la legalización del PCE y la supresión de aspectos radicales de los programas políticos de la oposición. A pesar de la resistencia de sectores del régimen, como la judicatura y el ejército, y la violencia de grupos como ETA, la democracia finalmente se consolidó.

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