La Construcción del Estado Liberal (1833-1874)
Introducción: El Conflicto Sucesorio y la Irrupción del Liberalismo
La muerte de Fernando VII, en 1833, desencadenó una guerra civil conocida como la Primera Guerra Carlista, que enfrentó a los defensores de los derechos al trono de Carlos, hermano de Fernando VII (los carlistas), y a los partidarios de Isabel II (los isabelinos). Pero la guerra no fue solo una lucha para resolver una cuestión sucesoria, sino el enfrentamiento del carlismo (el absolutismo) con el liberalismo. Tras la guerra, comenzó en la historia de España un proceso imparable de cambios políticos, sociales y económicos que tuvieron como resultado la aparición de la sociedad burguesa y donde se sentaron las bases del sistema capitalista.
Desarrollo del Proceso Político
La Primera Guerra Carlista (1833-1840)
La guerra carlista se inició en 1833 y finalizó en 1840. Las zonas de operaciones de este conflicto fueron el País Vasco, Navarra y algunas zonas de Cataluña, Aragón y Valencia.
Apoyos Sociales del Carlismo (Absolutistas):
- Oficiales del ejército.
- Clero conservador y pequeña nobleza.
- Campesinos, labradores y artesanos.
Eran contrarios al liberalismo, al capitalismo, la industrialización, el urbanismo y la irreligiosidad.
Apoyos Sociales del Liberalismo (Isabelinos):
- Plana mayor del ejército.
- Altos cargos de la administración y altas jerarquías eclesiásticas.
- Burguesía, profesiones liberales y campesinos del sur.
Defendían el liberalismo, la industrialización, el urbanismo y un plan de reformas.
Después de varias fases militares y seis años de guerra, el general Maroto, jefe del ejército carlista, y el general Espartero, jefe de los liberales, negociaron el Convenio de Vergara. Por este acuerdo, se pactó la incorporación de los oficiales del ejército carlista al isabelino y el compromiso de que Espartero recomendaría a las Cortes el reconocimiento y respeto de los fueros vasconavarros. Con este convenio se puso fin a la guerra.
La Transición del Absolutismo al Liberalismo: La Regencia (1833-1843)
La transición del absolutismo al liberalismo se hizo durante la minoría de edad de la princesa Isabel. Su madre, María Cristina, ejerció la regencia. En principio, el gobierno de la regente se dedicó a hacer reformas de carácter administrativo, pero estas no eran las esperadas por los liberales recién llegados del exilio de París y Londres.
Ante la presión liberal, la regente cedió a la idea de un reformismo político. El nombramiento de Martínez de la Rosa mostró la intención de aceptar un sistema constitucional; así, se promulgó en 1834 el Estatuto Real. Con él, la monarquía dejaba de ser absoluta y se abría el camino hacia el liberalismo. Sin embargo, provocó la división de los liberales:
- Moderados: Aceptaban el Estatuto.
- Progresistas: Exigían una constitución emanada de la soberanía nacional.
El descontento de los progresistas, apoyados por la burguesía urbana, dio lugar en 1835 a un movimiento revolucionario bastante radical que, en sus peticiones a la regente, manifestaban su rechazo al Estatuto Real y exigían la convocatoria de Cortes, libertad de imprenta y una ley electoral. La regente, ante la expansión del movimiento revolucionario, llamó a Mendizábal (progresista) para que formara gobierno.
La Desamortización de Mendizábal y la Constitución de 1837
Mendizábal, como primera medida, liquidó las formas de propiedad típicas del Antiguo Régimen. Para ello, llevó a cabo la desamortización de los bienes de los monasterios y conventos, la llamada desamortización eclesiástica, mediante la cual estos bienes eran declarados nacionales y se ponían a la venta con el fin de obtener recursos para el Estado. De esta forma, los bienes de la Iglesia fueron nacionalizados y vendidos en pública subasta, siendo adquiridos en su mayor parte por la burguesía.
Mendizábal pensaba introducir también reformas políticas para implantar un régimen auténticamente constitucional, pero los enfrentamientos entre moderados y progresistas dieron paso a otra oleada revolucionaria que culminó con el Motín de la Granja y la dimisión de Mendizábal. No obstante, este movimiento revolucionario no arrebató el poder a los progresistas. Se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes y estas elaboraron la Constitución de 1837, cuyas características principales fueron:
- Soberanía compartida.
- Cortes bicamerales.
- Sufragio censitario (no se consiguió que los moderados aceptaran el sufragio universal).
- Declaración de derechos, donde destacaba fundamentalmente la libertad de expresión sin censura previa.
Una vez terminado el proceso constituyente, se convocaron elecciones a finales de 1837, resultando vencedores los moderados.
Los gobiernos moderados mostraron cada vez más sus críticas a la Constitución e intentaron modificarla en varias ocasiones, lo que dio lugar a otro enfrentamiento con los progresistas. Los moderados pretendían imponer una serie de limitaciones a la libertad de expresión, reducir aún más el derecho al voto y acabar con la democratización municipal. Ante los nuevos enfrentamientos, la regente se reunió con el general Espartero y decidió dejarle el gobierno y la regencia, exiliándose ella a París.
Tras un gobierno conflictivo del general Espartero (progresista), otro general, Narváez (moderado), se hizo con el poder mediante un pronunciamiento y adelantó la mayoría de edad de la princesa Isabel, que fue proclamada reina en 1843.
El Reinado de Isabel II (1844-1868): La Hegemonía Moderada
El reinado de Isabel II se inició en 1844 y se mantuvo en el poder hasta 1868. Narváez comenzó un gobierno moderado con el apoyo de la reina y emprendió la construcción política y administrativa de un Estado liberal moderado. Se suprimió la Constitución anterior (1837) y se elaboró una nueva, la de 1845, donde podemos destacar:
- Soberanía compartida entre la Corona y las Cortes.
- Recorte de la Ley de Imprenta.
- El sufragio censitario se restringió aún más.
- Se otorgaron amplios poderes a la Corona, entre otros, elegir a los alcaldes y gobernadores civiles.
Los moderados establecieron una educación de carácter público, bajo el control del Estado, y firmaron con la Santa Sede un Concordato donde se normalizaban las relaciones con la Iglesia.
El reinado de Isabel II presenta unas características comunes que se mantuvieron a lo largo de casi 25 años:
- La pertenencia a un régimen liberal moderado, cuya plasmación fue la Constitución de 1845.
- El apoyo incondicional que la reina dio a los moderados.
- Una constante presencia de militares entre los gobernantes del país, pues se pensaba que la presencia de un militar al frente del ejecutivo garantizaba un gobierno fuerte y el mantenimiento del orden. De esta forma, se hizo habitual su derecho a intervenir, no solo a través de las vías constitucionales, sino mediante el pronunciamiento, que se convirtió en su método habitual de acceder al gobierno.
La causa de la crisis del régimen moderado fue la corrupción y los escándalos financieros, además del descontento de los progresistas que veían la imposibilidad de volver pacíficamente al poder, ya que la reina nunca les llamaba a formar gobierno (salvo dos años, 1854-1856). A causa de esto, en 1866 progresistas y demócratas acordaron en Ostende (Bélgica) un programa mínimo cuyo primer punto era acabar con el régimen y con el reinado de Isabel II, para lo cual prepararon un movimiento revolucionario que se llevó a cabo en 1868.
El Sexenio Democrático (1868-1874)
Causas de la Revolución de 1868 (‘La Gloriosa’)
Las causas de esta revolución fueron:
- Tipo económico: Desde 1866, la crisis financiera internacional afectó a la industria textil catalana. Además, una crisis de subsistencia por malas cosechas provocó la consiguiente subida de precios de los alimentos, hambre y mortalidad, situación que generó un gran descontento social.
- Tipo político: Agotamiento del régimen moderado por la corrupción del propio sistema y por el empeño de los moderados de mantenerse en el poder por la fuerza, despreciando el sistema parlamentario.
Las consecuencias de esta situación fueron que los partidos progresistas, demócratas y la Unión Liberal optaron por preparar un movimiento revolucionario cuyo objetivo era destronar a Isabel II. La revolución se inició con un pronunciamiento militar dirigido por los generales Prim y Serrano que la llevaron al triunfo.
La Constitución de 1869 y la Monarquía de Amadeo I
Se formó un gobierno provisional con los generales Prim y Serrano al frente. Se elaboró una Constitución, la de 1869, que fue la primera constitución española democrática, basada en la división de poderes, la soberanía nacional, el sufragio universal y amplios derechos y libertades. En esta Constitución, se declaraba a España como un sistema monárquico, a pesar de que en ese momento el trono estaba vacante.
El general Prim fue el encargado de buscar un rey para el Estado español, y lo encontró en la figura de Amadeo de Saboya. La elección de Prim no gustó a todos los grupos, con lo cual, Amadeo I fue rechazado por los políticos, por la aristocracia española y por el pueblo que no veía con buenos ojos a un rey extranjero. Otros problemas como el descontento social por la crisis agraria, el desempleo, la escasez, la carestía, el estallido de la Guerra de Cuba y el asesinato de Prim (el apoyo más fuerte que tenía el nuevo rey), hicieron que este, a pesar de sus esfuerzos, renunciara a la Corona ante las Cortes españolas, implantándose en España una república.
La Primera República Española (1873-1874)
El mismo día que Amadeo abdicó, las Cortes proclamaron la Primera República Española. La república llegaba en una situación caótica, tanto desde el punto de vista social como económico. Además, en el país no había tradición republicana y no todos los políticos estaban de acuerdo en la forma de república que se quería implantar: unitaria o federal. En su corta vida (1873-1874), la república conoció cuatro presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar. En este año, el país conoció procesos revolucionarios, asesinatos, la insurrección cantonal (Cartagena), la Guerra de Cuba, etc., con lo cual la república resultó inviable.
Esta primera experiencia republicana acabó cuando el 3 de enero de 1874 Pavía, capitán general de Madrid, con fuerzas de la Guardia Civil, invadió el Congreso y disolvió la asamblea. Se formó un gobierno provisional presidido por el general Serrano, hasta que en diciembre de ese mismo año, un pronunciamiento militar en Sagunto, dirigido por el general Martínez Campos, impuso la restauración de la monarquía borbónica con Alfonso XII.
Conclusión
El reinado de Isabel II constituyó una etapa esencial en la historia de España, pues permitió el paso de la monarquía absoluta a la constitucional y a un Estado burgués y parlamentario. El problema de este reinado fue la insistencia de Isabel II de gobernar prácticamente siempre con los liberales moderados, dejando marginados a los liberales progresistas. Estos, con otras fuerzas políticas como los demócratas, unionistas y republicanos, se levantaron contra ella en la Revolución de 1868, obligándola a salir del país y exiliarse en Francia.
Tras esto, se inició el denominado Sexenio Democrático, donde se sucedieron rápidamente un periodo provisional, la Constitución del 69, la búsqueda de un nuevo rey, la Primera República y los gobiernos autoritarios de Serrano y Martínez Campos. Todos estos cambios políticos crearon una situación de inestabilidad, pero los historiadores actuales coinciden en que todos ellos tuvieron como consecuencia la consolidación definitiva del Régimen Liberal en España.
